El bautismo y la santa cena son expresión externa, temporal, de una realidad que existe y está guardada en el cielo, donde nadie la puede estropear.
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús Cristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Pues en esas estamos, firmes en la causa, en lucha permanente (que eso lo dice Hebreos, 10:17…).
En esa causa y lucha, el pasado domingo bauticé a mi nietito, un año. Aunque ya no soy pastor en la iglesia de Sevilla que he sido pastor por muchos años, me dejaron. (Sigo siendo pastor, hasta que me muera, activo, pero no de esa manera.)
En la reflexión sobre el bautismo, en mi caso, también de la santa cena, que va junto, tenemos el mejor espacio para comprender el evangelio, o para comprender y expresar un falso evangelio.
No se trata de si bautizamos niños, hijos de creyentes, o adultos solamente, se trata de qué entendemos y decimos cuando bautizamos.
Lo que enseño en el bautismo es precisamente el modelo de pueblo, comunidad, redimido. Además, redimido de forma perfecta, realizada de una vez para siempre.
Por lo tanto, el bautismo refiere a algo perfecto, celestial, que existe en compañía de muchos que ya están allí, una obra en la mano del que tiene todo poder, pero también representa esa obra y situación en un espacio temporal, con la historia de nuestros pasos aquí, con todas sus deficiencias y carencias.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
En el acto del bautismo se ve y habla una comunidad, que es la que ha recibido el símbolo que se aplicará (eso vale igual para la santa cena). Al niño lo “lleva” al bautismo su familia, pero es toda la comunidad quien lo acompaña.
En él se ve ella misma. Que también fue llevada al mismo bautismo. Y esa comunidad, y familia, se ve en el futuro, pues ese bautismo significa una realidad que continuará.
Es como cuando en Israel se celebraba la cosecha (procuro siempre cantar un salmo de cosecha en el bautismo). Las primicias que tienes en las manos, son signos de futuro, porque esos frutos serán también de tus hijos y de los hijos de tus hijos.
Pero también son signos del pasado, porque esos frutos son los que tuvieron, con la misma promesa, tus padres y los padres de tus padres.
El bautismo y la santa cena representan eso. Son expresión externa, temporal, de una realidad que existe y está guardada en el cielo, donde nadie la puede estropear. (Por supuesto, ni quitarle algo, ni añadirle algo.)
La comunidad que ha sido salvada (esto no tiene nada que ver con carne o sangre, sino con la sola promesa de Dios, pero esa promesa se actualiza en el seno familiar), es la que recibe los signos externos de su salvación.
El bautismo o la santa cena no son ritos, símbolos, o sacramentos (usa los términos que mejor veas) que le han sido dados a una clerecía sagrada.
No los tiene un sacerdocio sagrado, que los elabora y los puede incluso guardar, sino una comunidad. Y en esa comunidad siempre han estado los niños.
Por eso en el bautismo conviene que se vea la gracia de la redención, la obra de Cristo. Y donde mejor se contempla es en el de un niño. Todo de gracia.
En las circunstancias rituales del llamado Antiguo Testamento, podemos ver esto si podemos ver. La sangre en los dinteles “salvó” a todos los de dentro de la casa, se supone que los niños estaban ahí.
Al pasar el mar, y ser “bautizados en la nube y en el mar”, se supone que no dejaron a los niños atrás. El agua de la roca, o el maná, que luego se presentan como cumplido su significado de forma perfecta en Cristo, se supone que los niños bebían y comían.
Luego en los ritos nacionales, siempre se incluye a los niños. En todas las fiestas anuales, por ejemplo, están lo niños. Es verdad que, por ejemplo, para comer la pascua, necesiten una edad en la que puedan masticar bien, pues al final es carne asada. Pero están.
Quizás la mejor doctrina sobre esto la tengamos en algo que no suele recibir mucha atención, me refiero al llamado sacrificio diario. Como todos los rituales forman parte de lo que Dios ordena a su pueblo para “verlos” conservados en la santidad que él requiere.
Los rituales no justifican ni santifican, sino que son signos que Dios da a su pueblo para “conservarlo en la justicia y santidad”. De estos se requería que se ofreciese por la mañana y por la tarde unos sacrificios, cada mañana y cada tarde, siempre. Incluye un aspecto de expiación y consagración. Justicia y santidad y comunión.
Ofrendas encendidas para Dios. Dos corderos sin tacha de una año, cada día, será el holocausto continuo. Uno por la mañana y el otro a la caída de la tarde.
Y la décima parte de un efa de flor de harina, amasada con un cuarto de un hin de aceite de olivas machacadas, en ofrenda.
Es holocausto continuo, que fue ordenado en el monte Sinaí para olor grato, ofrenda encendida a Jehová. Y su libación, la cuarta parte de un hin con cada cordero. Derramarás libación de vino superior ante Jehová en el santuario. (Lo mismo se hacía por la tarde, también con buen vino. Esto está entre otros en Números 28.)
Buen vino, pan o torta con aceite de olivas del bueno, holocausto, ofrenda encendida… Esta es la mejor señal de la comunión de Dios con su pueblo. A simple vista, un poco por lo menos, se parece bastante, a lo que significa el bautismo y la santa cena.
Y los niños estaban incluidos. Dios los pone junto a todos los demás en su plan de salvación. Luego, si Cristo cumplió en su obra el significado de todos los ritos, estaremos de acuerdo en eso, ¿por qué excluir a los niños que estaban incluidos en los ritos del cumplimiento de esos ritos?
El problema está en qué se entiende por bautismo, de adultos o niños. En el papado, por ejemplo, se enseña que el bautismo limpia de todos los pecados anteriores.
Esto es fruto de la corrupción de la iglesia antigua. Por eso algunos dilataban hasta justo antes de morir el acto bautismal. Lo que te quedaba después del bautismo representaba la salvación y santificación por tus méritos.
En esto no hay diferencia si lo aplicas a un niño a un adulto. Al final llegas al final por tus esfuerzos.
¿Es el bautismo un signo externo de una obra perfecta hecha por ti, o un signo de que algo nuevo comienza, en cuyo camino tendrás la ayuda de Dios y de su gracia para que puedas vencer al diablo en el futuro?
¿Es signo de que ya ha sido vencido y su derrota o triunfo de Cristo se exhibe en el bautismo, y la santa cena, o es signo que que lo vencerás con tu esfuerzo?
Muchos de los que critican al papado por el bautismo infantil, están en su misma doctrina. Al final, el bautizado tendrá que vérselas con el diablo y su santificación, dependiendo de cómo use los medios de gracia que le ofrezcan.
Unos lo harán mejor otros fatal, de eso dependerá el resultado final. El bautismo, pues, no es señal de acto perfecto, terminado, sino de actividad que continuará dependiendo de las obras del bautizado.
En el bautismo de mi nietito lo importante es un Sacerdote Supremo que ha presentado a su propio cuerpo como expiación y santificación, y está en los cielos presentando a sus redimidos, tal como él, santos, justos, verdaderos.
Aquí caminaremos en dificultades, a trompicones, pero nuestra conciencia está reposada, porque está en las manos perfectas de quien ofrece una obra perfecta, y nadie nos puede quitar de ahí.
Por eso ofrecemos la cosecha de nuestros hijos, porque hay esperanza asegurada. Los otros, pues van de camino en sus propios caminos. A lo sumo terminarán un un purgatorio. (¿Habrá vicarios de Cristo en el purgatorio? El vicario, que es el administrador supremo de eso, ¿se habrá quitado él las penas temporales que le correspondiesen? Puestos a poner, porque de eso habla su bautismo, ¿quién cuanta las cuentas?)
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o