Pasemos a analizar cada uno de estos dos mencionados grupos de Filosofías.
a) El grupo de Filosofías Materialistas, que son aquellas que negarían de manera racional la existencia de cualquier causa o propósito metafísicos del ser o de la materia.
Dentro de estas corrientes materialistas de pensamiento, el ser humano ha llegado a conclusiones como: que las cualidades superiores del ser (la inteligencia, la voluntad, el sentido del bien, la concepción de la propia identidad, etc.), no son sino consecuencias y aspectos de la especial y perfectísima estructura nerviosa del cerebro humano. El hombre por ser el poseedor del sistema nervioso y del cerebro más desarrollado, debe ser, y es, por lo que podríamos sostener empíricamente, el único ser vivo conocido capaz de llegar a las formas de conocimiento superiores (científica, filosófica, ética, estética, moral, etc…)
Asimismo, el ser humano sería el único ser vivo capaz de estudiar y de reflexionar acerca de sus propias formas de conocimiento. O sea, el único capaz de ponerse a pensar y escribir una serie de artículos como éstos que humildemente le presento a Vd. cada domingo.
Así que, con estos planteamientos materialistas, los humanos no podríamos pretender ser nada más allá de esto mismo, es decir, un ser superior, poseedor de cualidades muy desarrolladas, pero que, al fin y al cabo, son cualidades comunes al resto de los seres vivos de este planeta.
b) Pero a lo largo de la Historia se han dado también no pocas filosofías que sostienen posiciones y convicciones opuestas a la mirada materialista. Son las
Filosofías Idealistas. Son argumentaciones y convicciones que afirman que no se puede concluir de manera categórica la inexistencia de causas y de efectos metafísicos y/o espirituales en la vida y el en ser. Es más, algunas llegan a afirmar que, sin esas causas y consecuencias metafísicas, gran parte de la vida humana, tal como la entendemos, no estaría ni mucho menos explicada. No tendría sentido completo, no tendría ese significado que buscamos todos, según decía Tomas de Aquino.
Siendo sincero, tengo que hacer aquí una afirmación que quizá le sorprenda a Vd.: En este punto, estoy más de acuerdo con las filosofías materialistas que con las idealistas.
¿Cómo?-se preguntará- ¿No se había confesado al comienzo de estos escritos como
cristiano?
Pues sí, lo hice y lo reitero aquí, soy cristiano, sigo a Cristo. Y paso a aclarar esta aparente contradicción. Es bien sencillo: El saber filosófico, como el saber científico, se agotan en su propio objeto de conocimiento. Ellos, por sí mismos, y en el uso de sus procedimientos y métodos, nunca podrán llevarnos a una convicción clara y determinante de la existencia de Dios, por ejemplo.
Y he aquí lo realmente importante, desde mi punto de vista: la Filosofía tampoco será capaz de lo contrario. Del mismo modo que hace unas semanas llegamos a concluir que ningún científico dotado de la humildad y autenticidad necesaria, llegará nunca a afirmar “
Dios no existe, puesto que no puedo probar su existencia”; de igual modo ningún filósofo serio, afirmaría que el origen y el fin, -el sentido en definitiva del ser- es la propia materia. Lo que sí está en su derecho de afirmar, es que él mismo, o su corriente filosófica, no lo encuentra fuera de la materia, o que sí lo encuentra en la propia materia, pero no que ese sentido “sea” la propia materia en sí misma. Esto último resulta insostenible si pensamos simplemente en cuál sería ese sentido cuando no hubiera materia, ¿cuál sería el sentido de la nada?
Es mucho más racional la opción tomada por la mayoría de las filosofías Materialistas: el ser, la materia y el Universo, sencillamente, no tienen sentido alguno, -y yo añadiría- puesto que no pueden encontrárselo. ¿Ve Vd. la postura de Negación que subyace? ¿Encuentra realmente racional el negar aquello que no podemos llegar a conocer por los medios que nos autoimponemos?
Por otro lado, y fijándonos ya en las corrientes filosóficas idealistas, tampoco es confiable pensar que el hecho de que el Hombre intuya o necesite algo, nos asegure en modo alguno que ello exista. Recuerde que fue un filósofo, Voltaire, el que afirmaba: “
Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo”. ¿Quiere Vd. creer en un dios inventado por el hombre? Yo desde luego que no.
Tratar de llevar esta necesidad de sentido trascendente que hay en todo corazón humano a constructos del pensamiento para “inventar a Dios”, ha dificultado históricamente, y sigue dificultando hoy, un verdadero y genuino encuentro con Dios más que las propias filosofías materialistas. ¿Qué cómo es eso?
La semana que viene trataremos de cómo en ocasiones las filosofías idealistas, llevadas de su afán de explicarlo todo, van más allá de sí mismas, y llegan a construir pensamientos protorreligiosos o incluso religiosos, que no son más que mitologías, es decir, explicaciones pueriles del mundo, en los albores de la Humanidad; o idolatrías en toda regla, en otros tiempos menos remotos.
Para entendernos, lo llamaremos Conocimiento Mitológico.
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