David y Betsabé, primera parte
Adiós mi amor - le dice el guerrero a su esposa al despedirse para ir al frente de batalla -Te quiero con todas las fuerzas de mi alma.
Ella, una hermosa joven señora le responde:
- Amado esposo, yo también te amo con todas las fuerzas de mi corazón
- Cuídate y vuelve pronto. Te estaré esperando con mis brazos abiertos.
- Mi primer oración en el día será pidiendo al Señor que te proteja y bendiga.
- Mi última plegaria en la noche será que el Señor sea contigo.
Los ojos de la esposa están cubiertos de lágrimas. Muchas veces se ha despedido de su cónyuge, pero esta vez tiene un presentimiento sombrío.
El esposo, un gallardo y elegante militar trata de disimular su emoción. Le da un fuerte abrazo y luego la besa en la frente y dice:
- Que la paz del Señor sea contigo.
Se aleja enseguida rápidamente, como tratando de evitar el quedarse un segundo más, lo que haría la despedida más dolorosa. La esposa ve a su amado perderse por una de las tortuosas calles de Jerusalén.
Vuelve, como en una película de cine, a recrearse en su mente las escenas de su juventud. Se habían conocido desde niños. Él era un poco mayor que ella pero no se notaba la diferencia; la amaba con todo su corazón.Las bodas se hicieron a la usanza de Israel.
Todos estaban tan felices… Ella era hermosa, buena, piadosa y hacendosa. Él era uno de los “valientes del rey David”; un militar reconocido por su valor y nobleza. En el hogar Urías era el esposo perfecto.
Trataba a su esposa con todo cariño. A veces hasta demostraba su afecto profundo dándole a su esposa de comer desde su mismo plato. Urías amaba a su esposa profundamente y la respetaba y trataba como si fuera su hija (2 Sam.12:2,3).
Pasan las semanas y hay alguna que otra noticia de cómo están las cosas en el frente de batalla.
A poca distancia está la casa real. Esa tarde el Rey David no se encuentra muy bien. Ese año ha decidido quedarse en el palacio en vez de ir al frente de batalla. Era el tiempo “en que los reyes suelen salir a la guerra”. Decide tomarse una siesta para descansar.
El reposo se prolonga y cuando el sol está por terminar su camino inexorable, David se levanta. Se ha pasado toda la tarde “sesteando”. Dado que “no tiene nada que hacer” se le ocurre subir a la azotea.
Como está aburrido comienza a mirar primero el cielo con los colores rojizos del atardecer. Luego mira para el norte, luego quizás hacia el este, luego para el sur y por último para el oeste.
De pronto, al bajar la mirada ve algo inesperado. Una mujer, creyendo que nadie la veía, se está bañando. Es joven y bella. Mirarla y codiciarla son cosas que suceden rápidamente. Comienza lentamente a descender por la escalera.
Cada escalón que desciende maquinando su pecado, va enlodando su testimonio de hombre de Dios por unos momentos de placer.
Baja el rey, llama a sus criados y les pregunta quien es esa mujer que vive en aquella casa. Por supuesto, no les cuenta las circunstancias en que la había visto. Los sirvientes se sonríen. Es que todo el mundo sabe que Betsabé es una belleza, una Miss Israel.
- Majestad - dice uno de los siervos - es Betsabé, hija de Eliam - y agrega recalcando las palabras – mujer de Urías el heteo…” (v.3)
En este momento cruzan por la mente de David pensamientos muy contradictorios. Él sabe que la ley de Dios específicamente condena el adulterio (Ex. 20:14). Sus siervos lo miran y no pueden creer lo que escuchan:
- ¡Vayan a buscarla!
A todo esto Betsabé ha terminado su baño. Los mensajeros van y llaman a la puerta y los sirvientes atienden.
- Señora, hay mensajeros de parte del rey que quieren hablar con Vd.
- ¡Que pasen! - dice Betsabé..
- Señora- le dicen - tenemos un mensaje para Vd. del rey. No podemos comunicarlo delante de todos porque es una “misión de estado”.
La esposa de Urías hace una seña y se retiran los criados.
- Y bien, ¿cuál es el mensaje?
Uno de los enviados adopta una pose de importancia y dice:
- Su majestad el rey la invita a Vd. a cenar. Su alteza se siente muy sólo y Vd. sabe que a él le gusta conversar…
- ¿Cuándo?
- Hoy mismo, es decir, ahora mismo.
- ¿Cuántos invitados hay? - inquiere Betsabé.
- Vd. es la única invitada - es la respuesta.
Betsabé no es ingenua. Un sudor frío estremece su cuerpo.
- Enseguida vengo - dice.
Entra a su dormitorio y habla con esa ama de cría que ha estado con ella desde niña. La nodriza empalidece.
- ¡Señora, por favor no vaya! El rey no la puede obligar a ir a cenar con él sin su marido. Me temo que su alteza tenga otras intenciones.
Betsabé está confusa. ¡Es la oportunidad de su vida! Todos en Israel sueñancon ser invitados al palacio real. Después de todo, ¿qué tiene de malo ir a cenar si a uno lo invitan? La fantasía y vanidad femenina ha sido tocada.
Al cruzar el umbral de la casa se olvida de las promesas de amor que en ese mismo lugar le hizo a su cónyuge. Sale de esa casa como una esposa pura, para volver como una mujer infiel a su amante esposo.
Al retornar al hogar ya de mañana, llama a la puerta y los criados de cara larga la saludan, mientras que lágrimas caen del rostro del viejo mayordomo. La casa luce taciturna y obscura a pesar que las ventanas están abiertas.
Los domésticos la miran y bajan los ojos con tristeza. Ellos se imaginan exactamente lo que ha pasado.
Esa morada parece que hubiera cambiado completamente en una noche. Cuando Betsabé se sienta a la mesa para cenar ve el asiento vacío de Urías.
Se lo imagina como tantas veces mirándola con dulzura y hablándole con respecto y ternura. Ella mueve su cabeza y baja los ojos como para evitar su mirada.
LA HISTORIA BIBLÍCA Y NOSOTROS
Nuestros corazones se humillan al darnos cuenta de la fragilidad de nuestra naturaleza. Esa caída, es como la de un meteorito que rápidamente se precipita desde lo alto a tierra. Sin embargo las misericordias del Señor que muy grandes, y David va a ser restaurado.
El rey no estaba en gran peligro de caer cuando combatía en los campos de batalla o cuando huía de Saúl.
Su desplome sucede cuando todo parece estar bajo control.
Alguien podría preguntarse ¿cómo es posible que se tengan tantos detalles de la historia? Dios nunca ha tratado de encubrir el pecado de sus siervos. ¿Cómo puede ser que alguien supiera que David estaba sesteando antes de subir a la terraza?
Por supuesto es el Espíritu de Dios que todo lo sabe y todo lo examina el que revela esta historia con todos sus pormenores. “El Espíritu todo lo escudriña aún lo profundo de Dios” (1 Cor. 2:10).
Muchas veces hemos escuchado términos tales como: “este hermano cayó en pecado”. Estas palabras sugerirían que era una persona que estaba andando bien espiritualmente y súbitamente hace algo malo.
Lo que es importante reconocer es que la mayoría de las veces no es un tropiezo sino un deslizamiento progresivo hasta que se llega al borde del precipicio.
Es exactamente así en el caso de David. Las Escrituras nos enseñan: “Atrapadnos las zorras, las zorras pequeñas que hacen perder las viñas” (Cant. 2:15)
Pink nos dice: “Esta porción es muy solemne: aquí vemos que los deseos de la carne son permitidos que actúen libremente no en un hombre del mundo, sino en un miembro de la familia de la fe.
Aquí contemplamos un santo, eminente en santidad, que en un momento de descuido es sorprendido, seducido y llevado cautivo por el maligno” (fin de cita).
Con todo el respeto que nos merece este extraordinario autor, podemos pensar que el desplome de David no fue instantáneo. Podemos ver pautas en las Escrituras de que había algo mal en la vida espiritual del rey.
Observamos que él no estaba en el lugar que tendría que estar. Era el tiempo en que los reyes salen a la guerra y él no salió con su ejército. Su deber como comandante en jefe era estar en el frente de batalla.
Eso era lo acostumbrado en aquellos tiempos. Cuando el creyente está ocupando el lugar que le corresponde en la batalla espiritual en la que todos estamos, es más difícil la caída.
La disciplina que involucra el servicio militar obliga a una vida ordenada. Las Escrituras nos enseñan “vestios de toda la armadura de Dios…porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne…para que podáis resistir en el día malo”(Efe-6:10-13)
David hubiera estado mucho más seguro en medio de la feroz contienda que en el palacio. Le hubiera sido menos doloroso a la postre una cuchillada en la lid, que la herida brutal en su moralidad que le va a traer ese pecado.
Una segunda pauta que nos indica que hay dificultades es el hecho que él se encuentra durmiendo hasta cerca del atardecer.
La Biblia nos habla de los peligros de la pereza. “Un poco de dormir, un poco de dormitar, y un poco de cruzar las manos para reposar…(Prov.24:23)
Es cierto que en esa parte del mundo debido al calor se toman descansos. Pero cuando la siesta se prolonga hasta el atardecer, es demasiado.
El atardecer es la parte del día donde se intensifica la melancolía y los pensamientos tristes y negativos. La tendencia a dormir sugeriría un estado depresivo.
La Palabra nos amonesta diciendo: “ya es hora de despertarnos del sueño” (Rom.13:11).
Por supuesto que no tiene nada de malo subir a la azotea o terraza y mirar lo que está sucediendo.
David está haciendo lo que muchas veces nosotros hacemos cuando estamos tediosos.. Nos sentamos frente al televisor y empezamos a mover los canales hasta que encontramos uno que nos llama la atención.(Prov.4:23)
Su obligación moral al ver a la mujer bañándose debió ser la de inmediatamente apartar sus ojos.
¿Qué tiene de malo mirar desde la azotea el paisaje? ¡No tiene nada de malo! ¿Qué tiene de malo bañarse? Nada. Muchos veces los jóvenes nos preguntan: ¿Qué tiene de malo esto o aquello?
El problema no está en que no tenga nada de malo sino en que no tiene nada de bueno. El creyente en el Señor Jesucristo no tiene por qué vivir una vida en la zona gris, intermedia entre lo malo y lo bueno.
Las Escrituras nos amonestan: “que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Rom.12:1).
Creo firmemente que cuando Urías y Betsabé se despiden e intercambian sus promesas de amor ambos eran sinceros.
Urías nunca se enteró de la infidelidad de su esposa o de la traición de su rey que él amaba y respetaba con todo su corazón.
¡Qué diferente hubiera sido la vida de David y de sus hijos si este horrendo pecado no se hubiera cometido!
Al analizar con cuidado la situación, nos damos cuenta que David tenía que haber “puesto los frenos” en varias ocasiones, y por no hacerlo habrán consecuencias catastróficas a nivel familiar y nacional.
No estamos hablando solamente del pecado del adulterio, sino lo que va a significar en la familia tal ejemplo; pues los hijos van a pecar de una manera brutal, incluyendo la violación de Tamar por su medio hermano Amón, y luego éste como víctima del fratricidio cometido por su medio hermano Adonías.
David ha perdido la autoridad moral en la familia. El pecado “engendra muerte”. Es verdad que él se va a arrepentir y el SEÑOR lo va a perdonar. Sin embargo, él ya no tendrá más la autoridad moral que debería tener.
Él ya no puede hablar sin acusarse a sí mismo en contra de quitar la vida a otro ser humano. Tampoco podrá hablar condenando al adulterio.
¡A David le fallaron los frenos!
En forma sucesiva “le fallan los frenos” tres veces. Por eso la Escritura dice “el que piensa estar firme mire que no caiga.” (1Cor.10:12)
El primer freno que le falló a David fue el del control visual. Cuando vio a la mujer que se estaba bañando. Cuando el creyente ve algo que no conviene (en la calle, en la televisión, en una revista) debe apartar su mirada.
El mismo Señor Jesús dijo “todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” Mt.5:28
Jesucristo no dijo que eso era irrelevante e inofensivo. Por el contrario dijo “Por tanto si tu ojo derecho te fuera ocasión de caer sácalo y échalo de ti” (Mat.5:29). El lenguaje es tan expresivo que nos impacta pero el concepto que se expresa es bien claro.
Ninguno de nosotros nos sacaríamos un ojo voluntariamente bajo ninguna circunstancia. David por el contrario siguió mirando, y cuanto más observaba más que sus frenos se aflojaban.
El segundo freno que no funcionó se observa cuando inmediatamente empieza a fraguar y meditar en la posibilidad del pecado. Al descender por las gradas está maquinando como lograr su propósito.
Pero lo que no sabe es que cada peldaño que baja está pisoteando esos hermosos himnos y salmos que su pluma ha escrito hablando de la santidad y fidelidad al Señor.
El tercer freno tampoco funciona. Cuando pregunta quien es ella y le responden que no es una doncella soltera sino que es la hija de uno de sus capitanes y la esposa de uno de sus más valientes oficiales, esto tendría que haber sido suficiente para que aplicara el freno y no lo hace.
De aquí en adelante ya no hay rienda que lo retenga. Cuando Betsabé entra en el palacio ya es demasiado tarde.
Esta historia nos conmueve y duele, y el Señor la ha incluido en su Palabra no para entretenernos con una habladuría sino para que seamos amonestados de los peligros de nuestra naturaleza carnal.
Rozier nos dice: “Cuando leemos este capítulo un sentimiento de humillación profunda llena el corazón de cada hijo de Dios…
El pecado es aún más serio dado que ocurre en la vida de un hombre que a pesar de sus debilidades ha recibido el testimonio de “que no sea hallado mal en ti en toda tu vida” (1 Sam.25:28).
Y el mismo autor agrega: “lloremos al ver la contradicción con todo su pasado pisoteando la santidad del Señor! David tenía que ser un representante de la santidad de Dios delante de todo el mundo!” (fin de la cita).
El apóstol Pablo, un hombre que había llegado a un altísimo nivel espiritual dijo: “Yo se que en mí, a saber, en mi carne, no mora el bien” (Rom.7:18).
¿Será posible que este crimen que va a cometer sea uno de los factores primordiales que lo inhabilita para hacer la obra más grande su vida?
La construcción del templo en Jerusalén no le es permitida porque “tú has derramado mucha sangre y has llevado a cabo grandes guerras” (I Crón.22:8. Ver también I Crón.28:3) Su vida termina siendo así como la sinfonía inconclusa de Schubert.
Vemos la gracia de Dios de una manera muy especial en esta historia. David al final se va a arrepentir y el Señor lo va a perdonar. Ninguno de nosotros no le daría otra posibilidad de restauración.
David va a volver a tomar el arpa y entonar cantos espirituales al Señor. Es por eso que de esa lira pueden surgir palabras tan maravillosas como:
“Él es el que perdona todos tus iniquidades….(v.3)
El que rescata del hoy tu vida (v.4)
“Ni para siempre guardará enojo” (v.9)
“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (v.10)
NOTAS AL MARGEN
Se podría argumentar que quizás Betsabé no tuvo muchas posibilidades de rechazar al rey. Eso sería ciertamente así en la mayoría de los países en la zona. En Israel, por lo contrario, Dios había dado mandamientos muy específicos.
Dios culpa a David de “haber derramado mucha sangre”. Creo que aquí no se refiere exclusivamente a las batallas que se ha visto obligado a pelear sino al derramamiento innecesario de sangre.
Barton Payne dice: “Él ha contaminado sus manos con sangre que no merecía derramarse - La guerra puede ser en ocasiones necesaria, justa y ordenada por el SEÑOR (I Cron.14.10)
David ha sido culpable de violencia excesiva (ejemplo 2 Sam. 8:2)”. Aquí debemos incluir la sangre de Urías.
A la usanza de los monarcas de la región David cuando estaba en Hebrón tenía 6 esposas y cada una de ellas le había dado un hijo. (2ª. Sam. 3:2-5), luego en Jerusalén tuvo 4 hijos de Betsabé y nueve hijos más y Tamar. También tuvo hijos de las concubinas cuyos nombres no se mencionan. (1 Crón. 3:1-9).
APLICACIONES PRÁCTICAS
Por supuesto, la mayoría de nosotros no vamos a estar en una terraza de Jerusalén. Pero hay distintas “azoteas peligrosas” en el día de hoy. Las páginas “Web” de pornografía o sexualidad deben ser absolutamente excluidas para el creyente.
Las películas de cine (o DVD y programas de televisión) que están repletas de cosas inmorales tienen que ser desechadas. (“Huid la inmoralidad sexual…pero el fornicario peca contra su propio cuerpo” 1 Cor. 6:18).
Betsabé no fue prudente en bañarse en un lugar donde podía ser vista aunque ella no supiera que podría ser expiada. Los creyentes deben ataviarse en forma modesta y con pudor (1Ped. 3:2-5).
Las ropas y el estilo no tienen que ser una “provocación” o una estimulación pecaminosa para el sexo opuesto. El hijo y la hija de Dios no tiene que copiar y tener como modelos los personajes famosos pero a veces pervertidos de Hollywood.
Los valores de estas personas son contrarios y sus vidas expresan el desprecio absoluto que tienen a Dios y a su Palabra ( Prov.7:10). Yo no quiero seguir a esos modelos. Los momentos de placer ilícito que tuvo David no le recompensaron con los meses y años que tuvo luego que llorar por haber pecado contra Dios.
Betsabé era hija de Eliam también llamado Amiel (1 Cro 3:5)
Este era hijo de Ajitofeel (2º.Sam. 23:34) Por lo tanto Ajitofel es el abuelo de Betsabe. Años después este se adhiere a la revolución de Absalón contra David. Sin duda quiere vengarse del oprobio hecho a su nieta.
Esa misma azotea va a ser también el escenario de un acto público de pecado brutal por Absalón (2 Sam.16:22).
¡David tiró un bumerang y le volvieron veinte!
El rey no estaba en el lugar que tenía que estar. Betsabé hiz, )o su higiene íntima en el lugar que ella creía que era privado y no lo era.
¿Por qué pecó David? La Palabra nos dice “Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión. Luego esa pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado, y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra muerte” (Stg. 1:14,15)
LIDERAZGO
Cuando un líder hace algo mal hay más personas que saben lo que está ocurriendo que lo que él se imagina. Sin duda que entre los siervos del palacio y de la casa de Urías “se corrió la voz” de lo que estaba sucediendo.
Cuando el líder cae en pecados graves (inmoralidad, utilización indebida de los fondos del ministerio) se pierde la abundante bendición del Señor. Sus colaboradores ya no pueden mirarlo como el hombre sabio quien los inspira y dirige.
La única solución en estos casos es el arrepentimiento ante Dios y confesión pública del pecado. Puede haber algunas situaciones en que la confesión no tiene que ser necesariamente que abarque a un “público” muy extenso.
En ningún momento este tipo de acción deberá representar un “encubrimiento” o tapadera de un pecado grave. (No me estoy refiriendo aquí a la disciplina de la iglesia local).
LECCIONES PRÁCTICAS
1) Aun el creyente más espiritual y consagrado puede caer en pecado.
2) La importancia de participar en la “guerra espiritual” en las funciones que el Señor nos otorgue.
3) Lo primordial que es ser disciplinado y no tratar de llenar nuestras mentes con cosas corruptas como las que abundan en la televisión, Internet y los cines.
4) Dios perdona el pecado completamente. Pero las consecuencias de ese pecado pueden ser muy dolorosas y prolongadas. Por eso el Apóstol Juan exhorta “Hijitos míos estas cosas os escribo para que no pequéis” (I Juan 2:1)
5) Por más serio que sea el pecado Dios ofrece el perdón. (“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” I Juan 1:9)
TEMAS A DESARROLLAR
Las tentaciones y sus consecuencias.
La “reacción en cadena” del pecado
La armadura del creyente (Efesios cap.6)
BIBLIOGRAFÍA
H.L.Rossier Meditatins on The Second Book of Samuel Believers Bookshelf Inc. 1994 pag 76
The Life of David. Arthur W. Pink. Baker 1987. vol. 2 pag. 16
J. Barton Payne. The Expositor´s Bible Commentary. Vol 4 pag. 411Zondervan 1998
Tomado del libro La Lucha entre lo bueno y lo malo, publicado por Editorial Mundo Hispano.
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