Ocho razones para no casarse con un incrédulo.
Pregunta: ¿Puede un cristiano casarse con un no cristiano?
Respuesta: ¡No, no, no, no, no, no, no, no!
Aquí van ocho razones…
Razón 1: No glorifica a Dios.
¿Cuál es la gran meta de la vida cristiana sino glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre? 1 Corintios 10:31 se lee, “Si, pues, coméis o bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Podríamos añadir a la lista paulina: “Si, pues, os casáis, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Dios ha estipulado muy claramente en su bendita Palabra que sus hijos se casen con hijas del Señor y viceversa. Casarse con un incrédulo no glorifica a Dios.
Razón 2: No honra a Cristo.
¿Por qué murió Cristo? ¿Por qué se entregó por nosotros? Explica Tito 2:14 que lo hizo todo con el fin de “redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Morimos con Cristo. Ahora andamos en el poder de una nueva vida. Agradecidos por su preciosa obra de salvación, seguimos al Señor gozosa y libremente. Por lo tanto no nos hagamos esclavos de los hombres (1 Corintios 7:23).
Cristo es nuestro Señor. Sólo Él es digno de nuestra obediencia. No pequemos contra el Salvador que nos rescató y nos redimió para sí. ¿Cómo podemos casarnos con alguien cuya vida no se centra en nuestra joya más preciosa, el Señor Jesús? Casarse con un incrédulo no honra a Cristo.
Razón 3: Ofende al Espíritu Santo.
El Espíritu de Dios es santo, santo, santo. Su labor en la economía del Nuevo Pacto es la de santificarnos y hacernos semejantes a Cristo en todo. El Espíritu no quiere que nos casemos con incrédulos. Razona 2 Corintios 6:16 de la siguiente forma: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente”. Al casarnos, nos hacemos una sola carne con nuestro cónyuge así que es necesario que nos casemos con alguien en el Señor. ¡No frustremos el propósito del Espíritu en nuestras vidas! Casarse con un incrédulo ofende al Espíritu divino.
Razón 4: Es una violación de la Palabra de Dios.
La Escritura dice textualmente que un cristiano no se puede casar con un incrédulo. 1 Corintios 7:39 revela que un cristiano puede casarse con quién él o ella quiera bajo una sola condición: “con tal de que sea en el Señor”. Los creyentes solteros son libres para casarse solo con un seguidor de Jesús. La Biblia no está en contra del matrimonio; pero sí se opone a los matrimonios mixtos entre creyentes e incrédulos. Casarse con un incrédulo es una violación de la Palabra.
Razón 5: Es un yugo desigual.
Pablo ofrece la analogía de un yugo desigual para defender la idea de que un cristiano no debe tener compañerismo con la injusticia. Aludiendo a Deuteronomio 22:10, manda 2 Corintios 6:14, “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” Explica John MacArthur: “Con esta analogía, Pablo enseñó que no es correcto unirse en iniciativas espirituales comunes con aquellos que no son de la misma naturaleza (incrédulos).
Es imposible que todas las cosas se hagan para la gloria de Dios en una situación así”. El matrimonio es la forma más íntima de compañerismo espiritual que hay. Por esta razón los cristianos, si no tienen el don de continencia, se tienen que casar con otros creyentes. Casarse con un incrédulo es un yugo desigual.
Razón 6: Es egoísmo.
Si algún creyente insiste en casarse con su novio o novia no cristiano/a, hay que hacerle la siguiente pregunta: “¿Por qué quieres casarte con él o ella si sabes que esta forma de actuar no glorifica a Dios, no honra a Cristo, ofende al Espíritu, viola la Palabra y constituye un yugo desigual?” Invariablemente la respuesta que te da será algo como: “Es que no entiendes. Sé que no es del Señor todavía pero es una persona realmente maravillosa. Es casi cristiano/a. A veces viene conmigo al culto y me hace sentir tan especial. Me dice cosas bonitas. Me ama tal como soy. Me entiende. Nos llevamos tan bien”.
Se trata de puro egoísmo. En vez de colocar al Señor en primer lugar, tal creyente opta más bien por rendir culto a sus sentimientos personales y subjetivos. Por un lado está la voluntad inmutable de Dios. Por otro lado, la voluntad sentimentalista del creyente. Y se escoge conforme a las emociones. ¡Qué tragedia! De nuevo digo, ¡qué tragedia! Casarse con un incrédulo es egoísmo sentimentalista.
Razón 7: Estorbará la vida espiritual de tus hijos e hijas.
Después de la boda vienen los niños. ¿Qué clase de ejemplo piadoso va a ejercer un padre o una madre no creyente? ¿Cómo puede un incrédulo enseñar grandes verdades espirituales a sus niños y niñas? No puede. ¿Acaso los peques aprenderán de él o ella acerca de la belleza la lectura y meditación bíblica, de la comunión con el Señor a través de Cristo en oración o de la necesidad de congregarse semanalmente con otros hermanos en la fe? ¡Qué va! ¿No prefieres que tus hijos vean a sus padres cantando las maravillas del Señor en el hogar? Casarse con un incrédulo estorbará la vida espiritual de tus hijos e hijas.
Razón 8: Lleva a la depresión espiritual.
No me gusta emplear razones egoístas para obedecer a Dios. Pero coloco este octavo argumento porque es algo que he visto suceder decenas de veces a lo largo de los años. Quiero guardar a mis lectores de caer en la misma trampa. Ves a una jovencita cristiana toda emocionada porque se va a casar con su novio incrédulo. ¿Y qué pasa?
Pasa un año, pasan dos años y ve que el tipo no tiene ningún interés en las cosas del Señor (aunque debería de haberse dado cuenta de esto mucho antes de pensar en salir con él).
Y luego siempre acontece una de dos cosas: o después de un tiempo de enfriamiento espiritual la mujer se va definitivamente de la iglesia o simplemente sigue congregándose de forma deprimida en las reuniones pidiendo oración por la conversión de su marido. Anda amargada, triste, abatida, echándole la culpa a Dios, “¿Por qué no obras en mi marido, Señor?” Por algo será que Dios nos dijo que no nos casaremos con incrédulos. Casarse con un incrédulo lleva a la depresión espiritual.
Conclusión
Pregunta: ¿Puede un cristiano casarse con un no cristiano?
Respuesta: ¡No, no, no, no, no, no, no, no!
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