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La evolución ¿una construcción social?

Respuesta de F. Caballero (I)

Respuesta de Fernando Caballero a los artículos de Pablo de Felipe -en la sección de Tubo de ensayo- acerca de fe, ciencia, creación y Diseño Inteligente (DI): “Diseño inteligente y las alternativas apologéticas en las ciencias”.
TUBO DE ENSAYO AUTOR Grupo F&C 28 DE FEBRERO DE 2009 23:00 h

«No puedo pensar que el mundo tal como lo vemos es el resultado
del azar; y sin embargo no puedo considerar cada caso aislado
como el resultado del Diseño… Estoy metido y siempre lo estaré
en un embrollo irremediable»
Carta de Darwin a Asa Gray el 26-11-1860

Nadie es neutro en sus afirmaciones aunque se precie de ser científico. Nuestras afirmaciones están teñidas de construcciones e imaginarios sociales que nos determinan: «La ciencia, como actividad humana que es, está impregnada de lo social. Avanza mediante presentimiento, visión e intuición. Gran parte de su cambio a lo largo del tiempo no registra un acercamiento real a una verdad absoluta, sino la sucesión de contextos culturales que la influencian poderosamente. Los hechos no son retazos puros e inmaculados de información; la cultura también influye en lo que vemos y en cómo lo vemos» (Gould, 1981).

Como plantea Pablo de Felipe, a lo largo de la Historia, cada sociedad ha tenido su propia cosmovisión de la realidad, para lo cual ha recurrido a sucesivos paradigmas (conjunto de obras o ideas con su propia verdad interna, que proporciona los fundamentos para la práctica científica diaria (ciencia normal) y sólo es sustituido por una revolución o ruptura drástica —de la tierra plana a la tierra redonda, del catastrofismo al uniformismo, del gradualismo al equilibrio puntuado). El mundo no cambia con un cambio de paradigma, pero el científico sí trabaja en un mundo diferente. El paradigma establece las normas, determina los retos, marca los límites; el paradigma se toma como algo dado, no cuestionable. Cuando trabajamos dentro de un paradigma, nada existe fuera de su marco, e incluso los problemas, incluyendo muchos que habían sido estándares con anterioridad se rechazan como metafísicos, como incumbencia de otra disciplina o, a veces, como demasiado problemáticos para que merezca la pena dedicarles tiempo. Ante esta realidad, siempre podríamos hacernos la pregunta que se hace M. Ruse en su libro «El misterio de los misterios: ¿Es la evolución una construcción social?» (Ruse, 2001).

Pablo de Felipe afirma que: «la evolución fue para la biología del siglo XIX la auténtica teoría de la gran unificación», y en este sentido, la teoría de la evolución se ha convertido en «el paradigma» de la biología y otras ciencias afines, casi tan eficaz como la «Tectónica de Placas» en Geología.

¿QUÉ SUPONDRÍA ENCONTRAR UN REGISTRO FÓSIL INTACTO, SIN ESLABONES PERDIDOS?
La Paleontología, a caballo entre la Geología y la Biología, utiliza ambos paradigmas. Los fósiles muestran la extinción en épocas remotas de una gran cantidad de seres vivos que hoy no existen y que parecen haber sido sustituidos por otros organismos mediante diversos procesos evolutivos a lo largo de la vida sobre el planeta.

Parafraseando la idea de Darwin «el registro fósil es como una biblioteca con sólo unos pocos libros, y cada libro tiene sólo unos pocos capítulos. Los capítulos tienen sólo unas pocas palabras, y a las palabras le faltan letras». ¿Qué sucedería si tuviéramos una biblioteca casi completa, en la que los «libros» estuvieran en perfecto estado y se pudieran ver todas las páginas, cada una de las palabras…?

Darwin culpó a la «imperfección en el registro geológico» de las lagunas que existen en el registro fósil. Normalmente, las fases intermedias son demasiado efímeras para quedar en el registro fósil –por lo tanto, las lagunas o los llamados eslabones perdidos son difíciles, sino imposibles de encontrar.

Por otra parte, esta visión lineal de la evolución no se considera correcta hoy en día. Más que hablar de “perfección o imperfección” del registro fósil, se plantea la “mejor o peor representatividad” del registro fósil. Tras décadas de investigación, existen muchos grupos de organismos que exhiben un registro muy representativo.

Sin duda, uno de los casos más excepcionales es el de los foraminíferos planctónicos (protozoos marinos con caparazón calcáreo que fácilmente se conserva en los sedimentos). Su registro revela un árbol evolutivo ramificado y complejo, mostrando también las variedades que aparentemente no conducen a ninguna parte. Las formas de transición entre los distintos morfotipos son bastante obvias, por lo que es relativamente fácil seguir las líneas evolutivas.

Durante casi un siglo, los geólogos han utilizado estos pequeños fósiles para datar los sedimentos, con una más que probada eficacia en las prospecciones petrolíferas. Sin embargo, hasta la década de 1960, los científicos no habían aprovechado todo el potencial que los foraminíferos tienen como herramienta para estudios paleoecológicos, paleoclimáticos y sobre todo sobre la evolución de estos organismos. La recuperación de fósiles de caparazones en perfecto estado de conservación, obtenidos en testigos continuos tras perforar el fondo oceánico, y nuevos afloramientos de depósitos marinos profundos expuestos en superficie, junto con el desarrollo de instrumentos analíticos, han abierto un abanico repleto de nuevas posibilidades para la investigación.

Un buen ejemplo de lo que estamos hablando lo encontramos en el trabajo de Kelly et al. (1996; 1998), entre otros, en el que se muestra una serie de microfotografías realizadas con un Microcopio Electrónico de Barrido, y que representan los cambios de las sucesivas poblaciones de foraminíferos planctónicos.

Particularmente, sorprende lo excepcionalmente bien preservados que se encuentran los ejemplares recuperados en los Deep Sea Drilling Project (DSDP), Ocean Drilling Program (ODP), frente a otros grupos fósiles, a pesar de tener millones de años de edad. Al ser tan pequeños, los caparazones de estos organismos escapan a las fuerzas de la naturaleza que han actuado a lo largo del tiempo y que, de hecho, han destruido muchas de las pruebas de la vida en la Tierra.

La extraordinaria conservación de los caparazones y la cantidad de ejemplares obtenidos (en algunos casos más de 100.000 ejemplares por gramo de sedimento, tras ser éste, lavado, tamizado y secado) permite a los paleontólogos estudiar en detalle, no sólo un conjunto de especies, sino cómo se desarrollan estos organismos a lo largo de su ontogenia, desde el nacimiento hasta la edad adulta, así como las variaciones morfológicas-transicionales dentro de cada especie con cierto grado de fiabilidad.

UN EJEMPLO CONCRETO: LOS FORAMINÍFEROS PLANCTÓNICOS DEL PALEOCENO
Al estudiar una de las últimas grandes extinciones en masa, que se produjo aproximadamente hace 65 millones de años, en el límite entre el Maastrichtiense y el Daniense, se observa que inmediatamente después de la extinción, las especies oportunistas dominan un escenario que ha quedado devastado.

Conocida popularmente como límite K/T, mayoritariamente, se cree que fue el resultado del impacto directo de un gran asteroide sobre la Tierra, aunque hay evidencias también de emanaciones volcánicas intensivas durante este periodo. Cualquiera que fuere la causa, este evento resultó ser el golpe de gracia, entre otros, para los dinosaurios no avianos. Se vieron afectados, tanto organismos terrestre como marinos, incluyendo casi todas las especies de foraminíferos planctónicos del período Cretácico, marcando el inicio de una nueva era, el Cenozoico, con una amplia gama de ecosistemas afectados por la crisis ecológica del límite K/T (y, por tanto, de la competencia entre especies) y dispuestos para repoblación.

En estos microfósiles, se observa que las asociaciones de foraminíferos planctónicos anteriores y posteriores al límite K/T difieren completamente en un pequeño intervalo de tiempo, mostrando una clara destrucción catastrófica del medio marino. Los taxones del Maastrichtiense que sobrevivieron, se van extinguiendo en la parte más baja del Daniense, debido, probablemente, a los efectos a largo plazo del impacto (impact-green-house), al trastorno en la estratificación de la columna de las masas de agua, o a causas biológicas como la competencia o el endemismo (Molina et al., 1998).

La desaparición progresiva de las especies cretácicas de foraminíferos coincide con la aparición y evolución de las nuevas morfologías en el Terciario, dando lugar a una rápida especiación post-límite, que ocupan todos los nichos ecológicos vacantes. Posteriormente, en el intervalo que va desde el Paleoceno inicial (64,5 ma) y el Paleoceno superior (58 ma), la competencia entre especies por los diferentes nichos ecológicos del medio marino profundo y su capacidad de resistir las presiones ambientales lleva a las poblaciones a una rápida radiación adaptativa, dando lugar a nuevas especies.

Aunque, debemos aclarar que el concepto clásico de especie biológica es difícil de aplicar en Paleontología, donde el establecimiento de nuevas especies se basa exclusivamente en criterios morfológicos y, por tanto, se suele hablar de morfoespecies (en el caso de los foraminíferos, por análisis microtexturales de la pared del caparazón y mediciones de los mismos, permitiendo agrupar a las poblaciones por formas y tamaños que son tratadas estadísticamente y nos indican, en su caso, diferencias significativas para considerarlas especies diferentes).

Aparentemente, estaríamos contemplando un escenario catastrofista (el generado en la crisis del límite K/T) y otro gradualista (en la recuperación post-crisis), recordaremos que como teoría invoca la lenta acumulación de pequeños cambios evolutivos a lo largo de un gran período de tiempo, como resultado de las presiones de la selección natural.

Disponer de tal cantidad y calidad de fósiles permite observar si algo es un fenómeno recurrente –un patrón– o si se trata tan sólo de algo esporádico. Cambios en los organismos vivos durante un enorme período de tiempo.

Frente al gradualismo característico de la evolución darviniana, durante los últimos 30 años, en algunos medios paleontológicos se ha popularizado el modelo evolutivo del «equilibrio puntuado» («equilibrios interrumpidos»). Postulada a principios de 1970 por los paleontólogos Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, refuta la idea central de la premisa de que son necesarias grandes cantidades de tiempo para crear nuevas especies. El equilibrio puntuado sostiene que las nuevas especies pueden surgir con bastante rapidez (en lugar de millones de años) a partir de las pequeñas poblaciones de organismos que de alguna forma se han quedado aisladas. Por tanto, la velocidad de la evolución no ha sido uniforme en el tiempo, sino que ha procedido «a saltos»; ha habido épocas de quietud, con aparición de pocas especies nuevas, y épocas de cambio vertiginoso.

A veces se ha usado el nombre de este profesor de la Universidad de Harvard como ejemplo de un científico que no creía en el darwinismo, ni en la evolución y que, por tanto, apoyaba tesis creacionistas. Obviamente no es así. Gould claro que estaba convencido de que las especies evolucionan y que todas las actuales proceden de otras más antiguas. Con lo que no está de acuerdo es con la idea de Darwin de que el cambio era siempre gradual. Siempre a la misma velocidad. Pero no ser «gradualista» no significa que no creía en la evolución.

Una de sus citas más conocidas dice: «Si Dios hizo cada una de la media docena de especies humanas descubiertas en las rocas antiguas, ¿por qué él creó una secuencia temporal continua de rasgos progresivamente más modernos –incremento en la capacidad craneal, huesos y cara reducida, tamaño de cuerpo más acomodado? ¿Acaso creó imitando la evolución y probar así nuestra fe?»

Continuará…


Autor: Fernando Caballero Doctor en Geología, profesor de la Facultad de Ciencia y Tecnología en la Univ. del País Vasco y miembro de GBU.
Esta serie se corresponde con la intervención del autor en el Fórum de Apologética 2008


Artículos anteriores de esta serie de "Tubo de ensayo", por Pablo de Felipe:
 1Diseño inteligente y alternativa apologética en la ciencia 
 2La polémica del Diseño Inteligente 
 3El desafío de la genómica 
 4DI y alternativas apologéticas en las ciencias 
 5Conclusiones sobre el binomio DI-ciencia 


Respuesta de Enrique Mota a Pablo de Felipe:
 1Polvo de estrellas animado (I) 
 2Polvo de estrellas animado (II) 
 3Polvo de estrellas animado (III) 
 

 


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