¿Y la integridad ministerial?: depredadores sexuales en la Convención Bautista del Sur

Nicolás Berdiaeff lo dijo con precisión, “la dignidad de Cristo y la indignidad de los cristianos”. La frase alude a la incongruencia, a veces franca contradicción, con los principios del Evangelio que decimos seguir, pero eclipsamos con las conductas cotidianas. En los liderazgos cristianos evangélicos se da mucho énfasis en la ortodoxia (correcta enseñanza), sin embargo es muy débil el llamado a la correcta práctica (ortopraxis). La integridad de vida es una marca del discipulado referida por Jesús al final del Sermón del Monte. Guardar sus enseñanzas implica, necesariamente, la puesta en práctica de las mismas. El caso de los abusos perpetrados por pastores y líderes de iglesias afiliadas a la Convención Bautista del Sur, en Estados Unidos, debe levantar alertas en otras denominaciones y comunidades de fe.  

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En la mayor denominación protestante norteamericana exploto el escándalo. Tras varias denuncias de víctimas que se hicieron públicas en distintos medios, el Comité Ejecutivo de la Convención Bautista del Sur, no tuvo escapatoria y debió aceptar una investigación independiente, la cual documentó abusos sexuales de casi cuatrocientos pastores y líderes.

Es necesario, me parece, proporcionar algunos datos acerca de los bautistas y la Convención Bautista del Sur (CBS). Los bautistas emergieron en el siglo XVII del puritanismo inglés, movimiento contrario a la Iglesia anglicana. Los puritanos consideraban que el anglicanismo no fomentaba una fe cristiana dinámica y se había plegado a los intereses de la corona británica antes que a cumplir con los principios del Evangelio. Roger Williams formó parte de los puritanos que migraron al Nuevo Mundo. Williams (1603-1683) estudió en la Universidad de Cambridge, semillero del puritanismo. Llegó a Salem, Massachusets, en 1631 y se hizo cargo de una congregación puritana. Roger se unió al movimiento que criticaba el predominio jerárquico en el puritanismo, además que urgió a una separación de la Iglesia de Inglaterra. Expulsado de la colonia puritana, Williams compró tierras en parte de lo que vendría a ser Rhode Island, donde se dio a la tarea de formar comunidades libres de coerción y persecución religiosa, bajo el lema “Dios no requiere uniformidad de religión”. Convencido de los principios bautistas, Williams fundó en 1638, en Providence, Rhode Island, la primera Iglesia bautista de lo que ahora es Estados Unidos (datos en Dictionary of Christianity in America, InterVarsity Press, 1990; y Encyclopedia of Evangelicalism, Westminster John Knox Press, 2002).

Desde sus orígenes los bautistas se caracterizan por afirmar creencias protestantes clásicas, además practican el bautismo de creyentes conscientes de que así se unen voluntariamente a una iglesia local, defienden la separación Iglesia(s)-Estado, practican el gobierno congregacional y no reconocen autoridad de entes externos, aunque tienen lazos de fraternidad con otras iglesias locales que comparten principios que consideran esenciales de la fe cristiana. Cada congregación elige a su pastor. 

La CBS nació cuando los bautistas sureños no aceptaron que organizaciones de las que formaban parte negaran el acceso al liderazgo y posibilidad de ser misioneros a quienes tuvieran esclavos. Decidieron separarse en 1845 y gestaron el nuevo organismo que los aglutinaba fraternalmente para realizar proyectos comunes. Como quedó asentado al principio, la CBS es la mayor denominación protestante de los Estados Unidos, con una membresía de más de trece millones de personas y cerca de 48 mil iglesias locales. La tendencia predominante en la CBS es conservadora y partidaria del tradicionalismo en asuntos éticos.

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El informe independiente es demoledor. En 288 páginas describe los mecanismos de secretismo y encubrimiento que se tejieron desde el año 2000 para proteger a los depredadores sexuales (ver aquí). Para la elaboración del documento y costos legales de la investigación la CBS debió destinar cuatro millones de dólares. Antes del dos mil hubo casos de abusos, pero la investigación está centrada en las últimas dos décadas. Como en el caso de agresiones de la misma índole en la Iglesia católica, fue la persistencia en denunciar de las víctimas la que abrió el camino para que se conociera la complicidad institucional que protegió a los victimarios.

Las y los denunciantes de ataques en iglesias afiliadas a la CBS encontraron que en lugar de sancionar a los atacantes y ser acompañados en denunciar el delito ante instancias legales, primero los liderazgos locales, después los regionales y, finalmente, los integrantes del Comité Ejecutivo de la denominación pusieron en duda que hubiese tenido lugar el abuso sexual. Estigmatizaron a las víctimas al considerar que la motivación para dar a conocer lo padecido era desacreditar la buena reputación del pastor o líder en cuestión. Al igual que como aconteció con los jerarcas católicos, las autoridades de la CBS se preocuparon más porque el prestigio institucional fuera salvaguardado y minimizaron las pruebas y testimonios de quienes sufrieron las agresiones. 

¿Cuál fue el resultado de la cerrazón a las y los denunciantes? Que los depredadores continuaron consumando ataques protegidos por la impunidad que tejió en su favor la estructura denominacional. El informe que documenta los abusos también incluye recomendaciones para construir entornos eclesiásticos seguros para quienes integran las comunidades locales afiliadas a la CBS, así como vías claras para dar cauce a las denuncias de ataques. ¿En la CBS pondrán en práctica los lineamientos anti-abuso?