¿Qué hacemos con las dolorosas pruebas de la vida?

Porque frecuentemente no somos capaces de aceptar el dolor y las duras pruebas de la vida cuando Dios lo permite por un soberano designio de su voluntad con cualquiera de nosotros...

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Porque apenas se predica en nuestros púlpitos acerca de las diferentes tribulaciones de la vida cuando nos sobrevienen inesperadamente y también como el Señor nos acompaña, nos consuela y nos pastorea amorosamente en el valle de sombra de muerte en nuestras noches y días más oscuros y eso es porque el Señor como buen Pastor de nuestras atribuladas almas nos ama a todas horas.

Cuántos santos en la antigüedad y en la actualidad han sufrido y sufren duras pruebas en la salud, en sus familias, en la economía y en la persecución y se han mantenido fieles al Señor hasta la muerte y todos ellos sin duda alguna recibirán de parte de nuestro buen Dios la gloriosa corona de la vida.

Tal como diría el apóstol Pablo, es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios (Hechos 14:22) y son innumerables las Escrituras que nos hablan de las pruebas y del sufrimiento en la travesía de nuestra vida terrenal. Veamos solo un par más de ellas: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” 1ª Pedro 1:6-9 “Mas el Dios de toda agracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” 1ª Pedro 5:10-11

Las pruebas tampoco se deben de tratar como una especie de estigma o maldición y entregarnos a una resignada aceptación de nuestras tragedias personales. En medio del fuego de las pruebas hemos de ejercer nuestra confianza activa en Dios y descansar en sus benditas promesas contra todo pronóstico negativo.

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También es cierto que podemos gozar de las muchas bondades del Señor en nuestro tránsito por la vida, porque el bien y la misericordia del Señor nos acompañaran todos los días de nuestra vida y finalmente en la Casa del Señor moraremos para siempre. Esta es la mejor vida que nos espera en el futuro eterno amigos.

¡Huyamos de los falsos evangelios que generan falsas expectativas y que pueden echar a perder nuestras delicadas almas! Pase lo que pase, a Dios siempre le daremos toda la gloria.