Existen números irracionales que le dejan a uno perplejo ya que también parecen haber sido empleados por Dios en el diseño del mundo.
El matemático cristiano del siglo XIX, Leopold Kronecker, dijo en cierta ocasión: “Dios hizo los números enteros; el resto es obra del hombre”. Con ello quería darle importancia al uso de dichos números en la aritmética y el análisis por encima de los números irracionales e imaginarios que, a diferencia de los enteros, son aquellos que poseen infinitos decimales. Sin embargo, lo cierto es que existen números irracionales que le dejan a uno perplejo ya que también parecen haber sido empleados por Dios en el diseño del mundo. Entre ellos, cabe mencionar tres: el número “Pi” (π), el número “e” y el número “áureo”. Centrémonos en el primero.
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El pasado 14 de marzo, los matemáticos de todo el mundo celebraron el día del famoso número “Pi” (π), que comienza con 3,141592… y un largo etcétera de decimales que no se acaban nunca. Se eligió este día para su celebración porque el 3.14, en el modo inglés, coincide con marzo día 14 y también con la fecha en que nació Einstein (14 de Marzo de 1879). Hace tres años, la UNESCO declaró este día como el Día Internacional de las Matemáticas. ¿Qué tiene de extraordinario tal número?
Lo primero es que, en realidad, no se trata de un número sino de una proporción constante. Siempre que se divida la longitud de cualquier circunferencia (perímetro) entre su diámetro aparecerá el mismo número “Pi”. Da igual que dicho círculo sea el de la pupila de nuestros ojos, el de un reloj de pulsera o el ecuador de la mismísima Tierra, indefectiblemente el resultado será el número irracional o imaginario 3,1416 (se coloca el 6 para abreviarlo pero esto no es real). Se trata de una constante de la naturaleza en el espacio euclídeo o en el que habitualmente nos desenvolvemos. ¿Qué significa esto último? Pues, que las cosas no son tan simples desde la perspectiva del universo entero. En un espacio como el que sugiere la teoría de la relatividad general, es decir, en el que se da la curvatura del espacio-tiempo, estos valores del perímetro y diámetro de las circunferencias pueden cambiar. De la misma manera en que la suma de los ángulos de un triángulo, dibujado sobre una esfera, pueden valer más de 180 grados, también el diámetro de una circunferencia dibujada sobre un espacio curvo puede ser diferente y su cociente perímetro/diámetro no coincidir con el número “Pi”. Pero, señalada tal salvedad, sigamos con este peculiar número a nuestra reducida escala.
Otra singularidad del número “Pi” es que sus decimales son infinitos y aparentemente no siguen ningún patrón. Los números del 0 al 9 está distribuidos al azar entre dichos decimales y, como no se acaban nunca, resulta posible encontrar muchas combinaciones diferentes. Algún matemático meticuloso podría descubrir incluso el número de su propio DNI escondido entre tal serie de números aleatorios. Al ser infinitos, debería aparecer también su número de teléfono o el de la matrícula de los vehículos con los que se cruce a lo largo de toda su vida. Hasta el presente, se han podido conocer, gracias a las tecnologías de la información, unos 63 billones de decimales del número “Pi” y, por supuesto, no se ha conseguido llegar hasta el final. Simplemente porque no hay final ya que, como decimos, es un número infinito. Es difícil para la mente humana pensar en términos de “infinito”, “eternidad” o “nada absoluta”. Sin embargo, parece que este particular número nos esté hablando precisamente de trascendencia e infinitud. Algunos matemáticos se cuestionan si quizás este número sea el más importante del universo ya que pudiera contener toda la información codificada del mismo. Al ser inacabable su secuencia, podría recoger el ADN de todos los seres vivos del planeta y sería como un registro o una memoria de la creación entera.
Asimismo en la Biblia aparece el número “Pi”. En efecto, en 1ª Reyes 7:23 puede leerse que el rey Salomón “hizo también un gran recipiente de metal fundido, en forma circular, con cinco metros de diámetro, dos metros y medio de altura y quince de circunferencia” (La Palabra). En este texto se describe la construcción de un enorme objeto para el Templo, que tenía una circunferencia de quince metros de perímetro (30 codos) y cinco de diámetro (10 codos). Lo cual, si se divide, nos da el número 3. ¿Dónde están los infinitos decimales? Hay que pensar que el codo no era una unidad de medida milimétricamente precisa y que probablemente en tales mediciones no se tenían en cuenta los decimales. Pero podemos estar seguros que, si se trataba de una circunferencia perfecta, el resultado debía ser el número “Pi”.
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Las matemáticas son el lenguaje mediante el que se expresa el mundo natural. Y éste nos indica que todo, desde las partículas subatómicas hasta las estrellas como el Sol, está conformado por el número “Pi”. Isaac Newton dijo que la naturaleza se reduce al número “Pi” y que quien consiga descubrir su misterio, descubrirá el pensamiento de Dios. También la Biblia nos revela parte de dicho pensamiento y del propósito divino para el ser humano.
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