Manos

Mientras paseaban por los maravillosos jardines con sus fuentes y rosales, empezaron a preguntarse cuál de las tres tenía las manos más hermosas. Una se había teñido las manos mientras sacaba las deliciosas fresas, y pensaba que las suyas eran las manos más hermosas.

Otra había estado entre las rosas fragantes y, sus manos habían quedado impregnadas del perfume. Para ella, sus manos eran las más hermosas.

La última, había metido los dedos en el claro arroyo y, las gotas de agua daban resplandores como si fueran diamantes. Ella, por supuesto, pensaba que sus manos eran las más hermosas.

En esos momentos llego una muchacha mugrosa y pobre que pidió que le dieran una limosna y las tres princesas, inmediatamente se alejaron de ella.

La mendiga, pasó a una cabaña que se hallaba cerca de allí y, una mujer tostada por el sol y con las manos manchadas por el trabajo, le dio pan.

Dice esta historia que la mendiga se transformo en un ángel que apareció en la puerta del jardín y dijo:
-Las manos más hermosas son aquellas que están dispuestas a bendecir y a ayudar a sus semejantes.

Os he de confesar que me encanta esta historia y también os he de confesar que cuando conozco a una persona lo primero en lo que me fijo después de mirar, profundamente, sus ojos; es en sus manos… Y es que, nuestras manos, dicen tanto de nosotros…

Cómo creéis que eran las manos “del Carpintero” … Pues… Me imagino que llenas de callos, endurecidas por el trabajo, no lisas ni finas como las de un príncipe. Pero, esas preciosas manos, tomaron entre sí a los niños para bendecirlos, tocaron el féretro del hijo de la viuda de Nain para resucitarlo, escribieron en la arena para perdonar a la mujer adultera, tocaron a los leprosos, para sanarlos, en día de reposo y… Fueron clavadas por ti y por mí en –a la vez- horrible y preciosa cruz del Calvario para darnos vida.

Recordáis que le preguntó Dios a Moisés desde la zarza ?? ...
-Moisés, que tienes en tu mano ??
-Una vara…

A continuación el Señor le dijo como tenía que utilizar esa vara y… Con ella abrió –mediante el poder de Dios- el Mar Rojo… Aunque también, con aquella misma vara, golpeó la roca dos veces.

Hoy, aquí y ahora, el Señor nos dice:
-Qué tienes en tu mano ??

En nosotros está la respuesta…

Nuestras manos pueden ser como las de aquellas princesas, hermosísimas pero vacías y carentes de amor o… Como las de aquella mujer o… Como las de nuestro Señor… Manos llenas de amor.

Yo pido a Dios igual que Franses R.Havergal: “Toma estas manos mías y haz que se muevan al impulso de tu amor”