Cuando el diálogo se convierte en un asunto de desobediencia.
“¡Socorro! ¡Socorro! Me estoy ahogando. No puedo respirar”.
“¡Tranquilo, caballero! Vamos a dialogar un poco y luego le sacamos”.
Hay momentos cuando es imperdonable dialogar.
LA CORONACIÓN DEL REY DIÁLOGO
La nueva generación emergente ha abrazo el vocablo ‘diálogo’ de una manera acrítica, olvidándose de que hay enseñanzas y mandatos de Dios que no pueden ser dialogados.
Cada dos por tres nos vamos enterando de sínodos eclesiales de diferentes países que bautizan doctrinas erróneas y prácticas pecaminosas en el nombre del Dios de Jesucristo. ¿Por qué? Porque dialogan sobre lo que no se debe dialogar. Especulan sobre lo que no se debe especular.
Un ejemplo. Cuando nos enteramos de que una asociación de iglesias va a dialogar sobre el tema de la homosexualidad, sabemos que dentro de un par de años los líderes involucrados van a acabar proclamando que Dios está a favor del comportamiento gay.
¿Por qué? Porque están dialogando sobre algo que no tienen ningún derecho de dialogar.
En vez de someterse en silencio a la Palabra con un espíritu de temor y temblor, siguen hablando, razonando y reflexionando con prepotencia adánica. Cada acto de reflexión teológica que no nace de obediencia y sumisión a las Escrituras es un acto de alta traición contra el Rey venidero.
Si el Señor da una enseñanza o un mandato claro en las Escrituras, no somos quienes para dialogar al respecto.
El problema surge cuando los líderes dentro del campo protestante empiezan a animar a los creyentes a repensar ciertas doctrinas y a replantear determinados temas éticos en el nombre del diálogo. Pero el diálogo que no está en sumisión a la voluntad de Dios es diabólico.
Hay que acordarnos de que el liderazgo en el mundo evangélico no es oficial sino espiritual. El momento que un supuesto líder (por muchos años que lleve en el ministerio, por muchos contactos eclesiales que tenga y por muchos doctorados que haya sacado) o una coalición de entidades protestantes nos exhortan a reinterpretar ciertas verdades no negociables de nuestra fe bíblica, aquel líder o aquella organización dejan de ser voceros de Dios y pecamos delante de Dios si les hacemos caso.
Tenemos que analizar todas las voces a la luz de la Palabra. Recordemos que Satanás no viene vestido de cuernos ni de cola.
Si una institución nos invita a dialogar sobre algo que Dios ha revelado claramente; está actuando impíamente, anulando la autoridad del Omnipotente. Procura silenciar a Dios en base a la sabiduría humana (Romanos 1:22).
VERDADES NO NEGOCIABLES
Los credos, las confesiones de fe y la historia evangélica enseñan que hay ciertas verdades innegociables que todos los hijos de Dios tenemos que creer sí o sí para ser creyentes bíblicos.
- La suprema e incuestionable autoridad de las Escrituras en todo lo relacionado con nuestra fe y conducta.
- La condición pecaminosa del ser humano y la ira de Dios contra los impíos.
- La exclusividad de la salvación de Dios dada por medio de la muerte expiatoria y la resurrección literal de su Hijo, Jesucristo, de entre los muertos.
- La aplicación de la salvación por medio de la sola fe en Cristo.
- El llamamiento de los regenerados a una vida santificada.
- La realidad de la vida eterna para los salvados y la condenación eterna para los impíos.
Como decía Martyn Lloyd-Jones, estos asuntos sagrados no se dialogan. No son negociables. Dios no nos pide nuestra opinión al respecto. Si algún teologuillo o asociación quisieran modificar algunas de estas verdades centrales de nuestra confesión apostólica, es hora de apartarnos de ellos.
COSAS QUE SÍ SE PUEDEN DIALOGAR
Ahora bien, hay otras cuestiones que sí se pueden dialogar porque son temas que no son centrales. ¿En qué tipo de cosas estoy pensando? Pues, en el modo y la edad de bautismo. El calvinismo y el arminianismo.
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Estas doctrinas secundarias no tienen porqué atentar contra el meollo del evangelio así que podemos dialogar sobre ellos fraternalmente.
Dios, sin embargo, nunca nos llama a dialogar sobre los grandes ejes de nuestra fe. No debemos dialogar sobre ningún principio clave del sistema evangélico. Estas verdades no se dialogan, se predican. Cristo no dijo: “Id por todo el mundo dialogando el evangelio”.
APLICACIÓN
Dios libre al movimiento protestante de una raza de filósofos que se está levantando contra las verdades inviolables de las Sagradas Escrituras apelando al sagradísimo ‘diálogo’.
Tengamos mucho cuidado con esta nueva ola que quiere dialogarlo todo en desobediencia a la autoridad del Todopoderoso.
Hay momentos cuando es imperdonable dialogar.
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