En todo debate filosófico, teológico y político las partes corren el enorme riesgo de reducirlo a un ‘apedreamiento de palabras fetiche’, reflexionaba el recientemente fallecido Umberto Eco.
Describíamos en nuestro artículo anterior 01 la manera en que el fundamentalismo de principios del siglo XX en EE.UU. iba convirtiéndose en el eje alrededor del cual fijaron sus posiciones las distintas vertientes del conservadurismo político-religioso.
Temiendo ser invadidos por el ‘modernismo’ europeo los norteamericanos se refugiaron en la Biblia como su única referencia ética, política y cultural. Ser ‘fundamentalista’ vino a ser lo mismo que defensor de los principios históricos puestos por los padres de la nación norteamericana. Enfrente se ubicó al darwinismo, al marxismo y a toda ideología política, filosófica o doctrinal que no tuviese su base en el texto sagrado.
Quienes pensaban de manera diferente eran vistos como una amenaza para la nación.
Dijimos ya que ese cada vez más influyente ‘fundamentalismo’ surgió y desarrolló con fuerza en el contexto protestante norteamericano, en gran manera debido a la colección teológica ‘The Fundamentals’ 02, citada por sus editores como ‘la más leal fuente educativa del mundo’.
Los 64 autores que respondieron individualmente al llamado de los millonarios mecenas, contribuyeron desde lo teológico. Sin embargo, algunos de ellos aplicaron sus escritos al contexto social y político de la época. El debate que se instaló en los ‘institutos bíblicos’ pasó luego a los colegios y las universidades, y se fue extendiendo hasta convertirse en un debate nacional con el consiguiente impacto social y político.
Para 1920, la mayor parte de la población norteamericana estaba familiarizada con el término ‘fundamentalismo’ entendido como ‘lo que es esencial a la doctrina cristiana’.
La secularización de la fe
Los activistas republicanos vieron en el exitoso esfuerzo editorial una herramienta ideal para su campaña proselitista-electoral. Con tal de sacar a los demócratas del gobierno se apropiaron del movimiento, y lo transformaron en un estandarte de la nación.
Tuvieron tal éxito que ocuparon la Casa Blanca durante tres períodos consecutivos.03
Podríamos resumir esta radicalización nacionalista norteamericana en diez aspectos:
1. El miedo de los protestantes a una invasión de inmoralidad desde el viejo continente.
2. La imposición de la antinomia: ‘a favor de’ vs ‘en contra de’.
3. La re-definición de la guerra civil como paradigma de la victoria del bien sobre el mal.
4. La introducción en el vocabulario y la literatura de la época de eslóganes tales como ‘la voluntad de Dios’, ‘el destino nacional’, ‘el nuevo reino de la cristiandad’.
5. La exaltación de la virtud como rasgo de la tradición nacional.
6. La imposición de la lectura de la Biblia en los centros de enseñanza secular.
7. La politización del fundamentalismo hasta ganar las calles. Un ejemplo fue la ridiculización pública de la teoría de la evolución. 04
8. La oposición mediática al ‘integrismo católico-romano’ que, con el tiempo, incluiría al islamismo; es decir, atacar en los demás el conservadurismo que se defendía en casa.
9. La interpretación ‘pre milenarista’ que tomó fuerza en respuesta al avance del comunismo.
10. El pesimismo profético frente al estudio de las teorías evolucionistas y marxistas en las universidades, por considerarlo ‘anti democrático’ y ‘anti norteamericano’.
Podemos decir sin equivocarnos que el fundamentalismo de principios del siglo XX es el antecedente ideológico de uno de los fenómenos políticos más importantes e influyentes en la historia reciente de los Estados Unidos. No solo eso, sino que en su visión expansionista llegaría a los países latinoamericanos de la mano de miles de misioneros evangélicos.
Veremos más adelante que este movimiento serviría como plataforma de despegue para la ‘Nueva Derecha’ político-religiosa americana. 05
En la segunda mitad del siglo XX aparecerían en EE.UU. un gran número de organizaciones religiosas que reaccionaron contra los movimientos de liberación surgidos en los años sesenta, como veremos en nuestro próximo artículo, DM.
Una respuesta filosófica europea
La fuerte influencia del fundamentalismo norteamericano en el mundo no podía quedar sin respuesta desde la culta Europa. Con su particular visión el filósofo italiano Umberto Eco 06 la dio. El autor de ‘El nombre de la rosa’ tras disculpar a los medios definió la irracionalidad con que se desarrollan ciertos debates, aún entre personas que conocen algo de filosofía.
Sostenía que a menudo se debate ‘a los porrazos, sin finura alguna, usando términos delicados como si fueran piedras’. Como ejemplo se refirió al debate que en Italia opone a los denominados "teo-cons" 07 con los representantes del pensamiento laico. Los primeros acusan a los segundos de ‘relativistas’, y estos a los primeros, de ‘fundamentalistas’.
Eco mencionaba a los filósofos cristianos relativistas, cuya perspectiva de la complejidad cósmica contiene una parte de la verdad; que las representaciones relativistas no han de ser juzgadas solo en términos de verdad sino de correspondencia a exigencias histórico-culturales 08. Recordaba a Kant respecto de que lo conocido guarda siempre relación con el sujeto que conoce, que toda proposición es verdadera sólo dentro de un determinado paradigma 09, que en el siglo XVII se comenzó a descubrir que los valores éticos son relativos a las culturas, que no hay hechos sino sólo interpretaciones, como sostuvo Nietzsche y que si no hay Dios, todo está permitido 10. Que sería una burla asociar el relativismo con la ‘teoría de la relatividad’ 11. En fin, parece que el término relativismo puede ser referido a formas de pensamiento moderno que a veces están en contraste recíproco, y se sostienen con ímpetu polémico.
Eco no considera al fundamentalismo como un principio hermenéutico, vinculado con la interpretación del Libro Sagrado; sino como la interpretación literal del mismo. Ve distintas formas de fundamentalismos en las tres religiones monoteístas del Libro. Sin embargo, para él la cuna del fundamentalismo cristiano está en el ambiente protestante. De allí siguen todos los debates sobre el darwinismo al que se rechaza por diferir con la historia del Génesis.
El filósofo italiano asocia la interpretación literal de las Escrituras con la libertad que cada creyente tiene dentro del protestantismo. Por esa causa niega toda posibilidad a la existencia de un fundamentalismo católico-romano; y da como ejemplo a la batalla entre la Reforma y la Contrarreforma 12. Dice, además, que en todo caso el fundamentalismo es una actitud clásica del pensamiento religioso que es el integrismo, es decir, la pretensión de que los principios religiosos deben ser también modelo de vida política y fuente de las leyes del Estado 13.
‘Se dirá que es sólo una cuestión de palabras. No, es una cuestión de sutilísimos debates filosóficos, teológicos y políticos que no ganan nada en verse reducidos, ni por una parte ni por la otra, en un apedreamiento de palabras fetiche.’
El concepto arriba mencionado me lleva al Apóstol Pablo, quien instruye a su hijo espiritual Timoteo en estos términos:
‘Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.’ 14
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Notas
Ilustración: La colección que originó el brote fundamentalista norteamericano de principios del siglo XX.
01. http://protestantedigital.com/magacin/40207/De_Evangelio_y_Fundamentalismos
02. https://en.wikipedia.org/wiki/The_Fundamentals Aquí se incluyen los títulos y autores de los 90 capítulos.
03. Después del demócrata Woodrow Wilson se sucedieron tres presidentes republicanos: Warren G. Harding, Calvin Coolidge y Herbert Hoover quienes presidieron el país desde el 4 de marzo de 1921 al 4 de marzo de 1933, día en que regresaron los demócratas, tras doce años, con Franklin D. Roosevelt. Este estaría también tres períodos (doce años) desde antes de la 2ª Guerra Mundial y hasta su finalización (1933-1945).
04. Lanzaron monos por las calles de Nueva York con la bandera americana y desplegaron carteles propagandísticos anti evolucionistas en muchas ciudades de los EE.UU.
05. Como la califican Samuel S. Hill y Dennis E. Owen, en The New Religious Political Right in America. Abingdon, 1980, o, simplemente, la Nueva Derecha Cristiana, como la denominan Robert C. Liebman y Robert Wuthnow, en The New Christian Right. Aldine, 1979.
El teólogo norteamericano Juan Stam también ha escrito profusamente sobre este tema en P+D: http://protestantedigital.com/magacin/39982/Los_fundamentalistas_y_su_teologia; http://protestantedigital.com/magacin/40150/Neoevangelicos_y_evangelicos_radicales;
http://protestantedigital.com/magacin/40193/Teologia_de_la_liberacion_CLADEs_y_conclusion.
También puede leerse un artículo de Carlos Martínez García, en:
ttp://protestantedigital.com/magacin/9099/Fundamentalismo_integrismo_intolerancia.
06. Umberto Eco (1932-2016) fue un escritor y filósofo italiano, experto en semiótica. Sus definiciones son tomadas del artículo publicado en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=19152.
07. Teo (Dios) Con (conservadores). Las personas y grupos pertenecientes a este movimiento se vinculan a un pensamiento que aboga por la reafirmación de los valores cristianos como fundamento de la cultura occidental frente al expansionismo del Islam. Se debe notar que, a diferencia de los católicos que mantienen posiciones políticas conservadoras, los teo-cons pueden ser agnósticos o ateos con respecto a la religión. Para describir esta aparente contradicción se ha acuñado la expresión ‘ateos devotos’, en la que sin embargo a menudo se confunden valores con devoción. Vale la pena leer la nota periodística del diario El País de España: http://elpais.com/diario/2007/12/30/espana/1198969207_850215.html
08. Como sostiene el filósofo Richard Rorty en su libro ‘Pragmatismo y Política’.
09. Como sostiene el holismo, posición metodológica y epistemológica que postula cómo los sistemas físicos, biológicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc., y sus propiedades, deben ser analizados en su conjunto y no solo a través de las partes.
10. Como describe en ‘Los demonios’ Fiodor M. Dostoyevski al ‘nihilismo’: ‘La finalidad de todo movimiento de un pueblo, en toda nación y en todo periodo de su vida, es únicamente la búsqueda de su dios, irremisiblemente suyo, y la fe en él como en el único verdadero. Dios es la personalidad sintética de todo el pueblo, tomado desde el principio hasta el fin’.
11. Como un flagrante ‘blooper’ de quienes lo asocian a la teoría de Albert Einstein.
12. Recuerda Umberto Eco que para los católicos romanos la interpretación de las Escrituras pasa por el magisterio de la Iglesia; que ya entre los padres de la Iglesia hubo debates entre los partidarios de la letra y los que apoyaban una hermenéutica más blanda, como la de San Agustín, que estaba dispuesto a admitir que la Biblia a menudo habla mediante metáforas y alegorías, por lo que le parecía fenomenal que los siete días de la creación hubieran sido siete milenios; que la ICAR aceptó esta posición; que su teología nunca se escandalizó demasiado por las teorías evolucionistas, con tal de que se admitiera que en la escala evolutiva se produjo un salto de calidad, cuando Dios introdujo en un organismo vivo un alma racional inmortal; que para nada debe tomarse como fundamentalista el debate sobre los embriones y sobre el origen de la vida, porque hasta que Dios le insufla el alma a Adán, nos habla de fango, pura materia no espiritual.
13. Clásico en el sentido de ‘perenne’, tanto en el cristianismo como en el Islam. Y da como ejemplos: ‘El cardenal Biffi es un integrista, como el político Buttiglione y otros, no un fundamentalista. Bush y los suyos son unos fundamentalistas protestantes (tradición antigua) que están cediendo a la tentación católica y a la práctica islámica (nuevas para la democracia anglosajona) del integrismo’.
14. 2ª Timoteo 2:14-16.
15. Se recomienda leer una visión social-democrática del tema por el Profesor de la UAB Carlos Cañeque Solá (1957). Barcelonés, escritor y director de cine (Sacramento) su escrito ‘El fundamentalismo norteamericano’ ha servido de excelente marco para este artículo. http://www.fcampalans.cat/uploads/publicacions/pdf/7_9.pdf
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