Feliz Ôsher para ti (1)

Se ha dicho que una parábola es una historia terrenal con un significado celestial. El Señor Jesús, Maestro por excelencia, con frecuencia usaba parábolas como un medio para ilustrar verdades profundas y divinas, como claros “power points” que eran fáciles de recordar, por las características de los personajes, y el simbolismo rico en significado. Las parábolas eran una forma común de enseñanza en el judaísmo. El insuperable Pedagogo en sus funciones de comunicador empleaba muchas analogías gráficas, usando cosas tan comunes que eran conocidas por todos (la sal, el pan, las ovejas, las lámparas, la siembra, los pájaros etc.), y su significado era totalmente claro en el contexto de Su enseñanza. Partiendo de estas cosas tejió encantadoras parábolas que han dominado los corazones y mentes de los hombres.

¿Recuerda alguno de los lectores aquel programa televisivo que se tituló: “Millonario anónimo”? un programa solidario en el que empresarios ricos abandonaban durante una semana sus vidas acomodadas para vivir junto a personas desfavorecidas de manera anónima y con prestaciones que rondaban los 100 euros. De esta manera conocerían personalmente la situación de personas que vivían circunstancias muy precarias. Y al término de su experiencia, ayudarían económicamente a los más necesitados. Los participantes trabajaban de incógnito para asociaciones, colectivos y personas con el fin de sumergirse en sus problemas y conocer sus situaciones. Realizaban labores solidarias durante los días que duraba su experiencia teniendo que sobrevivir y ajustarse a un presupuesto ínfimo. El programa cambió la vida de las personas infiltradas pero también la de muchas personas que estaban viviendo en situaciones muy necesitadas. El último día desvelaban su verdadera identidad y hacían entrega de generosas donaciones que permitió a todos aquellos con los que convivió el “millonario anónimo” a dar un giro a sus vidas. Todo esto produjo algunos resultados muy interesantes. Y desde tales apreciaciones, desarrollaré mi pretendida y moderna parábola de Navidad.

“Una vez, en una tierra muy lejana, hace mucho tiempo, vivía un hombre llamado Yehoshuáh ÔSHER PLOUTOS. Era increíblemente rico, más allá de lo que pudiera pensar cualquier avaro. Pero tenía la extraña costumbre de donar un millón de euros a ciertas personas de su elección. Otro varón, llamado Mijail ANTONIUS, visitaba a los que eran objeto de su generosidad y les daba personalmente el dinero. Primero fueron docenas, luego centenares y finalmente miles y miles por todo el mundo que llegaron a ser beneficiados y de ese modo se encontraron con que las circunstancias de sus vidas cambiaron admirablemente.

A su muerte, el Señor Yehoshuáh ÔSHER PLOUTOS dejó en las amplias prescripciones de su herencia una instrucción de que su generosa práctica debía ser continuada. Así siguió ocurriendo por décadas, luego por siglos y también por milenios. Por tal motivo, la gente se reunió y pensó que debía hacerse algo para recordar, conmemorar y celebrar la memoria de ese gran hombre. Consensuaron que debían conmemorar su cumpleaños –que caía a mediados del Invierno  teniendo un banquete, hablando sobre el señor ÔSHER PLOUTOS y cantando canciones sobre él que se refirieran a su grandiosa generosidad.

Por supuesto, las únicas personas que estaban interesadas en hacerlo eran aquellas que habían recibido sus regalos, el millón de euros. Así es como estos millonarios se reunían a mitad del Invierno y celebraban el “Día ÔSHER PLOUTOS”, escribieron poemas sobre Él y cantaron canciones. Era una oportunidad maravillosa. Más tarde la costumbre se esparció por todo el mundo, en todos los lugares donde había gente que hubiera recibido el regalo del millón de euros.

Pero entonces ocurrió algo muy peculiar. Algunas de esas personas que se dedicaban a invitarse a fiestas, los “croqueteros” los “canaperos” y los “montadintos” decidieron agregarse a ellas. En medio de la multitud pasaron desapercibidas. No sabían exactamente qué pasaba, pero resultaba divertido. Parecía cierto tipo de celebración sobre alguien que había hecho que algunos otros fueran ricos... Parecía una buena cosa, de modo que tomaban unas copas de “cava” y entraban a la celebración. Hablaron de ello a sus amigos y al año siguiente hicieron su propia fiesta. En pocos años todo el País estaba celebrando el “Día de ÖSHER PLOUTOS”, resultaba bueno eso de romper la monotonía del largo y pesado Invierno. Pronto el “Día de ÖSHER PLOUTOS” llegó a ser fiesta nacional.

Los negociantes, con su aguda percepción, se sintieron atraídos por esta singular celebración. Como el “Día de ÖSHER PLOUTOS” tenía algo que ver con regalar cosas, influyeron en la gente para que regalaran cosas a los demás, algo que mantuviera el espíritu “ÖSHER PLOUTOS”, y empezaron a aparecer “Ofertas ÖSHER PLOUTOS”. Y esto continuó durante muchos años. (Continuará)