Antes de entrar en materia, debo decir que tanto al escribir este artículo, como entre quienes participamos en el
Comunicado de la Alianza Evangélica Española (AEE) denunciando este hecho, se ha vivido una cierta resistencia interna a tratar este tema por el respeto al dolor de las familias de las víctimas, y en especial la de
Rubén Santana, copastor de la iglesia bautista de Tres Cantos (Madrid) fallecido en el accidente. Pero finalmente ha sido precisamente el respeto a su memoria y a su familia lo que nos ha hecho seguir adelante. Porque si hubiese sido yo el fallecido hubiese querido que alguien dijese y actuase en mi nombre contra este uso y abuso de las personas que la jerarquía católica sigue ejercitando en nuestro país. Para mi la falta de respeto hubiese sido el silencio.
Han confirmado ya su presencia en este funeral del 11 de septiembre, anunciado por el alcalde de Madrid, la Casa Real y el Gobierno. ¿Alguien duda que se trata de un funeral de Estado, aunque no todos lo llamen así, y aunque fuentes oficiales de La Moncloa se nieguen a ponerle este apellido “porque no corresponde en este caso, dado que las víctimas no son funcionarios, ni estaban cumpliendo un servicio público”?
Esta inhibición del Gobierno español interpretamos que responde al pacto alcanzado con la jerarquía católica, porque no hay otra explicación: ¿qué funcionarios eran los que murieron el 11M en Madrid? Era el pueblo llano, como ahora, y entonces sí hubo un funeral de Estado, curiosamente también católico, también en la Almudena, y también oficiado por Rouco-Varela.
Precisamente
la inhibición del Gobierno al no organizar un funeral “no religioso” o pluriconfesional da más carácter oficial y de Estado al acto católico de la Almudena. Un gesto más en este teórico Estado laico, que en la práctica respalda la España nacional-católica en muchos aspectos (recaudación para su financiación y educación religiosa confesional en la escuela pública incluidas).
Es una paradoja que EEUU, con una clara presencia religiosa –evangélica- en la actividad de campañas presidenciales y de su mismo Gobierno, haya sabido ser sensible a la pluralidad religiosa realizando actos de Estado pluriconfesionales tras el atentado de las Torres Gemelas el 11S incluyendo a representantes católicos, judíos e islámicos junto a los de la confesión allí mayoritaria, la evangélica o protestante.
Por otro lado, y ante las muchas respuestas de personas católicas que nos han llegado de una u otra forma ante el Comunicado de la AEE, las cuales agradecemos por lo que suponen de diálogo, creemos importante aclarar tres aspectos. Aunque lo más importante es agradecer por encima de todo a quienes han sabido comprender desde su fe católica nuestro lamento, no ya tanto por la discriminación, sino por una afrenta gratuita más con quienes están sufriendo la ausencia brutal de un ser querido.
La primera es que respetamos y defendemos, como es lógico, su derecho a celebrar los funerales católicos que quieran, cuando quieran y como quieran… por las víctimas católicas y por quienes así deseen que se haga.
La segunda, partiendo del punto anterior, que la religión católica y la evangélica (o protestante) nada tienen que ver –a pesar de la Biblia común y de las actividades ecuménicas- en muchas cosas fundamentales, y entre ellas el significado profundo y real de las misas y los funerales que para el protestante común son actos contrarios a sus ideas y a su conciencia. Por poner un ejemplo, ocurre de forma similar con PP y PSOE: misma Constitución, mismo país, mismos principios democráticos, pero con enormes divergencias que impiden que se les considere ni siquiera remotamente un mismo partido.
La tercera, aclarar que al pedir un acto "no religioso" o pluriconfesional no estamos en contra del hecho religioso en la vida pública, sino precisamente que el hecho religioso esté presente, pero de manera respetuosa con el conjunto de la sociedad. Bien sabiendo renunciar si se establece una ceremonia civil, bien estableciendo un trato justo con todas las confesiones implicadas si se decide que éstas estén presentes.
Y por último, responder quizás la idea que nos resulta más dolorosa por injusta y por "hurgar" más aún en la herida. Es la de aquellos católicos que piensan que esta postura de la AEE es un intento de “apropiarse” de unos muertos para tener una presencia social. Los que esto expresan son precisamente quienes están realizando aquello de lo que nos acusan: se apropian de “nuestros” muertos para mantener un posición social privilegiada, injusta, prepotente; basada en un feudalismo confesional que los “no católicos” españoles sufrimos desde la época de la Inquisición –en diferente forma y grado- con evidente mejoría en la España democrática, pero sin llegar a desaparecer en sus dolorosos agravios y discriminaciones como es el caso presente.
Un país se distingue por su trato y sensibilidad hacia las minorías. El funeral oficial –católico- por las víctimas del accidente de Barajas es un negro borrón en la caligrafía de las libertades de la España democrática.
Lo que si puedo decir con agradecimiento es que al menos la opinión y denuncia de la Alianza Evangélica Española, que creo que expresa la de la mayoría de los protestantes de nuestro país, ha llegado a la sociedad. No sólo a través de multitud de medios digitales (españoles e internacionales, confesionales o no), sino a publicaciones nacionales en papel -donde el espacio vale su peso en oro- del prestigio de “El País”, “El Periódico de Catalunya” y “La Voz de Galicia”.
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