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Protestante Digital

 
 

La reforma peregrina: Casiodoro de Reina, un migrante que tradujo la Biblia al español (1557-1569)

Casiodoro de Reina y su traducción destacan en la historia continua que es Hechos 29, porque con su obra nos hizo ser partícipes del Pentecostés.

KAIRóS Y CRONOS AUTOR 84/Carlos_Martinez_Garcia 26 DE FEBRERO DE 2023 20:00 h
Detalle de la Biblia del Oso. / Wikimedia Commons.

La pandemia ocasionó que la celebración se postergara. En el 2020 debió tener lugar en Claremont Graduate University un simposio sobre el movimiento reformador en España y la Biblia del Oso traducida por Casiodoro de Reina. La irrupción del COVID, su rápida y fácil transmisión, ocasionó que la mencionada actividad fuera pospuesta. Casi tres años después el proyecto pudo realizarse y, por tres días, tuvieron lugar mesas expositivas y de diálogo en el sur de California, Estados Unidos, en el centro educativo convocante. El doctor Daniel Ramírez (autor del magnífico libro Migrating Faith. Pentecostalism in the United States and Mexico in the Twentieth Century, The University of North Carolina Press, 2015) y el pequeño equipo que le apoyó fueron excelentes organizadores del simposio y generosos anfitriones. Comparto las notas en las que basé mi exposición, que fungieron como guión de lo expresado verbalmente.  



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Descripción



En esta charla se desarrollará cómo debieron transcurrir doce años para que Casiodoro de Reina viera cumplido su más preciado sueño: la publicación de la Biblia en español. Desde que huyó, a finales del verano de 1557, del Monasterio de San Isidoro del Campo en Sevilla, hasta la publicación de la Biblia del Oso en septiembre de 1569, el personaje debió enfrentar múltiples obstáculos. Padeció persecuciones, fue acusado falsamente de graves delitos, junto con su familia sufrió penurias, cuando había logrado importante avance en la traducción enfermó a tal grado que creyó moriría antes de alcanzar el cumplimiento del sueño. Con todo, Casiodoro pudo lograr el objetivo y su arduo trabajo fue coronado con la edición de la Biblia en lengua española. La de Casiodoro es una herencia que perdura, ya que en sus distintas revisiones la conocida como Biblia Reina-Valera es la preferida entre la comunidad hispanohablante lectora de la Biblia.



Casiodoro inmerso en el “magma espiritualespañol del siglo XVI



Alemania y otras naciones europeas fueron convulsionadas por el movimiento de Martín Lutero, ¿y España? Es común, incluso hoy, la idea que el país ibérico permaneció intocado por quienes llamaban a la rebeldía del monje agustino una “pestífera herejía”. ¿Acaso fue así?



- Desde finales del siglo XV e inicios del XVI en España surgieron personas y grupos que impulsaron una renovación del cristianismo, como por ejemplo:



- Los “herejes de Durango”, encabezados por Pedro de Osma, profesor de la Universidad de Salamanca, quien fue considerado seguidor de John Wyclif y Jan Hus.



- Las ideas de Pedro de Osma, a principios del siglo XVI, tuvieron eco en los llamados Alumbrados y, particularmente, entre los Dejados, quienes manifestaban experiencias espirituales y enfatizaban la obra del Espíritu Santo.



- Una Alumbrada, Isabel de la Cruz, influyó en Pedro Ruiz de Alcaraz, personaje encarcelado por la Inquisición en 1524. Alcaraz y su grupo, mediante la lectura de la Biblia, llegaron a conclusiones semejantes a las de Martín Lutero, de tal manera que es posible considerar al “alumbradismo como una lectura española del sola scriptura y del sola fide luteranos”. (David Khan, “España ante la heterodoxia. La Inquisición, el luteranismo y la definición del tipo penal alumbrado (1519-1530)”, 2018, p. 40).



- Juan de Valdés fue discípulo de Ruiz de Alcaraz desde 1523. Valdés inició estudios en la Universidad de Alcalá de Henares, donde tuvo contacto con seguidores de Erasmo de Rotterdam. Juan de Valdés publicó en 1529 Diálogo de doctrina cristiana, en el que incluyó su traducción del griego al español del Sermón del Monte. El Diálogo le valió a Valdés ser enjuiciado en 1529 por la Inquisición, juicio del que pudo salir bien librado. Ante un segundo juicio de la Inquisición en contra suya, Valdés huyó de España y ya nunca volvió.



El Diálogo de doctrina cristiana fue muy leído en distintos lugares del territorio español, pero sus propuestas fructificaron especialmente en la mayor ciudad hispana, de tal manera que “puso los cimientos del llamado luteranismo sevillano” (Manuel Díaz Pineda, Historia, filosofía y praxis del movimiento evangélico en España (siglo XVI), 2016, p. 161).



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- Sevilla fue un crisol en el que convergieron distintas corrientes de renovación, como las enseñanzas de Erasmo de Rotterdam, las ideas de Juan de Valdés, la confluencia en la ciudad de profesores y estudiantes que habían estado en la Universidad de Alcalá de Henares, la lectura de la Biblia y literatura de teólogos protestantes.



- El crisol religioso sevillano tuvo su mayor fruto entre los monjes jerónimos del Monasterio de San Isidoro del Campo. Eran parte de San Isidoro, y líderes del movimiento renovador, Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera y Antonio del Corro.



[photo_footer]Conferencistas y algunos participantes al Simposium The Reformation en Español: Celebrating the Biblia del Oso, 1569.[/photo_footer]



Peregrinaje de Casiodoro de Reina



Hacia finales del verano de 1557 un grupo de doce monjes de San Isidoro huyó de Sevilla, entre ellos Casiodoro de Reina. Es pertinente hacer notar que los monjes auto exiliados no se hicieron protestantes/evangélicos después de abandonar España, sino que salieron porque ya eran protestantes. Los prófugos acordaron, como se ha visto, tomar caminos distintos y encontrarse en Ginebra, ciudad en la que Juan Calvino encabezaba la reforma religiosa. Es probable que, al huir de Sevilla, Casiodoro de Reina ya tuviera el propósito de iniciar la traducción de la Biblia al español. Guardaba esperanzas de contar con apoyos y condiciones propicias para emprender el trabajo y lograr verlo publicado.



- Reina llegó a Ginebra hacia finales de 1557, permaneció en dicha ciudad más o menos un año y durante ese tiempo conoció pormenores de traducciones de la Biblia al inglés, francés, italiano y español. Posiblemente ya en San Isidoro de Campo tuvo oportunidad de leer las traducciones del Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543) y de Juan Pérez de Pineda (1556). 



- Durante su estancia en Ginebra, Casiodoro conoció a Juan Calvino y le habló de su interés en traducir la Biblia al español. Decidió abandonar Ginebra y uno de los motivos fue que no estaba de acuerdo con la postura de Juan Calvino sobre cómo tratar a los disidentes de los postulados teológicos ginebrinos oficiales.



- Con previa escala en Frankfurt, Casiodoro de Reina decidió viajar a Inglaterra, país en el que iniciaba el reinado de Isabel I.



- En Londres, Casiodoro de Reina se unió a la Iglesia de exiliados franceses y, más tarde, en 1560 es pastor de la Iglesia de españoles, a la que además se integran personas de diversas nacionalidades que habían sido rechazadas en otras iglesias por tener posiciones cercanas a reformadores radicales.



- Hasta septiembre de 1563 Reina permaneció en Inglaterra y decidió huir a causa del inicio de un juicio en su contra instigado por españoles exiliados en Londres (después se sabría que estaban al servicio de Felipe II) y calvinistas franceses que lo consideraban oscilante en cuestiones doctrinales. Las acusaciones en contra de Reina eran por herejía y conductas sexuales inapropiadas. 



- Casiodoro de Reina decidió que era mejor huir de Inglaterra y marchó hacia el Continente. No pudo llevarse los avances de la traducción que estaba haciendo de la Biblia, aunque más tarde pudo recuperarlos porque se los enviaron desde Londres. Su esposa lo siguió en el peregrinaje y ambos debieron transitar por distintas ciudades de Holanda, Alemania, Francia y Suiza. El recorrido fue muy difícil por las condiciones de pobreza y tener que viajar con hijos pequeños.



- El rey Felipe II ofreció recompensa por Reina y los agentes españoles lo buscaron intensamente en ciudades en las que, por informantes, sabían que posiblemente se encontraría el ex monje de San Isidoro del Campo.



- En el otoño de 1567 Casiodoro de Reina pudo establecerse en Basilea y tuvo mejores condiciones, aunque limitadas, para continuar la traducción de la Biblia que había estado realizando bajo persecución y escondido de quienes buscaban capturarlo para ser juzgado en España.



- Gracias a una red de amigos y protectores Reina pudo avanzar en la traducción bíblica. Sin embargo, cuando ya estaba en la etapa final de la tarea traductora enfermó y estuvo a punto de morir. Además, el primer impresor contratado por Casiodoro de Reina y sus amigos, Johannes Oporinus, murió en julio de 1568 y se perdió el adelanto que se le había dado para iniciar la impresión de la Biblia. 



- La conocida como Biblia del Oso salió de la imprenta de Thomas Guarin en septiembre de 1569, con un tiraje de 2600 ejemplares, de los que hoy solamente sobreviven 32 copias.



- Debido al férreo control de las autoridades españolas en el Nuevo Mundo la Biblia del Oso fue interceptada y no circuló en lo que hoy es América Latina. Al respecto existe la versión de que a principios del siglo XVII “Don Nicolás de Anasco, Deán de la Iglesia de Santo Domingo [en la hoy capital de República Dominicana], quemó en la plaza de la ciudad trescientas biblias en romance, glosadas conforme a la secta de Lutero y de otros impíos”. Añade Pedro Henríquez Ureña: “Significativa profusión de ejemplares de la Biblia de Casiodoro de Reina y de Cipriano de Valera: la heterodoxia, según parece, tuvo libertad hasta entonces” .



Celebrar 450 años de la Biblia del Oso y cinco siglos del nacimiento de su traductor[1]



¿Por qué celebrar el cumplimiento de 450 años de que la Biblia del Oso fue publicada? Así me han cuestionaron distintas personas y en diferentes lugares cuando animé, en el 2019, a conmemorar la publicación de la primera Biblia en castellano hace poco más de cuatro siglos y medio. Intentaré dar aquí algunas razones de por qué hacerlo.



En primer lugar, la Biblia contiene libros llamados históricos. En el caso del Nuevo Testamento la sección conocida como Hechos de los Apóstoles narra la diseminación de la fe cristiana desde Jerusalén hasta Roma. En este tránsito acontecieron muchas historias personales y colectivas que el autor narra magistralmente. Entonces, he argumentado cuando me preguntan sobre mi afán de historiador acerca de, entre otros temas, los orígenes del protestantismo mexicano, que me dedico a intentar contar historias sucedidas en Hechos 29.



El libro de los Hechos, es bien sabido, está compuesto por 28 capítulos. El último de los cuales contiene un final abierto, refiere que Pablo estaba en Roma bajo arresto domiciliario y en esta condición “permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Reina-Valera 1960). Todo lo posterior a este capítulo, es decir la historia del pueblo cristiano, es Hechos 29. Porque la fe cristiana desde el siglo primero ha continuado y tiene expresiones hoy que dan cuenta de distintas facetas que ilustran avances y retrocesos, heroicidad y traiciones, triunfos y fracasos, sacrificio y vanagloria, servicio y abusos. Y las comunidades cristianas tienen tras de sí este legado multifacético, conocerlo y evaluarlo es tarea importante para la conformación de la identidad y misión de hombres y mujeres en la búsqueda de encarnar el Evangelio. 



La de Casiodoro de Reina y su traducción de la Biblia es una historia fascinante y aleccionadora. Bajo persecución se dio a la tarea de trasladar a palabras castellanas el Antiguo y el Nuevo Testamento. La historia de Casiodoro de Reina es parte memorable de Hechos 29. Si se le juzga por los resultados que él vio de sus labores como traductor, tal vez se podría concluir que la suya fue una causa perdida, pero como bien escribió Stefan Zweig sobre otro personaje “perdedor” del siglo XVI, Sebastián Castellio: “Incluso como vencidos, los derrotados, los que con sus ideales intemporales se adelantaron a su época, cumplieron con su misión, pues una idea está viva en la tierra con sólo ganar testigos y adeptos que vivan y mueran por ella. Desde el punto de vista del espíritu, las palabras victoria y derrota adquieren un significado distinto”.[2] 



En segundo lugar, con su traducción de la Biblia el pueblo de habla castellana escucha en su propia lengua el mensaje de Dios. Así el pueblo hispanoamericano es incorporado al Pentecostés siglos después a lo narrado en Hechos 2, cuando irrumpió el Espíritu Santo y desbordó las barreras idiomáticas. En aquél día la atemorizada comunidad fue capacitada para comunicar en distintos idiomas el significado del ministerio reconciliatorio de Jesús el Cristo, de tal manera que los oyentes del mensaje quedaron atónitos: “¿No son galileos todos los que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos expresarse en nuestro propio idioma nativo?  Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; los hay que residen en Mesopotamia, en Judea y Capadocia, en el Ponto, en la provincia de Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto y en la región de Libia que limita con Cirene; hay visitantes romanos, hay judíos y prosélitos, cretenses y árabes. Pues bien, todos y cada uno los oímos referir en nuestro propio idioma, las cosas portentosas de Dios” (Hechos 2:7-11, La Palabra). 



De acuerdo con lo sucedido en Pentecostés no hay una lengua sagrada y en la que exclusivamente deba transmitirse el mensaje de la Revelación. Por el contrario, todos los idiomas son sagrados y en cada uno de ellos es posible la comunicación de lo contenido en las Escrituras. Esta es una característica que distingue a la Biblia y la singulariza. Lamin Sanneh destacó el principio de traducibilidad, o traductibilidad, de la Biblia, que la hace asequible a los más variados tiempos y diversas culturas que se apropian de ella y la resignifican en sus contextos. De Sanneh es aleccionador en este tópico su Translating the Message: The Missionary Impact on Culture. Como bien lo ha señalado José Luis Andavert al explicar el proyecto que desembocó en la traducción de la Biblia conocida como La Palabra



Poco después de su nacimiento, el cristianismo comienza a ser “traducido” pues tiene vocación universal. En primer lugar, de los judíos llega a los “gentiles” (de lo que dan testimonio las mismas Escrituras), se difunde por el imperio romano y traspasa fronteras. En este proceso se va traduciendo y cala por dondequiera que pasa, a pesar de todas las distancias: temporales y espaciales, lingüísticas y culturales. Es que el Dios cristiano que se hace presente en la persona de Jesucristo, se “traduce” a toda persona y lugar, porque se identifica con la realidad más profunda de todo ser humano, sin distingos de ninguna clase y sin perder, en ese proceso, la esencia del mensaje divino. 



Tras doce años de fatigosos trabajos Casiodoro de Reina nos tradujo a los iberoamericanos, como dice Hechos 2:11, “en nuestro propio idioma, las cosas portentosas de Dios”. En esta gran tarea Reina tuvo antecesores que tradujeron secciones de la Biblia al castellano y le allanaron el camino: Juan de Valdés (Evangelio de Mateo, cartas de Pablo y Salmos), Francisco de Enzinas (Job, Salmos y Proverbios, Nuevo Testamento de 1543), y Juan Pérez de Pineda (Nuevo Testamento de 1556). Correspondió a Reina completar un anhelo que otros no pudieron consumar, ver publicada la Biblia en castellano y con la esperanza que ella hiciese manifiestos “los misterios de la verdadera religión”, como escribió en la presentación de la Biblia del Oso. Éstos misterios, explicaba Reina, “quieren ser vistos y entendidos de todos, porque son luz y verdad; y porque siendo ordenados para la salud de todos, el primer grado para alcanzarla [la verdadera religión] necesariamente es conocerlos”.



En tercer lugar, la Biblia del Oso es una joya del idioma español, que a diferencia de la traducción alemana de Lutero y la inglesa King James Bible, que marcaron la producción cultural de su respectivo mundo lingüístico, la de Reina no dejó improntas profundas en la literatura y la cultura hispánicas porque las fuerzas inquisitoriales impidieron su amplia circulación. Acerca de la altura literaria de la Biblia del Oso el escritor español Antonio Muñoz Molina ha expresado amplios elogios: 



Casiodoro de Reina escribe en un castellano prodigioso que está en el punto intermedio entre Fernando de Rojas y Cervantes, con una efervescencia expresiva que solo tiene comparación con santa Teresa, san Juan de la Cruz y fray Luis de León. Es una lengua poseída por la misma capacidad de crudeza terrenal y altos vuelos literarios de La Celestina; un castellano mudéjar, empapado todavía de árabe y de hebreo, forzado en sus límites sintácticos para adaptarse a las cadencias y las repeticiones y las exageraciones de la lengua bíblica. Es una lengua de campesinos, de hortelanos, de trabajadores manuales, con una precisión magnífica en los nombres de las cosas naturales y los oficios; y también es una lengua todavía muy descarada, muy sensual, no sometida a la monotonía sofocante de la ortodoxia, a la esterilización dictada por el miedo, a la hipocresía de la conformidad. Es una lengua para ser recitada, entonada, cantada en voz alta; para expresar la furia tan desatadamente como el deseo erótico; y también las negruras de la pesadumbre y los extremos del dolor. Traducidos por Casiodoro de Reina, el libro de Job o el Eclesiastés son, sin la menor duda, dos de las obras máximas de la poesía y de la sabiduría en español. Y el Cantar de los Cantares tiene una caudalosa alegría erótica para la que no creo que exista comparación en nuestro idioma.[3] 



A semejanza de lo expresado por Muñoz Molina sobre la prodigiosa traducción de Reina, el escritor mexicano David Toscana muestra su predilección por la Biblia del Oso, revisada por Cipriano de Valera y publicada en 1602. Cabe mencionar que en ésta última Valera hizo pocos cambios y adecuaciones por lo que su revisión, afirma el especialista Carlos Gilly, está mal llamarla “Biblia de Cipriano de Valera (Ámsterdam 1602)”, porque en ella “el nuevo editor se limitó a cambiar el orden de los libros y a añadir o quitar notas marginales, con alteraciones cuantitativamente mínimas del texto bíblico fijado por el primer traductor [Casiodoro de Reina], cuyo nombre viene además ostentosamente silenciado en la portada”.[4] 



David Toscana es devoto de la Biblia del Oso reeditada en 1602: “Mi inclinación por el Siglo de Oro hace que prefiera por sobre todas las Biblias la Reina–Valera de 1602. Por esas fechas en España se hablaba el español de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope. Tanto Casiodoro de Reina como Cipriano de Valera comprendieron que la palabra de Dios tenía su fuerza en la poesía. O, dicho con fe: Dios era poeta”. Sobre la posibilidad de comprender hoy el texto, asienta: “Un lector contemporáneo puede leer desde el inicio ciertos anacronismos, como decir ‘haz’ en vez de ‘faz’, o un curioso ‘la tierra estaba desadornada’, cuando hoy pensamos en ‘desordenada’. La ortografía está lejos de seguir las reglas de hoy. Tenemos ‘vazia’ por ‘vacía’, ‘dixo’ por ‘dijo’ y los ejemplos son masivos. ¿Eso estorba? Al contrario, tal lenguaje le da al texto la autoridad de un clásico que ha sobrevivido los siglos, le da su tono de texto sagrado, le da su dosis de verdad, pues nada es tan verdadero como lo bello”.[5] 



Porque, entre otras razones, Casiodoro de Reina y su traducción destacan en la historia continua que es Hechos 29, porque con su obra nos hizo ser partícipes del Pentecostés y por ser una joya de la literatura en español, tuvimos en el 2019 (y tenemos hoy) válidos motivos para celebrar los 450 años de la Biblia del Oso



En el 2020 fue el quinto centenario del nacimiento de Reina. El principal especialista sobre el personaje, Arthur Gordon Kinder (1927-1997), historiador inglés y que tenía acreditación como predicador de la Iglesia metodista, escribió que “lugar y fecha de nacimiento de Casiodoro de Reina son conocidos solamente por deducción, si no es que por conjetura”.[6] Agrega que Reina consistentemente afirmó que era hispalense, es decir, de Sevilla, pero los monjes jerónimos observantes acostumbraban usar el lugar de origen como parte de su nombre, “puede ser creíble que procedía de un lugar llamado Reina, aunque los archivos de la Inquisición consignaron Montemolín como su lugar de nacimiento”. 



Montemolín pertenecía entonces a la diócesis de Sevilla, actualmente forma parte de Extremadura[7]. Además Casiodoro estudió en dicha ciudad y vivió en convento cercano a la misma, por lo cual quedaba justificado que afirmara de sí era hispalense. En un ejemplar de la Biblia del Oso que obsequió en junio de 1570 al senado de la ciudad de Basilea, Reina escribió en la dedicatoria que era hispanus hispalensis. Su rúbrica la acompañó con la cita de Miqueas 7:8, “Si morare en tinieblas, Jehová es mi luz”.[8] 



Respecto al año de su nacimiento, Kinder consigna 1520 como el más probable. Era diez años mayor que Cipriano de Valera y siete que Antonio del Corro, los dos compañeros de Reina en el Monasterio de San Isidoro del Campo y que, como él, huyeron de Sevilla hacia fines del verano de 1557 porque tenían información fundamentada que la Inquisición estaba tras ellos. Para 1557 Casiodoro de Reina tenía poco más de diez años de haber ingresado al Convento de San Isidoro, lo hizo en 1546 (tal vez antes), para entonces, observa Doris Moreno, “Casiodoro ya debía ser un hombre bien formado en letras y teología. Es decir, su formación fue previa a la entrada al monasterio, donde pronto alcanzó una posición relevante”.



Con apenas un año de diferencia se conjuntaron dos aniversarios conmemorativos: los 450 años de la publicación de la Biblia del Oso y quinientos años del nacimiento de su traductor. Ambos acontecimientos son dignos de celebrarse y, al mismo tiempo, oportunidad para revalorar un legado vivo y vivificador.



 



Notas



[1] Con ligeros cambios para este Simposium, este escrito es un capítulo de mi libro Casiodoro de Reina, traductor de la Biblia del Oso publicada en 1569, México, Librería Papiro 52, 2020.



[2] Stefan Zweig, Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia, tercera reimpresión, Barcelona, Editorial Acantilado, 2005, p. 23. He optado por escribir el apellido de Sebastián como Castellio, y consigno que también hay quienes lo escriben Castelio, Castellión y otras variantes.



[3] Antonio Muñoz Molina, “La obra maestra escondida”, Babelia, suplemento de El País, 25 de julio de 2014.



[4] Carlos Gilly, Historia de la Biblia de Casiodoro de Reina, Basilea, documento fotocopiado, 1998, p. 1.



[5] David Toscana, “Dios poeta”, en suplemento LaberintoMilenio Diario, 30 de noviembre de 2013.



[6] Arthur Gordon Kinder, Casiodoro de Reina: Spanish Reformer of the Sixteenth Century, London, Tamesis Books Limited, 1975, p. 18.



[7] Doris Moreno, Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI. Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2017, p. 10.



[8] Ibíd., pp. 10-11.


 

 


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