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J.I. Packer y el documento “Evangélicos y católicos juntos” (1994): un análisis

El propósito de este artículo es discutir las razones por las que Packer firmó este documento y ofrecer algunas observaciones críticas al considerarlas.

DESDE ROMA AUTOR 477/Leonardo_De_Chirico TRADUCTOR Rosa Gubianas 15 DE AGOSTO DE 2020 22:30 h
Imagen de [link]Chad Greiter[/link] en Unsplash.

La iglesia global tiene una deuda de gratitud con James I. Packer (1926-2020). Junto con gigantes del calibre de Carl Henry (1913-2003) y John Stott (1921-2011), durante la segunda mitad del siglo XX ha encarnado la teología evangélica en su mejor momento, especialmente en temas como la autoridad de las Escrituras, la expiación penal sustitutiva, la interacción entre teología y espiritualidad, las conexiones entre la iglesia histórica (especialmente los puritanos) y nuestro tiempo y el llamado a la santidad. Sus lúcidos y profundos escritos han alimentado al menos dos, si no tres generaciones de evangélicos y los ha desafiado a mantenerse fieles a la fe bíblica histórica. Junto con millones de cristianos, la lectura de Conociendo a Dios como un joven creyente fue un hito en mi vida. Considero a Jim Packer como un "padre" de la teología evangélica actual, a lo largo de cuya trayectoria también deseo y espero ser identificado.



Esto quiere decir que si me atrevo a criticar una instancia menor, aunque significativa, de su participación teológica, lo hago con un inmenso respeto y espero que con una cortesía similar a la que caracterizó a Packer en su propia forma de manejar la controversia.



No es un secreto que en la biografía teológica de Packer su participación en la iniciativa "Evangélicos y Católicos Juntos" ha desconcertado a muchos de sus admiradores. Cómo un teólogo tan sólido estuvo predispuesto a firmar documentos teológicamente borrosos y alentar actividades ecuménicas confusas ha sido una pregunta permanente en la mente de muchas personas. El propósito de este artículo es discutir las razones por las que Packer firmó la ECT y ofrecer algunas observaciones críticas al considerarlas.



 



Parte del ECT desde sus comienzos



"Evangélicos y Católicos Juntos" (ECT, por sus siglas en inglés) es el título de un documento publicado en 1994, pero también es el nombre de un diálogo informal continuo que ha tenido lugar en el contexto de los EE.UU, desde entonces. Iniciado por Chuck Colson y Richard Neuhaus, reunió a cristianos que están confesionalmente divididos pero que comparten preocupaciones similares por el desmoronamiento del ethos cristiano de la sociedad americana bajo el ataque de las tendencias relativistas del pensamiento. En esta violenta "guerra cultural", los evangélicos y los católicos se encontraron luchando en el mismo bando conservador y descubrieron un nuevo tipo de acercamiento posible, "un ecumenismo de las trincheras". La convergencia, sin embargo, no es simplemente un punto de vista común sobre cuestiones sociales, sino que se dice que es "una alianza teológicamente arraigada". Así pues, la sección de la ECT "Nos enfrentamos juntos", que se centra en cuestiones de "guerra cultural", está precedida por la sección "Afirmamos juntos", en la que se informa de una confesión básica de fe. A continuación, la sección programática "Testificamos juntos", en la que se prevé un compromiso común con la misión cristiana, conlleva el objetivo de “no hacer proselitismo” entre los cristianos profesos (pensando especialmente en América Latina en las zonas de relaciones tensas entre católico romanos y evangélicos). El modelo de "nosotros juntos" es omnipresente en la ECT y contiene la indicación de un cambio significativo en la percepción evangélica del catolicismo romano.



He explorado en otros lugares el contexto histórico y las imperfecciones teológicos de la iniciativa ECT, es decir, “Christian Unity vis-à-vis Roman Catholicism: A Critique of the Evangelicals and Catholics Together Dialogue”, Evangelical Review of Theology, ("La Unidad Cristiana frente al Catolicismo Romano: “Una crítica del diálogo entre evangélicos y católicos”, Revista Evangélica de Teología) 27:4 (2003) 337-352. No es necesario repetir esa evaluación. En general, la ECT habla con sentimentalismo del sentido de "unión" a expensas de la claridad teológica y confunde la necesidad de la co-beligerancia en cuestiones morales y sociales con un llamamiento a la unidad y la misión común entre evangélicos y católicos. Estas dos faltas son asuntos serios. Para el propósito de este artículo, lo que llama la atención observar es la participación activa de Jim Packer en toda la iniciativa de ECT hasta ahora. Su firma aparece al final de todos los documentos del ECT hasta 2012: "Evangélicos y Católicos Juntos" (1994), "El Don de la Salvación" (1997), "Tu Palabra es Verdad" (2002), "La Comunión de los Santos" (2003), "El Llamado a la Santidad" (2004), "Que tengan Vida" (2006), "Haz lo que Él te diga": La Santísima Virgen María en la fe y la vida cristianas" (2009), y "En defensa de la libertad religiosa" (2012). Mientras que otros firmantes evangélicos han ido y venido, apareciendo y desapareciendo (algunos tal vez se sienten perplejos acerca de la ECT con el tiempo), Packer ha sido un fiel y convencido partidario de la ECT. ¿Por qué es así?



 



"Por qué lo firmé"



Por supuesto, la participación de Jim Packer en la iniciativa ECT ha suscitado mucha controversia entre los evangélicos desde el primer día, especialmente en lo que respecta a su apoyo a las dos primeras declaraciones: "Evangélicos y católicos juntos" (1994) y "El don de la salvación" (1997). Las críticas posteriores a la primera declaración le llevaron a escribir un artículo titulado "Por qué lo firmé" (Christianity Today, 12 de diciembre de 1994, págs. 34 a 37) para responder a ella. Vale la pena considerar sus razones porque despliegan el enfoque de Packer sobre cuestiones ampliamente relacionadas con la unidad y la cooperación.



Después de expresar su sorpresa "por la violencia de la reacción inicial protestante", Packer afirma lo que considera posible y factible: "He pensado durante mucho tiempo que la colaboración informal de base con los católico romanos en el ministerio es el tipo de ecumenismo más fructífero que se puede practicar hoy en día". Observemos estos tres puntos:



1. El nivel de colaboración que preveía era el de base, informal y personal, más que el institucional y eclesiástico.



2. Los socios involucrados, o sea, los católico romanos individuales los prefería a los de la Iglesia Católica Romana como tal.



3. El tipo de relación con los católico romanos consistiría en la colaboración entendida como una forma de "ministerio" y "una especie de ecumenismo".



Luego Packer continúa argumentando por qué "el sistema romano" es "inaceptable". Es consciente de que el catolicismo romano es un todo integrado que es "teológicamente defectuoso", sobre todo porque malinterpreta la naturaleza de la Iglesia, desdibuja la justificación por la fe y atribuye infalibilidad a los pronunciamientos de la Iglesia. De hecho, "los sistemas de las iglesias protestante y católica se oponen". Packer muestra conciencia de la naturaleza sistémica del catolicismo romano, sus principios no bíblicos, y su postura opuesta con respecto a la fe protestante evangélica. En una entrevista unos años más tarde, Packer arguye: "El catolicismo romano como sistema se ha definido a sí mismo de una manera que no está en sintonía con la Biblia en toda una serie de cuestiones clave relacionadas con la vida y la fe cristianas y se ha limitado de manera irreformable" ("Disciplina del debate", Evangelicals Now, Nov 2000, p. 13).



Dicho esto, en el artículo "Por qué lo firmé" Packer piensa que "los buenos protestantes y los católicos están unidos en el único cuerpo de Cristo". Como ya se ha visto, Packer distingue entre los católicos individuales y la Iglesia Católica. Si la Iglesia Romana como sistema es "inaceptable", ¿quiénes son estos "buenos católicos"? Son "creyentes de la Biblia, cristianos que honran a Cristo y tienen el poder del Espíritu, que juntos resistirán las muchas formas de teología desintegradora: relativista, monista, pluralista, liberacionista, feminista, o lo que sea, que plagan tanto el protestantismo como el catolicismo en la actualidad". En otras palabras, son católicos "espiritualmente vivos" y teológicamente conservadores.



En la segunda parte del artículo, Packer recuerda tres ejemplos recientes de colaboración entre los evangélicos y los católicos que precedieron a ECT y que, por lo tanto, allanaron su camino:



1. La "co-beligerancia" de Francis Schaeffer en el frente del aborto, que vio a los evangélicos y los católicos trabajando codo con codo;



2. El evangelismo cooperativo de Billy Graham, que incluía iglesias de cualquier tipo; y



3. Las reuniones carismáticas donde la distinción entre protestantes y católicos se desvaneció.



A la luz de estos precedentes, en opinión de Packer la ECT debe considerarse un desarrollo legítimo y oportuno que trata de formular "a nivel de principio un compromiso que muchos ya han asumido a nivel de práctica". Packer es consciente de la necesidad de seguir reflexionando sobre el tema. Esta es la razón por la que, al final del artículo, hace referencia a un documento de estudio, a saber, "Resoluciones para el diálogo católico romano y evangélico" (Reforma moderna, 1994), redactado junto con Michael Horton para proporcionar algunas "sugerencias de agenda" para el futuro. Con la ayuda de este documento de siete puntos, del cual Packer se atribuye el mérito ("redactado por Michael S. Horton, revisado por J.I. Packer"), evaluaremos ahora sus propias razones para firmar la ECT y para participar en toda la iniciativa de la ECT. La evaluación tratará de ser justa con los criterios teológicos de Packer tal como se presentan en estas "Resoluciones".



 



¿Por qué fue inconsistente?



Como escribí en la introducción, considero a Packer un gigante de la teología evangélica actual, de cuya erudición y espiritualidad todos tenemos mucho que aprender. Aun así, creo que sus compromisos "ecuménicos" han mostrado una debilidad significativa en su estatura teológica general. Sus propias "Resoluciones" muestran un grado de inconsistencia entre lo que afirma allí y lo que hizo en y a través de la ECT.



El punto nº 1 de las "Resoluciones" argumenta claramente que "aunque tanto los evangélicos como los católico romanos afirman los credos ecuménicos, no vemos este consenso católico como una base suficiente para declarar que existe un acuerdo sobre todos los elementos esenciales del Evangelio". Mientras que gran parte de la iniciativa ECT tiene mucho de la supuesta "base de credo común" entre los evangélicos y los católicos, Packer aquí reconoce fácilmente que cualquier cosa que podamos hacer de esa admitida base común no muestra que los dos grupos se adhieran al mismo Evangelio. El punto nº 6 niega claramente que "en su actual confesión (la Iglesia Católica Romana) es una comunión cristiana aceptable". El presunto "consenso" entre los evangélicos y los católicos no se refiere a los "elementos esenciales del Evangelio", sino que la ECT argumenta lo contrario. El Packer de las "Resoluciones" está en conflicto con el Packer de ECT.



El punto nº 2 subraya la importancia crucial de la doctrina de la justificación solo por la fe. "Si bien observamos con agrado en la moderna exposición católico romana un énfasis creciente en Cristo y las promesas bíblicas como objetos de fe y confianza, vemos la justificación por la fe solamente como una esencia del Evangelio en la que continúa el desacuerdo radical, y negamos la adecuación de cualquier versión del Evangelio que se quede corta en este punto". Esta es la posición histórica evangélica. Desafortunadamente, Packer firmó en 1997 el documento ECT "The Gift of Salvation" [el don de la Salvación] que, sin retractarse de Trento y de la tradicional enseñanza católico romana sobre la justificación, dice que la controversia sobre el mismo ha terminado. Hay una clara contradicción entre lo que escribió en las "Resoluciones" y su firma en el texto del ECT.



El punto nº. 3 señala que "estamos radicalmente en desacuerdo con la enseñanza del Concilio Vaticano II de que los incrédulos pueden ser salvados por sus buenas obras, aparte de la fe en Cristo". Es justo, pero esta enseñanza fue respaldada por Juan Pablo II y especialmente por el Papa Francisco, bajo el cual se ha llevado a cabo toda la iniciativa del ECT. Esta enseñanza no bíblica de Roma es otro golpe a la afirmación de la ECT de que los evangélicos y los católicos pueden afirmar juntos lo suficiente del Evangelio para estar unidos en una misión común.



En el punto nº 4 se argumenta que, si bien se justifican las causas comunes sobre cuestiones morales y culturales en la sociedad, "es incorrecto considerar esa cooperación entre los cristianos como una acción eclesial usual en el cumplimiento de una misión eclesial común". Las "Resoluciones" sostienen que la cooperación es una cosa, la misión es otra. Como señaló Francis Schaeffer, mientras que la "co-beligerancia" es posible entre personas de diversas persuasiones, la "misión" del Evangelio sólo es posible entre los creyentes en Jesucristo sobre la base del Evangelio. Los dos deben distinguirse teológica y misiológicamente. Sin embargo, los documentos de la ECT comúnmente los confunden y los desdibujan. Incluso Packer combina los dos en su artículo "Por qué lo firmé" cuando habla de "colaboración", "ministerio" y "ecumenismo" indistintamente, como si fueran lo mismo (que no lo son). Esto es quizás uno de los efectos más negativos a largo plazo de toda la iniciativa ECT, es decir, desdibujar el lenguaje de la unidad cristiana y la misión del Evangelio al confundir la cooperación en las batallas sociales y culturales con la unidad en la misión del Evangelio. En este sentido, Packer no ha ayudado adecuadamente a los evangélicos a discernir las cuestiones en juego. Su ampliamente reconocida precisión en el lenguaje teológico no se practicó de manera consistente en ECT.



El punto nº 5 subraya la pasión evangélica por la unidad de los cristianos según el Evangelio. A este respecto, subraya el hecho de que "negamos que las doctrinas definidas de la infalibilidad de la Iglesia, el primado papal, la justificación según Trento, la transubstanciación y el sacrificio eucarístico, y la inmaculada concepción y asunción de María, puedan probarse a partir de la Escritura, y no podemos aceptar ninguna forma de acción que parezca implicar un acuerdo con ellas". Por lo tanto, la unidad visible no es posible no sólo con la Iglesia Católico Romana institucional, sino también con las personas que están convencidas de estas doctrinas no bíblicas. Este mensaje es muy diferente del tipo de ecumenismo ECT en el que Packer ha estado involucrado con católicos incondicionales y devotos que son 100% católicos tradicionales en todas estas doctrinas no bíblicas.



El punto nº 6 expande lo que Packer quiere decir cuando se refiere a los católicos individuales "espiritualmente vivos". "Afirmamos que los católicos romanos individuales que por cualquier razón no asumen conscientemente las definiciones precisas del Magisterio Católico Romano en cuanto a la justificación, la única mediación de Cristo, la relación entre la fe y los sacramentos, el monergismo divino del nuevo nacimiento, y asuntos similares de convicción evangélica, pero que piensan y hablan evangélicamente de estas cosas, son en realidad nuestros hermanos y hermanas en Cristo, a pesar de la posición oficial de Roma". Es sorprendente notar que todos los católico romanos firmantes del ECT (por ejemplo Avery Dulles, Richard Neuhaus, Thomas Guarino) ¡no encajan en esta categoría! Todos ellos están 100% convencidos de cada parte de la enseñanza católico romana (incluyendo las partes no bíblicas) tal como se define oficialmente. Son católico romanos completamente orbitados: papales, marianos, tridentinos, católico romanos del Vaticano I y II. No son católico romanos "a pesar de la posición oficial de Roma", sino defensores incondicionales de ella. Pueden "sonar" evangélicos en ciertas facetas, pero son totalmente católico romanos en todos los aspectos. La ECT no fue firmada con católicos "creativos", ni con católicos críticos de ciertos aspectos de su iglesia. Cuando la ECT habla de unidad y misión común lo hace junto con personas que se identifican como 100% católico romanos, sin ninguna incertidumbre sobre su identidad católico romana. Aquí la inconsistencia de Packer con su propio criterio es nuevamente evidente.



Terminando la evaluación, es justo escuchar a Packer de nuevo. Al defender su participación en la ECT escribió: "No buscamos la unidad cristiana a expensas de la verdad cristiana" (T. George, T.C. Oden, J.I. Packer, "The Biblical Gospel", First Things, June/July 1998, p. 9). En otro lugar, escribió de nuevo que sus esfuerzos eran del tipo "un ecumenismo de convicción, no un ecumenismo de acomodación". ("Una carta abierta sobre el don de la salvación", Christianity Today, 27 de abril de 1998). Todo esto es cierto. Sin embargo, hubo evaluaciones poco realistas y aplicaciones equivocadas y obstinadas en su propio trato con el catolicismo romano. En todo el ámbito de cómo relacionar la fe evangélica con los conservadores de otras tradiciones cristianas (es decir, anglo-católicos, católico romanos, ortodoxos orientales tradicionales), no ha sido una guía fiable para los evangélicos.



El Packer que ayudó a los evangélicos a ver y apreciar "la lógica de la sustitución penal" no les ayudó a ver "la lógica de la unidad cristiana" de la misma manera útil. En esto último fue inconsistente, por decir lo menos. El Packer que tan provechosamente descubrió las riquezas de una "espiritualidad sistemática" evangélica no ayudó a apreciar sus implicaciones en el área del ecumenismo. Fue bastante ecléctico en esto último. Mientras celebramos el generoso legado evangélico de Jim Packer con el deseo de seguir sus pasos, también deberíamos ser conscientes de sus debilidades, especialmente cuando trató de resolver lo que el Señor Jesús quería decir cuando oró "para que sean uno" (Juan 17:21).


 

 


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COMENTARIOS

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Samuel C Samuel
17/08/2020
15:44 h
2
 
Gracias por el análisis; no se puede juntar luz y tinieblas, como no se pueden juntar los ídolos con el Señor. Las buenas intenciones no son bastan.
 

Alfredo
16/08/2020
17:13 h
1
 
Los evangélicos intransigentes deberían reflexionar sobre por qué ortodoxos orientales y católicos (romanos, como nos quieren llamar) aceptamos la "la lógica de la sustitución penal", sin desechar la enseñanza bíblica de que somos justificados en su sangre por su Resurrección (Rom. 4:18-25). Los católicos (que pensamos que Trento es bíblico) rechazamos pelagianismo y semipelagianismo. Hay mucho para dialogar, todos creemos que la Biblia está de "nuestra" parte.
 
Respondiendo a Alfredo

Miguel
20/08/2020
18:07 h
3
 
Su comentario es sorprendente. Primero nos descalifica en un medio protestante. Después confunde los ortodoxos orientales ( no calcedonios ) con los ortodoxos del este. Así mismo la sustitución penal es expiatoria e imputacional, pero llamarle "lógica"...al menos para mi es novedad. La enseñanza vaticana es semipelagiana. Hay mucho que dialogar, pero no de la manera que usted propone Alfredo.
 



 
 
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