Comprometerse a la “mayor unicidad” con los católicos romanos, los ortodoxos orientales y las iglesias liberales es un paso enorme que cambia significativamente las creencias y las prácticas históricas de los evangélicos.
“En el camino para superar las divisiones internas que separan a los cristianos, los líderes del World Council of Churches (WCC) [Consejo Mundial de Iglesias], el Pentecostal World Fellowship (PWF) [Comunidad Pentecostal Mundial], la World Evangelical Alliance (WEA) [Alianza Evangélica Mundial] y los funcionarios del Vaticano para la Promoción de la Unidad de los Cristianos se reunieron, por primera vez, en un encuentro histórico que duró dos días para facilitar su apoyo al Global Christian Forum (GCF) [Foro Cristiano Global]”.- Comunicado de prensa del Foro Cristiano Global de fecha 27 Mayo 2017.
“Histórico” puede que sea una descripción usada en exceso, especialmente cuando este término es aplicado no por el historiador que escribirá dentro de tres o cuatro generaciones, sino por los reporteros que hablan sobre los acontecimientos actuales. Según el comunicado de prensa de los eventos, la reunión ecuménica fue histórica porque estos líderes (que representan casi la totalidad del cristianismo de hoy en día) se comprometieron a trabajar para ir hacia una “mayor unicidad en Cristo” y prometieron reforzarla en tal dirección durante una serie de acontecimientos que tendrán lugar en 2018.
LA ESTRATEGIA ECUMÉNICA A LARGO PLAZO
El anuncio de esta “histórica” reunión aparece casi 20 años después de la fundación del Foro Cristiano Global. La idea de un foro (esto es, un lugar de encuentro y discusión) echó raíces en los años 1990 como una manera informal de sentarse los líderes de las diferentes comuniones cristianas alrededor de una misma mesa. Esta estrategia surgió, en parte, debido a la falta de progresos visibles en el ecumenismo institucional y la desazón que había entre los evangélicos y otros cristianos menos institucionalizados en lo tocante al ecumenismo oficial. Sin orden del día aparente y sin ninguna intencionalidad expresada, el Foro procuró caracterizarse más bien por un enfoque relacional que por una mentalidad institucional y por la informalidad antes que por la diplomacia eclesiástica. Este formato más casual era más adecuado para los evangélicos y los pentecostales que encontraban difícil relacionarse con Roma y el WCC en las formas estrictamente institucionales y les resultaban más fáciles los modelos informales. La mayor parte del evangelicalismo se forma a partir de redes locales y regionales, más que por instituciones jerárquicas de arriba hacia abajo. Tanto la WEA como la WPF recibieron al GCF y llegaron a ser parte del mismo sin comprender quizás los objetivos ecuménicos a largo plazo y sin meditar el proceso ecuménico al que se estaban adhiriendo.
Después de 20 años se pone de manifiesto que la agenda del GCF era para eludir el control de un camino ecuménico formalizado, con los objetivos a largo plazo, de incluir los sectores del cristianismo que están creciendo estadísticamente (y que resultan ser vocalmente críticos de los católico romanos, los ortodoxos orientales y las tendencias liberales del ecumenismo principal). Se dice que después de 20 años del ecumenismo informal y relacional del GCF, tanto la WEA como el PWF están ahora dispuestos a avanzar hacia una “mayor unicidad” con los representantes de los católico romanos, los ortodoxos orientales y el cristianismo liberal sin que estos últimos se hagan menos católico romanos, menos ortodoxos orientales y menos liberales. El cambio por parte de estos evangélicos y pentecostales es verdaderamente significativo.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO CON LA MAYOR UNICIDAD
¿Qué significa comprometerse con una unidad mayor? Por supuesto, la palabra “unidad” es utilizada de diferentes formas según el contexto, pero en la “unidad teológica ecuménica” tiene un significado bastante establecido y estable. En este sentido, la unidad se refiere a una armonía entre los bautizados, es decir, aquellos que han recibido el sacramento de la iniciación a la vida cristiana, en vista a la unidad sacramental alrededor de la misma mesa eucarística y dentro de las mismas estructuras institucionales de la iglesia.
Hasta aquí, los evangélicos y los pentecostales han hablado sobre la unidad entre los creyentes “nacidos de nuevo” en vista a las asociaciones libres destinadas al evangelismo, la acción social y la misión. Si se comprometen a una “unicidad mayor” con la Iglesia Católico Romana y el VCC, tienen que reflexionar sobre lo que se comprometen:
1. La unidad entre los bautizados. Estos serán presionados para considerar como “hermanos y hermanas” a todos los que han recibido el bautismo en una iglesia católica, ortodoxa oriental o protestante liberal, tanto si son cristianos nacidos de nuevo como si no. La realidad sobre el terreno es que la mayoría de estos cristianos son bautizados sólo de nombre, sin ningún compromiso personal con Cristo. Mayor unicidad quiere decir que todos nosotros somos “hermanos y hermanas”, no a causa de que hemos sido creyentes nacidos de nuevo en Cristo, sino porque todos estamos bautizados. Si todos somos “hermanos y hermanas”, el evangelismo realizado por los evangélicos en los contextos de mayoría católico romana y ortodoxa oriental se convierte en innecesario. ¿Es esto lo que los evangélicos y los pentecostales creen y encuentran aceptable?
2. La unidad según lo transmitido por los mismos sacramentos y dentro de las mismas instituciones. De acuerdo con la teología ecuménica, la “mayor unicidad” representa la unidad sacramental y la unidad institucional. Esto significa que no sólo el bautismo, sino tanto las teologías sacramentales y las prácticas de Roma (por ej., la Eucaristía como sacrificio y volver a representar la cruz) como los métodos de las iglesias ortodoxas orientales deben ser aceptadas como una práctica cristiana legítima. Además, la “mayor unicidad” significa que las instituciones de la Iglesia Católico Romana, con su complejo poder económico, diplomático y político (por ej., el papado, el estado y el banco vaticanos) se convierten en formas legítimas de representar a la iglesia que Jesucristo prometió construir. Los evangélicos han sido siempre muy claros en denunciar todas las desviaciones de la transparente enseñanza bíblica, pero al comprometerse con la “mayor unicidad” significa que tienen que dejar de hacerlo debido a la etiqueta ecuménica. ¿Es esto lo que los evangélicos y los pentecostales creen y encuentran aceptable?
¿QUIÉN DECIDE QUÉ?
Para la WEA y la WPF comprometerse a la “mayor unicidad” con los católico romanos, los ortodoxos orientales y las iglesias liberales es un paso enorme que cambia significativamente las creencias y las prácticas históricas. Es una línea divisoria que afecta a las convicciones bíblicas (por ej., sólo la unidad entre los creyentes) que ahora se estiran para hacerlas compatibles con la corriente ecuménica dominante. ¿Hemos calculado realmente el costo?
Sigue pendiente una última pregunta. ¿Quién decidió avanzar? ¿Hubo alguna decisión pública del entorno de la WEA que autorizara a los líderes a ir hacia la “mayor unicidad”? ¿Hubo una discusión abierta sobre las implicaciones? ¿Hubo un proceso de toma de decisiones establecido con la participación de las comunidades de base? Hasta donde es posible saber, no hubo implicación de los movimientos nacionales ni regionales en las discusiones, sin hablar de un voto de la Asamblea General.
El hecho es que la WEA no pidió a sus asociados que votaran si querían convertirse en parte del GCF y mucho menos recibieron un voto para avanzar hacia la “mayor unicidad”. Dada la “histórica” naturaleza de la decisión y sus implicaciones teológicas de amplio alcance, es incómodo, para decirlo lo más suave posible, que las iglesias locales y las redes regionales que este cuerpo reivindica representar no fueran ni tan siquiera consultadas de antemano. Este modo de operar socava la confianza esencial en las redes horizontales tales como la WEA. Cuando pocas personas deciden por su cuenta una cuestión de esta magnitud sin una seria discusión con la gente que se supone que representan, es el principio del fin de esta histórica red evangélica y su transformación en una organización jerárquica de arriba hacia abajo, lo cual es una cosa completamente diferente.
En lo que respecta a WEA, el último documento que ha sido votado por una Asamblea General es Catolicismo Romano: Una Perspectiva Evangélica Contemporánea (1986). Después de un cuidadoso análisis del catolicismo romano en la actualidad en su doctrina y práctica, el documento termina argumentando que la unidad es deseable, pero no a expensas de la verdad bíblica y que todavía existen “obstáculos insuperables” entre los evangélicos y la Iglesia Católico Romana a causa de sus interpretaciones divergentes del Evangelio. Millones de evangélicos están todavía convencidos de que este es el caso y no ven ninguna razón bíblica para avanzar hacia la “mayor unicidad”.
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