Las cajas llenas con papeles guardan sorpresas. Sin buscarla encontré la transcripción de una conversación que tuvimos Esteban Cortés Solís, Carlos Mondragón y quien redacta estas líneas con Samuel Escobar. Fue en una de sus visitas a México, en los últimos días de diciembre de 1989. El próximo 28 de noviembre Samuel cumple 90 años, al respecto la Fraternidad Teológica Latinoamericana anunciará en próximos días una celebración/homenaje al doctor Escobar. El acucioso José de Segovia ha dado cuenta sobre la vida y ministerio del personaje en una bella serie radiofónica, la que al momento comprende 14 programas (aquí el enlace a la primera entrega). Aquí va el resultado del conversatorio que tuvimos con Samuel Escobar:
Carlos Martínez García. Hablemos sobre el Congreso de Evangelización que se dio en llamar Lausana II, recientemente efectuado en Filipinas.[1] Ya has publicado un artículo acerca de esto, pero aquí nos interesa profundizar un poco más sobre tu evaluación del evento. Tú hablas en un artículo sobre tres enfoques en los círculos evangélicos acerca de la misión: 1) el Enfoque Post imperial; 2) el Enfoque Gerencial; y 3) el Enfoque Crítico.[2] ¿Habrá alguno de ellos que se impondrá a los otros en cuanto al método de cómo llevar a cabo la misión en esta última década del siglo XX?
Samuel Escobar. Quizás conviene hacer un pequeño recuento de la significación de Lausana I de 1974 y del camino recorrido desde ahí.[3] Lausana I fue un congreso de evangelización en el que me parece que se juntaron tres fuerzas del mundo evangélico. En primer lugar, las fuerzas misioneras del mundo protestante conservador, que después de la Segunda Guerra Mundial crecieron mucho y activaron mucho en diferentes partes del mundo. Por una parte, eso que contrastaba con la declinación del esfuerzo-misionero de las denominaciones llamadas históricas como los presbiterianos, metodistas, episcopales y algunos bautistas. Entonces, hay un crecimiento de la fuerza misionera independiente, esa es una fuerza. La segunda que se conjuga en Lausana es la actividad evangelística, especialmente de Billy Graham y de algunos evangelistas que tienen un estilo semejante. Que a partir de 1949 adquieren mucha vigencia en Norteamérica y después van también a otras partes del mundo. Demostrando que había lugar para la evangelización de masas en grandes estadios, en grandes concentraciones de personas. En tercer lugar, el trabajo teológico de renovación evangélica diríamos post-fundamentalista y que trata de separarse y diferenciarse del fundamentalismo norteamericano, que se da sobre todo en el mundo de habla inglesa, en particular en Gran Bretaña, en relación con el movimiento estudiantil llamado Intervarsity[4] y del cual sale toda una generación de especialistas en ciencias bíblicas, historia de la iglesia y teología. Que, por un lado, son personas con conciencia de evangelización, conciencia misionera y vigor evangélico, y, por otro lado, son gente muy bien preparada académicamente y que comienzan a recuperar cátedras y recuperar posiciones en el mundo teológico y en el mundo universitario. Estos tres elementos se conjugan en lo que se llamó Lausana I, el Congreso en la ciudad suiza de ese nombre, a éstos se une, por así decirlo, la voz de las iglesias jóvenes evangélicas en América Latina, Asia y África, que son fruto de la obra misionera y que son las que ponen la agenda de la preocupación social en Lausana I con un vigor nuevo. Entonces, creo que es importante mencionar que la significación misiológica de Lausana I y del Pacto de Lausana viene de esta confluencia de tres movimientos, de tres fuerzas.[5]
Después de Lausana I, hay un proceso de desarrollo en profundidad de algunos aspectos que se tocan en el Pacto de Lausana. Por ejemplo, hay una consulta en 1978 sobre “Evangelización y Cultura”, “Evangelio y Cultura”, que toca todo el tema de la contextualización y, por supuesto, la interpretación de la Escritura desde la perspectiva misionera. Hay después otra consulta sobre las unidades homogéneas que en realidad pone a prueba una de las teorías importantes de la misiología gerencial norteamericana, que es la de las unidades homogéneas, como la llaman, y que es objeto de debate. También, después de Lausana I hubo mucha polémica alrededor del tema de la responsabilidad social de la iglesia. Inmediatamente después de Lausana I, el sector de la misiología gerencial, representada sobre todo por Pedro Wagner, de la Escuela de Misiones del Seminario Fuller, trató de interpretar Lausana I desde una perspectiva exclusivamente norteamericana, y, diríamos, trató de relegar en lo posible la cuestión de la responsabilidad social cristiana. Mientras que, tanto de Europa como de los sectores más concientizados en Norteamérica y del Tercer Mundo, hubo un énfasis en profundizar ese aspecto, el de la responsabilidad social. En 1980 se realizó un encuentro, una consulta, sobre evangelización y misión en Pattaya, en Tailandia. Ese encuentro estuvo dominado por la misiología gerencial norteamericana. Se adoptó la idea de pueblos no alcanzados y la división de estos pueblos no alcanzados en categorías de cierta homogeneidad, grupos no alcanzados. En esa reunión surge el movimiento llamado CONELA, que representa a un sector del protestantismo latinoamericano, con auspicio de la misiología gerencial norteamericana.[6] Pero siempre hay una tensión entre esa tendencia y, diríamos, la misiología proveniente, más bien, de Gran Bretaña que es la misiología que llamo post-imperial. Cuyos exponentes son personas como John Stott, Michael Green, en el campo evangélico. Andrew Walls, de Edimburgo, y otros especialistas en historia, teólogos, biblistas que tienen mucha pasión misionera, pero es crítica de lo que ha hecho la acción misionera en el pasado. Es interesante que sea británica y que coincida con personas que, dentro del ámbito del Consejo Mundial de Iglesias, tienen una preocupación semejante siendo evangélicos, especialmente gente como Stephen Neill, Lesslie Newbigin y Max Warren, para dar algunos ejemplos. Entonces, hay una tensión entre esa misiología y la misiología gerencial norteamericana.
También va surgiendo, va afirmándose después de Lausana, una reflexión misiológica del Tercer Mundo. Precisamente hay tres encuentros: uno en Bangkok en 1982, uno en Tlayacapan, México, en 1984, y otros en Zambia, África, en 1987. Donde se reúnen africanos, asiáticos y latinoamericanos evangélicos, y al mismo tiempo, gente con una conciencia crítica muy desarrollada. Creo que esta representa una tercera línea.
Cuando llegamos a Lausana II, en Manila, entonces se da todo este proceso. Y aunque la misiología gerencial está muy bien representada entre las personas que hacen el programa, no dejó de haber lugar para otras voces representando las otras corrientes misiológicas. Creo yo que, aunque algunos eran muy pesimistas respecto a Lausana II, el producto final de ese encuentro es que no se pudo dejar de escuchar a las voces, tanto de la misiología post-imperial, como la de John Stott, especialmente, que contribuye, al igual que en 1974, a la redacción del llamado Manifiesto de Manila.[7] Tampoco se pudo dejar de escuchar a las voces del Tercer Mundo que de alguna manera entraron al programa, como la de Sudáfrica, con Cesar Molebatsi, la del yugoslavo Peter Kuzmic y, por presiones de latinoamericanos, por lo menos se permitió la plataforma al brasileño Valdir Steuernagel, que evidentemente estaba en una línea diferente a la de Luis Palau, Carmelo Terranova y Luis Bush.[8] Tres latinoamericanos, residentes en Estados Unidos y que en realidad representaban más la línea gerencial. Entonces, creo yo, que en Lausana II hubo todavía la presencia de estas tres corrientes.
La pregunta sobre cuál de ellas predominará, qué va a pasar en el futuro, no es fácil de responder. Pienso que un signo positivo es que hay toda una generación joven, de teólogos, que también son practicantes de la misión en el Tercer Mundo, que han tornado la iniciativa y la responsabilidad de continuar haciendo escuchar esa voz, esa corriente. Estoy pensando en gente como Valdir, que es vicepresidente de la FTL, voces como las de Kwame Bediako en África, voces como las de David Lim, en Filipinas, que representan toda una nueva generación.
Yo creo que esa inquietud va a estar, no fue sólo cosa de algunos en Lausana I, ni cosa pasada. La misiología gerencial norteamericana es muy fuerte, cuenta con muchos recursos de publicidad, muchas fuentes de información, y, lógicamente, quien tiene información tiene poder, y tiene entusiastas en América Latina. Me parece que el movimiento COMIBAM, ideológicamente, está dominado por la misiología gerencial.[9] Pero hay gente dentro que siente la carencia de una misiología más rica, más contextual, menos dependiente de Norteamérica. Todavía el trabajo bíblico y teológico de la misiología post-imperial es importante y va a seguir acompañándonos. Porque justo lo que le falta a la misiología gerencial es una base bíblica y teológica. Entonces, me parece, que todavía en el mundo evangélico vamos a ver, en el futuro, esta confluencia si es que el movimiento de Lausana sigue. El peligro es que el sector misionero más conservador se retire del movimiento de Lausana, le retire su apoyo. Ya se han dado ciertas señales en ese sentido, en las juntas misioneras más conservadoras.
[1] El Congreso Internacional de Evangelización Mundial Lausana II tuvo lugar en Manila, Filipinas, del 11 al 20 de julio de 1989.
[2] Samuel Escobar, “Lausana II y el peregrinaje de la misiología evangélica”, Boletín Teológico, año 21, núm. 36, pp. 321-333.
[3] Congreso realizado en 1974 en la ciudad de Lausana, Suiza, con el nombre Congreso Internacional de Evangelización Mundial, organizado por el Comité de Lausana para la Evangelización Mundial, del 16 al 25 de julio de 1974.
[4] Se hace referencia a un movimiento universitario evangélico local afiliado a la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (CIEE).
[5] El document puede consultarse en https://lausanne.org/es/statement/pacto
[6] Confraternidad Evangélica Latinoamericana. “CONELA no era únicamente una reacción frente a los esfuerzos organizativos de los protestantes ecuménicos [del Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI]. También expresaba una división entre los evangelistas que proclamaban defender al Pacto de Lausana. Esto fue aparente desde los inicios de la nueva organización, en 1980, durante una conferencia financiada por Billy Graham en Pattaya, Tailandia. Los hombres que realizaron la primera sesión organizativa para la CONELA deseaban apartar no solamente a los protestantes ecuménicos definidos, que eran pocos en Pattaya, sino también a un número mayor de evangélicos que deseaban mantener un diálogo con ellos. Aquello significó excluir a los evangélicos que apoyaban al Pacto de Lausana, en particular a algunos de los miembros más conocidos de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. El liderazgo de CONELA tenía pocos miembros de la Fraternidad, la cual declinaba afiliarse ya sea con ésta o con CLAI, con la vana esperanza de servir como puente entre las dos. Quien aglutinó a CONELA fue el evangelista Luis Palau. Dos ejecutivos de Palau estaban entre los organizadores del primer comité en Pattaya”, David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico, Abya-Yala, Quito, 1993, p. 163.
[7] El documento en Boletín Teológico, año 21, núm 35, septiembre de 1989, pp. 233-248 y en https://lausanne.org/es/statement/manifiesto
[8] “Teniendo en cuenta que de los tres argentinos que ocuparon la plataforma de Lausana II (Luis Palau, Luis Bush y Carmelo Terranova están radicados en los Estados Unidos desde hace muchos años, fue notoria la casi total ausencia de oradores latinoamericanos. Edna Lee de Gutiérrez, esposa del Presidente de la FTL [Rolando Gutiérrez Cortés], sin embargo, presentó en el plenario un breve trabajo de carácter testimonial [..] El Vicepresidente de la FTL, Valdir Steuernagel, pronunció al final del Congreso [un breve discurso], en los diez minutos que le concedieron a pedido de varios de los participantes latinoamericanos”, “Presentación”, Boletín Teológico, año 21, núm 35, septiembre de 1989, pp. 211-212. Lo expuesto por Valdir, “Preguntas a Lausana II”, en el Boletín Teológico antes citado, pp. 255-257.
[9] Cooperación Misionera Iberoamericana.
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