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El diluvio de Noé

¿Qué dice la ciencia acerca de dicha catástrofe? ¿Sucedió realmente un diluvio de semejantes características? ¿Hay registros extrabíblicos del mismo?

CONCIENCIA AUTOR 87/Antonio_Cruz 03 DE AGOSTO DE 2025 11:20 h
Foto: [link]Haim Charbit[/link], Unsplash CC0.

En los capítulos 6 al 9 del Génesis bíblico, se relata la famosa catástrofe del diluvio, en la que creen tres religiones mayoritarias de Occidente: el judaísmo, el cristianismo y el islam.



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Según dicho relato, Dios le dijo a Noé que, debido a la violencia humana, había decidido el fin de todo ser. Le mandó que construyera una gran embarcación en la que pudieran salvarse únicamente su familia y las parejas de cada especie animal.



Estuvo diluviando durante cuarenta días y cuarenta noches. Fueron rotas “todas las fuentes del grande abismo y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Gn. 7:11).



Durante los cinco meses siguientes, Noé, su familia y los animales sobrevivieron en el arca protegidos de la tempestad. Sin embargo, el resto de las personas y animales que habitaban sobre la faz de la tierra perecieron ahogados.



Después del quinto mes, las aguas empezaron a descender hasta que el arca reposó “sobre los montes de Ararat”. Finalmente, transcurrido un año, la tierra estuvo en condiciones de ser habitada de nuevo y los pasajeros de la nave pudieron salir para repoblarla



¿Qué dice la ciencia acerca de dicha catástrofe? ¿Sucedió realmente un diluvio de semejantes características? ¿Hay registros extrabíblicos del mismo?



Existen más de 150 tradiciones sobre una catástrofe hidráulica así, provenientes de los cinco continentes. En principio, esto sugiere que algo parecido al evento que describe la Biblia pudo ocurrir y, si se les concede crédito a tales tradiciones, tanto geográfica como culturalmente, quizás podría considerarse el diluvio como un acontecimiento universal.



No obstante, no conviene precipitarse. Estas historias procedentes de culturas tan dispares no constituyen en sí mismas una demostración definitiva de las proporciones físicas, la localización o de la magnitud que pudo tener el diluvio.



Es posible que una o más catástrofes importantes, ocurridas en tiempos prehistóricos, como una erupción volcánica masiva o el choque de un meteorito o cometa con la corteza terrestre, hubiera podido provocar cambios climáticos severos que afectaran por todo el mundo en diferentes momentos.



En ese caso, cada territorio y cultura podría haber tenido su propio diluvio localizado que consideraron como la destrucción de su mundo. Esta es otra posibilidad que conviene tener en cuenta.



En cuanto a los principales protagonistas, según la Escritura, el héroe bíblico fue Noé. Sin embargo, en Mesopotamia existen por lo menos tres versiones de la epopeya del diluvio, cuyos héroes reciben otros nombres: el sumerio Ziusudra, el acadio Atrahasis y el babilónico Utnapishtim.



No se sabe si existió alguna vez una fuente oral o escrita común para estas tradiciones o si se trata de registros independientes del mismo acontecimiento que cada cultura registró por su cuenta.



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En Grecia, la historia del diluvio viene protagonizada por Deucalión. Los hindúes se refieren a Manu, según una tradición procedente del valle del Indo y conocida desde la Edad del Bronce.



En cambio, los egipcios parecen ser el único pueblo que no posee una historia concreta del diluvio, aunque algunos autores creen ver en las mitologías egipcias ciertos detalles que sí podrían proceder de una tradición semejante.[1]



Según el texto bíblico, Noé fue como el segundo padre de la humanidad, después de Adán, ya que todos los seres humanos descenderíamos de alguno de sus hijos.



Al salir del arca, lo primero que hizo este varón, que “halló gracia ante los ojos de Jehová”, fue edificar un altar y ofrecerle holocausto a su Señor. Después comenzó a la labrar la tierra y plantó una viña que, con el tiempo, le otorgó sus frutos.



Al fermentar éstos, se obtuvo por primera vez el vino que puede alegrar el corazón pero que, en exceso, embriaga y resulta peligroso.



Es interesante observar paralelismos entre esta historia de Noé y el origen del vino. Actualmente, los arqueólogos creen que la vid (Vitis vinifera) es originaria precisamente de estas regiones situadas entre Armenia y los montes Zagros, al norte de Irán.



Existe evidencia de que en esta zona se inventó la vinicultura entre el octavo y el sexto milenio antes de Cristo. Por tanto, el lugar donde descansó el arca no puede estar muy lejos de esta región.



Tradicionalmente se ha pensado que la inmensa nave construida por Noé y sus familiares se posó sobre el monte Ararat (Turquía) que hoy posee una altitud de 5.137 metros. Sin embargo, no es esto lo que dice la Biblia. 



El texto de Génesis especifica “sobre los montes de Ararat” (Gn. 8:4). Es verdad que tales montañas se inician en el Ararat (hoy llamado en turco “Agri Dagh”) pero constituyen una extensa cordillera que llega hasta la llanura mesopotámica situada mucho más al sur.



Se trata de los ya mencionados montes Zagros que discurren desde el norte hasta el sureste del actual Irán.



Los arqueólogos consideran que cualquier monte de esta cordillera pudo ser la zona donde se posó el arca y, por supuesto, estas montañas no son tan altas como el monte Ararat. La prominencia media actual de las mismas oscila entre los 300 y los 900 metros de altitud. 



El texto bíblico afirma que la última paloma que Noé envió, con el fin de saber si había tierra firme donde posarse, regresó al arca con “una hoja de olivo en el pico” (Gn. 8:11). Los olivos no pueden sobrevivir a más de 2.400 metros de altitud sobre el nivel del mar[2].



Sin embargo, el monte Ararat está a más del doble de esta cantidad y, además, es un volcán inactivo cuya cima está cubierta por nieves perpetuas que impiden el crecimiento de los vegetales.



Esto permite suponer que probablemente el arca se posó en las estribaciones de los montes de Ararat, en colinas más bajas que dicho monte, donde sí podían prosperar los olivos. 



Otro dato bíblico significativo es que Dios hizo pasar un viento sobre la tierra para secar pronto las aguas del diluvio (Gn. 8:1). Ahora bien, si la inundación hubiera cubierto todo el globo terrestre, el viento no habría servido de nada para retirar las aguas ya que éstas no podrían haber retrocedido a ningún lugar del planeta y menos en el plazo de un año.



No obstante, la acción del viento tiene sentido si realmente se trató de una inundación local, en la que las aguas cubrieron una gran extensión baja de Mesopotamia y regiones periféricas para finalmente desembocar en el océano.



Así pues, ¿estamos ante una inundación global o sólo local? En el mundo protestante, existen partidarios de cada una de estas dos opciones.[3] 



Los creacionistas de la Tierra joven, que aceptan una interpretación literal del relato, defienden la llamada “geología de un diluvio global”, mientras que los creacionistas de la Tierra vieja o antigua y los evolucionistas teístas creen que el texto bíblico admite otra interpretación más acorde con la geología uniformista, aceptada mayoritariamente por la ciencia actual y, por tanto, defienden un diluvio local, ocurrido sólo en Mesopotamia y regiones adyacentes. 



Los primeros, asumen que la Tierra sólo tiene unos 6.000 años de antigüedad; que los métodos radiométricos para datar las rocas no son fiables; que el diluvio de Noé ocurrió hace unos 4.500 años, inundó todo el planeta y originó todos los fósiles hallados en las rocas sedimentarias del mundo, en el transcurso de un solo año; que antes del diluvio no había llovido aún sobre la Tierra y, en fin, que hoy no es posible reconocer los accidentes geográficos anteriores al diluvio -como los cuatro ríos de Edén y otros- porque habrían quedado cubiertos por los depósitos sedimentarios del mismo.



En cambio, quienes creen que la Tierra es antigua, aceptan la geología moderna y creen que el planeta tiene aproximadamente 4.500 millones de años; que los métodos radiométricos usados para datar las rocas proporcionan fechas fiables; que no hay evidencia geológica de un diluvio universal y, en cambio, sí la hay de la existencia de lluvia a lo largo de la historia geológica de la Tierra; que los fósiles de animales y plantas se formaron durante millones de años, a medida que los sedimentos se compactaron y cementaron; y que el jardín del Edén descrito en la Biblia es un paisaje moderno sobre rocas sedimentarias, en el que todavía puede apreciarse el cauce de los ríos descritos. ¿Quiénes están en lo cierto?



Antes de ofrecer mi punto de vista, creo conveniente escudriñar los conceptos de “mundo” y de “tierra” en la Biblia ya que esto puede iluminarnos.



Por ejemplo, en Génesis 41:57, a propósito del hambre en Egipto, se dice que “de todas las tierras venían a Egipto para comprar a José, porque por toda la tierra había crecido el hambre”. ¿Cómo debe entenderse este “por toda la tierra”? ¿Es que acaso vinieron famélicos de Australia, Inglaterra, Norteamérica o Japón a comprar el grano de Egipto?



Es evidente que el texto bíblico se refiere al hambre que asolaba únicamente las regiones próximas a Egipto, como era la tierra de Canaán.



De la misma manera, en 1 Reyes 4:34, se habla de la fama e inteligencia de Salomón y se dice que para oírle “venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría”.



Aquí, “toda la tierra” vuelven a ser sólo las naciones de alrededor (1 R. 4:31), es decir, una región más o menos circular, centrada en Jerusalén, con un radio de unos dos mil kilómetros. Sin embargo, esta superficie no llega ni al 1% de toda la superficie terrestre. Ese era el mundo de Salomón.



En el Nuevo Testamento se afirma, a propósito de un edicto de Augusto César, que “todo el mundo” fuese empadronado (Lc. 2:1). Por supuesto, hay que entender todo el mundo “donde dominaba el Imperio romano”.



Algunas versiones bíblicas se refieren a “un censo de toda la tierra habitada”.[4] Lo mismo cabe decir de Hechos 2:5, donde se afirma que el día de Pentecostés había en Jerusalén judíos procedentes “de todas las naciones bajo el cielo”.



Y se podría seguir con ejemplos bíblicos similares a estos que, para los hebreos, significaban todo el mundo conocido en esa época.



¿Podría ocurrir lo mismo con el diluvio de Noé cuando el relato se refiere a conceptos como “todos los cielos”, “la faz de la tierra”, “todos los montes”, etc.? ¿Cabe la posibilidad de que se esté hablando de una zona mucho menor que toda la superficie terrestre?



A finales del siglo XX, dos geofísicos estadounidenses, William Ryan y Walter Pitman, propusieron una hipótesis científica que afirmaba el desbordamiento del mar Mediterráneo sobre el antiguo mar interior que hoy ocupa el mar Negro.[5] 



Como consecuencia de dicho evento catastrófico, ocurrido alrededor del 5.600 a. C., se habría formado el estrecho del Bósforo, dando lugar a todas las tradiciones del diluvio, incluida la bíblica.



En la conclusión de su libro “El Diluvio Universal”, estos autores afirman que dicho evento “ha permanecido por una serie de razones.



En primer lugar, se trata probablemente de la historia verídica de una destrucción permanente de tierras, pueblos y culturas anegados de forma súbita y catastrófica, (…) cuando el océano de sal se elevó visiblemente en el mar de Mármara y luego se precipitó por el estrecho Bósforo, desgarrando y horadando las rocas, modificando para siempre su historia.



Su patriarca subió a bordo todas las semillas y herramientas, sabiendo que él y sus descendientes nunca podrían regresar, como si la tierra que estaba a punto de inundarse hubiera de permanecer anegada para siempre y nunca más fuese habitable. Habría de ser el final del mundo que había conocido y, también, un nuevo comienzo.”[6]



De hecho, si los seres humanos no habían colonizado todavía todos los continentes de la Tierra, ¿qué necesidad había de anegar por completo el planeta?



El diluvio pudo ser mundial porque acabó con toda la humanidad o con el mundo de aquella época y, a la vez, geográficamente local o restringido sólo a las regiones donde habitaban los humanos ya que éstos no empezaron a dispersarse hasta muchas generaciones después de Noé. A mí me parece que el texto bíblico permite pensar en un diluvio local.



 



[1] Rohl, D. M., 1998, Legend. The Genesis of Civilisation, Vol. 2, Century, Random House, London, p. 144.



[2] https://www.monumentaltrees.com/es/altitud/olivo/



[3] Hill, C., Davidson, G., Helble, T. & Ranney, W., 2016, The Grand Canyon Monument to an Ancient Earth, Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, p. 29.



[4] Biblia de Estudio Mensaje Profético y Escatológico, 2021, Clie, p. 1544. 



 [5] Ryan, W., Pitman, W. et al., 1997, An Abrupt Drowning of the Black Sea Shelf, Marine Geology, 138 (1-2):119-126; DOI:10.1016/S0025-3227(97)00007-8



[6] Ryan, W. y Pitman, W., 1999, El Diluvio Universal. Nuevos descubrimientos científicos de un acontecimiento que cambió la Historia, Debate, Barcelona, pp. 322-323.


 

 


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