Como la gracia papal se vendía en Roma, allí debían poner pie y manos los curiales. El entramado perverso de compra y ventas es asombroso. Se vendían bulas y dispensas ya impresas, a tanto el ejemplar.
Conseguir botín y repartirlo, es un modelo social desde el inicio de la sociedad. Con el paso del tiempo, las cosas, a veces se hacían más extensas y complejas, pero el principio era el mismo; un botón de muestra son los imperios.
Que, cuando no tenías a mano botín, lo fabricabas para darlo, también es común. No hace falta mirar lejos, con toparnos con España, ya tenemos mil ejemplos. Que el papa (como ya indiqué en la referencia al sorprendente estudio de 1943) dice, y eso va a registro de propiedad, ser el propietario del suelo, con sus gentes, hispano. ¡Pedazo de imperio; pedazo de hispanidad! Por eso la reconquista es el reparto de los que saquean, pues el papa se lo concede. Aquí mismo, en Sevilla, en cuanto entraron con el santo, repartieron tierras. (Y de eso salió el terreno con sus gentes para levantar un monasterio donde se hicieran diez misas cada día, una especial, por el alma de los propietarios, “por siempre jamás”, el de San Isidoro.) Los moros también saqueaban, claro, usaban el mismo estandarte de guerra santa.
Pero para eso de fabricar, productos, no sé, pero insumos para botín, aquí a montones. Cuando ya no había tierras que saquear, se fabricaban marquesados para repartir, o lo que hiciera falta. (Montemolín, Casiodoro; a 12 kilómetros Monesterio ¡Mi pueblo! En el siglo XVII, ¡convertidos en marquesados por la corona para pagar deudas a banqueros extranjeros! Botín para banqueros. ¡Pedazo de imperio; pedazo de hispanidad!)
Quería hablar un poco del saqueo para botín, pero con forma santificada por el papado. Por supuesto, con el invento comercial de eficacia irrepetible: el purgatorio. Pues ya no se trata de tierras con sus gentes, que también, sino de la misma vida, la salud eterna. Miserables. Cruelísimos. Han conseguido saquear el alma, el miedo, la esperanza... Miserables. La estructura de aquí, y la administración del allá, convierten al papado en modelo de saqueo. Merece un estudio.
Y para ese estudio, nada mejor que el libro que les propongo. Recuerdo que su autor, Antonio José Díaz Rodríguez, presentó en uno de nuestros primeros congresos sobre reforma española, lo que entonces era el resultado de su investigación doctoral: el entramado venal de cargos y beneficios del papado. Fue sorprendente. Pues de la compraventa eclesial se tenía el referente de las luchas de familias en Roma, las indulgencias, y de la situación de los primeros pasos de Lutero por la necesidad del duque de Brandeburgo (-1545), con 23 años arzobispo, con 28 cardenal, para pagar el monto de las dispensas papales para sus cargos; pero de la estructura asombrosa, el autor nos abrió nuevas perspectivas. Pensé que debería editarse. Pasó el tiempo, y tras su estancia de ampliación de estudios en Évora, volvió mostrar esa cuestión en el congreso de 2017. Previa publicación de artículos en revistas, en 2020 salió su libro (El mercado curial. Bulas y negocios entre Roma y el mundo ibérico en la Edad Moderna. Universidad de Valladolid. Cátedra Simón Ruiz, 266 pág(. En el 2021 esta obra ganó el Premio Nacional de Historia de España, otorgado por el ministerio de Cultura.
Aquí tengo que parar un poco, antes de ponerles algunos renglones de la obra. Resulta que, como consecuencia de ganar el premio nacional, este libro y el nombre del autor aparecieron en todos los medios de comunicación. La publicidad fue, como es lógico, enorme. El jurado destacó la excelencia del trabajo “acerca de una realidad poco estudiada y, en ocasiones, ocultada”. Vale, pues ya es una realidad estudiada y expuesta. Pues no vale. Sigue ocultada. No interesa que interese. ¿Motivó discusión pública? ¿Llevaron al autor a tertulias varias para destacar su trabajo en favor de la historia de España? No. A una sociedad cebada y ensebada por la comida basura de imperofobias y glorias imperiales, no le vengas con historias. Todo un síntoma de “historia hispánica”. Ante cuyo portal digital tendremos que pararnos un poco en otra ocasión; que su reciente inauguración por el Rey es todo un síntoma de historia hispánica. (¿Cuántas veces nos habrán vendido la burra, cambiándole los dientes postizos?)
Pues ya sigo con la venta de cargos y beneficios. Siempre herramienta de poderosos, con sus trampas. Ahora, signo santificado del poder del que llevó la bolsa, que antes de ahorcarse dejo vicario y metodología. Pues, si como dice nuestro Pedro, “que, por avaricia, harán mercadería de nosotros”, ¿cuánto más de nuestros bienes materiales?
A ver qué les pongo entresacado de lo mucho que tengo por aquí anotado. Imposible resumir, porque el tinglado que montaron (un fruto más de ese invento mercantil insuperable: el purgatorio) da para ratos y ratos. Al final, sirva la acertada presentación del director de la Cátedra Simón Ruiz (coeditora):
“La Europa del Antiguo Régimen estaba compuesta por una sociedad donde sus componentes rivalizaban no solo por el privilegio dado por los poderes políticos. La posición de cada uno de ellos venía marcada, también, por el prestigio social que daba sus vinculaciones con la Iglesia y las dádivas otorgadas por esta. Por ello, las estrategias familiares de las elites de entonces estaban encaminadas a conseguir que todo el grupo, así como alguno de sus vástagos, obtuvieran dicho reconocimiento mediante la obtención de beneficios eclesiásticos. Colocar a la prole en un cargo religioso no solo reforzaba la posición social de la familia, sino que servía para que el personaje -especialmente si obtenía un alto puesto- siguiera situando a otros miembros de la familia o allegados, creando una red clientelar y de favoritismo que se transmitía generacionalmente. No es extraño, pues, que en la Europa Católica se produjera hasta avanzado el siglo XIX una mercantilización de las 'Gracias de Roma', mediante la cual un conjunto de muñidores profesionales canalizaban dichas peticiones y beneficios entre las diócesis y el Vaticano, que se obtenían mediante el correspondiente pago de dichas prebendas: dispensas matrimoniales y de minoría de edad, obtención y compra de cargos, pensiones y beneficios eclesiásticos, bulas para ser dispensados para recibir órdenes sagradas, creación de capellanías, dotación de patronazgos y mayorazgos sobre rentas, iglesias y conventos, etc. En suma, el jugoso negocio del mercado curial.
… Estamos, pues, ante un libro donde se mezcla la historia económica del crédito y la fiscalidad pontificia con la historia de la Iglesia, las instituciones, la movilidad social, los discursos políticos y de crítica moral, la literatura del Siglo de Oro, el análisis de las estrategia familiares, las aspiraciones de ascenso en integración de las minoría conversas, etc. Como señala su autor, no es posible interpretar la realidad del sur de Europa sin tener en cuenta los múltiples y variados intereses que intervienen en el mercado curial, desde el labrador rico y el cura parroquial a las estrategias de la nobleza para mantenerse en el Poder, pasando por el valido del rey. Todos participan de alguna manera en la mercantilización de la gracia papal.”
Como la gracia papal se vendía en Roma, allí debían poner pie y manos los curiales. El entramado perverso de compra y ventas es asombroso. Se vendían bulas y dispensas ya impresas, a tanto el ejemplar. Ya se ve, un ejemplo de santidad y defensa de valores, los económicos. También de la familia, pues esos mecanismos, al final, eran para enriquecer y conservar la riqueza de familias. El árbol del ahorcado se quebró y quedaron las vísceras en el suelo, pero la bolsa colgada, alguien la tomó, y la convirtieron en fuente de beneficios.
Todo eso quedó quebrado con la Reforma en sus inicios. El único Beneficio de Cristo expulsa a los vendedores de beneficios. La Europa del sur se quedó con la bolsa, en la Reforma se poseía el Beneficio que no necesita banqueros y trileros comparadores y vendedores. Lo dice nuestro Pedro, “herencia incorruptible, reservada para nosotros...”
No quiero acabar sin ponerles una nota del autor, citando a Le Goff (p. 34): [Desde la Baja Edad Media] “En Roma o allí donde se halle el Papa, el precio de la plata varía según el número de beneficios vacantes.” Los salvadores económicos de las escuelas de la moneda “dura”, deberían conocer esta historia económica.
Que cada uno busque sus beneficios donde quiera. Una sátira (p. 207), ya te avisa: … [Que puedes ir a Roma y volver con plenaria indulgencia, y reliquias soberanas, pero...] “Oliendo las almorranas/ de un monseñor o eminencia.”
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