Y, sobre todo, salvación

El título de mi “Desde el Corazón” apunta a tratar de animar a los lectores a la capacidad prácticamente grandiosa del ser humano a superar las adversidades con las fuerzas de la fe y la piedad.  La sociedad nos prepara para el éxito a través de las escuelas y universidades, con el ejemplo de personas que triunfan en todas las disciplinas; sin embargo, la piedra angular del crecimiento personal es cómo encaramos los fracasos y sinsabores de la vida y qué aprendemos de ellos.

Lo importante es no rendirse ante las eventualidades de la vida, porque cada obstáculo lleva consigo un aprendizaje, lo que equivale a un peldaño más en nuestra madurez personal. Las viejas estrellas, en el sentido de la vida, que hayamos en los albores de las Sagradas Escrituras, son hoy reconocidas por las ciencias de la personalidad humana como magistrales, para hacernos sentir útiles y valiosos en el mundo: una dirección firme, un contenido superior y el menor número de contradicciones internas posible, es decir: coherencia. Y “Desde el Corazón” veo, que no rendirse es también estar en lo que debemos y ser conscientes de lo que hacemos. Por eso es importante tener siempre en el horizonte retos, metas, planes que cumplir, pues quien alberga ilusiones y deseos está vivo y puede seguir adelante; así que empiezo este texto de este “aprendiz de escribidor” con unos cuantos deseos:

          A quienes han dejado de creer: que busquen y encuentren motivos, porque haberlos ‘haylos’ para recuperar la fe.

          Al profesorado de la enseñanza pública: que a pesar de los pesares, y de los recortes y de las mentiras y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y un pilar de la civilización.

          A sus alumnos: que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que saquen todos los sobresalientes que puedan para demostrarlo.

          A los corruptos: largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.

          A los corruptores: que primero se arruinen y después paguen largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.

          Al personal de la sanidad pública: que a pesar de los pesares y de los recortes y de las mentiras, y del triste deterioro que se aprecia de aquel respeto de antaño a la creciente hostilidad que muchos soportan estos días, que nunca olviden que son imprescindibles y otro pilar de la civilización.

          A sus pacientes: que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que peleen sin violencia para estar a la altura de los que luchan para que no pierdan sus derechos.

          A los parados: que de entrada encuentren un empleo, y luego, si puede ser, un empleo digno.

          A los empresarios decentes, porque hay muchos: que ganen dinero para contratar en condiciones justas y ganar más dinero todavía.

          A los empresarios indecentes, porque hay bastantes: porque alguien peor que ellos les estafe y les deje sin un céntimo.

          A los abuelos y las abuelas que sostienen familias enteras con esas pensiones que cada vez valen menos: que les quieran muchísimo sus nietos.

          A los tristes: que se reconcilien con la alegría.

          A las mujeres maltratadas: que sean capaces de romper con el pasado y puedan vivir en paz.

          A los maltratadores, reaccionando sin reflexionar, que se encuentren con un maltratador en su camino, pensando con más calma: cárcel sin derecho al tercer grado.

          A quienes están pensando en emigrar: que puedan más sus motivos para quedarse.

          A los explotadores, a los especuladores, a los despiadados, a quienes abusan de la miseria ajena y multiplican con su avaricia, con sus egoísmos: que se mueran deprisa, porque el mundo será mucho mejor sin ellos.

          A los cínicos: que se ahoguen en el río del frío veneno que destilan sus lenguas de réptil.

          A los chismosos calumniadores: que sus dientes muerdan sus lenguas de víboras.

          A los pequeños héroes de la vida cotidiana, todos esos hombres y mujeres anónimos que se desviven por ayudar a los demás: ánimo y fuerza para seguir adelante.

          A toda la gente buena de este mismo mundo: que sigan siendo así, porque así nos harán mejores a los demás.

          A los justos: recompensas.

          A los generosos: fortuna.

          Y a todos los lectores: el amor como el bálsamo que calma los arañazos de la vida, el cemento que nos mantiene unidos y la música que nos procura armonía y, sobre todo, salvación.

          Y todos estos deseos: “Desde el Corazón”…