El evangelio, por el impacto y el contenido transformador que contienen sus valores, está llamado a redimir la cultura, sin menoscabo de su esencia.
En ninguna parte ni época el evangelio se da en el vacío. El evangelio es la verdad transformadora y activa que Dios ha declarado y ha puesto a disposición del hombre para alcanzarlo en su estado caído, en su condición de pecador malogrado y oprimido.
Desde el surgimiento de la iglesia cristiana, la cultura como forma de los hombres vivir y recrear el mundo en sus más diversas expresiones ha sido una realidad llamada siempre a ser tomada en cuenta, ya que todo acto de proclamación del evangelio es una intervención en la cultura. En todo caso el evangelio, por el impacto y el contenido transformador que contienen sus valores, está llamado a redimir la cultura, sin menoscabo de su esencia.
La cultura es una forma particular de interpretación del mundo y de la vida. Se trata de un universo de significaciones entrelazadas que tiende a imponerse de forma persuasiva a las personas inscrita dentro de su ámbito de influencia. El evangelio y sus principios deben permanecer sin acomodarse a ideologías, creencias y filosofías que vayan en desconocimiento de la verdad revelada en las Escrituras
El evangelio es la declaración de Dios a través de su Hijo Jesucristo de que todos los hombres tienen por la fe en Él y en su obra redentora la oportunidad de alcanzar la salvación. Todos tenemos la oportunidad de establecer comunión con Dios y ser nuevas criaturas para conformar una nueva creación dentro de nuestras respectivas culturas.
El evangelio, aunque es universal y está dirigido a todos los hombres y mujeres, opera en y a través de la cultura en su diversas dimensiones. El evangelio no constituye una abstracción fuera de la realidad histórica y concreta en la que vive el hombre, sino que Jesucristo alcanza al hombre en su cultura y es dentro de ella que cada individuo está llamado a proclamar y a vivir su fe.
Es importante conocer hasta dónde lo que concebimos como el evangelio está cargado de valores culturales y prácticas que no se corresponden con lo establecido en las Escrituras. Hemos sido dependiente de un evangelio-cultura del que no hemos logrado sacudirnos del todo. Muchos de los valores culturales que hemos heredado los conservamos como si fueran verdades supremas del evangelio. En ocasiones somos más fieles a estos valores que a la misma Palabra de Dios.
Estamos llamados a vivir un evangelio que discierna la cultura, que la juzgue, que desestime sus falsos valores y que asuma y reoriente aquellos que son coincidentes con el propósito de Dios revelado en su Palabra. El evangelio contiene normas y prácticas que riñen con algunas manifestaciones de determinadas culturas, aunque nunca con el hombre, con los valores que dignifican y contribuyen al proyecto de realización plena e íntegra del ser humano establecido en las Escrituras.
Desde cualquier ángulo que se analice el asunto, lo más importante es tener un concepto claro de lo que es el evangelio y de su relevancia dentro de cualquier cultura. Solo así estaremos en capacidad de dar un efectivo testimonio cristiano, de someternos en obediencia a la Palabra de Dios y de vivir un evangelio a plenitud que impacte poderosamente dentro de nuestro propio marco cultural.
En años anteriores la misión de la iglesia se enfrentaba a culturas locales que eran más dóciles para asimilar cambios. En la mayoría de las veces el evangelio que venía con las misiones nos influenciaba mucho con su cultura. A las poblaciones evangelizadas les era más fácil recibir y adoptar patrones culturales foráneos. Estas comunidades tendían a abrirse a un evangelio cultura sin mayores cuestionamientos.
Hoy vivimos en una cultura que avanza con una tecnología acelerada y cambiante. Esta cultura global ha tenido la fuerza para influir en todos nosotros. Los valores de esta cultura, cuando no son abiertamente contrarios a nuestras creencias cristianas, resultan ambiguos y complejos. Necesitamos el discernimiento espiritual necesario para establecer la verdad del evangelio en medio de nuestra actual cultura.
Con estrategias y herramientas nuevas tenemos que presentar siempre el mismo evangelio de Jesucristo, porque las culturas son cambiantes, las tecnologías constituyen un recurso poderoso que influye sobre las culturas, pero las necesidades básicas de los seres humanos son siempre las mismas. La respuesta de Dios es siempre la misma. El ser humano desde la condición en que se encuentre debe buscar a Dios, porque el evangelio es y será siempre el evangelio.
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