Eunucos ignorados. ¿Vale la pena dejar a las 99 por una perdida?

En la tarea global lo importante generalmente pasa desa­per­ci­bido. En los Hechos de los Apóstoles hay una historia que desvela los elementos básicos de la evangelización a las naciones, y al lector en general le parece apenas un relato anecdótico. Se trata de Felipe y el eunuco. El pasaje de Hechos 8:26-35 es harto conocido y a la vez desconocido.

Por lo pronto es el primer lugar en que el Espíritu Santo se comunica de forma audible: “Y el Espíritu dijo a Felipe: Ve y júntate a ese carruaje” (8:29). Por ocho capítulos, en el libro que según no pocos estudiosos bien podría llamarse “Los Hechos del Espíritu Santo”, el protagonista principal – el Espíritu Santo – guarda un sepul­cral silencio. Siendo así, ¿qué le movió aquí a romper con su mutismo? Desde que Jesús les dio instrucciones a los suyos por el Espíritu (1:2) no vuelve a pronunciar palabra. Poco antes Él ha enviado uno de sus emisarios habituales: “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza. (Este es un camino desierto)” (8:26). Pero cuando divisa a un viajero el Espíritu toma la palabra y puntualiza... Parece decir: “Ves, no lo dejes escapar” (8:29). Como si aplicara la máxima de Napoleón: “Si quieres que algo se haga bien hazlo tú mismo”. ¿Qué es eso tan importante que el Espíritu no lo relega a sus subalternos?

En este pasaje encontramos por lo pronto:

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  ¡La primera vez que el Espíritu habla!

  
  


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  ¡La primera vez que se convierte un gentil!

  
  


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  ¡La primera vez que el evangelio llega a otro continente!

  
  

Pero hay más…

El Espíritu no sintió la necesidad de hablar en el avivamien­to que ocurrió poco antes entre los samaritanos, a medio camino entre judíos y gentiles, pero conocedores y seguidores de la Torá. No vio preciso hacer oír Su voz a Felipe ante los miles, pero muestra un especial interés por este único viajero de regreso a su país. Para Él una sola oveja buscando su camino de regreso al hogar celestial es más importante que los 99 o los 999, o que una mega iglesia (y veremos cómo la Biblia misma nos corrobora esto). El eunuco era una persona que buscaba al Señor. Aunque era un alto dignatario, su razón para venir des­de 2.000 km al sur y llegar hasta Jerusalén, era que “había venido a Jerusalén para adorar” (8:27). Así que sabía del Dios úni­co y amaba a ese Dios único. Es más, había adquirido un ejemplar de las Escrituras. En concreto el libro de Isaías.

El eunuco ¿dónde había oído hablar del templo y de donde le vino esta afición por las Escrituras? ¿Acaso los ecos de los tiempos de la reina de Saba, quién visitó a Salomón en su es­plendor, aún resonaban por esas latitudes? O quizás acu­diría a una de las muchas sinagogas esparcidas por todo el mundo, quien sabe si también en Etiopía. El caso es que, de ser así, se habría llevado un gran chasco. Imagínense el panorama: el eu­nuco llamando a la puerta y el encargado judío abriendo y viéndose cara a cara con un eunuco. ¿Qué le diría? Pues si era un fiel observador de la Ley lo enviaría con cajas destempladas. Ya que el Pentateuco de forma explícita dice: “Ninguno que haya sido castrado o que tenga cortado su miembro viril entrará en la asamblea del SEÑOR” (Dt. 23:1). ¿Qué es un eunuco sino “alguien castrado”? ¿Cómo osaba este inmundo profanar el lugar del Señor? ¡Aun y así el eunuco no desistió! Los desiertos espirituales están llenos de este tipo de buscadores, esperando a que tu o yo vayamos y les hablemos. ¿No nos lo ha indicado el Espíritu Santo todavía? Entonces es que quizás todavía no sabemos escuchar Su voz.

Unos años atrás llegó un joven a nuestra la iglesia de Estambul cuyo nombre traducido significa “Celestial”. Muy respetuoso y educado me dijo que no quiso llegar “de vació” y que por eso antes de venir ¡se había leído la Biblia tres veces de tapa a tapa! Y tenía tres preguntas. Sin abrir las Escrituras me dijo: “En el Salmo 15 dice "¿Quién habitará en tu santo mon­te?" y en el verso 5 replica, "El que su dinero no da a interés". Sin embargo, en la parábola de los talentos el Señor recrimina a aquel que no dio su capital a los banqueros para obtener intereses. ¿Por qué es así?” ¡Realmente se la había leído! Hay muchas más historias que contar sobre Celestial, pero este no es el momento. Basta con decir que si hubiera vivido en Etiopía en esa época, es del tipo de persona que la reina hubiera pues­to sobre todos sus tesoros, como al eunuco (8:27).

Ahora bien, el asunto es que el eunuco debió llegar hasta el Atrio de los Gentiles porque era el único lugar donde los gentiles podían indagar acerca de la verdad de Dios. Y posiblemen­te el lugar estaba tan abarrotado de vendedores y cambis­tas que nadie le hizo caso. ¡Qué irritante! De hecho, por eso en otra ocasión el Señor agarró unas cuerdas formó un látigo y hecho de allí a los comerciantes. Porque “¡Mi casa será llama­da casa de oración para todas las naciones, más vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones!” (Mt. 21: 13; Mr. 11:17, versión libre). El problema principal no era que hicieran negocio, sino que lo hicieran en el Atrio de los Gentiles. Y el negocio no era sino para proveer los elementos necesarios para la adoración en el templo: palomas, corderos para el sacrificio, monedas para la ofrenda… Podemos decir que el pueblo de Dios estaba tan embelesado con la alabanza, las luces, los cantos, la melodía, las oraciones, la atmósfera espiritual… ¡que se habían olvidado de las naciones! ¿Cuántas iglesias están hoy taponando igualmente su atrio de los gentiles? Si están adorando, pero ignorando el llamado para las naciones no distan mucho de los mercaderes y cambistas del templo.

Ahora, la pregunta del millón es la siguiente: ¿Por qué el Espíritu no guio a Felipe al templo dos días antes, en vez de enviarlo dos días después al desierto de Gaza? La Franja de Gaza sigue siendo hoy noticia por sus disturbios. Y en tiempos de Jesús era también uno de esos lugares como el que se relata en la parábola del Buen Samaritano, lleno de asaltadores y peligros. ¿Acaso el Espíritu nos está diciendo aquí que quiere que vayamos a los desiertos espirituales y lugares peligrosos?

La estrategia de Dios en el AT para llevar las buenas nuevas a los gentiles era que estos acudieran al templo. Su estrategia en el NT es que le templo acuda a los gentiles. Con el templo de piedra eran ellos los que tenían que desplazarse, pero ahora Dios lo ha cambiado por un templo de “piedras vivas” (1P. 2:5), para que seamos nosotros quienes se desplacen hasta los confines del mundo. En el AT la estrategia era centrípeta, en el NT es centrí­fuga. Él quiere que todos los creyentes salgan des­pedi­dos hacia los cuatro puntos cardinales. ¡Por eso el Espí­ritu esperó dos días, y por eso no quiso correr el riesgo de que sus indicaciones se malinterpretaran y rompió Su silencio! El ejemplifica con Felipe la iglesia que sale a los extremos de la tierra. Esta es la marca distintiva que Él quiere para su pueblo hoy. Y por eso este pasaje nos comunica los elementos principales de la evangelización a las naciones. Pero aún hay más…

El asunto es que el Espíritu Santo no hace nada por azar. Veámoslo: El eunuco iba leyendo un ejemplar de Isaías y estaba en el bien conocido capítulo 53. Felipe le aclara el pasaje, el eunuco se convierte, se bautiza y sigue su camino. Avanzando en su lectura llega al capítulo 56. ¡Y allí de repente entra en shock! Cuando lee…

³ El extranjero que se ha allegado al SEÑOR, no diga: Ciertamente el SEÑOR me separará de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí, soy un árbol seco.

⁴ Porque así dice el SEÑOR: A los eunucos que guardan mis días de reposo, escogen lo que me agrada y se mantienen firmes en mi pacto,

⁵ les daré en mi casa y en mis muros un lugar, y un nombre mejor que el de hijos e hijas; les daré nombre eterno que nunca será borrado.

⁶ Y a los extranjeros que se alleguen al SEÑOR para servirle, y para amar el nombre del SEÑOR, para ser sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo, y se mantienen firmes en mi pacto,

⁷ yo los traeré a mi santo monte, y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

Aquel mutilado que no tenía valor en una sociedad don­de la descendencia lo es todo, ¡de repente lee que ya no es un árbol seco! Podrá tener hijos e hijas espirituales. Aquel eunuco que había sido abochornado en la sinagoga, ¡de repente lee que Dios le ha asignado un lugar en la casa y en la obra del Señor! Podrá servirlo alcanzando una nación para Su gloria. Aquel buscador aislado que no goza de avivamientos ni de las multitudes, ¡de repente descubre que tiene más dignidad y mejor nombre que aquellos que como tú y yo han sido recibidos como hijos e hijas! (Is. 56:5) Para Dios cuenta más que los 99 o los 99 mil. ¡Realmente los eunucos que nos esperan en los desiertos espirituales valen más que cualquier mega iglesia!

¿Por qué el Espíritu Santo está tan interesado en el Eunu­co? ¿Por qué lo aborda en el desierto y no en el templo? ¿Por qué lo guía a comprar un ejemplar de Isaías? Por lo mismo que Jesús declaró cuando echó a los cambistas y por lo mismo que Él nos quiere mostrar ahora: que la iglesia es solamente su casa cuando es “casa… de oración para todos los pueblos”. ¡Casa que va a todos los pueblos! Como Felipe. ¡Que abraza a todos los pueblos! Como al eunuco. ¡Qué llega a los desiertos! ¿Cómo nosotros? Pero aún hay más…

Los eruditos de la Palabra nos dicen que con Pedro predicándole a Cornelio, el Evangelio se abrió oficialmente a los gentiles. Por algo a él se le habían entregado las llaves del reino de los cielos. Con él se abre la puerta del Evangelio para las naciones. Sin embargo, esto no es del todo cierto. ¿Y el eunuco? ¡El gran olvidado! Como las almas en los desiertos espirituales, que son las grandes olvidadas. Pero hay más…

Dios hace esta obra que marca un hito en el cielo y en la tierra con Felipe, quien no tiene ni autoridad rabínica ni apostólica para asumir tal responsabilidad; él es un servidor de mesas… Es como muchos de nosotros los latinos, lo que los gringos llaman un practitioner, porque no tiene doctorados, solamente tiene práctica. Pero ¡gloria a Dios por esa práctica! Pero aún hay más…

En el avivamiento de Samaria el Espíritu Santo no acudió hasta que llegaron Pedro y Juan para imponer las manos y así ratificar la obra hecha, con su autoridad apostólica (Hch. 8:14-15). Por decirlo a nuestra manera, vinieron a poner la bandera de la iglesia de Jerusalén y de la denominación apostólica. Sin embargo, con el eunuco no aparecen para nada. Nadie pudo poner su bandera. ¡Así quiere que hagamos el Señor en los desiertos espirituales! Pero aún hay más…

Felipe fue arrebatado de la escena con tal brusquedad que no le dio tiempo a tomarse una foto con el eunuco. No pudo ponerla en su carta de oración, no le dio tiempo ni a preguntarle el nombre. De forma que la gloria sólo fuera para el Señor. ¡Ni para los Felipes, ni para los Apóstoles, ni para los ángeles! Los Felipes, los eunucos, los desiertos son los grandes ignorados hoy en día por parte del pueblo de Dios y de los hombres. ¡Pero son los grandes héroes y protagonistas para Dios! Porque en el corazón de Dios los menos valorados son los más importantes, son sus predilectos. En nuestras prioridades, ¿estaremos coincidiendo con Su corazón?

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Las preguntas con las que nos quedamos son:

¿Qué lección debemos tomar del hecho que en Isaías el Señor levante las restricciones y prohibiciones sobre los eunucos que había estipulado en Deuteronomio? ¿Qué nos quiere enseñar al entrelazar estos pasajes?

¿A la práctica cómo debe impactar al movimiento evangélico el hecho de que la estrategia del Nuevo Testamento para la iglesia es centrífuga, móvil, peregrina, sin arraigo terrenal, sin buscar riquezas, ni comodidades?

¿Incurre la iglesia de hoy en el mismo error que los cambistas o vendedores de palomas en el Atrio de los Gentiles? ¿Cómo, cuándo…? ¿Cómo debería cambiar el orden de prioridades en la agenda o programa de las iglesias?

Carlos Madrigal es miembro de la Plataforma Española de Misiones (AEE) que busca fomentar la colaboración entre líderes de iglesias locales y organizaciones evangélicas para impulsar la misión transcultural desde España: [email protected]

Extracto, con permiso del autor, del libro "Recomponiendo La Misión Con Jesús – Reflexiones sobre la misión, sobre la tarea global y sus implicaciones para el mundo" (Impresiones 2018) de Carlos Madrigal Mir. Para disponer del libro completo: https://www.amazon.es/dp/8494911279.