Marta, que así llamaremos a la protagonista de nuestra historia real, vivía en un barrio tranquilo y con cuatro años ya iba sola a comprar el pan, pues la panadería se encontraba a escasos metros de su casa y en la misma acera.
Un día Marta comenzó a comportarse de un modo extraño, pero la mayor de sus rarezas es que solía arrancarse, compulsivamente, mechones de pelo desde la raíz.
Al principio, sus padres, creían que se trataba de un problema de celos, pues acababa de tener una hermana pequeña; pero el problema continuó a lo largo de los años en los que Marta vivió un calvario de visitas a siquiatras y a sicólogos, sin que le dieran solución alguna.
El problema persistía y nadie, ni ella misma, sabía el motivo de su comportamiento.
Marta creció y se hizo mayor, y su problema llegó a tener tal alcance que se quedó -literalmente- con cuatro pelos y una cabeza casi calva, que teñía con un líquido negro para disimular el problema. Los médicos aseguraron que jamás llegaría a recuperar su precioso pelo.
Un día, Marta asistió a unas reuniones donde se trataba el tema del abuso sexual y... sin razón aparente, eso pensaba ella, no tenía nada que ver con su vida. Después de la reunión, alguien oró para que el Espíritu Santo tocara los corazones de los allí presentes e hiciera la obra que tenía que hacer.
De repente, Marta comenzó a llorar y en su mente se hizo la luz, y algo que ella había llevado a nivel inconsciente, sin darse cuenta, algo que ni remotamente recordaba, volvió a su consciencia.
Marta recordó, perfectamente, un día cuando alguien a quien no veía la cara, la había violado siendo -tan sólo- una niña de cuatro años. Sólo veía la escena y veía perfectamente la habitación donde habían ocurrido los hechos, pero no a su agresor.
Por recomendación del terapeuta, que estaba haciendo aquella reunión, Marta habló con su madre, quien sí pudo vislumbrar, perfectamente, la habitación en la que habían sucedido los hechos, la trastienda de la panadería. El panadero había sido el violador.
Al momento, Marta recordó todo y vino a su mente la frase que le había hecho vivir aquel horror durante tantos años. Después de violarla, aquel agresor soltó la coleta de la niña, la extendió sobre sus hombros y le dijo: “Qué pelo tan precioso tienes”. La conclusión mental de Marta fue, si mi bonito pelo me causó semejante daño, me lo arrancaré para que jamás me vuelva a suceder lo mismo, y luego lo pasó todo a un nivel inconsciente. Nunca más, por años y años su consciencia recordó aquel horror.
Dios hizo un milagro en la vida de Marta, no sólo curó y restauró sus heridas internas, sino que sanó su problema con el pelo e hizo un milagro, el milagro de volver a recuperar su preciosa melena ondulada negro azabache.
Son muchas las personas que han pasado por horrores parecidos, y hay algo común en todas ellas, huyen de Dios.
Cuando se les habla de un Dios de amor que pasó por todo, pero sin pecado, contestan: NO!!!... LO MÍO NO LO PASÓ JESÚS.
Se equivocan, Jesús fue azotado, escarnecido, escupido y abusado por todos nosotros. Cómo???... Qué estás diciendo???...
Sí, a Jesús le colgaron en un madero, le despojaron de todas sus ropas y fue colgado -absolutamente desnudo- en la cruz del Calvario, eso es un abuso emocional muy fuerte y pasó por ello, tan sólo por amor hacia ti y hacia mí.
Tal vez tú eres una persona que en algún momento de tu vida tuviste que vivir el horror del abuso sexual en cualquiera de sus manifestaciones. No puedes perdonar, más aún, no puedes perdonarte pensando si -tal vez- tú tendrías algo de culpa.
Una de las siete palabras que Jesús pronunció estando colgado sobre el madero fue:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Con esto no quiero decir que tu agresor no tenga que pagar, hasta el límite, su horrible culpa; pero sí que tú, hoy mismo, comiences una nueva vida, liberada de las ataduras del pasado y vayas a Jesús.
Él sabe, Él comprende, y te estrechará entre sus brazos con un amor tan especial que será el mejor bálsamo para tus heridas.
HAZLO AHORA!!!... En estos momentos estoy orando por ti, y, aunque no te conozco, recibe todo mi cariño y mi comprensión.
Si quieres comentar o