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Edwards: Pecadores en manos de un Dios airado

Un análisis del sermón evangélico más famoso de todos los tiempos.

BRISA FRESCA AUTOR Will Graham 02 DE JULIO DE 2016 21:40 h

Esta misma semana hace 275 años, el gran teólogo norteamericano Jonathan Edwards (1703-58) predicó el sermón evangélico más famoso de todos los tiempos: ‘Pecadores en manos de un Dios airado’ (8 de julio 1741).



Hoy, entonces, queremos hacer tres cosas. Primero, resumir el bosquejo de aquel mensaje tan poderoso. Segundo, contrastar la homilética de Edwards con el tipo de predicación que predomina en el siglo XXI. Y tercero, defender a Edwards ante varias críticas injustas que se han lanzado contra él a lo largo de los años



1.- El resumen del sermón



Después de leer Deuteronomio 32:35 –“A su tiempo su pie resbalará”- Edwards hizo cuatro observaciones iniciales sobre los incrédulos mencionados en el versículo:




  • Estuvieron siempre expuestos a destrucción.

  • Estuvieron siempre expuestos a una rápida destrucción repentina.

  • Estuvieron expuestos a caer por su propio peso.

  • La razón por la cual no han caído todavía es “porque el tiempo señalado por Dios no ha llegado”.



Siguiendo el método exegético puritano, antes de procurar aplicar la Palabra al pueblo Edwards primeramente estudia el pasaje bíblico con el fin de llegar a su médula doctrinal. Esta doctrina luego se convierte en el eje central de todo el sermón. ¿Cuál es la grandiosa verdad que Edwards encontró en Deuteronomio 32:35? Respuesta: “Que no hay otra cosa que mantenga a los hombres impíos fuera del infierno en todo momento que el mero placer de Dios”.



Edwards prosiguió a desarrollar diez observaciones evangélicas sobre esta doctrina bíblica. En sus propios términos:




  • A Dios no escasea en poder para arrojar a los impíos en el infierno el momento que lo quiera. Es fácil para Dios, cuando le place, arrojar a sus enemigos al infierno.

  • Los impíos merecen ser echados en el infierno.

  • Los impíos ya están bajo una sentencia de condenación al infierno.

  • Los impíos son los objetos de ese mismo enojo e ira de Dios que es expresado en los tormentos del infierno.

  • El diablo está lista para caer sobre los impíos y asirlos para sí; momento que Dios permitirá.

  • En las almas de los impíos reinan principios infernales que estuvieran actualmente encendidos y llameando en el infierno de fuego si no fuera por las restricciones de Dios.

  • No es seguridad para los impíos el que en ningún momento haya medios visibles de la muerte a la mano.

  • El cuidado de los impíos para preservar sus propias vidas o el cuidado de otros para preservarlos a ellos, no les brinda seguridad en ningún momento.

  • Todas las luchas y maquinaciones que los impíos usan para escapar del infierno, mientras siguen rechazando a Cristo, no les libra del infierno en ningún momento.

  • Dios en ningún momento se ha puesto bajo ninguna obligación por alguna promesa que haya dado de mantener al impío fuera del infierno.



Después de compartir sus diez observaciones teológicas, Edwards –una vez más fiel al legado puritano- se preocupa por aplicar lo antedicho a la congregación. Se dirige a los incrédulos de su congregación explícitamente: “Este terrible tema puede ser útil para despertar algunas personas incrédulas en esta congregación. Esto que has oído es el caso de cada uno de ustedes que se encuentra fuera de Cristo.



Ese mundo de miseria, ese lago de azufre ardiente se extiende debajo de ti. Allí está el espantoso abismo de las llamas ardientes de la ira de Dios; allí está la ancha boca del infierno abierta de par en par; y no tienes nada sobre qué permanecer en pie, ni nada de donde agarrarte; no hay nada entre ti y el infierno sino sólo el aire; es tan sólo el poder y el puro placer de Dios el que te soporta”.



Mediante metáforas vívidas y con gran dolor en el alma, Edwards exhorta a los incrédulos a huir de la ira venidera. Aplica la doctrina a su congregación a través de los siguientes cuatro puntos:




  • Mira de quién es la ira. Es la ira de un Dios infinito.

  • Es a la furia de la ira de Dios a la que estás expuesto.

  • La miseria a la que estás expuesto es aquélla que Dios infligirá con el fin de mostrarte lo que es la ira del Señor.

  • Es una ira eterna.



Antes de cerrar el mensaje, Edwards siguió luchando por despertar y salvar las almas de los réprobos. Dice: “Hay razón para pensar que hay muchos ahora en esta congregación oyendo este discurso que eventualmente serán sujetos de esta miseria por toda la eternidad.”. Y de nuevo: “¡Cuántos de ustedes recordarán este discurso en el infierno!”



Como buen evangélico, señala a Cristo como la única vía de escape: “Ahora tienes una oportunidad extraordinaria, un día en el que Cristo tiene ampliamente abierta la puerta de la misericordia, permanece allí llamando y gritando con alta voz a los pobres pecadores […] Dense prisa y escapen por sus vidas; no miren tras sí, escapen al monte, no sea que perezcan”.



2.- El contraste entre Edwards y nosotros



Con tan solo leer el bosquejo del mensaje, no cabe duda alguna de que Edwards predicaba de una manera muy diferente a la nuestra. Antes que nada, su metodología era cien por cien exegética, doctrinal y teológica. Quiso encontrar las perlas escondidas dentro de un determinado versículo bíblico y se limitó a hablar únicamente sobre esta verdad doctrinal sin desviarse de ella en ningún momento.



Todo lo que dice en su sermón está explícitamente relacionado con la doctrina que sacó de su texto en Deuteronomio. Sólo después de esa labor exegética y doctrinal, empezó Edwards a aplicar el mensaje al pueblo. Hasta sus aplicaciones están fundamentadas en el texto.



Nuestra metodología evangélica actual es bien distinta. Sabemos de lo que queremos hablar en el púlpito aun antes de estudiar las Escrituras. Lo que hacemos es buscar cualquier texto bíblico que diga algo parecido a lo que ya tenemos en el corazón y empleamos aquel texto como un pretexto para dar nuestra charla. Prevalecen versículos como “Todo lo que puedo en Cristo” o “Yo sé los planes que tengo para vosotros” totalmente divorciados de su contexto inmediato.



En cuanto a contenido, he apuntado seis diferencias entre Edwards y el siglo XXI.



Primero, el mensaje de Edwards está saturado de la Palabra. No solamente se dedica a exponer un determinado versículo sino que apoya todo lo que dice a lo largo del mensaje con pasajes paralelos. ¡Menuda manera de fortalecer a una iglesia en las Escrituras! Nosotros, sin embargo, hacemos casi todo nuestro énfasis en ilustraciones, experiencias, testimonios personales, chistes y aplicaciones.



Segundo, el estilo de Edwards es teocéntrico. Todo el mensaje gira en torno a la grandeza de la gloria de Dios. Edwards despliegue la gloriosa soberanía de Dios de una manera sin precedentes.



En nuestros días, no obstante, los mensajes son antropocéntricos, centrados en el ser humano y su supuesta importancia, por ejemplo, “Tú eres un campeón” o “Sueña cosas grandes” o “Dios te necesita” o “Tú vales mucho para Dios”. Edwards nunca predicaría semejantes aberraciones.



Tercero, Edwards nos habla sobre todas las facetas de Dios. Es verdad que cuando leemos muchos otros sermones de Edwards, él habla más sobre el amor divino y su misericordia revelada en Cristo que sobre cualquier otro atributo divino; pero no se olvidó nunca de la justicia, la majestad y la santa ira y furia del Altísimo. Era valiente.



Predicó todo el consejo de Dios. Mas el siglo XXI ya no cree en la ira de Dios. El ‘dios’ de nuestros días es una mariposa, una muñeca de Barbie, un dios afeminado, dulce, un osito de peluche. Nunca se enfadaría con nadie. ¿Entonces quién tiene la razón? ¿Edwards o nosotros? La Biblia demuestra que Edwards está en lo correcto.



Cuarto, Edwards instruyó a los de su generación sobre la profundidad y la seriedad del pecado humano. Nos habla acerca del hombre en base a la doctrina de las Escrituras. Nosotros, sin embargo, creemos la mentira pagana de que todos somos buenos. “Todos metemos la pata pero en esencia somos buena gente”. Hemos resucitado la doctrina de Pelagio. En este sentido Edwards tiene mucho que enseñarnos.



Quinto, las cosas eternas se hacen reales mientras uno lee un mensaje de Edwards. No sé cuántas veces habré leído ‘Pecadores en manos de un Dios airado’, pero cada vez que lo hago, enseguida pienso en mi muerte, en la eternidad, en que no voy a estar aquí para siempre. Las predicaciones contemporáneas, sin embargo, nunca nos hablan sobre temas tan solemnes como la condenación eterna ni el infierno ni la muerte. ¡Ni pensarlo! ¡Algunos predicadores sencillamente no quieren perder a sus clientes!



Por lo tanto, los sermones de hoy se centran en cómo arreglar nuestros problemas y dolores de cabeza en el aquí y ahora. Impera un espíritu light, liviano, poco solemne donde nadie tiembla ante la Palabra del Altísimo. ¿Me pregunto si estamos bajo la maldición de Amós 8:11?



Sexto, la cristología de Edwards es excelsamente bíblica. En el sermón que hemos resumido la gloria de Cristo es anunciada a través de su grandioso ministerio de salvación. El Cristo de Edwards es un Salvador varonil e indomable. No es el ‘Jesús novio’ de nuestra generación que pasa todo el día llorando porque no le dejamos entrar en nuestro todopoderoso corazón.



En todos estos sentidos, se respira otro aire en los mensajes de Edwards que ya no sopla en nuestros días.



3.- Críticas injustas



Amé a Edwards y al Dios de Edwards mientras vivía en Irlanda. No fue hasta que vine a España en el 2007 cuando oí a ciertas personas hablar mal de él. Me molesto bastante. En realidad todos lanzaban la misma crítica una y otra vez, a saber, que “Edwards sólo habla sobre la ira de Dios”.



Debo mostrar mi desacuerdo con este juicio porque carece de solidez. No tiene justificación alguna. Basta con leer ‘Pecadores en manos de un Dios airado’ para entender que esta postura es insostenible. Hay que fijarse en cómo Edwards habla sobre el pacto de Dios con su pueblo a través de Cristo como el único lugar de refugio de la ira venidera. “Ciertamente Dios no ha dado promesas acerca de la vida eterna o de alguna liberación o preservación de la muerte eterna, sino aquellas que están contenidas en el pacto de la gracia, las promesas son sí y amén”.



Edwards explica la obra del Espíritu a lo largo del mensaje e insta a los pecadores a arrepentirse con la santa exclamación “¡oh!” continuamente en sus labios. “Oh pecador”, “Oh cuán terrible debe ser eso”, “Oh, si tan sólo consideraras esto, ya seas joven o viejo”, “Oh señores, es peligroso en extremo”. Edwards luchó con los pecadores para su bien eterno. Un varón que predica la verdad de Dios con dolores de parto en el alma merece nuestro respeto y admiración.



Con respecto a los que siguen acusando a Edwards de hacer demasiado hincapié en la ira de Dios, he llegado a las siguientes dos conclusiones:




  • O simplemente no saben de lo qué están hablando porque nunca se han tomado la molestia de estudiar ‘Pecadores en las manos de un Dios airado’ ni de indagar en el ministerio tan eficaz que el Señor le concedió a su fiel soldado, Jonathan Edwards.

  • O son falsos maestros que nunca han pronunciando una solo palabra acerca de la ira de Dios desde sus púlpitos. “Son atalayas ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir”. Total, critican a Edwards con el fin de apaciguar sus conciencias.



Así que si tengo que elegir entre 1) un ignorante, 2) un perro mudo o 3) Jonathan Edwards, sé muy bien con quién me voy a quedar, con el hombre que dé más gloria a Dios.



Dios levante a 100.000 más como Jonathan Edwards en nuestros días para la gloria de Cristo y el bien del Evangelio.



Los pecadores del siglo XXI siguen estando en las manos de un Dios airado.



Los pecadores del siglo XXI siguen necesitando ser salvos a través del único camino de refugio, el bendito Salvador Jesucristo.


 

 


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COMENTARIOS

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Will Graham
14/07/2016
07:30 h
10
 
Un abrazo, hermano. Gracias por su aportación. Me alegro de que los escritos de Edwards estén experimentando una especie de 'avivamiento' en nuestros días. Se debe en gran parte a John Piper (creo yo). ¡Adelante en el Señor, soldado! WG
 
Respondiendo a Will Graham

Will Graham
11/07/2016
11:50 h
9
 
Wow! Qué bendición. Gracias, hermana. Si quieres, escríbeme un mensaje por FB y te paso la dirección. Muchas gracias, WG
 
Respondiendo a Will Graham

Sergio Gil
04/07/2016
12:33 h
4
 
La base por la que Dios nos perdona,debemos tener certeza de salvacion y su ira es apaciguada no es la del pecador aceptando a Cristo,sino la obediencia perfecta de Cristo,y su obra acabada en la cruz sufriendo en nuestro lugar.Si esto es así,y estamos en Cristo,Dios no castigará a sus Hijos con el infierno.Cuando pecamos, no dejamos de ser hijos de Dios, sino que contristamos al Espíritu. Cada día,pues,debemos renovar nuestro arrepentimiento y fe,porque somos hijos,y no para serlo.
 
Respondiendo a Sergio Gil

Will Graham
04/07/2016
11:21 h
3
 
Te animo a leer el sermón, hermano. El único lugar de refugio de la ira divina se llama Jesucristo. Escondemos de Dios en Dios. En Cristo Dios no tiene nada que decirnos sino: "Justo! Perfecto! Impecable! Precioso! Eres mi Hijo amado en el cual tengo complacencia!" Pon tu mirada en Cristo, Cristo, Cristo hermano. Tu salvación reside exclusivamente en Él. Un abrazo, WG
 
Respondiendo a Will Graham

jorgevaron
06/07/2016
19:11 h
8
 
Gracias Will por darnos a conocer este tesoro, las verdades de Dios son piedras preciosas y como ellas bellas pero duras y lo más seguro es que nos hieran y nos impidan apoltronarnos. Que diferencia con la blanda hojarasca con que nos "divierten" los predicadores de nuestras congregaciones, muy preocupados por nuestra comodidad y la de ellos, por supuesto..
 
Respondiendo a jorgevaron

Director pais7.org
05/07/2016
11:17 h
7
 
Para un acercamiento más profundo a la obra literaria y huella histórica de J. Edwards, su labor pastoral y homilética- que forma parte del canon culto norteamericano-, sugiero la lectura de “Immediate and progressive divine agency: J. Edwards`rhetoric of history”, tesis doctoral del filólogo protestante Juan Sánchez Naffziger, investigación interdisciplinar defendida en la U. de Sevilla (2015): https://idus.us.es/xmlui/handle/11441/30761
 
Respondiendo a Director pais7.org

Noemí
04/07/2016
17:05 h
6
 
Por cierto Will. He conseguido dos ejemplares de Leonard Ravenhill "Por qué no llega el avivamiento". Sería un placer poder regalarte uno. (He visto tu video en el que estás en tu coche recomendando libros). Si quieres te lo puedo enviar a la dirección de protestante digital o a cualquier otra. Ya me dices. Muchas bendiciones hermano y que el Señor te guíe esta semana.
 
Respondiendo a Noemí

Noemí
04/07/2016
16:58 h
5
 
Excelente artículo. Permíteme corroborarlo con una cita de A. Pink "La Soberanía de Dios": "Los sermones que han recibido más reconocimiento y bendición con la salvación de los perdidos han sido aquellos en que he predicado la depravación humana, la impotencia del pecador para hacer algo por sí mismo y la dependencia del alma de la misericordia soberana de Dios para salvación". Gracias por recomendar libros tan acordes con la Palabra de Dios y recordar a Edwards con su famoso sermón. Bendiciones
 
Respondiendo a Noemí

Sergio Gil
03/07/2016
14:16 h
2
 
Gracias Will. Estoy de acuerdo contigo. Sin duda, muchos son dominados por el espíritu de la época; pero es del Espíritu Santo del que necesitamos ser llenos, para que así seamos fieles a Cristo como Edwards y otros. Animo a leer la conferencia que dio Lloyd Jones con el título:Jonathan Edwards y la importancia crucial del avivamiento, de su libro Los Puritanos. Y leer también Los afectos religiosos, por J. Edwards. Descubriremos que lejos de ser un hombre extremista,tuvo un equilibrio bíblico
 
Respondiendo a Sergio Gil

Marc
03/07/2016
01:52 h
1
 
Caray, ahora he perdido la certeza de mi salvación. Si Dios es un airado infinito ¿quién garantiza que su ira se apacigue al aceptar el pecador a Cristo en su corazón? Una ira infinita que no se apacigua nunca no da lugar a ningún amor. Me confundí. Porque aún el creyente peca todos los días y al hacerlo, interrumpe su comuníon es decir, otra vez se expone a la ira infinita. Dios mío ¿tanta ira contra sus propias criaturas puede tener un Dios que se presenta como amor? Con razón tolera tanto mal
 
Respondiendo a Marc

Jh
13/03/2019
20:49 h
11
 
Hace rato escuchaba a un actor que se llama Daniel Habif y daba una especie de mensaje, pero todo era "yo" "yo", puros motivadores que nunca te llevan a Cristo; ¡Cuanta falta nos hace la predicacion expositiva y la teologia biblica en nuestras iglesias!... bendiciones mi hermano
 



 
 
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