Las tensiones raciales siguen y la ideología supremacista se siente vindicada. ¿Qué harán las iglesias evangélicas blancas?
Durante la semana pasada las noticias en EEUU han enfocado en los eventos ocurridos en Charlottesville, Virginia y en las reacciones del Presidente Trump. Durante el fin de semana pasada hubieron protestas por supremacistas blancos en contra de la decisión de remover estatuas memoriales de personajes que defendieron la esclavitud y se rebelaron contra el gobierno de EEUU durante la Guerra Civil de los Estados Unidos. También suscitaron contra-protestas y uno de los supremacistas blancos usó su vehículo como arma y mató a una mujer e hirió a otra veintena de personas.
Al principio no hubo una reacción del Presidente y después dijo que había culpa “de todos lados” en dos diferentes ocasiones, incluyendo una conferencia de prensa el martes pasado en la cual parecía querer establecer un equivalente moral entre los supremacistas y los de izquierda que estaban protestando en contra de ellos. Un gran número de líderes, tanto demócratas como republicanos, han condenado a los supremacistas. Pero las palabras del presidente Trump les han dado aliento. David Duke, antiguo líder del Klu Klux Klan, y actual líder supremacista, agradeció al presidente y reiteró la misma postura presentada por el presidente. El presidente ha hecho varias declaraciones en contra de los supremacistas, aunque sigue insistiendo que había mucha gente “buena” entre los que estaban protestando con los supremacistas.
Los supremacistas blancos se sienten vindicados por las declaraciones del Presidente Trump y prometen armar otras protestas. Por otro lado, el Presidente Trump le ha hechado más leña al fuego al declarar que está pensando condonar al oficial policial Joe Arpaio de Arizona, famoso por sus acciones contra latinos supuestamente para controlar la migración indocumentada. Ha sido acusado muchas veces de irrespetar los derechos civiles de muchas personas, mayormente latinas, y ahora podría ser condenado a pasar tiempo en la cárcel por sus acciones. A pasar de todo esto, el presidente ha dicho que Arpaio es un gran patriota por su manera de tratar de parar la migración de personas indocumentadas.
La historia de los Estados Unidos está marcada por la esclavitud de los negros, la destrucción de los pueblos nativos, por la Guerra Civil del siglo 19, por leyes que han justificado un trato diferente a los blancos que a los negros (“separate, but equal”) y por una glorificación, en ciertos segmentos de la sociedad, de los “valores” de los que pelearon a favor de los Estados Confederados durante la guerra civil. El supremacismo blanco es una manifestación pública de una ideología que proclama que EEUU es, y debe seguir siendo, un país blanco. Según esta perspectiva los blancos son superiores a los otros pueblos y las minorías son la causa de todos los problemas habidos, y por haber, en este país.
En EEUU hay mucha gente que comparte parte de la ideología del supremacismo blanco. Están persuadidos de que el “problema” de EEUU son las minorías. Por lo general se condena las acciones de los extremistas de derecha, pero se acepta la ideología básica de que los blancos son la salvación de EEUU y que los grupos minoritarios son “el problema.” En esta interpretación, no existe una capacidad de reconocer el racismo institucional que ha marcado la historia de EEUU. La defensa de los símbolos de los Estados Confederados es una manifestación de esta actitud que busca “justificar” una historia oscura. Otros buscan minimizar la historia oscura del país, dando a entender que el pasado no marca nuestro presente y que no existe relación entre los pecados nacionales de exterminio de los indígenas y la esclavidad y los tratos de los pueblos minoritarios hoy.
Ha sido alentador que muchas iglesias y denominaciones evangélicas han condenado la ideología de supremacía banca y lo que pasó en Charlottesville. Pero, las tensiones raciales siguen y la ideología supremacista se siente vindicada al momento. ¿Qué harán las iglesias evangélicas blancas? ¿Se podrá denunciar todos los componentes de la ideología supremacista? ¿Podrán reconocer que el futuro de EEUU y de las iglesias será multi-cultural y multi-étnico? ¿Podrán decir claramente que no existe una equivalencia moral entre el racismo y los que luchan contra el racismo?
El ambiente nacional está caldeado. Urge un liderazgo cristiano que sepa denunciar el pecado del supremacismo racial, que pueda claramente reconocer que todavía vivimos con las secuelas de nuestra historia nacional y que busque una vida eclesial inter-cultural. Pero eso también va a depender de que los líderes evangélicos blancos puedan crear puentes de reconciliación con los líderes minoritarios.
Los supremacistas blancos tienen una visión del futuro del país. En su futuro los blancos siguien siendo mayoría absoluta y siguen controlando los bienes del país para beneficiar principalmente a los blancos. Es un futuro muy similar al pasado de supremacía blanca que hemos vivido. Es un futuro como el presente en el que negros siguen teniendo acceso limitado a los recursos del país, donde un policía blanco nunca sufrirá consecuencias por matar a un hombre negro inocente; un mundo en que le economía del país depende de la mano de obra inmigrante, pero se construyen las leyes para que ese mismo inmigrante nunca pueda tener derechos y siempre viva en inseguridad. En ese mundo algunos blancos se quejan cuando las minorías avanzan, asumiendo que el avance de los grupos minoritarios se hace a costa de los blancos. En ese futuro, la presencia de negros, latinos, asiáticos y otros siempre sería una amenaza a la hegemonía blanca.
El reino nos invita a otro futuro. En ese futuro:
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:28)
Luchar por un futuro en que todos tenemos parte, en que los cristianos buscamos vivir juntos como testimonio de la unidad en Cristo, será siempre un trabajo arduo. Necesitaremos la gracia divina y el poder del Espíritu Santo para ir más allá de nuestros pequeños intereses étnicos para luchar por ser uno en Cristo Jesús. Pero se le llama a la iglesia a vivir a la luz del futuro divino. ¿Qué futuro imaginamos para nuestro país?
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