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Con tu casa, celebrarás

Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.

REFORMA2 AUTOR 7/Emilio_Monjo 17 DE JUNIO DE 2023 22:00 h
Imagen de [link]Franzi Meyer[/link] en Unsplash.

Uno de los rituales más notables es, al mismo tiempo, uno que se “conserva” en la cristiandad con gran confusión. Piénsese, por ejemplo, en el papado con la misa, la eucaristía, y el sacerdote que consagra. En la iglesia antigua ya quedó evidente que la santa cena, con su referente en la pascua, fue causa de graves errores corruptores para toda la comunidad del futuro. Esa inercia de corrupción y división afectó también a la reforma protestante, como es conocido. Vamos a mirar un poco el asunto.



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Viendo la pascua, contemplamos el desastre que supone la vida del reino de Israel. Y esto nos vale también para los otros rituales. Nada que ver con el fanatismo ritualista del judaísmo de la época de Cristo. Ese modelo es fruto de la reconstrucción posterior al exilio babilónico (de eso, d. v., charlamos la próxima semana). Pero es un judaísmo que ha invalidado la Ley de Dios por sus tradiciones. Ruina por desechar los mandatos, y ruina por tenerlos amoldados al interés propio.



La pascua fue ordenada por Dios antes de la salida de Egipto. Eso le confiere a esa primera celebración aspectos peculiares. Es un símbolo de salvación, respecto a la muerte de los egipcios esa misma noche, y de posesión, pues con esa salvación se muestra que son pueblo de Dios.



Algunos de los rituales de esa primera celebración no se tendrían que repetir. La manera de estar en ropa de marcha inmediata, y, sobre todo, pintar con sangre los dos postes y el dintel. Pero la celebración como tal, se ordena que sea en memoria, y se celebrará como fiesta solemne para Yahvé, y será, por todas las generaciones, para vosotros y vuestros hijos. Los cuales serían instruidos en su significado durante su participación. Esa noche especial se tenía que comer todo el animal asado, con hierbas amargas y panes sin levadura.



Sin embargo, para el futuro, la celebración se tenía que llevar a cabo en el santuario. Allí los sacerdotes recibían la sangre y la aplicaban, pero la comida del animal asado era igual.



La celebración, que tenia que ser por todas las generaciones, realmente hubo generaciones sin celebrarla. Es es sorprendente, pero es así. No sabemos en qué se ocuparían los sacerdotes (en apartar al pueblo, seguro), pero el mismo santuario se muestra más veces abandonado o lleno de ídolos, que funcionando según la Ley. (Esto tanto en el tiempo de la unidad, como hasta el destierro. En el norte es peor, pues ni tienen el santuario, y se fabricaron dos a su gusto. Este es el pueblo y la adoración a Dios antes de Cristo, y los mismo pasa después de Cristo. La casa de Dios, siempre llena de ladrones.)



Se puede leer, por ejemplo, que un rey decidió restaurar la casa de Yahvé. ¿Cómo se ha llegado a esa situación? Pues porque la impía reina anterior y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Yahvé. Cierto que no se había arrasado el templo como lo harán los babilonios, pero lo dejaron aportillado y agrietado.



Sigues mirando, y te encuentras al Ezequías con un templo cerrado y lleno de inmundicias. ¡Generaciones sin celebrar la pascua! ¡Sin sacrificio diario, sin primicias, sin holocaustos...! Pero el buen hombre busca arreglar algo el asunto. Tras unas limpiezas rituales, propone ¡una pascua para todos! Miles de animales. Mil novillos y siete mil ovejas, el rey; los príncipes, mil novillos y diez mil ovejas. Que el santuario estaría hecho unos zorros, pero la casa real y sus príncipes, parece que no carecían de pertrechos. Incorporaron holocaustos, pero asaron la pascua para todas las familias del pueblo. Una celebración un poco rara, porque se hizo al mes siguiente del que correspondía, y la fiesta de continuidad también, incluso se propuso que siguiera una semana más. Ya puestos. Incluso los que vinieron del norte por la invitación del rey, que algunos recibieron con burlas, celebraron la fiesta sin los requisitos rituales, pero se solucionó la cosa. Todos contentos.



¡Un avivamiento! El que avivó todo tipo de idolatrías e inmundicias había crecido viendo lo que hizo su padre. Algo falló con Manasés. Más vale frenar las fantasías de esos sucesos, porque Manasés salió de ahí. ¡Otra generación sin pascua! Sin pascua del Señor, pero llena de pascuas y rituales religiosos de santidad humana. Levantó altares a los baales, hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto. Llenó a Jerusalén de santos patrones, y santas patronas. Edificó también altares en la misma casa de Yahvé, ¡que hay que ser brutos! Y allí edificó altares a todos los santos del cielo. Dio a sus hijos al fuego, y consultaba adivinos y agoreros. Una prenda.



Con el buenazo de Josías, otra vez lo mismo. En una Jerusalén llena de ídolos, con el santuario hecho un muladar, nuevo intento de arreglar las cosas. ¡Otro pascuón para todos! Previa limpieza de Judá y Jerusalén, y de hacer lo propio con las tierras del norte, destruyendo sus ídolos, se propuso edificar (o reedificar, que el edificio, si de algo pudo presumir, es de reparaciones) la casa de Yahvé. Cómo sería la cosa, que se encontraron en las reparaciones un libro sorprendente: el de la Ley.



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Con independencia de la imagen mental que cada uno tenga del tiempo de la Ley, es lo cierto que, durante generaciones, ese tiempo fue de la no Ley. Es evidente que, cuando, por ejemplo, los salmistas cantan la gloria de la casa del Señor, y su querer estar allí, no se puede quitar un cierto tono idealizado. Durante décadas, en generaciones diversas, el santuario fue un espacio de impureza. La justicia que de allí se podía obtener, no dejaba de ser basura. (Que ya lo dice nuestro Pablo; en situación de inmundicia ritual, o de esplendor: basura que él desecha por la justicia que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.)



Arreglada la casa, Josías mandó que los levitas dejaran quieto el arca dentro del templo, ¿quién lo habría sacado? Seguramente para separarlo, por dignidad, de la basura y escombros. Pero esto no deja de ser evidencia de toda una situación desastrosa. ¡Cuántas veces el mismísimo Lugar Santísimo no estuvo lleno de inmundicias! Con este contexto, no hace falta predicar primero la Ley, y luego el Evangelio (eso se dice, queda bonito, pero yo realmente no sé cómo se pueden separar), pues con estas situaciones de apostasía, ¿cómo no leer y oír en ellas el Evangelio? Cuando los profetas hablan de estas situaciones, son extraordinarios evangelistas. ¿Dónde encontrar mejor modelo de la misericordia de nuestro Dios? ¿Dónde ver mejor el Evangelio de la gracia? ¿Dónde confesar con más razón la basura de las obras humanas?



Dio el rey Josías a los del pueblo treinta mil, entre ovejas, corderos y cabritos, y también tres mil bueyes. Entre los príncipes y principales levitas, dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes, por un lado, y cinco mil ovejas y quinientos bueyes, por otro. Todo para la pascua. Con el añadido de la gran fiesta siguiente, llena de holocaustos. Quiero recalcar, que esta celebración siempre tenía que ver con la casa. Nunca se podía celebrar por alguien aislado. Se realice, como ahora, con un gran fiestón, o normalita, cada año, siempre en y con la casa.



Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. ¿En qué modelo de sacrificio se encuadrará la pascua? Por muchas vueltas que le den en el papado, lo más adecuado es la ofrenda o sacrifico de paz. Entre otras razones fundamentales, porque se comía por los participantes (signo pertinente sólo en esa ofrenda).



Ya para acabar nuestra conversación, que, si no, van a terminar los albañiles antes la reparación del santuario, apunto a una conclusión práctica, problemática, pero esencial. Si referimos la participación en la santa cena a la pascua, y existen razones evidentes para ello, entonces los niños, como parte de a familia, tendrían que participar. (En las iglesias de los primeros siglos, por los datos que tenemos, los niños, hijos de creyentes, recibían el bautismo, y luego participaban con los demás en los ágapes, y allí, en la conmemoración de la muerte del Señor, o santa cena. Puede argumentarse, si se quiere, que esto era ya señal de corrupción y desviación, pero lo que no se puede negar es el hecho.)



En estos encuentros que hemos tenido sobre la Ley, está claro que, en mi evangelio, tal como lo presento, los niños, hijos de padres creyentes, en el pacto con Dios, tienen que recibir los dos signos actuales (al menos, así lo veo en general, en este caso, con otros), que son el bautismo y la santa cena. Del bautismo, no entramos en discusión, pero con los que lo asumen y administran, queda el paso, unido ambos en una sola cosa, de la participación de los niños en la cena. Participación, claro está, que queda relacionada con una edad adecuada. No son niños de pecho; no se les proporciona un potito de carne pascual. En la pascua tienen que masticar bien, sin que sea peligroso, pues comen carne asada; ahora, el pan (dejamos el vino aparte).



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La cuestión se suele presentar preguntando (eso a cada paso): ¿Por qué tiene un niño que participar de la cena con sus padres (los dos, o uno)? La respuesta es un lío, sin tener en cuenta los previos que hemos apuntado aquí estas semanas. Yo no respondo. Lo que suelo hacer es preguntar ¿por qué no? Si celebramos algo relacionado con la pascua, y ésta se tenía que celebrar necesariamente en familia, como antes se indicó en la Ley, ¿por qué ahora se saca a los niños de la casa, como si fueran extranjeros no circuncidados? Si tienen el bautismo, como entrada ritual, externa, al pueblo del pacto, ¿quién los excomulga para que no participen del ritual externo de comunión del pacto? Si son de la casa, que coman la pascua. ¿A qué padres de Israel se les ocurriría sacarlos fuera en esa celebración?



No hace falta que lo busques. Ya vamos nosotros a ese santuario de comunión, donde nuestro Pablo ha detectado portillos y algo de suciedad. ¿Qué celebraban en Corinto? Pon lo que mejor entiendas. Para algunos (muchos, me parece), queda claro que ahí Pablo sacó a los niños de la comunión. Nadie puede ahora reclamar la participación de los niños, después de las palabras del apóstol (1ª Corintios 11, desde el 17 para delante).



Se reunían los creyentes (algunos, con muchos dones espirituales) de la iglesia de Corinto a comer la cena de Señor. (Los que tuvieran chiquillos, también. Que nadie me sea tan bruto de negar que allí hubiera chiquillos.) Pero nuestro Pablo dice que muchos no discernían el cuerpo del Señor. Estos eran los que dejaban sin comer a algunos hermanos pobres que estaban a la mesa. Unos se hartaban, y otros miraban. Pablo dice que eso no es comunión. Propone, incluso, que coman en sus casas, y luego realicen en la iglesia (su local donde se reunieran) el rito de la cena (rito, sacramento, o lo que tú prefieras poner).



No salgo de mi asombro, cuando me ponen este suceso como razón para sacar de la comunión de la Iglesia, excomulgar, a todos los niños de la Iglesia. Pablo no menciona a los niños. No son ellos los que no disciernen el cuerpo del Señor, sino los adultos que dejaban sin comer a su hermano que estaba sentado al lado. Los niños, igual que los judíos, irán aprendiendo con su participación.



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Los que comían y bebían indignamente eran los adultos que sacaban al hermano fuera de la mesa (aunque lo tuvieran pegado al lado). No discernían la comunión. Piensa, piensa bien, (he puesto muchas negritas porque considero esto fundamental) si Pablo mete esa bronca, y señala los resultados de juicio sobre la congregación, a los que dejaban sin comer al hermano sentado a su lado (a ver cómo pongo yo esto), ¿que no les dirá a los padres que dejan sin comer a sus propios hijos? Excomulgar (en la práctica) a la familia de al lado, malo, con consecuencias de juicio, que eso comes y bebes para contigo, pero ¡excomulgar a tus propios hijos! Eso es miserable, muy miserable.



Cuando la santa cena (que no es de unos sacerdotes, pastores o jerarquías, sino de la comunidad: ¡que es también de los niños! ¡Ladrones, no se la robéis!) se celebre en la alegría de la comunión del cuerpo, con nuestros niños, felices y consagrados, entonces la Iglesia tendrá la paz y la comunión de la pascua. ¡Cristo no los ha quitado, no lo hagas tú!


 

 


2
COMENTARIOS

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Alfredo
18/06/2023
22:00 h
1
 
1-El autor dice: "no discernían la comunión". La Escritura dice: "sin discernir el Cuerpo" 2-"la basura de las obras humanas" no confundir las obras humanas con las obras preparadas por Dios (Ef.2:10). Señor Monjo, si cambia una palabra o cambia una acepción por otra se cambia todo el sentido. ¿Aún cree que la sumatoria de las miles de deducciones y razonamientos en que fundamenta su teología son infalible sola Escritura?
 
Respondiendo a Alfredo

27/06/2023
09:33 h
2
 
El Sr. Alfredo, con tal de dar la nota, escribe y en lo que comenta, parece que no ha entendido mucho del artículo. (A. Bea)
 



 
 
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