"La reflexión teológica del futuro será una teología de la misión que se tendrá que hacer desde América Latina".
Las cajas llenas con papeles guardan sorpresas. Sin buscarla encontré la transcripción de una conversación que tuvimos Esteban Cortés Solís, Carlos Mondragón y quien redacta estas líneas con Samuel Escobar. Fue en una de sus visitas a México, en los últimos días de diciembre de 1989. El próximo 28 de noviembre Samuel cumple 90 años, al respecto la Fraternidad Teológica Latinoamericana está organizando el homenaje a uno de sus fundadores, el cual tendrá lugar el sábado 23 de noviembre. El acucioso José de Segovia ha dado cuenta sobre la vida y ministerio del personaje en una bella serie radiofónica, la que al momento comprende 18 programas (aquí el enlace a la primera entrega: https://protestantedigital.com/multimedia/audio/68366/al-trasluz-con-samuel-escobar-1-origenes-infancia-y-adolescencia). Comparto la tercera parte de la entrevista conjunta a Samuel Escobar:
Carlos Martínez García. En 1990 cumple veinte años la Fraternidad Teológica Latinoamericana. ¿Se está planeando alguna consulta para celebrarlo?, o ¿se está pensando aprovechar la fecha del 1992 sobre los 500 años de la llegada de Colón? Un poco una pregunta doble. El Congreso Latinoamericano de Evangelización III, que esperamos en Dios se realice en 1992, tiene como marco esta fecha, una fecha que está ya desde hace algunos años discutiéndose en su significado. Algunos lo llaman “Encuentro de dos mundos”, otros lo siguen llamando “Descubrimiento”, otros, realmente, lo caracterizan como una “invasión”; en fin, hay un debate. ¿Qué pasó hace 500 años? En el marco de esto que estoy diciendo, de los 500 años, creo que no es casual que se quiera celebrar el CLADE III. ¿Cuál sería, entonces, lo que se espera del este CLADE III?, o por lo menos, lo que se quiere que acontezca ahí. Algunas cosas sólo se sabrán hasta que se esté realizando.
Samuel Escobar. Bueno, la FTL celebra sus veinte años este año de 1990, esta entrevista la empezamos el año pasado. Y efectivamente vamos a tener tres consultas regionales, una para México y América Central, otra para los países andinos, y otra para el Brasil. Y culminará con un encuentro continental a fines de este año, a fines de diciembre, el cual se va a dedicar sobre todo a plantear la trayectoria de la Fraternidad y plantear algo del futuro. Se quieren tomar en cada región problemas específicos como religiosidad popular y sincretismo en el caso del Brasil, como pobreza en el caso de México y América Central y la violencia en el caso de los países andinos. Entonces, alrededor de esos temas se va a tratar de ver los desafíos que plantea la realidad latinoamericana actual y se culminará con un encuentro en diciembre de este año. Para 1992 se ha planteado la idea de mantener un encuentro en torno al CLADE I y el CLADE II. Mantener en el centro de la agenda el evangelismo, la misión, y de alguna manera vincularla también a los 500 años, que no sé si se celebran o se conmemoran, pero que es una fecha importante. El énfasis va a ser misionero, va a ser responsabilidad misionera de la Iglesia en América Latina; y desde ahí, al resto del mundo también. Y queremos poner como un elemento importante la evaluación de lo que sucedió en 1492.
Este asunto de los 500 años nos coloca a los protestantes latinoamericanos en una situación de necesidad de examinar nuestra identidad, porque nos fuerza a preguntarnos cuánto de la evangelización del siglo XVI resulta aceptable para nosotros. Yo creo que sería ignorante e infantil decir que nada de eso fue misión cristiana. Simplemente aceptar a fardo cerrado la leyenda negra, yo creo que tenemos que evaluar. Vamos, cuanto más estudio la historia misionera del siglo XVI, más me doy cuenta que hubo muchos cristianos sinceros con un concepto bíblico de la evangelización que hicieron su parte dentro de las limitaciones de ese tiempo. Aunque el modelo militar de conquista, resultado de los ocho siglos de continua guerra entre el islam y el cristianismo en España, en la península, eso tuvo mucha influencia en el estilo misionero que vino a acá, a América Latina en el siglo XVI. Hubo también evangelizadores notables por su esfuerzo de una evangelización bíblica, gente como el sacerdote Juan de Zumárraga, en el caso de México, como el también sacerdote José de Acosta en el caso del Perú para no mencionar a Bartolomé de las Casas, en México, y todos sus planteamientos. Todo esto hay que entenderlo dentro del contexto de su siglo, de su época. Así que nos coloca a nosotros esta fecha, a nosotros los protestantes, en la necesidad de evaluar eso. Eso puede que nos ayude a saber cómo plantearnos nuestra presencia actual en una situación en donde un sector de la Iglesia Católica, quizás el sector oficial alentado por el Vaticano se está endureciendo en una posición muy conservadora, en una posición muy anti ecuménica, y en una posición casi de violencia verbal contra los protestantes.
Reaccionar de la misma manera, yo creo que sería falto de sabiduría. Necesitamos mirar nuestra propia experiencia, darnos cuenta que quizá la reacción de la Iglesia romana es un síntoma de debilidad, es desesperación ante el hecho de que el protestantismo crece y de que la Iglesia no consigue impedir que sectores de sus filas se hagan evangélicos. Yo creo que entonces, lo que hace falta, y nosotros pensamos que el mirar hacia el 1492 con objetividad desde perspectiva evangélica nos ayude a comprendernos mejor ahora y a plantearnos mejor lo que debiéramos ser. ¿A qué tareas específicas, a qué vocación está llamado el pueblo evangélico en la América Latina de hoy? Eso me parece que va a ser un aspecto importante del planteamiento misionero que hagamos como FTL en el año 1992 si el Señor no viene antes.[1]
Carlos Mondragón. ¿Cuáles te parece a ti que son las grandes tareas que tenemos como evangélicos para el futuro inmediato?
Samuel Escobar. Me parece que algunos de los temas que hemos mencionado a lo largo de esta entrevista, temas como los de la eclesiología, la emergencia de los pueblos indígenas, etc. Podemos englobarlos dentro de una nueva reflexión sobre la teología de la misión. Una teología de la misión planteada desde América Latina, que incorpore, por un lado, un nuevo énfasis en la realidad del Espíritu Santo, que realmente tome en cuenta la experiencia pentecostal en América Latina, y, al mismo tiempo, incorpore toda la problemática determinada por las condiciones sociales, políticas y religiosas a las que hemos hecho referencia. Una teología de la misión que se plantee como teología de una minoría fiel frente a una cristiandad establecida que es la manera como entiendo nuestra relación con el contexto católico romano actual. Es decir, esa es el área que más no llama, me parece que es el área que engloba todo lo otro. Una teología de la misión para el siglo XXI. Creo que un elemento importante de esta teología, en cuando al método, será ir afinando nuestra hermenéutica. Es decir, nuestra forma de leer la Biblia, nuestra manera de poner la tradición evangélica al someterla al juicio de la Escritura. Nuestra manera de leer la Biblia no sólo nosotros como hispano hablantes en este continente, sino también con las minorías étnicas que ya tienen la Biblia en su propio idioma. A mí me parece que la reflexión teológica del futuro será una teología de la misión que se tendrá que hacer desde América Latina, y como decía al comienzo, con una perspectiva evangélica que sea fiel a las grandes líneas de la enseñanza bíblica y me parece que ese es el gran desafío de los próximos años.
Carlos Martínez García. Una de las alas, vamos a decirlo así, más o menos presentes en la teología latinoamericana y en general en las iglesias locales en América Latina sería el ala anabautista, el ala de la Reforma radical. Tú mismo en un escrito te consideras heredero de dicha Reforma.[2] Igualmente, has señalado la necesidad, o el valor, de que la perspectiva anabautista enraíce más en América Latina. Hablas, inclusive, de tu encuentro con la literatura anabautista, con la lectura del libro de Yoder acerca de la ética política de Jesús. Y otra vez en tu obra La fe evangélica y las teologías de la liberación, por ahí en alguna parte, hablas del aporte que este pensamiento teológico anabautista puede hacer a nuestra teología latinoamericana.[3] Hace poco en México, el mes pasado, hubo una conferencia menonita para plantearse la misión en la Ciudad de México. Pero la presencia anabautista es muy pequeña. ¿Cuáles serían algunos de los efectos benéficos de una mayor presencia anabautista, de esta ala de la Reforma radical en América Latina? Desconozco si en otros países de nuestro continente es mayor la presencia anabautista, pero en México es muy pequeña.
Samuel Escobar. Bueno, la presencia anabautista en sí misma, si por anabautista entendemos denominaciones como los menonitas o algunos grupos de hermanos libres, creo que la presencia no es muy fuerte. Esta presencia es una presencia implantada en un lugar como Paraguay y alguna región de México y Bolivia, pero es una presencia fruto de obra misionera en Brasil, en Argentina, en Colombia y en algunos lugares de América Central. Se están tratando de reunir los menonitas y crear un medio de información y un medio de difusión de la literatura y la posición anabautista. Eso es una cosa. Para mí otra más importante es el hecho de que todo el protestantismo latinoamericano, particularmente el que está creciendo más, quiéralo o no, se inscribe dentro de la realidad social como una postura anabautista. Lo importante es que lo comprenda así. Yo creo que hemos tenido una formación teológica con fuerte influencia de la tradición reformada, en el pensamiento de John A. Mackay,[4] y algo de la tradición metodista en el pensamiento de gente como Gonzalo Báez Camargo[5] y Alberto Rembao.[6] Pero, diríamos, la postura social de los evangélicos sigue siendo anabautista. La posición anabautista muestra su validez en Estados Unidos, por ejemplo, en el hecho de que, si vas a distanciarte de la cultura ambiente y pensar como cristiano críticamente acerca de ella, forzosamente vas a llegar a algunos planteamientos anabautistas, a comprender de nuevo la razón de ser y el dinamismo de la posición anabautista. A mí me parece que tenemos que seguir analizando hasta dónde la teología anabautista nos da, diríamos, elementos útiles que corresponden a nuestra realidad como protestantes en América Latina, eso por un lado; pero por otro, en la medida en que nuestro crecimiento siga y las tareas política por ejemplo, se impongan en el sentido de tratar de pensar como un sector importante de la sociedad, la sola teología anabautista no nos sirve del todo, es ahí donde tenemos que tener un cierto eclecticismo que también sirve a la experiencia reformada, por ejemplo, a las formulaciones reformadas en cuanto a una presencia política intencional y que quiera ser eficaz. Posiblemente la posición anabautista llevada al extremo de una negativa a asumir el poder en cualquier situación. Pero en algunos lugares, en América Latina hay quienes piensan que el protestantismo es llamado o a compartir o ejercer el poder, y va a haber más de eso, y a menos que se piense lo que se tiene que hacer con categorías teológicas adecuadas nos va a pasar lo que les ha pasado a personas como Efraín Ríos Montt,[7] cuyo protestantismo se ha proclamado a voces, pero cuya política no ha reflejado nada de la herencia protestante. Entonces, a mí me parece que acá hay un desafío importante a retomar la herencia anabautista, repensarla, para América Latina y a hacer lo mismo con otras líneas de la herencia protestante.
Carlos Mondragón. ¿Cómo ves la presencia cada vez mayor en puestos de liderazgo de lo que podríamos llamar el sector femenino de la Iglesia? Cada vez más pastoras, cada vez más líderes laicas, cada vez más pensadoras teólogas, especialmente si se toma en cuenta la evidencia empírica de que las iglesias evangélicas están formadas mayoritariamente por mujeres.
Samuel Escobar. Bueno, no hemos dado, todavía, en nuestras iglesias unos mecanismos que permitan que el trabajo de la mujer a nivel local, a nivel de las bases, encuentre su expresión femenina también a nivel de la reflexión y el aporte que pueda hacer la mujer desde arriba. A mí me parece importante que pensemos en formas de abrir campo. En la propia Fraternidad no nos ha sido fácil incorporar mujeres a la reflexión teológica, lo cual, es contradictorio con el hecho de que hay tantas mujeres activamente involucradas en la obra. El problema es que no hemos todavía desarrollado los mecanismos necesarios para que la práctica de estas mujeres, que son tan importantes en la obra, se exprese en un aporte que viene para la Iglesia desde esa práctica.
Algunas de las voces femeninas en el mundo del CLAI, por ejemplo, no son personas que estén donde están las mujeres latinoamericanas, son personas que están donde están los hombres latinoamericanos que reflexionan sobre la teología. El asunto es tener una voz femenina que exprese la realidad del aporte femenino a la misión de la Iglesia en América Latina. Entonces, a mí me parece que hay que crear canales que permitan esa expresión y eso no ha sido fácil. En reuniones como la de Lausana, en reuniones como la de la FTL, hemos insistido en que haya mujeres y jóvenes y, sin embargo, siempre el predominio es de hombres, y de hombres mayores, es lo que sucede. Entonces, a mí me parece que hay que seguir creando mecanismos e ir dando lugar al creciente número de mujeres que buscan articular una posición que exprese lo que es su práctica. Desde ese punto de vista, también la voz femenina latinoamericana va a ser una génesis, un eco distinto del movimiento de liberación femenina de los Estados Unidos. Porque las condiciones son otras y la experiencia de la mujer latinoamericana es otra. Yo creo que va a ser importante que aquí nos esforcemos por una originalidad que corresponda a nuestra experiencia y no simplemente por la repetición de slogans importados de fuera.
[1] El CLADE III se realizó en 1992 en la ciudad de Quito, Ecuador, del 24 de agosto al 4 de septiembre. Las memorias del congreso se publicaron con el título CLADE III. Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización. Todo el Evangelio para todos los pueblos desde América Latina, Fraternidad Teológica Latinoamericana, Buenos Aires, 1993.
[2] Samuel Escobar, “Heredero de la Reforma radical”, en C. René Padilla (editor), Hacia una teología evangélica latinoamericana, Fraternidad Teológica Latinoamericana-Editorial Caribe, México, 1984.
[3] Samuel Escobar, La fe evangélica y las teologías de la liberación, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1987.
[4] Misionero presbiteriano escocés en Perú. Autor, entre otras obras, de El otro Cristo español. Un estudio de la historia espiritual de España e Hispanoamérica, CUPSA. México, 1952; Prefacio a la teología cristiana, México, CUPSA, 1984.
[5] Escritor metodista mexicano. Autor de varios libros, entre ellos, El por qué del protestantismo en México, CUPSA, México, 1930; Protestantes enjuiciados por la Inquisición en Iberoamérica, CUPSA, México, 1960; Genio y espíritu del metodismo mexicano, CUPSA, México, CUPSA, 1962.
[6] Escritor congregacional mexicano. Autor de Discurso a la nación evangélica, Editorial La Aurora/CUPSA, Buenos Aires-México, 1949; Pneuma. Los fundamentos teológicos de la cultura, Casa Unida de Publicaciones, México, 1957.
[7] “Ríos Montt tomó el poder a través de golpe de Estado el 23 de marzo de 1982. Fue depuesto 17 meses después, el 7 de agosto de 1983, por un golpe de Estado militar liderado por quien fuera su ministro de defensa, Osca Humberto Mejía Víctores” (https://elpais.com/elpais/2018/04/25/contrapuntos/1524648058_296679.html).
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