¡Ha estallado la Tercera Guerra Mundial!

Ciertamente estamos viviendo una virulenta crisis biológica que no respeta banderas blancas, ni estatus social, ni edades…Tampoco consiste en el enfrentamiento de una parte de la humanidad contra la otra, como si de un enemigo a batir se tratara. Más bien se trata de un enemigo invisible que es ferozmente letal y que ataca despiadadamente a toda la humanidad. La especie humana está siendo amenazada hoy en día por un peligro que no conseguimos vencer fácilmente, tal como es el coronavirus.  

En nuestro mundo se libran multitud de batallas políticas, económicas, cibernéticas, militares y audiovisuales; pero a todas estas se les añade un nuevo peligro mundial, ya preconizado en diferentes distopías de la literatura universal y del cine, y no es precisamente una conflagración nuclear: se trata de la tan temida guerra biológica. Muchos nos preguntamos: --¿Cómo y con qué propósito se ha desatado tal crisis virológica contra toda la humanidad?-- Y, por supuesto, no quiero aludir a las tesis conspirativas por no añadir más pesimismo e incertidumbre a las ya existentes. Si habláramos de una posible invasión marciana, seguro que entraríamos en pánico colectivo; pero no es así, unos diminutos agentes patógenos están sorteando nuestro sistema inmunitario tratando de colapsarlo y este polen maléfico se ha extendido por todo el planeta. Buscamos comparaciones con otras crisis sanitarias de antaño y, aunque estamos en mejores condiciones tecnológicas y científicas, esta crisis nos sigue superando en mucho al no disponer a corto plazo de una vacuna efectiva. En parte, hemos asumido que esta plaga está cambiando nuestras vidas en muchos aspectos y que sus efectos están paralizando la economía mundial, produciendo consecuencias colaterales devastadoras. 

¡Señoras y señores, ha estallado la tercera guerra mundial! Algo que nos parecía casi imposible de creer. Las grandes guerras de hoy en día se deciden en los despachos de logias financieras secretas, también se dirimen en el espacio cibernético y, sospechosamente, en los laboratorios del gran gigante asiático. 

Sin embargo, detrás de estas guerras simultáneas que enardecen el panorama mundial, hay una auténtica guerra en el mundo espiritual entre fuerzas angelicales e infernales que tratan, por una parte de crear un caos total y, por otra, frenar la destrucción de millones de vidas humanas, cerrando paso a este perverso espíritu destructor que odia a la raza humana por estar hechos a la imagen de Dios. Y aunque ya nos encontramos muy cerca del fin, por muy alarmante que a algunos les parezca, todavía no hemos llegado al final de los finales. 

El Dios que nos ama tiene un ejército de salvación aquí en la tierra, más allá de la ingente y sacrificada fuerza sanitaria a la que rendimos honores y que tanta falta nos hace a todos. Nosotros, los cristianos convictos y confesos, somos su ejército de amor y compasión en medio de esta confusión reinante. Desde nuestro cuartel general celestial se nos recuerda “que más son los que están con nosotros que los que están con ellos (las huestes espirituales de maldad)”. El volante de la historia no lo conducirá el siniestro “anticristo”, ni mucho menos, sino el Soberano de los reyes de la tierra que es nuestro Señor Jesucristo, porque nuestro Dios reina y está en su trono por encima de todos los avatares humanos. Por esa gloriosa razón, declaramos en fe y en verdad que la guerra final y más épica de todos los tiempos en el valle de Josafat está totalmente ganada de antemano ¡¡Aleluya!!