De niño apadrinado a director nacional de World Vision en Uganda

Al comenzar este nuevo año, reflexiono y me pregunto: «¿Aprovechamos las oportunidades y privilegios que tenemos para ofrecer a los niños y niñas un entorno propicio para que prosperen?».

Para mí, como recién nombrado director nacional de World Vision Uganda, las decisiones que tomo, y las decisiones que tomamos colectivamente, tienen el potencial de llevar esperanza a la infancia. Sé que esto es cierto porque lo he experimentado.

Gracias a las oportunidades que me brindaron los líderes de mi comunidad y al amable gesto de un padrino, pude completar mi educación mientras crecía en Kenia.

De joven, a pesar de mi excelente rendimiento en los exámenes de primaria, estuve muy cerca de terminar mis estudios. Era inútil imaginar el paso a la escuela secundaria ya que, por mucho que a mi madre le hubiera encantado llevarme allí, no estaba en condiciones de hacerlo. Dependía de trabajos ocasionales y nos criaba sola, ya que mi padre había fallecido en mis años de formación en la escuela primaria. 

La situación económica de la familia empeoraba por el hecho de que vivíamos en una zona propensa a la violencia, que se producía en casi todos los ciclos de elecciones políticas en Kenia. En mi último año de secundaria, nuestra familia fue desplazada y nos convertimos en desplazados internos. Me acogieron en la escuela mientras mi familia se dispersaba, y no tuve un lugar al que llamar hogar durante un año. Esto empeoró una situación ya de por sí mala, pero, a pesar de todo, del trauma causado por la violencia y el desplazamiento, conseguí obtener notas de acceso a la universidad.

La primera oportunidad que se me presentó fue la de solicitar un apadrinamiento que me ayudara a poder asistir al instituto. La oportunidad me llegó a través del director de mi escuela primaria, que se dio cuenta de mi capacidad y trabajó duro para conseguirlo. La segunda oportunidad fue a través de un padrino de Nueva Gales del Sur, en Australia. Le escribía al final de cada trimestre para contarle mis progresos académicos y él me felicitaba siempre en Navidad. Esta experiencia como niño apadrinado ha sido clave en el desarrollo de mi futuro. 

Con el tiempo, llegué a trabajar en World Vision, y después de desempeñar muchas funciones durante casi 20 años, hace poco, me convertí en director de World Vision en Uganda. Al llegar a este puesto y pensar en la responsabilidad que me esperaba, he reflexionado profundamente sobre el privilegio que tengo como líder de influir e inspirar a otros para dar a la infancia la oportunidad de prosperar y tener una vida más plena.

Cada oportunidad que tienes como líder de dar a un niño o niña vulnerable la posibilidad de ser educado o de vivir puede dar lugar a inmensos efectos dominó que pueden cambiar la vida y el destino de un niño o niña para siempre. 

Esta afirmación es cierta en mi caso, ya que soy producto de las oportunidades que me han brindado las acciones de líderes en puestos de responsabilidad y mi amable padrino. 

Al reflexionar sobre mi trayectoria, me he sentido desafiado e inspirado por la pasión de Nehemías en la Biblia. En el capítulo uno, vemos a un Ezequías inquieto. Se enteró de que su pueblo, que había sobrevivido al exilio, se encontraba en grandes apuros y en desgracia. También se enteró de que los muros de Jerusalén estaban derruidos y sus puertas habían sido incendiadas. ¿Qué hizo Nehemías? No se quedó de brazos cruzados, sino que actuó orando, ayunando y movilizando a su pueblo para reconstruir los muros en ruinas de Jerusalén. Incluso se puso en contacto con el rey como parte de la estrategia de movilización para su misión en su país. 

Reconozco que, como líder de World Vision, tengo la inmensa oportunidad de dar al mayor número posible de niños y niñas la oportunidad de prosperar. Quiero hacer posibles muchas historias de impacto positivo como la mía. Aspiro a crear un movimiento de personal apasionado, que impulse el cambio y acompañe a la infancia en su viaje de transformación. Pido al Señor que la vida de los niños y niñas cambie para siempre, ya que ellos también se convertirán en agentes de transformación.

Para apadrinar a un niño o niña consulta este enlace.

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