El ser humano lleva la imagen de su Creador ya que somos seres no sólo materiales y anímicos sino también espirituales.
Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Gn. 1:24-27).
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
El relato bíblico especifica que el sexto día de la creación Dios hizo que la tierra produjera seres vivientes muy concretos. Se trata de tres tipos distintos de animales terrestres: los que se arrastran como las serpientes (en hebreo remes), los que pueden ser domesticados como el ganado (behemâ) y los salvajes o imposibles de domesticar (hayyâ).
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
Es evidente que esta sencilla clasificación está hecha desde los intereses y la utilidad que tendrían tales especies para el ser humano.
El texto bíblico no se está refiriendo aquí a todos los mamíferos terrestres creados sino sólo a aquellos que serían importantes para el sustento del hombre. No se habla de murciélagos o de focas, por ejemplo, aunque evidentemente éstos también fueron creados en su momento.
El término remes no hace alusión exclusivamente a reptiles como las serpientes sino también a todos aquellos mamíferos de pequeño tamaño que se desplazan a ras de suelo, como liebres, ratas, topos, comadrejas, tejones, erizos, puercoespines, etc.
Algunos de estos animales le han proporcionado al hombre alimento y pieles para protegerse del frío. En cambio, los herbívoros domésticos (behemâ) como caballos, asnos, vacas, bueyes, ovejas y cabras han hecho posible, a lo largo de la historia, el desarrollo de las economías agrícolas y ganaderas.
Por su parte, los carnívoros (hayyâ) como leones, leopardos, hienas, lobos, perros, gatos, etc., al alimentarse de los herbívoros más débiles o enfermos, han venido depurando genéticamente las poblaciones de éstos ya que han eliminado los genes mutados productores de enfermedades.
Lo cual ha contribuido al mantenimiento del buen estado de tales especies. Además, algunos de ellos, aunque resultaron más difíciles de domesticar, llegaron también a convertirse en mascotas o ayudantes apreciados de los humanos, tales como los perros y gatos.
Después de estas producciones singulares de mamíferos terrestres, el planeta estaba ya en condiciones de albergar a la especie más preciada del Creador. La Tierra poseía los ambientes adecuados y los nutrientes necesarios para que la humanidad prosperara.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
En ese momento crucial, Dios dijo: “Hagamos al hombre”. ¿Por qué usa el plural? Si el Creador es uno ¿cómo es que no manifestó: “voy a crear al hombre”? Quienes no creen en la doctrina bíblica de la trinidad, como los judíos ortodoxos entre otros, alegan que aquí se está usando el “plural mayestático”.
Es decir, el hecho de referirse a uno mismo mediante la primera persona del plural (nosotros), tal como hacían los reyes y papas de la antigüedad, a sabiendas de que en realidad se trataba de la primera persona del singular (yo).
Esto era algo que se hacía ya en la Antigua Roma y que se volvió a poner de moda durante la Edad Media y posteriormente, con el fin de indicar que se hablaba en nombre de todo el cuerpo político o religioso.
Según tales autores, con el “hagamos” se pretendía dar más solemnidad, excelencia, poder o dignidad al único Creador. Sin embargo, ¿es correcta dicha explicación? A mí me parece que no.
Yo creo que cuando el Creador dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gn. 1:26), estaba colocando los cimientos de una importante revelación bíblica. Se trata de la doctrina de la Trinidad. Un misterio que el ser humano es incapaz de comprender.
A saber, que la esencia divina es la “triunidad”, la manifestación de un único Dios verdadero en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Semejante doctrina ha constituido siempre un reto para la razón humana.
Sin embargo, si el Sumo Hacedor hizo de la nada toda la materia, energía, espacio y tiempo del universo ¡cómo no va a poder ser también un Dios en tres personas!
Además, esta pluralidad divina hace posible que Dios sea el amor por antonomasia. Si fuera una sola persona ¿a quién habría amado durante los eones previos al origen del mundo? ¿A sí mismo? ¿Acaso no sería ese un amor egoísta? A eso no se le podría llamar genuino amor.
Por tanto, al ser un Dios trino podía expresar su inmenso amor mucho antes de la Creación y, desde luego, estaba en condiciones de crear seres que también pudieran manifestar amor. De manera que el Amor de la Trinidad es el origen de todo amor sincero y de todo lo que existe. Dios creó por amor y no porque tuviera necesidad de algo.
La Escritura dice que Dios crea al primer hombre a su imagen y que se llamará Adán. Dicho nombre significa “humanidad” porque a partir de él se formará toda la raza humana.
Es interesante notar que el verbo empleado aquí para “crear” es el hebreo “bara”, que únicamente se usa para indicar tres creaciones muy especiales: los cielos y la tierra (Gn. 1:1), los seres vivos marinos y aéreos (Gn 1:21) y el hombre (Gn 1:27).
Dicho verbo indica que Dios sacó algo completamente nuevo y diferente de la mismísima nada. La vida física, protegida y alentada por el Espíritu de Dios que se movía sobre la faz de las aguas; la vida de ciertos animales, que es tanto física como anímica; y finalmente la vida humana, que reunirá las tres características fundamentales: físicas, anímicas y espirituales.
La investigación científica acerca del origen de la vida pone de manifiesto que ésta se originó muy tempranamente en la historia geológica de la Tierra. Sin embargo, no se han encontrado moléculas prebióticas, ni hipotéticos caldos químicos primitivos capaces de generar las macromoléculas vitales.
Esta ausencia de química prebiótica, unida al escaso tiempo disponible para dicha transformación, constituyen un serio inconveniente para la evolución naturalista de la vida en la Tierra.
Tampoco la teoría de la panspermia, que supone que la vida vino del espacio, tiene el respaldo de la evidencia. Por supuesto, esto no demuestra que la vida fuera creada directamente por Dios, pero constituye un fuerte apoyo en esa dirección y no contradice al relato bíblico.
La etología o ciencia del comportamiento de los seres vivos confirma también que existen organismos capaces de tener sentimientos y cierta vida anímica, tales como las aves y los mamíferos, mientras que otros, como las bacterias, invertebrados, vegetales, peces, anfibios y reptiles, no presentan estas características. De la misma manera, el ser humano posee cualidades espirituales que ningún otro animal tiene.
Pues bien, recordando la máxima de que ningún efecto puede ser mayor que la causa que lo produce, es razonable pensar que Dios tuvo que intervenir en el origen de todas estas capacidades, tal como especifica la Biblia.
El ser humano lleva la imagen de su Creador ya que somos seres no sólo materiales y anímicos sino también espirituales. No obstante, la ciencia es incapaz de explicar dicho origen mediante mecanismos exclusivamente naturales.
El hombre y la mujer tienen conciencia de un yo, así como del bien y del mal, se preocupan por la muerte y desean saber qué hay más allá de ella. La inquietud espiritual y la creencia en un ser superior es algo arraigado en el alma humana, que puede observarse en todas las culturas.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
La capacidad para hablar y comunicarse mediante símbolos complejos conduce al pensamiento abstracto y caracteriza a las personas. Todo esto y muchas cosas más constituyen la esencia de ese espíritu humano que es imagen de Dios en el mundo, constituyendo la cumbre de la creación.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o