David y Betsabé, segunda parte.
Parecía una tarde de rutina para el rey David. Uno de sus asistentes se anuncia y dice:
- Majestad, tengo un recado para Vd
El monarca quita el sello del rollito, lee y empalidece. El texto es breve: “estoy encinta” (v.5) firma: Betsabé.
El rey con furia arroja la carta en el fuego del brasero. Comienza a caminar de un lado al otro de la amplia sala. De pronto una sonrisa asoma en sus labios. Tiene un plan que no puede fallar.
Escribe una nota a Joab en la que ordena que le envíe de inmediato al oficial Urías. Joab sin duda que se extraña mucho que le solicite con tanta urgencia el envío de un oficial que si bien es importante nunca ha sido un consejero del rey.
El militar hace el largo viaje preguntándose cual será la razón que nada menos que el rey lo llame para hablar. Pasan los días y finalmente Urías llega a Jerusalén y se dirige al palacio real. De inmediato es introducido a la sala donde se encuentra el rey.
- Majestad - dice el oficial haciendo una reverencia - el general Joab le manda sus respetos y sus deseos que la paz del Señor sea con Vd.
- Estimado Urías - responde el rey -, me alegro muchísimo de verlo bien y me gustaría que Vd. me cuente como están las cosas en el frente de batalla. Y especialmente ¿cómo está el ánimo de las tropas?
El oficial responde a la interpelación del rey. Es evidente que está bien informado de todo lo que sucede en el frente.
Después de un rato en que David hace unas preguntas de esas que se hacen “para llenar el tiempo”, le dice con voz solemne para que escuchen todos los presentes:
- Oficial Urías, quiero que sepa cuán agradecido estoy yo y el país por los servicios que personas como Vd. prestan a la patria. En nuestra próxima reunión del Estado Mayor vamos a considerar muy seriamente darle un ascenso en mérito a los servicios invalorables y extraordinarios que Vd. ha desempeñado en el Ejército.
Urías se ruboriza. Él realmente no está conciente que haya hecho nada extraordinario para merecer un ascenso. Sí, el sabe de otros compañeros que han hecho proezas mucho mayores y que aún no han sido recompensados.
- Majestad, yo no me merezco nada de eso y con todo respeto le digo que no esperaba nada.
El rey le hace un gesto cordial como que no prosiga y da por terminada la entrevista.
Las sombras de la noche han caído y Urías se ha retirado. Desde la entrada del palacio puede divisar su residencia.
Se alcanza a vislumbrar las pequeñas lumbres de las candelas en la casa.
Piensa por un momento dirigirse hacia su hogar aunque sea nada más que para mirar la puerta, pero siente como si una mano lo detuviera. Para su sorpresa observa que varios criados del palacio han cruzado hasta su morada y llaman a la puerta.
Los enviados del rey han llevado unas bandejas repletas de regalos y manjares; se retiran. Betsabé es informada del obsequio real y que su esposo Urías está en la ciudad. Su rostro se torna blanquecino y muerde sus labios. No lo puede creer. Llama a los domésticos y les dice:
- Mi esposo está en la ciudad. Ustedes ya saben lo que les dije de mi “visita”. Este tema “no se toca”. Mi marido a veces se pone muy celoso y ya les dije que no pasó nada.
A la mañana siguiente el rey se levanta con una sensación de victoria. La pesadilla de ser acusado de adulterio ha desaparecido. Por supuesto, él supone que Urías ha pasado la noche con su esposa.
Cuando nazca el niño le diremos que es un “sietemesino” grande y el papamoscas se lo va a creer. Mientras piensa en estas cosas una sonrisa se dibuja en el rostro del monarca.
Es interrumpido por el llamado de su criado que le anuncia que el desayuno está pronto.
- ¿Qué hay de nuevo? - pregunta mientras se refriega las manos en actitud de triunfo.
- Nada en especial, solamente que Urías no fue a su casa.
- ¿Qué dices? – estalla David con el rostro enrojecido de furia.
- Nosotros tratamos en vano de animarle a que fuera a descansar a su casa. Pero no hubo caso. El rehusó completamente.
El rey se pasea cabizbajo por la sala y luego de unos minutos parece recuperar su compostura. El enrojecimiento ya ha desaparecido.
- Díganle a Urías que se presente.
La orden es cumplida y el oficial es traído a la presencia del rey. El monarca sin devolver los buenos días le dice con voz grave y como remarcando cada palabra:
- “¿No has llegado de viaje? ¿Por qué no has descendido a tu casa?” (v.10)
Urías respondió a David:
- El arca, Israel y Judá están en cabañas y mi señor Joab y los servidores de mi señor están acampados al aire libre. ¿Y habría yo de entrar en mi casa para comer y beber y dormir con mi mujer? ¡Por tu vida y por la vida de tu alma, que no haré semejante cosa!” (v.11).
El rey rápidamente cambia su actitud y táctica y dice:
- Lo felicito por su sentido de responsabilidad al deber. Vd. es un gran ejemplo. Muy pronto concretaremos lo del ascenso. Me alegra tener oficiales con tanta vocación como Vd. Lo espero hoy para cenar.
Esa noche, en el mismo lugar que hacía unas semanas había estado Betsabé, Urías es recibido a la mesa real.
El rey lo trata con una amabilidad exagerada. Urías piensa: Nunca me había dado cuenta que el rey fuera tan campechano con sus oficiales. Pero no tiene posibilidad de rehusarse. Allí están otros famosos capitanes del ejército.
- Por favor, tome otra copa de vino - invita el rey David.
- Majestad, perdone, yo no acostumbro a tomar mucho vino y me estoy sintiendo mareado.
- ¡Vamos, oficial! Vd. no podrá rehusarse ahora a beber otro vaso; ¡brindemos por el general Joab!
Los brindis se suceden y el pobre oficial trata en vano de evitar los sucesivos. Una y otra vez David se empecina en que Urías beba. El quiere embriagarlo para que vaya a su casa y su astuto plan se formalice.
Pero esa noche Urías no vuelve a su casa. Su sentido de responsabilidad es tan grande, que aunque ha sido alcoholizado por engaño, aún en ese estado es fiel a su obligación moral.
Al día siguiente David le entrega una carta para el general Joab.
Urías emprende su viaje llevando esa carta contra su cuerpo muy cerca de su corazón. ¡Se siente tan honrado de llevar ese mensaje escrito por la misma mano del Rey!
Urías ignora que ese documento que él trata con tanto respeto no es más ni menos que su condena de muerte. Esa misma mano que había escrito salmos gloriosos ahora acaba de “legalizar” un asesinato.
LA HISTORIA BÍBLICA Y NOSOTROS
Seguimos estudiando con profunda tristeza este capítulo de la vida de David.
Una de las cosas que nos estremece, es el hecho que a lo menos teóricamente, no somos mejores que él.
El Apóstol nos dice: “Yo sé que en mí, a saber, en mi carne, no mora el bien…porque no hago el bien que quiero, sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico” (Rom.7:18-19).
No estamos aquí para criticar a David sino para aprender con sobriedad los peligros de esta vieja naturaleza.
Es por la gracia del Señor que nos sostiene que no caemos. “Nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lam. 3:22-23).
Creemos que el Señor tiene un propósito al poner esta acontecimiento en las páginas sagradas. “Estas cosas les acontecieron como ejemplos y están escritas para nuestra instrucción” (1Cor.10:11).
David aparece aquí como el hombre que se deja llevar por sus pasiones. Urías se nos presenta como el héroe que se niega a sí mismo y cumple fielmente con su deber.
Este es el hombre que declina sus derechos naturales por un móvil más importante.
Urías se convierte para nosotros en el siglo XXI en un personaje real y con un mensaje actual.
El Apóstol nos enseña: “Con Cristo he sido juntamente crucificado y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal.2:20).
Para Urías hay algo más importante que su ego, bienestar y comodidad. Los creyentes debemos seguir el precepto de que “los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gal.5:24).
Tenemos que darnos cuenta que un pecado lleva a otro y cada vez este es más serio. Es como la bomba atómica que se base en una “reacción en cadena”.
El adulterio de David lo lleva a tener que emborrachar a su siervo para tratar de cumplir su plan.
Urías ha sido empujado a la embriaguez alcohólica con la astuta intención que vuelva a su casa y así responsabilizarlo del embarazo que ya ha ocurrido.
Nosotros podemos pensar que Urías es desafortunado porque pierde su esposa y su vida. También se podría pensar que Esteban es un “perdedor” porque lo matan (Hech. 7:58) y Santiago porque es muerto a espada (Hech. 12:2).
Pero desde el punto de vista espiritual Urías es un vencedor. Es un ejemplo para nosotros tres mil años después.
Es un hombre que ha sido engañado y embriagado. El posee convicciones que están profundamente arraigadas en su ser.
Aún bajo los efectos del alcohol su conciencia atina a lo que es correcto y no olvida sus responsabilidades. Para mí esto es tremendo e impactante.
Algunas de las características de Urías son:
Urías, que nosotros sepamos, nunca escribió un salmo o una poesía. Sin embargo su vida es un discurso, es un cántico y es un ejemplo.
El mismo David va a decir: “Oh SEÑOR ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿quién residirá en tu santo monte?” Y la respuesta es “El que anda en integridad y justicia, el que habla verdad en su corazón, el que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni hace agravio a su vecino” (Salm. 15:1-3).
Sin duda que en un auto examen de conciencia David en ese momento de su vida sacaría una calificación muy baja. Él específicamente ha traspasado los seis requisitos mencionados y especialmente el que dice “ni hace agravio a su vecino”. David no fue un buen vecino.
Las Escrituras condenan la práctica de alcoholizar a una persona con motivos perversos (Hab.2:15).
Al tratar de embriagar a Urías, David está haciendo algo que tiene ciertas similitudes con el traficante de drogas ilícitas que trata de convencer a un joven de las “virtudes” que éstas tienen. El resultado final es un cambio en el estado psíquico y mental que va a alterar los mecanismos de freno de la conciencia.
Ese Rey que unos años antes su corazón se le estremeció al cortar el vestido de Saúl ahora deliberadamente planea la muerte de Urías. (Pink).
David no es honesto con su oficial. Observamos que le envía un obsequio (v. 8) y lo invita a cenar con él (“el hombre que lisonjea a su prójimo le tiende red ante sus pasos” Prov.29:5).
Luego va a mandar la carta en la que se determine que lo hagan matar por las armas del enemigo. ¿Qué hubiera pasado si le hubiera confesado su pecado? Sin duda que el dolor que David va a sufrir a través de los años seria menor.
Cuando David se entera que Urías durmió a la puerta de la casa real, tendría que haberle agradecido su fidelidad y devoción.
Por el contrario, lo rezonga diciendo: “¿por qué no descendiste a tu casa?”. El hombre carnal muchas veces en vez de agradecer y apreciar el servicio del creyente espiritual se enoja y murmura.
Los pecados se van cometiendo en forma sucesiva uno después de otro. Urías es engañado en cuanto al propósito del viaje. El monarca falsamente aparenta una amistad y gratitud que no tiene. Luego es arrastrado a un estado de embriaguez por el mismo rey (v. 13).
El engatusar, engañar y alcoholizar para tratar de obtener un beneficio de la persona cuyas habilidades mentales están alteradas es algo muy grave.
La palabra nos advierte claramente “No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa, cuando entra suavemente. Al fin muerde como serpiente y envenena como víbora.” (Prov. 23; 31-32).
Esta historia se puede dividir para su consideración en los 5 mensajes probablemente transmitidos por medio de cartas o verbalmente.
1) David a Betsabé: Invitación a concurrir a palacio.
2) Betsabé a David: Recado corto: “tengo un problema”.
3) David a Joab: Carta: “Mándame a Urías.
4) David a Joab: Comunicación escrita de cometer el crimen “pónganlo en el lugar más peligroso”.
5) Joab a David: Mensaje cifrado anunciando al rey que su objetivo de matar a Urías ha sido logrado.
Cuán penetrantes son las palabras “ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos (o administradores) es que cada uno sea hallado fiel”. (I Cor. 4:2) El esposo de Betsabé lo fue.
NOTAS AL MARGEN
Urías el Heteo era uno de los “valientes de David. Algunos los consideran como oficiales al mando de regimientos especiales” (2Sam.23:39). El término heteo se refiere al grupo conocido como los hititas.
Este pueblo había alcanzado una cultura muy alta. Richard Beal nos dice que Urías podría haber sido uno de esos soldados mercenarios de una de los numerosos estados del norte de Siria.
Es probable que fuera descendientes de los hititas que emigraron un siglo antes y se radicaron en la tierra de Palestina, cuando se colapsó el Imperio Hitita. El nombre Urías significa “Jehová es mi luz” (Sal.27:1).
Al escribir a Joab la carta de la ignominia David se coloca en la historia de Israel como uno de los personajes tristemente más degradados. Hay ciertas similitudes entre este episodio y Jezabel y Nabot (1 Rey. 1:1-29).
Jezabel
David
La negativa de Urías de ir a su casa y estar con su esposa tiene su precedente histórico en un precepto anterior dado por David en cuanto a la abstención sexual durante las campañas militares (I Sam. 21:4-5).
En Efesios 4:17 son solemnes las palabras “No os conduzcáis más como se conducen los Gentiles, en la vanidad de sus mentes, teniendo el entendimiento entenebrecido…” (Efe. 4:15-16).
EL LÍDER QUE HAY EN CADA UNO
La integridad de Urías nos conmueve. Todo lo que hace y dice está bien.
Sus palabras no son lisonjeras, sino que expresan los sentimientos de su corazón.
A pesar de ser un extranjero ha alcanzado un puesto de gran responsabilidad en el ejército siendo uno de los “valientes de David”
Cuando se le pregunta por qué razón no fue a su casa en su respuesta vemos las prioridades del líder genuino.
Urias no puede tomarse un descanso y tiempo de comodidades cuando sus compañeros están pasando vicisitudes.
Es muy impactante destacar que este hombre es muy conciente de su deber moral.
Aún cuando sus sentidos han sido embotados en forma traicionera por el alcohol él sabe que é lo que está bien y que es lo que está mal.
¡El mismo alcohol no puede llegar a las profundidades de su corazón para cambiar sus convicciones!
Urías sin duda sabe que la misión que se le ha encomendado es peligrosa. No usa su rango o sus “conexiones políticas” para evitarlas.
TEMAS PARA CONSIDERAR
Pecados específicos en esta historia, especialmente engaño
Los peligros de la “reacción en cadena” del pecado
La importancia del arrepentimiento para romper ese ciclo
El sentido de responsabilidad y cometido de Urías.
¿Es Urías un “perdedor”? ¿Habrá tenido alguna recompensa?
BIBLIOGRAFÍA
Richad H. Beal cita del libro “The Hittites After the Empire Fall. Es citado en The Expositors Bible Commentary volume 3 pag.930. Zondervan.
Arthur Pink. The Life of David. Baker Publis. 1981 Vol.2. pag.37.
Tomado de LA LUCHA ENTRE LO BUENO Y LO MALO. Publicado por Editorial Mundo Hispano.
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