viernes, 17 de mayo de 2024   inicia sesión o regístrate
 
Protestante Digital

 
1
 

Poligénesis del protestantismo en América Latina: el caso mexicano, una visión panorámica (4)

Hacia mediados de 1869, la prensa dio noticia del papel preponderante que tenía Sóstenes Juárez en la propagación del naciente protestantismo mexicano.

KAIRóS Y CRONOS AUTOR 84/Carlos_Martinez_Garcia 09 DE JULIO DE 2022 10:00 h
Fachada principal de San José de Gracia, uno de los primeros templos episcopales en México. / Javier Carreto, Wikimedia Commons.

Nota: El siguiente texto es una especie de corte de caja. He publicado cinco libros referentes al cristianismo evangélico/protestantismo mexicano del siglo XIX. En las obras hay datos acerca de los antecedentes de la germinación de unas creencias vistas por el establishment religioso y cultural como ajenas a la identidad nacional, la cual, cabe mencionar, no cayó del cielo sino que fue una construcción colonial erigida a lo largo de tres centurias. Después de finalizada la Colonia, formalmente con la independencia de España, continuó dominando el modelo religioso implantado inicialmente a la fuerza y tomó características peculiares dadas por la población indígena y mestiza. El resumen que hoy inicia da cuenta de, más o menos, medio siglo de gestación del protestantismo endógeno en México, el periodo que va del inicio de México independiente a la llegada de lo que llamo misioneros institucionales, los y las enviados por denominaciones con el fin de iniciar iglesias en el país. La presente serie no incluye las abundantes notas de pie de página que sí están en la versión a ser publicada como libro, por lo cual el tono de lo aquí dado a conocer es casi de crónica periodística.



[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]



 



No con la misma fuerza que el liberalismo político, pero se fue gestando en México un liberalismo religioso en la década de los cincuenta del siglo XIX. Una manifestación clara de este último fue, como antes se señaló, el grupo de los “padres constitucionalistas”. Fueron sacerdotes católicos que se organizaron en 1854, y su movimiento se caracterizó por ser «reformista intracatólico, nacionalista y antirromanista». Los padres constitucionalistas hicieron activismo a favor de la Constitución liberal de 1857, en cuyas sesiones se deliberó acaloradamente sobre la libertad de cultos, pero que, finalmente, no fue aprobada como pugnaban los liberales radicales.



A la solicitud del grupo de sacerdotes disidentes, las autoridades civiles juaristas respondieron otorgándoles en la capital de la nación el templo de la Merced que, por estar en ruinas e inhabilitado para el culto religioso, fue sustituido por el de la Santísima Trinidad. Además de los actos eclesiásticos en este lugar, «el grupo cismático no tuvo más actividad que las frecuentes reuniones en la casa del padre [Manuel] Aguilar [Bermúdez], con la presencia de una docena de sacerdotes cismáticos, a las que se unían el diputado Manuel Rojo y el artesano textil enriquecido, Prudencio G. Hernández, entre otros». El domicilio de Aguilar Bermúdez estaba localizado cerca del convento de la Merced, en el número 4 de la calle de la Hermandad de San Pablo.



En casa de Aguilar Bermúdez se reunió una veintena de personas de distintas edades, incluso menores de edad e infantes. Había lecturas bíblicas, intercambio de opiniones y esporádicamente Aguilar oficia de forma sencilla la Santa Cena, la cual impartía bajo las dos especies, el pan y el vino «los distribuía de rodillas». Esto aconteció antes de la Intervención francesa en México, es decir, entre 1861 y principios de 1862. 



El respaldo del gobierno juarista a los sacerdotes liberales no creó la disidencia religiosa de éstos con Roma y la jerarquía que la representaba en México, sino que le otorgó mejores condiciones para que se expresara. Sería un error concluir que fue el anticlericalismo juarista el único factor que hizo posible el surgimiento de los padres constitucionalistas. Más bien éstos vieron fortalecidos sus esfuerzos por construir un catolicismo diferente (que terminará rompiendo con el tradicional) a la llegada de un régimen favorable a sus ideas. 



El movimiento de los «padres constitucionalistas» tuvo repercusiones en otras partes del país. En 1854, el cura Ramón Lozano participó en la Ciudad de México en las reuniones de los sacerdotes reformistas. El 12 de mayo de 1861, Ramón Lozano, entonces párroco de Santa Bárbara y de Nuevo Morelos, en el estado de Tamaulipas, junto con su feligresía, hicieron público un manifiesto de doce puntos. El encabezado dice «Dios, Libertad y Reforma». Consideraron que era necesario protestar contra 



los obispos que aún siguen usando el carácter tirano, déspota y feroz que ejercían antes de las Leyes de Reforma [juaristas], sin miramientos a ellas ni consideración a los individuos […] que han declinado mucho de la humanidad y mansedumbre que les encargó el fundador de la religión que encabezan, cuando les dijo “yo os envío como corderos entre los lobos,” pudiendo decirse en verdad que hacen el papel contrario, y más bien parecen lobos entre corderos.



El punto primero consigna que las Iglesias de “Santa Bárbara y Nuevo Morelos” acordaron «formar espontáneamente una sola Iglesia, apoyada en las creencias católicas en la libertad de conciencia; según lo explican las leyes nacionales de reforma, por cuya razón se denominará católica, apostólica, mexicana».



[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]



Con el fin de solicitar apoyo externo a los esfuerzos internos que los “padres constitucionalistas” realizaban para impulsar núcleos no católico romanos, en 1862 y 1863 viajan a Nueva York «los sacerdotes [Francisco] Domínguez, [Rafael] Díaz Martínez y [Juan N. Enríquez] Orestes […] para ponerse en contacto con las autoridades de la Iglesia Episcopal». En 1864 el sacerdote Manuel Aguilar Bermúdez y el representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, John W. Butler, entre otros, iniciaron reuniones de carácter evangélico en la Ciudad de México, «en los bajos de la casa núm. 21 de la calle de San José del Real», y después en los altos del edificio.



Como resultado de las gestiones de la delegación de los “padres constitucionalistas” que viajó a Nueva York, visitó la ciudad de México, en 1864, E. C. Nicholson, enviado por el Foreign Comittee of the Board of Missions of the American Episcopal Church. Durante su estancia de algunos meses en la capital del país, Nicholson coadyuvó para conformar la Sociedad Católica Apostólica Mexicana. Al regresar a Nueva York, Nicholson informó entusiastamente de la vitalidad del núcleo liderado por Aguilar Bermúdez:



La causa de la Iglesia reformada ha penetrado profundamente en las mentes y corazones de mucha gente, y si es dirigida con inteligencia será un éxito. Todos los hombres buenos e inteligentes nos tratan con respeto y alegría al conocer nuestros trabajos y propósitos. El trabajo abierto por nuestra iglesia es muy prometedor […] Nosotros creemos que una adoración espiritual y racional de nuestro Salvador suplantará definitivamente las formas paganas de adoración que están en boga en México, y que una verdadera Iglesia Católica Apostólica y Mexicana se moldeará frente a nosotros compensando los sacrificios de los trabajadores y será bendición para toda la gente de esta tierra.



Entre 1864 y 1867 el grupo tuvo reuniones a las que los interesados llegaron mediante invitación de alguno de los integrantes de la célula. Es decir, no difundían abiertamente la existencia del núcleo, aunque tampoco era un grupo cerrado y secreto. Más bien mantuvieron un perfil bajo, en espera de fortalecerse para proyectarse hacia fuera. En 1867 murió Aguilar Bermúdez, y fue sustituido en el liderazgo por Rafael Díaz Martínez y Sóstenes Juárez. 



En 1868 la agrupación se anunció en los periódicos con el fin de dar a conocer la existencia de sus actividades. Es así que, por ejemplo, en uno de los diarios más importantes apareció el siguiente aviso: «El Comité de la Sociedad Evangélica invita a sus amigos, a que concurran al culto reformado, que todos los domingos se practicará en la casa número 21, calle de San José el Real». A partir de entonces el núcleo ganó presencia pública y se agregaron a él conversos y simpatizantes.



Paulatinamente fue ganando el liderazgo Sóstenes Juárez, anteriormente liberal y masón, decidido partidario de Benito Juárez y su férrea lucha contra la Intervención francesa. Sóstenes fue combatiente contra esa intervención y alcanzó el grado de mayor en el ejército juarista. Pocos años después se articularía al trabajo de los misioneros metodistas del sur, conectando a estos con la red de congregaciones que le reconocían a él como líder.



Fue Sóstenes Juárez quien hizo llegar a El Constitucional un comunicado en el que dejó clara la existencia de la Sociedad Evangélica de México. Informó que «ya es un hecho práctico la libertad de cultos entre nosotros, y que está operándose entre nosotros, por este medio, el alejamiento de las antipatías nacionales que tantos males ha producido en lo social». Dicho lo anterior, reprodujo el acta donde quedó asentado que el 15 de agosto de 1868 en el seno del grupo 



fue presentado un niño, hijo del Sr. D. Geo. M. Zinser y de la Sra. Da. Luisa Zinser, nata en Klockenbring, pidiendo a su nombre que en el seno de esta iglesia cristiana sea bautizado conforme a lo instituido por Nuestro Señor Jesucristo. Acto continuo, después de haber leído la Sagrada Escritura para instrucción de los presentes, en la parte referente al acto fue bautizado el niño en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, recibiendo en la frente agua pura, y llevando los nombres de Jorge Alberto, habiendo sido registrado antes, según las leyes de Reforma, en el juzgado civil número 1; ceremonia que se practicó por el C. Sóstenes Juárez, comisionado para este acto […].



Hacia mediados de 1869, la prensa dio noticia del papel preponderante que tenía Sóstenes Juárez en la propagación del naciente protestantismo mexicano. Una nota periodística mencionó que el credo 



gana terreno aquí, que hay congregaciones evangélicas en Miraflores, Amecameca, Zoyatzingo, Ozumba, Ayapango y Cuautla; que todas estas congregaciones se han organizado por los esfuerzos de D. Sóstenes Juárez, conforme al plan de la que existe en la calle de San José el Real núm. 21, y de la cual es presidente dicho señor; y que hay todavía en esta capital otras congregaciones protestantes, además de estas.



Representantes de congregaciones evangélicas de los mencionados lugares tuvieron una reunión en San José del Real, y dado el liderazgo de Sóstenes Juárez, en ese lugar es muy probable que él haya presidido las deliberaciones. 



La primera reunión general de las comunidades evangélicas en la Ciudad de México y entidades aledañas, «viene a mostrar la incipiente organización de los protestantes, que aun antes de la llegada oficial de las misiones [extranjeras] ya había dado algunos pasos firmes en la construcción de la nueva religión en México».



El grupo encabezado por Sóstenes Juárez tuvo comentarios adversos en la prensa católica. Una de estas publicaciones advirtió a sus lectores sobre «una que se llama Sociedad evangélica», la que andaba «esparciendo sus desacreditadas y adulteradas biblias, y adoptando los folletos metodistas que se imprimen y publican en Nueva York por la Sociedad Hispano-Americana de Tratados». Señaló que los integrantes de la Sociedad Evangélica diseminaban su «propaganda contra el catolicismo» en forma similar a como las serpientes atacaban a sus víctimas: «para asegurar mejor su tiro se esconden entre las hierbas y flores, para seducir a los incautos, halagar a los crédulos y hacerse recibir por los ignorantes».



La Sociedad Evangélica de San José del Real mudó el domicilio de sus actividades en la Ciudad de México al callejón de Betlemitas hacia principios del último tercio de 1869. El nuevo lugar era más amplio, y por ello representaba un avance más en el ensanchamiento del grupo, que, como se ha visto, se estaba expandiendo a poblaciones en otras zonas de la república mexicana. 



El naciente protestantismo mexicano, que ya contaba para 1868 en la Ciudad de México con la bien consolidada Sociedad Evangélica, dirigida por Sóstenes Juárez, recibió el apoyo de un misionero llegado de Nueva York. Su nombre es Henry C. Riley, de padres ingleses y nacido en Chile en 1835, educado en Estados Unidos e Inglaterra y ordenado como ministro de la Iglesia Episcopal en 1866. Antes de llegar a México, Riley pastoreaba una Iglesia de habla castellana en Nueva York. Este personaje arribó a nuestro país en continuidad con los primeros contactos establecidos por algunos de los “padres constitucionalistas” con la Iglesia Episcopal de Estados Unidos. Antes que él, y como resultado de la solicitud de ayuda a la Comisión Protestante Episcopal para Misiones Extranjeras, llegó al país, en 1864, el reverendo E. G. Nicholson, cuya estancia duró seis meses. 



Durante su tiempo en México, mayormente en la capital, Nicholson observó que los esfuerzos de los sacerdotes católicos liberales bien podían ser canalizados por la Iglesia Episcopal, pues aunque entre ésta y la Iglesia católica existieran sustanciales diferencias teológicas, en el terreno litúrgico la brecha no era tan pronunciada:



La Iglesia Episcopal está especialmente obligada a introducir su ministerio y culto en esos terrenos porque su servicio es mejor adaptado a las necesidades de la raza española, que las formas y métodos usados por otras denominaciones [protestantes]… tiene una liturgia más evangélica, que además incluye todo lo que es escriturario y católico en el culto español.



Por recomendación de Nicholson, fue enviado a México el pastor Henry C. Riley; éste ya tenía conocimiento y contacto de los “padres constitucionalistas” por haberles conocido cuando una delegación de aquéllos estuvo en Nueva York. Riley llegó a México en diciembre de 1868 o enero de 1869. Para entonces el original grupo no católico romano ya había transitado hacia otro que puede clasificar como protestante. Es necesario subrayar que en otras partes del país se estaban constituyendo al mismo tiempo Iglesias protestantes/evangélicas, destacadamente en Monterrey y Villa de Cos, Zacatecas.



La misionera Melinda Rankin, que inició en 1852 sus intentos de adentrarse al norte de México, cuenta en sus memorias que ella fue el factor definitorio para que Riley decidiera trasladarse a territorio mexicano. No fue del todo así, ya que en el arribo de Riley a México se conjuntaron tanto invitaciones de mexicanos como apoyos de personas en Estados Unidos, por lo cual la versión de Rankin sobre cómo fue ella quien convenció a Riley de trasladarse a la nación mexicana, es poco apegada a los hechos. De todas maneras, se consigna lo que ella dejó plasmado al respecto:



En el verano de 1868, estuve en Nueva York y me encontré con el señor Riley, que desde hacía tiempo era un amigo personal. Nuestra reunión fue en la Casa Bíblica y tras los saludos usuales, me dijo: “Señorita Rankin, ¿por qué no va a la Ciudad de México, donde hay doscientas mil almas, en vez de trabajar en Monterrey, donde sólo hay cuarenta mil?” Respondí que pensaba que estaba en el sitio adonde me había llamado la providencia de Dios; además pensaba que cuarenta mil almas era una buena cantidad. Entonces hice la pregunta: “Señor Riley, ¿por qué no va usted a la Ciudad de México?” “Ah”, me dijo, “no puedo dejar mi iglesia hispánica en Nueva York; apenas ayer una señora cubana se puso a llorar porque escuchó un reporte de que yo me iría”. “¿Qué tan grande es su iglesia y congregación?” “Como dos o trescientos”. “Pero, señor Riley, ¿cree justificado permanecer aquí y predicar a unos cuantos cientos que están rodeados de privilegios evangélicos, cuando podría ir a la Ciudad de México donde hay doscientas mil almas sin un solo predicador del Evangelio?” El señor R. echó la mirada al suelo, y se mantuvo quieto sin hablar durante varios minutos; luego alzó la vista con un rostro alegre y dijo: “Señorita Rankin, voy a ir. El próximo agosto usted escuchará sobre mí en la Ciudad de México.



Eso de que no había “un solo predicador [protestante] del Evangelio”, según Rankin, dejaba fuera a un pequeño, pero decidido grupo de creyentes evangélicos, nacionales y extranjeros, que ya tenían varios años de estar difundiendo su credo no católico. La misma misionera dejó constancia de un informe que Riley envió, desde la capital mexicana, hacia finales del verano de 1869, en el que se denota un ambiente social agitado, pero relativamente hospitalario, para el protestantismo. “Hay un huracán perfecto de sentimiento protestante alzado contra la Iglesia romana. Me siento como si de pronto me hallara yo mismo en la época de la Reforma. Lo mejor que podemos hacer es plantar iglesias e instituciones cristianas tan rápido como sea posible”.



El misionero Henry C. Riley encontró en la Ciudad de México esfuerzos organizativos protestantes a los que se articuló y, en poco tiempo, los encabezó, dada su preparación ministerial y experiencia pastoral. Sin embargo, un grupo tuvo ciertas reticencias hacia Riley, las que tiempo después causarían que algunos líderes nacionales con trabajo organizado antes de la llegada del pastor anglo/chileno decidieran seguir como independientes, primero, y, después vincularse a los metodistas o a los presbiterianos.



En tanto que el sacerdote católico romano Manuel Aguas, por su cuenta leía la Biblia e inició un decidido caminar hacia el protestantismo, Henry C. Riley, en 1869, introdujo la Escuela Dominical y el canto de himnos en el núcleo dirigido por Sóstenes Juárez. Tiempo después Riley mudó sus actividades a un salón situado en la calle de San Juan de Letrán número 12, importante arteria de la Ciudad de México. Las actividades evangélicas iniciaron en este domicilio en la última semana de marzo, tal vez la primera de abril de 1870. Pocas semanas después, debido a que los asistentes colmaron el sitio, se hizo necesario pasar de un culto dominical a cuatro: “La afluencia de personas que asisten los domingos a la congregación de la calle de San Juan de Letrán núm. 12, es tan grande, que habiéndose notado que muchas se quedan de pie o tienen que retirarse, [se] ha dispuesto haya culto a las nueve y a las once de la mañana, y en la tarde a las tres y media y a las cinco”.



Riley multiplicó los espacios públicos dedicados a cultos protestantes cuando compró al gobierno mexicano, a través de Matías Romero, ministro de Hacienda, los templos de San José de Gracia y San Francisco. Dichos lugares iniciaron actividades protestantes, respectivamente, el 23 de abril y el 3 de diciembre de 1871. Paulatinamente ambos lugares, pero sobre todo el primero, se transformaron en centros principales del cristianismo evangélico en la capital del país. 



Los no pocos logros alcanzados por el protestantismo endógeno son tomados en cuenta por observadores atentos a lo que acontecía en el seno de la capital mexicana. Tal es el caso del escritor y combativo periodista Ignacio Manuel Altamirano. El 27 de marzo de 1870, en El Siglo XIX, refirió que deseaba ocuparse “de un hecho que en mi calidad de liberal y de amigo de la tolerancia y de la civilización, no puedo dejar inapercibido”. Mencionó que, en el pueblo de Xalostoc, Tlalnepantla, una congregación protestante de setenta integrantes fue agredida verbal y físicamente. Incluso el “maestro de escuela que es un católico rabioso” y el grupo agresor que le seguía amenazaron con fusilar a los líderes de la congregación evangélica. La protección de sus correligionarios impidió que la turba atacante pudiese cumplir su propósito. De todos modos, los protestantes fueron llevados ante el juez de la localidad. Fuera de las instalaciones judiciales “la multitud se agolpó allí […] comenzó a aullar furiosa y sedienta de sangre: mátenlos, acábenlos, quémenlos, etc., etc.”.



Altamirano narró la posterior liberación de los protestantes y exigió que sus intolerantes atacantes fueran juzgados y sancionados por su conducta contraria a las libertades vigentes. Afirmó que era “preciso ser enérgico para reprimir estas manifestaciones de salvaje intolerancia […] Es hora ya que la tolerancia religiosa sea un hecho práctico y favorecido por las autoridades, como un hecho legal. De otro modo habríamos dado ese gran paso en la vía del progreso, de dicho solamente, y la reforma quedaría trunca”. No sería la primera vez, lo hizo en varias ocasiones, que ocupó su tribuna periodística para denunciar la intolerancia contra las nacientes congregaciones protestantes.



En el verano de 1870, Henry C. Riley realizó una gira de difusión en los Estados Unidos, con el objetivo de informar acerca del trabajo protestante en México, le acompañaron en el periplo John William Butler, de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, y alguien más de apellido Brown. Por sus exposiciones, se desprende que para entonces en el país había «cincuenta y dos congregaciones protestantes cuando, pocos años antes, a un protestante le era negado el derecho a la cristiana sepultura».


 

 


1
COMENTARIOS

    Si quieres comentar o

 

Alfredo
10/07/2022
16:32 h
1
 
Sola (mi interpretación privada de la) Escritura , ignorar o re-interpretar Hebreos 13:17 seduce y halaga al individuo arrogante que siempre supone que 2 Pedro 3:16 nunca se escribió para él sino para los que discrepan de su opinión. "Un huracán perfecto de sentimiento protestante alzado contra la Iglesia romana..." Tal como dejó constancia el informe que Riley envió. Dividir la Iglesia es la obra del hombre, esperemos que el Señor nos reúna para que el mundo crea.
 



 
 
ESTAS EN: - - - Poligénesis del protestantismo en América Latina: el caso mexicano, una visión panorámica (4)
 
 
AUDIOS Audios
 
La década en resumen: teología, con José Hutter La década en resumen: teología, con José Hutter

La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.

 
Intervalos: Disfruten de la luz Intervalos: Disfruten de la luz

Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.

 
2020, año del Brexit 2020, año del Brexit

Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.

 
7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo 7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo

Analizamos las noticias más relevantes de la semana.

 
FOTOS Fotos
 
Min19: Infancia, familia e iglesias Min19: Infancia, familia e iglesias

Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.

 
X Encuentro de Literatura Cristiana X Encuentro de Literatura Cristiana

Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.

 
Idea2019, en fotos Idea2019, en fotos

Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.

 
VÍDEOS Vídeos
 
Héroes: un padre extraordinario Héroes: un padre extraordinario

José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.

 
Programa especial de Navidad en TVE Programa especial de Navidad en TVE

Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.

 
Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia

Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.

 
 
Síguenos en Ivoox
Síguenos en YouTube y en Vimeo
 
 
RECOMENDACIONES
 
PATROCINADORES
 

 
AEE
PROTESTANTE DIGITAL FORMA PARTE DE LA: Alianza Evangélica Española
MIEMBRO DE: Evangelical European Alliance (EEA) y World Evangelical Alliance (WEA)
 

Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.