Una entrevista con Pedro Puigvert sobre los cuatro gigantes del protestantismo español del siglo XX.
Hoy en Brisa fresca, estamos con Pedro Puigvert.
Casado con Isabel Gamón, son padres de una hija. Pedro ha sido Secretario General de la Unión Bíblica durante 30 años, Presidente de la Alianza Evangélica Española y del Consejo Evangélico de Cataluña.
Actualmente, es Anciano de la Asamblea de Hermanos (de la Avenida Mistral, 85-87 de Barcelona), Presidente y profesor del Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB), Director de la revista ‘Síntesis’ y Consejero de Unión Bíblica. Autor de varios libros de temática bíblica, redactor de las ‘Notas Diarias’ desde hace 36 años.
Hoy queremos preguntarle sobre cuatro gigantes del protestantismo español del siglo pasado, a saber, Ernesto Trechard (1902-72), Francisco Lacueva (1911-2005), José Grau (1931-2014) y José M. Martínez (1924-2016).
Will Graham (WG): Buenos días, hermano Pedro. Gracias por estar con nosotros hoy en Protestante Digital. ¿Podrías empezar explicándonos quiénes son Ernesto Trenchard, Francisco Lacueva, José Grau y José M. Martínez?
Pedro Puigvert (PP): Siguiendo el orden de la pregunta, Ernesto Trenchard, fue un misionero inglés que salió a la obra a tiempo completo en 1925 y vino a España en donde al mismo tiempo que estudiaba el idioma, enseñaba y evangelizaba. En Madrid conoció a una joven viuda, misionera de las Asambleas de Hermanos (AAHH), llamada Gertrudis con la que se casó y tuvieron ocho hijos.
Estuvo ministrando en la provincia de Ávila y luego en la de Toledo. Durante esta época fundó la revista ‘El joven cristiano’ y puso en marcha el primer curso por correspondencia sobre la epístola a los Romanos. Cuando estalló la Guerra Civil regresó a Inglaterra y en plena II Guerra Mundial, en 1944, tuvieron que amputarle su pierna izquierda. A pesar de este inconveniente, regresó a España en 1947, pero esta vez se dirigió a Barcelona, en donde tras la Guerra Civil las AAHH habían experimentado un notable crecimiento mediante reuniones clandestinas en las casas.
A partir de ahí su ministerio principal fue el de la formación de líderes mediante cursos por correspondencia y enseñando en su casa, dando forma a este ministerio que pasó a llamarse Cursos de Estudio Bíblico (CEB). En el año 1935 había iniciado la obra de la Unión Bíblica difundiendo las que llamaban entonces ‘Notas sobre la porción diaria’ y cuando regresó se constituyó el primer Comité en 1953 ocupando el cargo de Presidente hasta 1969. También sirvió en 1953 como Secretario adjunto de la recién reconstituida Alianza Evangélica Española.
En 1964 regresó a Madrid por considerar que sería un lugar más estratégico para desarrollar el ministerio de enseñanza y la creciente obra literaria. En 1972 pasó a la presencia del Señor a los 70 años de edad. Colaboró con evangélicos de diferentes denominaciones y aunque su corazón estaba con las AAHH, realizó un reconocido ministerio interdenominacional.
Francisco Lacueva, fue obispo coadjutor y canónigo magistral de la catedral de Tarazona (Zaragoza) hasta 1962 en que se convirtió al evangelio, después de entrar en relación con el pastor Samuel Vila. Su conversión en pleno Vaticano II, fue un acontecimiento para las iglesias evangélicas y un dolor de cabeza para el nacional-catolicismo. Marchó a Inglaterra y allí desde la embajada española enviaron a dos emisarios jesuitas para que se retractase. Consiguieron que volviera a España con ellos y lo dejaron en un convento donde encontró en la biblioteca las obras de los más importantes teólogos de la Reforma, cuya lectura le reafirmó en su fe evangélica. Más adelante fue bautizado por inmersión en una iglesia bautista de Inglaterra.
Allí contrajo matrimonio con Enid-Beryle Bead y de este enlace nacieron tres hijas. En Inglaterra trabajó en Radio Transmundial. Pasados unos años volvió a Barcelona donde pastoreó la iglesia de la calle San Eusebio. En Barcelona, adoptó el seudónimo de ‘Sozimeno de Gracia’ (-de sozo salvar- salvado por gracia) en los folletos que se distribuían para anunciar las conferencias públicas, porque el entonces Arzobispo de Barcelona, el Dr. Modrego, que fue profesor suyo en el seminario, haría todo lo posible para impedir que hablase e incluso perseguirle.
Realizó sobre todo un ministerio de enseñanza, primero en el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB) mientras estuvo en Barcelona y más adelante en Galicia, así como en el Seminario Teológico Centroamericano (SETECA). Fue recibido en la casa del Padre a la edad de 93 años.
José Grau, se convirtió al evangelio tras una etapa de profundas inquietudes espirituales y sincera búsqueda de Dios, pasando desde el ateísmo al agnosticismo y de ahí a la fe cristiana. Una Biblia comprada en el mercado de segunda mano después de haber leído una porción del evangelio de Juan en la sección religiosa del periódico ‘El Correo Catalán’, fue el instrumento usado por Dios para producir su conversión a principios de los años 50 del siglo pasado.
Su contacto con un sacerdote de su barrio, le defrauda, pero la recomendación de aquel cura de que leyera las ‘Confesiones’ de san Agustín tuvo un efecto contrario al esperado, pues el catolicismo del siglo V no tenía nada que ver con el que conoció en aquella época. A raíz de tener contacto con algunos protestantes, empezó a asistir a cultos evangélicos. Su interés por conocer la Palabra de Dios le lleva a asistir a las clases de teología que impartía el pastor José M. Martínez en su domicilio.
A finales de aquella década con el apoyo de la Misión Evangélica Europea se crea Ediciones Evangélicas Europeas, dando comienzo a su completa dedicación a la literatura evangélica. Será su Director y autor principal de la editorial hasta 2002 cuando se jubiló. Contrajo matrimonio con María Beltrán, fruto del cual nacieron dos hijas. Perseguido por su fe, la policía confiscó más de cuatro mil libros y sesenta mil folletos que estaban depositados en casa de Josep Monells, y él como autor del folleto ‘Los diez mandamientos’ fue detenido, procesado y condenado a un mes y un día de arresto que no cumplió y a pagar las costas del juicio.
En el año 1969, bajo los auspicios de la Alianza Evangélica Española (AEE) se crea el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB), siendo uno de sus fundadores y profesor desde el primer curso, así como presidente desde 1996 a 2003. También colaboró con la AEE asumiendo el cargo del Secretariado de Publicaciones, la Comisión de Teología y la presidencia (1972-73).
Presidió el Congreso Ibérico sobre Evangelización (CISE) y participó en los congresos de Ámsterdam y Lausana. Fue redactor de las ‘Notas Diarias’ de la Unión Bíblica durante 40 años, miembro del Consejo primero y Vicepresidente durante el mismo espacio de tiempo. Asimismo fue profesor de Historia de la Iglesia en IBSTE. Descansó en el Señor a la edad de 83 años.
José M. Martínez partió con el Señor el fin de semana pasado a sus 92 años. Nació en Castejón (Navarra). A los 12 años se traslada con su familia a Manresa (Barcelona) donde conoce el Evangelio y se convierte a Cristo. Inmediatamente después de finalizar la Guerra Civil, en circunstancias difíciles tiene una honda experiencia espiritual que le lleva a consagrar su vida a Cristo y a su servicio. En el verano de 1943 es llamado por Samuel Vila, pastor de la Iglesia Bautista de Terrassa, para colaborar en diversas formas de ministerio.
Casado y viudo de Julia Vila, tienen un hijo y dos hijas. En mayo de 1948 es invitado por la Iglesia Bautista de Barcelona como pastor. Acepta la invitación, con lo que se inicia un ministerio fructífero que duró treinta años. En 1979, por motivos de enfermedad, hubo de renunciar al ministerio pastoral. Ha sido uno de los promotores de la reorganización de la AEE, actuando un tiempo como Secretario y más adelante fue Presidente de la misma en dos períodos diferentes: de 1968 a 1971 primero y de 1978 a 1981 después.
Más tarde se hizo cargo del Secretariado de Teología que acabará transformándose en 1988 en la Comisión de Teología, la cual presidió hasta 1994. Participó también en la formación del primer Comité de la Unión Bíblica en 1953 y tras la muerte de Ernesto Trenchard asumió la presidencia durante 25 años. Su ministerio pastoral y su labor pedagógica como expositor bíblico ha sido de gran ayuda para la formación de varias generaciones de siervos de Dios.
Los estudios que impartía en su hogar fueron el germen para la creación de la Escuela Evangélica de Teología de la FIEIDE. También fue fundador, profesor del CEEB y a partir de 1981 hasta 1996 presidente del mismo. En 1957 nació la Federación de Iglesias Evangélicas Independientes de España (FIEIDE), siendo elegido Presidente de la misma, cargo que desempeñó por espacio de 14 años.
WG: ¿Qué tipo de contacto ha tenido usted, hermano Puigvert, con ellos?
PP: Con el Sr. Trenchard no tuve ningún contacto personal, pues solamente lo escuché en una ocasión, cuando yo era casi un recién convertido. He leído sus libros y los he usado para la preparación de estudios bíblicos. En cuanto al Dr. Lacueva, fui alumno suyo cuando impartía las asignaturas de Catolicismo Romano y Eclesiología en el CEEB.
Al marcharse de Barcelona, la Junta del CEEB me encargó la enseñanza de la asignatura de Catolicismo Romano, por haberla estudiado con él. Cuando empezó a dar sus clases no se cabía en el aula, pero la mayoría pronto se defraudó porque esperaban oír historias de curas y monjas y él impartía el Dogma Católico. Aprendí más del catolicismo romano estudiándolo con él que en los 22 años que fui católico romano. Escribió la obra ‘Catolicismo romano’, del Curso de Formación Teológica Evangélica para que sirviera de libro de texto de sus clases.
Con referencia a los hermanos Grau y Martínez, el contacto ha sido permanente desde que empecé a estudiar en el CEEB, pues ellos fueron mis dos grandes maestros, sin menospreciar a los demás. También he tenido el privilegio de colaborar con ellos en la obra del Señor, tanto en el CEEB, como en la AEE y la Unión Bíblica (UB). Fue el Sr. Martínez el que me llamó para que me hiciera cargo de la Secretaría General y la Administración de la UB en el año 1979, pues el Consejo había acordado tener un obrero a tiempo completo para impulsar esta obra en España.
He tenido el gran privilegio de ser colaborador de los dos más grandes teólogos evangélicos españoles del siglo XX y haber sucedido a ambos en la presidencia de la AEE durante siete años y del CEEB desde hace 13 años y también como profesor de Hermenéutica y otras.
WG: ¿Por qué piensa que es tan importante avivar el legado de estos cuatro hombres en pleno siglo XXI? ¿Qué podríamos aprender de ellos?
PP: Ellos han marcado una época con sus aportaciones a la obra evangélica, especialmente en lo que hace al estudio bíblico, pues sus obras todavía en el día de hoy son de referencia para los estudiantes de teología y también para aquellos creyentes que quieren formarse en el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Al mismo tiempo, su pensamiento firmemente enraizado en la Biblia, supo dar respuestas a las nuevas situaciones que se estaban dando en nuestro país.
Sabían leer el tiempo que nos tocaba vivir y guiar por medio de sus escritos, conferencias y consejos al pueblo de Dios. De ahí que muchas de sus obras se han convertido en clásicas y por otro lado, su fiel testimonio del evangelio es un modelo a seguir para las generaciones siguientes a la suya.
WG: ¿Cuáles son algunas de sus obras fundamentales que tendríamos que leer sí o sí?
PP: Del Sr. Trenchard, tenemos la recopilación de una parte de sus libros en el Comentario Expositivo de Nuevo Testamento editado en 2013, especialmente el exhaustivo comentario al libro de los Hechos. Del Dr. Lacueva, evidentemente sus libros ‘Catolicismo Romano’ y ‘La Iglesia cuerpo de Cristo’. Del Sr. Grau, la obra más significativa es ‘Catolicismo Romano, Orígenes y Desarrollo’, que en su primera edición tenía por título ‘Concilios I y II’, pues se tuvo que editar bajo el seudónimo de Javier Gonzaga, a la que añadió más de 300 páginas que siguen a las de la primera edición hasta el papa Juan Pablo II.
Otras obras fundamentales son ‘El Fundamento Apostólico y Escatología, Final de los tiempos’. Del Sr. Martínez destaca su obra ‘Hermenéutica Bíblica’, que se ha convertido en libro de texto de Seminarios y Escuelas Bíblicas en todos los países de habla hispana. Otro libro que tiene la virtud de ser una obra de historia viva, porque el autor es también actor de buena parte de ella es ‘La España Evangélica, ayer y hoy’. Quiero destacar que todos escribieron sobre temáticas muy variadas.
WG: ¿Cómo reaccionaron ante la fuerte presencia del Catolicismo Romano en España?
PP: Todos desempeñaron su ministerio en la España franquista del nacional-catolicismo, es decir, tuvieron que sufrir la incomprensión, cuando no la persecución de los poderes religiosos y civiles. A excepción del Sr. Trenchard, los demás también vivieron la transición, en que se pasó de la tolerancia después del Vaticano II a la libertad religiosa de la democracia. De una forma o de otra todos sufrieron la persecución ideológica y de otros tipos del nacional-catolicismo.
Todos menos el Dr. Lacueva, que aún no era convertido, participaron en la reorganización de la AEE y con ella llegó también el avance en la defensa de la libertad religiosa. La AEE intervino en favor de creyentes que fueron maltratados por las autoridades civiles y de los soldados que eran condenados por no arrodillarse en la misa a la que habían sido obligados a asistir.
También en el problema del matrimonio civil de parejas evangélicas cuando uno de los contrayentes había sido bautizado en la Iglesia Católica. En cada caso se entablaba un duro combate. La AEE promovió la creación de un organismo que pudiera aglutinar a los evangélicos españoles, de manera que tras un período de gestación, el 14 de mayo de 1956 se constituyó en Madrid la Comisión de Defensa Evangélica, antecesora de la actual FEREDE. Trenchard tuvo que salir de España por la Guerra Civil, Lacueva sufrió presiones de todo tipo por haber abandonado el catolicismo romano y abrazado el protestantismo. Tal como he dicho antes, Grau fue condenado por ser autor de literatura clandestina e infringir la Ley de imprenta.
Hasta el último momento se esperó que la Iglesia Católica de Barcelona retirara la acusación, pero no lo hizo. En cuanto José M. Martínez, el ministro de la Gobernación ordenó en 1957 el cierre de una capilla que había fundado en la calle Acueducto de Barcelona. Era la segunda vez porque ya había sido clausurada en 1953. Esta prohibición derivaba de una denuncia presentada por el rector de la parroquia de San Francisco Javier de Horta.
La policía hizo lo posible por demostrar el proselitismo que ejercía el pastor Martínez diciendo que regalaba dinero, ropa y golosinas a los niños. La Brigada Político-Social suspendía en julio de 1958 el culto en el templo bautista de la calle Verdi y lo clausuraba alegando que no tenía permiso de las autoridades. Sin embargo, este templo no les disgustaba mucho porque estaba lejos del centro de la ciudad y era “discreto” (la fachada tiene la apariencia de una vivienda). El cierre fue una venganza del gobernador y del ministro de Gobernación contra el Sr. Martínez, al cual catalogaban de “peligroso”, básicamente por su gran actividad.
WG: ¿Tuvieron que pelear contra el liberalismo teológico?
PP: Forzosamente tuvieron que referirse a él en sus escritos, pues aunque en España no tenía la influencia que en el centro de Europa, en las publicaciones se puede apreciar que la apologética tenía un sustrato al que se salía al paso manifestando la inspiración y autoridad de las Escrituras. También es evidente el rechazo de la Alta Crítica, especialmente en las obras de Grau y Martínez.
Este último, en su obra ‘Hermenéutica Bíblica’ dedica un capítulo entero a exponer en qué consiste y sus repercusiones en la interpretación de la Biblia y hace la siguiente crítica al liberalismo: “La religión en general y la israelita en particular no tienen su origen en la revelación de Dios; se explican simplemente aplicando el concepto de evolución natural, en virtud de la cual los israelitas pasaron, a través de diferentes etapas, del politeísmo al monoteísmo.
Los escritos de los hagiógrafos deben ser sometidos, siempre que convenga, al principio de ‘acomodación’. Sus conceptos a menudo fueron expresados en términos descriptivos del pensamiento o de las creencias de su época, sin que tal pensamiento o tales creencias se ajustaran a la verdad objetiva, por lo que carecen de validez para la época moderna, completamente distinta (…). La Biblia es interpretada con un criterio histórico muy particular. Las creencias teológicas son creadas por determinadas condiciones sociales, no por intervención especial de Dios.
La religión bíblica contiene elementos sincretistas; en gran parte ha asimilado concepciones religiosas de otros pueblos purificadas por el monoteísmo de los profetas y, sobre todo, por los principios éticos de Jesús”. Como en España no ha habido nunca una Iglesia Evangélica oficial, en donde el liberalismo ha penetrado más ha sido en las iglesias que pertenecen al Concilio Mundial de Iglesias y en aquellas en que sus pastores recibieron la formación en Seminarios liberales de Europa. Por otro lado, las obras de los grandes teólogos liberales protestantes han sido traducidas y difundidas por editoriales católicas y no por editoriales evangélicas.
WG: ¿Qué dirían sobre el estado de la iglesia evangélica en España actualmente?
PP: Es un poco difícil hacer conjeturas al respecto. Por las conversaciones que tuve con el Sr. Grau antes de su fallecimiento hace dos años, le preocupaba la falta de interés que observaba en muchos creyentes por el conocimiento y la vivencia de la Palabra de Dios que habían sido sustituidos por una superficialidad espiritual y un sectarismo peligrosos. Llevaba mucho tiempo denunciando la falta de una Teología del Reino y una Teología de la Creación.
Con referencia al Sr. Martínez, diría que la exposición que hace en los capítulos XIII y XIV de su obra ‘La España Evangélica, ayer y hoy’, expresa de manera fehaciente lo que ya ha dicho del estado de la iglesia evangélica, donde traza una perspectiva que incluye el gobierno de la iglesia, el ministerio pastoral, el culto y las relaciones intereclesiales, así como la perspectiva misiológica sobre la evangelización.
Lo que sí aplaudirían los cuatro, es este renovado interés por la predicación expositiva que se ha despertado en un grupo de jóvenes siervos de Dios generando un movimiento que sin duda será de mucha bendición a las iglesias.
WG: ¿Dónde se posicionaron en cuanto el debate eterno entre el calvinismo y el arminianismo?
PP: En este asunto hay una incidencia que dejó una huella profunda, especialmente en las iglesias de Barcelona. A raíz de su licenciatura en teología en el Westminster Theological Seminary de Filadelfia (EEUU), el Dr. David Estrada, a la sazón miembro de la iglesia de la calle Verdi, pastoreada por José M. Martínez, de regreso a su iglesia, su teología chocó de frente con la de su pastor e iglesia y como resultado se produjo una escisión, saliendo el Dr. Estrada. Juntamente con otros hermanos abrió un nuevo templo en el mismo barrio de Gracia, formando una Iglesia Reformada Presbiteriana.
Como reacción a este hecho Ernesto Trenchard y José M. Martínez escribieron el libro “Escogidos en Cristo”, en el que se observa en la introducción, aunque no se mencione, que estaban dolidos, pues muchas de las frases que denotan cierta contención, no dejan de expresar un malestar profundo. El primer párrafo dice: “hay corrientes de pensamiento que, independientemente de los elementos de verdad o de error que pueda haber en su contenido, perduran a lo largo de la Historia de modo inextinguible. Unas veces discurren sobre la superficie, a menudo con estrépito de controversia; otras, se aquietan y hasta se ocultan para reaparecer más tarde con renovado ímpetu. Este fenómeno puede observarse en el sistema teológico denominado calvinismo”.
En los siguientes párrafos se observa la intención de menospreciarlo con frases como “este sistema ha experimentado –y todavía experimenta- un decaimiento en sus puntos más controvertidos”. La prueba es que en Europa, quizás menos en Holanda, los evangélicos ya no se interesan por los problemas dogmáticos que el calvinismo plantea y en EEUU, la mayoría de evangélicos no son calvinistas.
O sea que un sistema se considera verdadero o erróneo por el número de adherentes al mismo. Según los autores, algunos grupos lo son moderadamente y otros son sectarios que no gozan de mucha simpatía. Sin menoscabo de esto admiten que en Inglaterra desde hace algunos años ha habido un reavivamiento de la teología calvinista. Lamentan que en algunos casos se haya propagado el calvinismo con un espíritu sectario, sin respeto o consideración por las convicciones dispares de sus hermanos, tan ortodoxos y amantes de la verdad como ellos. Esto ha creado problemas, confusión y reacciones partidistas, lo que fue cierto, ya que en aquellas fechas empecé a asistir a una iglesia evangélica y escuché a algunos que se referían al calvinismo de manera peyorativa.
Más adelante, las frases se suavizan explicando que el objetivo de la obra es examinar los términos teológicos del calvinismo extremo y fijar la posición de los autores a la luz de la Palabra, sin condenar a los calvinistas, pues en el fondo querían salvaguardar la unidad de la Iglesia. José Grau, no participó en esta refriega, siendo su doctrina reformada, calvinista, sin entrar en discusiones de este tipo ya que estaba más interesado en otros temas como puede verse analizando sus obras.
En cuanto a Lacueva, vemos una evolución, ya que de un calvinismo inicial, no olvidemos que la iglesia en que fue bautizado era bautista particular, o sea calvinista, cuando marchó a Galicia y entró en contacto con el Dr. Carballosa, pasó a abrazar el dispensacionalismo. Trenchard era también dispensacionalista, pero moderado como él mismo confesó en un artículo publicado en la revista Pensamiento Cristiano, una revista que se editaba en Argentina.
WG: ¿Tenían una clara perspectiva escatológica?
PP: Empezando por Trenchard, es obvio que si era dispensacionalista, aceptaba también el premilenarismo propio de este sistema. En relación con Lacueva, diremos que del amilenarismo inicial evolucionó hacia el premilenarismo dispensacionalista.
Es curioso que él, cuando estaba en Barcelona, confesaba que todavía no había estudiado a fondo esta doctrina y animó a José Grau a que escribiera su obra ‘Escatología, final de los tiempos’ y unos años después él escribió ‘Escatología II’ desde la perspectiva premilenarista dispensacionalista, en la misma colección ‘Curso de Formación Teológica Evangélica’ para compensar la obra de Grau, pues la línea escatológica de la editorial CLIE era esta y les chirriaba el libro de Grau en la colección. José Grau, desde la teología del reino llega también a su postura escatológica amilenarista y a denunciar la “escatología ficción”.
Sin embargo, como dice José de Segovia, “a Grau no le interesa por eso tanto la cuestión del milenio, como la hermenéutica y la parálisis que esta escatología ha producido en el cristianismo evangélico”. El Sr. Grau fue denostado porque en su libro de escatología, hay un capítulo en que explica el origen del dispensacionalismo y eso sentó muy mal a algunos dispensacionalistas, tanto que incluso trataron de impedir que enseñara en el CEEB. Por lo que se refiere a José M. Martínez, ha mantenido siempre una distancia con las escuelas de escatología sin inclinarse claramente por ninguna.
En su Hermenéutica Bíblica, después de exponer las tres posiciones con el matiz que hay otra forma de premilenarismo, el dispensacionalista, pues en realidad son cuatro, termina diciendo que “cualquiera de las tres posiciones tiene puntos expuestos a objeciones serias que no siempre son refutadas satisfactoriamente” y a continuación hace una crítica de cada escuela, pero sospechosamente no menciona el premilenarismo histórico y sí el dispensacionalista.
WG: Si podrías dar algún consejo, hermano Puigvert, a nuestros lectores más jóvenes en Protestante Digital, ¿cuál sería?
PP: Todos los siervos de Dios mencionados amaban profundamente su Palabra y al Dios de la Palabra, al que servían difundiendo su mensaje y enseñando a los hermanos de su generación a ser testigos fieles y que a su vez enseñasen a otros. Todos ellos tenían una buena preparación profesional, pero usaron sus dones para ejercer el mejor de los oficios: ministros del evangelio.
A los jóvenes les diría que si reciben el llamamiento de Dios acepten la responsabilidad, se preparen adecuadamente bíblica y teológicamente. Que no olviden la historia reciente y que al mirar atrás es para coger fuerzas y avanzar por los caminos que eminentes hombres de Dios trazaron con mucho sufrimiento, pero que lo que más les importaba era el avance del reino de Dios en este mundo y el bienestar espiritual de los hermanos a los que servían.
WG: Muchas gracias por todo lo que nos ha aportado hoy, hermano Puigvert. Personalmente hablando, he aprendido mucho.
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