La Ética (de ethos, costumbre o modo habitual de obrar), investiga precisamente el fundamento racional de nuestros conceptos del Bien y del Mal y de alguna manera vincula ese estudio con el logro de nuestra felicidad y autorealización como seres humanos: la felicidad. La ética estudia los fundamentos de la vida buena en el entendido de que esa vida buena es, como dice Fernando Savater, en última instancia la buena vida.
Pero la reflexión ética está vinculada tácita o expresamente a la reflexión ontológica, ya que lo que fundamenta la acción buena está en relación con el Ser del agente.
Paul Tillich (1) el gran teólogo evangélico realizó un esfuerzo de aproximación del lenguaje de la filosofía existencial al de la teología cristiana. Para el existencialismo el ser humano, el Ser-ahí, debe hacer frente a la elección de su ser en medio de unas estructuras existenciales que nos son comunes, pero con un margen de libertad que nos obliga a desvelar nuestro ser en medio de nuestra existencia, caídos en el Mundo, con lo que se da la paradoja de que todos los seres humanos en nuestra calidad de Ser-ahí compartimos los mismos existenciarios pero los dotamos de un contenido variable. El ser humano sería el único animal ontológico, aquel que es arrojado al mundo, inconcluso, de tal manera en sus posibilidades puede resultar ser un Himmler o un San Francisco de Asís, un terrorista o un cooperante, un ladrón o un policía, en cada uno de esas variantes llegar a ser de una manera consciente él mismo. El ser humano “da de sí” (Zubiri) hasta tal punto que su naturaleza esencial se define en su realidad existente. La ética del existencialismo es una ética de la autenticidad que deja en manos de cada uno y de cada una encontrar su ser, y asirlo libremente.
A partir de esa condición existencial, según Tillich, el ser humano tiene que hacer frente a tres clases de angustia que le son típicas.
I.- Su Ser está amenazado por el No-Ser, de una manera relativa en términos de Destino, es decir cuando el hombre no llegar a ser el que proyectaba ser, cuando no cumple el Destino o el Compromiso en base al cual había definido su ser; o de una manera absoluta cuando se enfrenta a la Muerte.
II.- El Ser humano está amenazado también espiritualmente, de una manera relativa en términos de vacío, cuando no se encuentra a sí mismo en su modo de vida y no logra definir cual es el argumento de su vida, y en términos absolutos cuando ese vacío llega hasta el sin-sentido.
III.- Y finalmente una tercera angustia le desafía, relativamente en términos de Culpa, cuando desfallece su valor para defender la integridad de su ser, y esa culpa es absoluta cuando ese desfallecimiento es colapso y se vive en términos de Condenación.
Las tradiciones religiosas, sobre todo en su versión de gama baja o vulgata, aportan una respuesta sencilla a estas cuestiones del ser y la angustia de tal modo que nos proponen un modelo o arquetipo del ser definido hasta en sus más mínimos detalles, y lo hacen por medio de una estructura de funcionarios del SER que son precisamente los clérigos, escribas, ulemas, doctores de la Ley...
El cristianismo evangélico reclama como consustancial al mensaje cristiano el sacerdocio universal y el libre examen como principios de libertad espiritual inaugurados por el propio Cristo frente a la vieja religión levítica del Sanedrín y del Templo.
(1) Paul Tillich.- The courage to be. 1952 (1) 1980 Yale University.
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