sábado, 23 de noviembre de 2024   inicia sesión o regístrate
 
Protestante Digital

 
1
 

No está la cosa como para celebrar la muerte

¡Qué fácil es hacer fiesta de la muerte, como si fuera un pasatiempo, cuando no nos toca de cerca!

EL ESPEJO AUTOR 10/Lidia_Martin 01 DE NOVIEMBRE DE 2020 09:00 h
Foto de [link]Jen Theodore[/link] en Unsplash.

Inmersos como estamos en estos días en la “celebración” de lo que se ha convertido en una festividad para muchos, Halloween, me pregunto para cuántas fiestas estamos, en primer lugar, pero sobre todo, para cuántas relacionadas con la muerte, en particular, después de lo vivido en este año.



Tal y como yo lo veo, nunca es buen momento para celebrar la muerte. Celebramos, en todo caso, la vida, la realidad de poder respirar cuando a tantos les está faltando lo básico para poder hacerlo. Desconozco cuántos muertos cercanos hacen falta para que un individuo normal y no desnaturalizado entienda que la muerte es una tragedia profunda, le toque a quien le toque, y que será un extremo al que tendremos que enfrentarnos todos tarde o temprano. Si eso es motivo de celebración, me lo van a tener que explicar mejor, porque yo no lo pillo. Soy así de torpe. 



Hablar de normalidad, en cualquier caso, aplicada a situaciones o a personas, siempre es un asunto harto complicado. 




  • ¿Qué es eso de normal, exactamente? 

  • ¿Es normal lo que todo el mundo haga? 

  • ¿Es normal considerar algo positivamente por el hecho de que lo siga todo el mundo? 

  • ¿Cuánto valoramos la normalidad en estos tiempos? 

  • ¿La usamos como espacio de comodidad y llamamos normalidad a lo que conocemos, o quizá hay muchas normalidades, pero unas nos gustan más que otras? Porque lo normal es que las cosas cambien y lo anormal sería esperar lo contrario. 

  • ¿Llevamos, entonces, demasiado tiempo siendo anormales al tener la expectativa de que todo pasará según las normas que rigen un universo paralelo y no el nuestro? 

  • ¿O, como lo hace todo el mundo, los raros somos los que proponemos algo diferente?



Desde luego, todo esto es complejo de entender y de definir. Y luego están las dificultades de comprensión que cada uno tenemos, claro. Yo me reconozco aún incapaz de encontrar una explicación a por qué tenemos esa extraña obsesión por importar todo lo malo, lo desagradable, lo que nos convierte en gente más insensible, más ajena a la vida, más cercana a lo oscuro que a cualquier otra cosa. Qué gracia tiene disfrazar a tu hijo pequeño con un artilugio que simula que un hacha le parte la cabeza en dos, por ejemplo. Ya el simple hecho de estar escribiendo la frase me da escalofríos. No les puedo describir lo que me produce ver la escena, cada año, mientras se lleva a los niños de esta guisa al colegio. ¿Es que hemos perdido la sensibilidad completamente? ¿Es que no somos capaces de reaccionar ante una evocación tan clara de algo que, en la vida real, nos horrorizaría y evitaríamos a toda costa?



No comprendo, ni comprenderé, la fascinación por el drama, por la muerte, por convertir en un circo y en un gran negocio la tragedia que significa desaparecer del mundo, la separación de los que uno quiere y que le quieren, el sufrimiento y la tortura, el gore cutre y la violencia gratuita. ¡Qué fácil es hacer fiesta de la muerte, como si fuera un pasatiempo, cuando no nos toca de cerca! ¡Y cuán de tontos es hacerlo encima, perdonen, cuando alrededor nuestro no para de morir gente de forma más evidente que nunca! Me gustaría saber si quienes han perdido familiares y amigos en este tiempo decidirán saltarse la “celebración” este año. Sospecho que lo harán, o espero que lo hagan. Y ojalá sea contagioso para los años siguientes, porque este 2020 debería enseñarnos de forma especial que la muerte nunca fue un juego y que, desde luego, nunca está tan lejos como nos imaginamos. Cuánto tardamos en decretar lutos y qué poco vamos a tardar, me temo, en priorizar de nuevo la fiesta y el desarraigo emocional, porque nos gusta más una celebración que cualquier otra cosa, toque o no toque.



Convivo en mi profesión a diario con el drama que significa superar la muerte de cualquiera a quien se ama, más cuando es inesperada y “a destiempo” (¿y cuál no lo es?). Y al observar en comercios, decoraciones, publicidad y series de televisión –solo por mencionar algunos foros– toda la devoción que esto suscita, me pregunto hasta qué punto no se nos ha ido la cabeza a buena parte de la población. 



Los “enajenados”, aparentemente, somos los que a día de hoy, en pleno siglo XXI, seguimos decidiendo creer en Dios y en la vida. Se nos tilda de medio estúpidos por depositar fe en lo que no podemos ver (¿en qué, si no, para hablar de fe realmente?). Pero los “listos”, “maduros”, “evolucionados”, o los que así se consideran, aún contemplando de cerca, como ahora, el dolor y el drama profundo que significa la muerte, no la quieren ver y, si la consideran, es para hacer fiesta y chiste con ella. No sé si a ustedes les cuadra, pero yo sigo sin pillarlo.




  • ¿No estamos llamando a lo malo bueno, y a lo bueno malo? 

  • ¿No resuenan algunos avisos antiguos en nuestra cabeza, a los que estamos familiarizados con el texto bíblico? (Isaías 5:20, por ejemplo)

  • Y a los que no, ¿no les llama nada verdaderamente la atención de todo esto?



La muerte es algo que siempre deberíamos tener en cuenta. No para vivir amargados, ni porque tengamos un sentido masoquista en cuando a la forma de plantear la vida. Pensamos en la muerte porque amamos la vida y porque querríamos mejorarla para poder llamarla VIDA, con mayúsculas y, una vez hecho esto, prorrogarla indefinidamente. Se llama “sentido de eternidad” y es mucho más que a lo que aspira la ciencia. Tiene que ver con entender que hay mucho más en nosotros que unos años de vida aquí, con comprender que la muerte truncó todo lo que las personas podrían llegar a ser, y que aún no queremos renunciar a eso, porque puede reorientarse. Ni la vida es VIDA, ni la muerte resuelve el conflicto, porque con desaparecer de la Tierra no acaba todo. Solamente lo visibiliza, porque después de esta vida hay más.



En España, tradicionalmente el 1 de noviembre ha sido el Día de Todos los Santos. Siempre fue una jornada en la que recogerse, meditar, recordar y honrar a quienes hemos perdido por el camino. No era una celebración. Nunca lo fue como tal. Era un día para la reflexión que hoy hemos desvirtuado completamente llevándola a otra fecha que, por cierto, qué casualidad, coincide con el aniversario de la Reforma Protestante, un tiempo de revolución espiritual profunda que removió los cimientos de lo establecido y desvirtuado, y obligó a volver a examinar de cerca el mensaje de Dios para nosotros, rechazando adendas y tradiciones humanas. 



Si, viendo este tipo de cosas, no somos capaces de trascender con nuestros ojos lo inmediato, y contemplar con asombro la lucha cósmica que se está produciendo constantemente entre el bien y el mal ante nuestros propios ojos, tomándonos como rehenes por el camino, estamos demasiado absortos fijándonos en la corteza de cualquier  árbol y perdiéndonos el bosque. 



Recordar a los que no están es un ejercicio de amor y de respeto, de honra profunda y de valoración acerca de la propia vida. Desde un sano sentido debería llevarnos a considerar más y mejor los días que se nos regalan para pasar aquí. Pero, sobre todo, a girar la vista hacia donde el Dador de la Vida está, y reconciliarnos con Él y con Su forma de ver el mundo que le rechaza, desde el amor y una llamada perpetua a examinar nuestros caminos. Celebrar al Creador, en definitiva, y procurar volver al camino que dejamos atrás, pero que se nos muestra en Cristo.



Quizá este año podríamos importar la fiesta de Acción de Gracias, si es que tenemos que importar alguna o, mejor aún, hacer del agradecimiento una costumbre permanente que nos permita ser lo que siempre debimos ser: amantes de la Vida y no de la muerte. 


 

 


1
COMENTARIOS

    Si quieres comentar o

 

Javier
03/11/2020
13:09 h
1
 
Buen artículo y buena escritora. Sin duda alguna ungida por Dios.
 



 
 
ESTAS EN: - - - No está la cosa como para celebrar la muerte
 
 
AUDIOS Audios
 
La década en resumen: teología, con José Hutter La década en resumen: teología, con José Hutter

La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.

 
Intervalos: Disfruten de la luz Intervalos: Disfruten de la luz

Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.

 
2020, año del Brexit 2020, año del Brexit

Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.

 
7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo 7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo

Analizamos las noticias más relevantes de la semana.

 
FOTOS Fotos
 
Min19: Infancia, familia e iglesias Min19: Infancia, familia e iglesias

Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.

 
X Encuentro de Literatura Cristiana X Encuentro de Literatura Cristiana

Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.

 
Idea2019, en fotos Idea2019, en fotos

Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.

 
VÍDEOS Vídeos
 
Héroes: un padre extraordinario Héroes: un padre extraordinario

José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.

 
Programa especial de Navidad en TVE Programa especial de Navidad en TVE

Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.

 
Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia

Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.

 
 
Síguenos en Ivoox
Síguenos en YouTube y en Vimeo
 
 
RECOMENDACIONES
 
PATROCINADORES
 

 
AEE
PROTESTANTE DIGITAL FORMA PARTE DE LA: Alianza Evangélica Española
MIEMBRO DE: Evangelical European Alliance (EEA) y World Evangelical Alliance (WEA)
 

Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.