Jueces capítulo 7, novelado.
-¡Un paso al frente quien esté dispuesto a ir a pelear con el comandante Gedeón!
Los soldados se miran unos a otros y solamente uno de cada tres avanza. Los demás, algunos miran hacia arriba, otros hacia abajo, otros ponen “aire de circunstancia” y se quedan donde están.
Gedeón cuenta los voluntarios. Son diez mil guerreros que están dispuestos a ir a la batalla.
El SEÑOR le vuelve a hablar a Gedeón y le dice:
-¡Son demasiados! “Del que yo te diga: Este irá contigo”, ése irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Este no irá contigo”, el tal no irá” (v-4)
“Hazlos descender a las aguas y allí yo los probaré” (v.3).
Es un día caluroso; la distancia es bastante larga. Cuando llegan al arroyo la mayoría de ellos están cansados y sedientos.
Una vez más el SEÑOR le da instrucciones precisas a Gedeón: “A todo el que lama el agua con su lengua, como lame el perro, lo pondrás aparte”. Gedeón y sus ayudantes van rápidamente “clasificando” y poniendo en un grupo especial aquellos pocos que “lamen” de su mano separándolos de la mayoría que doblaron sus rodillas.
Cuando la “selección” (o descalificación) termina quedan 300 combatientes.
Gedeón se dirige a ellos:
-Hermanos, Dios os ha escogido para que me acompañen a pelear contra los madianitas. Ustedes saben muy bien que ellos son grandes guerreros y que montados en sus camellos son peligrosísimos. El SEÑOR me ha indicado que si atacamos con 30 mil guerreros seremos muchos y vamos a jactarnos de que vencimos por nuestra propia fuerza (cap.7:2).
El Señor también me reveló que diez mil éramos todavía demasiados (v.4).
El Todopoderoso me ha ordenado que no usemos ningún arma en la pelea. No habrá lanzas, ni espadas ni flechas.
Muchos de los “trescientos” se ponen pálidos. ¡Ir a pelear sin armas contra un ejército tantas veces más grande, esto es una locura!
Unas horas después Gedeón habla nuevamente con los “trescientos”.
Uno de ellos, veterano de varias campañas pide la palabra y tras excusarse dice:
- Comandante, estamos agradecidos por el alto honor que se nos ha conferido.
Nosotros nos enlistamos cuando éramos varios miles. Pero a decir verdad, muchos de mis compañeros están preocupados por no decir otra cosa. Nosotros estábamos dispuestos a pelear cuando el ejército era de diez mil soldados. Pero con sólo trescientos hombres no nos atrevemos.
Gedeón los oye con atención. El guerrero continúa:
-Comandante, con todo el respeto que merece, algunos de nosotros quisiéramos solicitar…digamos “licencia temporaria”.
Se hace una pausa prolongada tras la cual Gedeón con voz ronca y firme dice:
-¡Ustedes están todos enrolados por el SEÑOR y aquí no hay licencia temporaria para nadie! El Eterno Dios nos prometió la victoria y Él luchará a nuestro lado.
Sin embargo en su fuero íntimo, y a pesar de estas palabras, Gedeón se siente inseguro. El Omnipotente en su misericordia le vuelve a hablar.
El SEÑOR le dice:”Levántate y desciende contra el campamento porque yo lo he entregado en tu mano”.
Gedeón escucha el mensaje y tartamudea. Sabe que el enemigo tiene miles de guerreros bien entrenados. ¿Qué puede hacer él con solo 300 hombres?
En su interior tiene una lucha, o ir ahora mismo como el Señor lo propone o esperar. Gedeón razona:
-¿Cómo podríamos vencer a esta multitud siendo tan pocos?
El SEÑOR en su misericordia le da otra opción. “Si tienes miedo de descender, desciende al campamento tú con tu criado”.
El rostro de Gedeón muestra alivio. Mira a su asistente Fura y dice:
-Yo no tengo temor, pero tú sabes que esta empresa parece tan descabellada… Vayamos juntos a espiar la posición del enemigo.
Con sigilo los dos hombres se acercan al campamento. Es una noche sin luna. Primero caminan escondiéndose entre los matorrales y las rocas. Luego en los últimos cien metros se arrastran como serpientes. A medida que se aproximan las voces y risas de los madianitas se hacen cada vez más fuertes.
Han podido evadir a los centinelas que recorren el aburrido camino que les fue asignado. Por fin llegan a unas rocas a unos 20 metros de dos hombres que están conversando.
Matú le dice a Galá:
-¿Sabes que tuve un sueño?
-¿Sí…? ¡Tú siempre estás soñando!
-¡Eso no es verdad! Pero este sueño fue muy distinto. Parecía tan real. Me desperté temblando y cubierto de un sudor frío.
-¡Pero Matú, las cosas no son para tanto! Yo también tengo pesadillas pero cuando me despierto y me doy cuenta que sólo estuve soñando me olvido y no pasa nada.Bueno, cuéntame que soñaste.
-Veía “un pan de cebada”.
-Matú, ¿me vas a decir que te asustaste tanto por soñar con un pan?
-Galá, escucha, ese pan no era un pan cualquiera, era un pan enorme, era más grande que un camello.
-Bueno, ¿y qué? ¿Te asustaste tanto por ver un pan grande?
-Escúchame Galá, ese pan venía bajando desde los cerros como si fuera una rueda gigante. De pronto giraba sobre un lado, y después giraba rápidamente para el otro lado. ¿Sabes qué? Parecía que el pan actuara como si estuviera vivo. Se movía de un lado a otro trazando círculos en el aire como si fuera una espada.
-Bueno, ¿y qué pasó después?
-El pan era redondo, como una torta, pero más ancho. Empezó a tomar velocidad y de pronto se estrelló contra una tienda enorme. Era el pabellón de nuestro rey. Con la fuerza del golpe se cayó y se dio vuelta. Las estacas quedaron “patas arriba”, todo lo que estaba adentro quedó destruido y lo peor del caso es que yo estaba dentro de esa carpa. Pero aquí no termina todo, la rueda se siguió moviendo de un lado a otro hasta que todas las carpas fueron arrasadas.
El rostro de Matú adopta una sonrisa forzada y dice:
-¿Verdad que los sueños son a veces inexplicables?
Galá se ha quedado muy serio: “¡Esto no es otra cosa que la espada de Gedeón! ¡Dios ha entregado en su mano a los madianitas con todo el campamento!”
Gedeón y Fura se miran en la oscuridad. Cierran sus ojos, y oran en silencio y alaban al SEÑOR que les ha dado esta demostración.
Con mucho cuidado emprenden el viaje de regreso. Al llegar dice: “¡Levantaos porque el SEÑOR ha entregado el campamento de Madián en vuestra mano!”
Gedeón es un hombre cuya fe se ha fortalecido. Sabe que ese sueño del que hablan los dos madianitas, justo al llegar ellos, no es casualidad. Percibe que la interpretación del sueño dado por uno de ellos es una demostración que la mano del Todopoderoso está obrando.
Al caer la siguiente noche Gedeón sale con sus guerreros. Los ha dividido en 3 grupos de cien hombres cada uno. Les da una antorcha encendida, un cántaro y una corneta. De inmediato el cántaro es colocado encima de cada una de las teas permitiendo el pasaje del aire y evitando que se vea la luz.
Avanzan en silencio arrastrándose cuando es necesario. Son las horas pasadas de la medianoche. Cada guerrero se va colocando a la misma distancia uno del otro.
Se ha formado un cordón continuo en torno al perímetro del campamento de los madianitas. Estos, confiados en que están seguros en su propio territorio, se han ido a descansar. Miles de guerreros, sus pertrechos, tiendas y hogueras están esparcidos aquí y allí. Los camellos a los lados son vigilados por sus cuidadores.
El cambio de guardia se anuncia con un sonido de trompeta que se repite a lo largo del enclave.
Los hombres de Gedeón siguen cada uno a su jefe de escuadrón. Una tormenta se está avecinando. Hay relámpagos aquí y allí. El rostro de estos guerreros muestra sensaciones diversas. Saben que si algo falla están perdidos. Las instrucciones han sido dadas con toda precisión.
Gedeón apunta con su espada al acantonamiento enemigo. Trescientos cántaros se rompen al mismo momento y un círculo de luces rodea el emplazamiento. Los hombres comienzan a sonar las cornetas. Entonces gritan con todas sus fuerzas “¡La espada por el SEÑOR y por Gedeón!
En el campo madianita se produce una gran confusión. Se dan cuenta que están rodeados por todos lados y este sonido intenso de tantas cornetas les hace creer que un enorme ejército los está acorralando.
En medio de las tinieblas los madianitas se llenan de pavor. Los que están al sur corren al norte –y viceversa-, buscando una salida, para encontrarse con que allí también están las luces, los gritos y el ensordecedor sonido de las cornetas. Asumen que el enemigo ya está dentro de su campamento y en la oscuridad empiezan a atacarse unos a otros pensando que son adversarios.
Los que sobreviven a la matanza huyen despavoridos. Gedeón envía un mensajero con órdenes para que los soldados de las tribus de Neftali, Aser y Manasés los persigan y exterminen (v.23). Las tropas de Efraín se integran a la batalla y capturan a los dos jefes más importantes de los madianitas.
Los trescientos vuelven al campamento muy cansados pero muy agradecidos al Señor. No han tenido una sola baja. Han aprendido que obedecer a Dios trae bendición y victoria.
La historia Bíblica y nosotros
Gedeón es uno de los primeros en la larga lista de la historia universal que con un pequeño grupo vence a un gran ejército. Pero es el primero -y lo sigue siendo-, que con un pequeño contingente sin armas pero con la fe en el SEÑOR obtiene una victoria que parecería imposible de alcanzar.
¿De dónde extrae Gedeón esa fe?
Es un hombre cuya confianza en el SEÑOR la hemos visto crecer. Una y otra vez lo vemos con la incertidumbre de si es verdad que Dios lo quiere utilizar; de si realmente el SEÑOR está de su lado. Pero una vez que está convencido de esto, Gedeón es imparable.
Aquí está la gran lección para el hombre de hoy. Cuando el SEÑOR nos quiere utilizar, si confiamos de todo corazón, El puede hacer portentos.
Gedeón, como nosotros, tenía dudas y con honestidad se las presenta a Dios.
El SEÑOR le responde con gracia y tolerancia de manera que su fe crece y se afirma.
El Omnipotente le ha dicho terminantemente a Gedeón: “Del que yo te diga: “Este irá contigo”, ese irá contigo”. De la manera que el texto describe es claro que Dios no está reclutando voluntarios. El Eterno en su soberanía se reserva el derecho exclusivo de determinar quienes son los escogidos para ir a pelear. El lenguaje es similar al utilizado en cuanto a Faraón (Rom. 9:15,16).
El SEÑOR sigue hoy haciendo maravillas utilizando los siervos que El escoge. Estos no son necesariamente más valientes, ni más capaces ni más dotados, pero Dios les va a proveer todo lo que necesitan para la empresa a que han sido llamados (Fil. 4:19).
Los trescientos que no doblaron sus rodillas no eran más valerosos que los otros diez mil. Sin duda que tuvieron que dejar algunas de sus armas en el suelo para poder “lamer” el agua. Tenían que utilizar la mano como si fuera una cuchara de la misma manera que el perro utiliza la lengua para beber. Es un movimiento rápido que le permite al agua que se junta en el hueco de la mano ser propulsada hacia la boca abierta.
La palabra en Jueces 7:8 que los “retuvo”, da la idea que los mantuvo aún en contra de su voluntad.
Parecería que los trescientos elegidos no estaban muy entusiasmados para ir solos a pelear. Las Escrituras dicen que “Gedeón los retuvo”. Esta palabra tiene el sentido de “retener” y es la contraria a enviar. Es la misma que se usa cuando el Señor le dice a Moisés hablando de Faraón “si rehúsas dejarlos ir y los sigues deteniendo” (Ex.9:2) Keil y col.*
Comentando sobre este versículo H. Wolf nos enseña: “cuando se nos dice que Gedeón retuvo a los 300 implica que ellos también tenían una fuerte deseo de desaparecer como sus colegas”. La misma forma de lenguaje se usa en Josué 19:4 donde un hombre es detenido en contra de su voluntad”. **
En cuanto al sueño y a la conversación, la interpretación o el simbolismo de la torta cayendo sobre la tienda es difícil. Sin embargo, hay que destacar el hecho de que Gedeón pudo escuchar este diálogo tan inusual que demuestra que Dios ha actuado en una forma maravillosa y soberana.
En primer lugar, el soldado tiene un sueño que probablemente Dios ha puesto en su mente. Luego se acuerda, y al momento preciso se lo narra a su amigo quien le da la interpretación.
Nuestro héroe es mencionado en la “galería de los héroes de la fe” de Heb 11.
Allí leemos: “me faltaría el tiempo para contar de Gedeón…” (v.32) implicando que tendría muchas cosas que decir de él y de otros.
Es llamativo que el SEÑOR específicamente le da permiso para ir en su expedición de espionaje con Fura. Este es un “sirviente” cuyo nombre el Señor menciona. No tiene la libertad de llevar a cualquier ayudante sino a este hombre que sin duda es un individuo piadoso y temeroso del Dios de Israel.El Señor le ha hablado o se ha manifestado a Gedeón en varias oportunidades:
1) Cuando se le aparece el ángel del SEÑOR estaba desgranando trigo (6:11). Suponemos que es una teofanía. Muchos opinan que el Ángel del SEÑOR del Antiguo Testamento es el mismo Señor Jesucristo antes de su encarnación. Es allí donde recibe el mandato “Ve con esta tu fuerza y libra a Israel de mano de los madianitas” (6:14).
2) Cuando “prueba” a Dios con el vellón para tener la certeza que él es el instrumento escogido para librar a Israel. “Si el rocío está sólo en el vellón y toda la tierra queda seca” (6:37 y “que sólo el vellón quede seco y que el rocío esté sobre todo el suelo” (6:39)
3) Cuando escoge los 300 guerreros (esta vez el Señor le habla en tres oportunidades dándole instrucciones muy precisas (vs. 2-4, 7).
Trescientas cornetas (o trompetas) indicarían que el ejército es muy numeroso dado que los jefes eran los únicos en usarlas. Sería como si hubiera trescientos regimientos. Solamente siete cornetas tenía Josué cuando atacó Jericó. Esta vez se utilizan cuarenta veces más sugiriendo que el ejército es tantas veces mayor.
El Señor en su soberanía va a utilizar el sonido de las cornetas y la luz de las antorchas para crear un estado de pánico en los enemigos de su pueblo. Quizás el sonido de los cántaros al ser rotos produciría un ruido muy especial. Algo similar a lo que después sucedió en los tiempos del profeta Eliseo (2Rey.7:6).
Dado el tamaño del campamento de más de cien mil personas uno pensaría que los cántaros rotos no produjeron un ruido de tanta intensidad.
No sabemos si fue solo el efecto natural de las cornetas y el hecho de creerse rodeados por un gran ejército lo que creo la confusión. La posibilidad que existiera un aumento del sonido y/o de la luz no puede excluirse pero no hay mención de esto en el texto.
El vellón de Gedeón que primero se moja con el rocío y después queda seco cuando todo lo demás está mojado ha sido mal interpretado por muchos creyentes. El comentario de William Mac Donald es provechoso: “Gedeón no estaba mirando al vellón para tener una guía (o dirección) sino para confirmación.
Dios ya le había dicho lo que iba a acontecer. Gedeón estaba buscando la seguridad del éxito de la empresa. Gedeón pidió un signo sobrenatural no algo que era natural. Lo que sucedió nunca hubiera acontecido sin la intervención directa de Dios. Vemos aquí a Dios condescendiendo con un hombre de fe débil asegurándole la victoria. Dios da esa seguridad hoy en respuesta a la oración” (fin de cita) ****
Si bien la gran mayoría (el 99%) de las tropas regulares fueron excluidas, una vez que los madianitas huyen despavoridos, son sin duda muchos de esos mismos soldados los que van a ejecutar la persecución y matanza de los enemigos.
Cuando comienza la historia vemos a un pueblo oprimido, que en forma reiterada le roban los frutos de sus cosechas y que sin duda están en un estado de servidumbre. Gracias al liderato de Gedeón se obtiene un estado de relativa estabilidad que dura por casi cuarenta años (8:28).
Notemos que la autoridad de Gedeón sobre todas las tribus no era aceptada.
Vemos su humildad al responder a las quejas de los de Efraín (8:2) y al tratar con los hombres de Sucot(8:5).
Apreciamos en esta historia un hombre que el mismo SEÑOR lo reconoce como un “valiente guerrero” (Jue. 6:12).
Sin embargo, Gedeón es escéptico. Quiere estar seguro que no es su propia imaginación o ego lo que lo dirige y por lo tanto le pide señales al Señor.
Recordamos que en el NT no se nos instruye a pedir señales. El mismo Señor Jesús dijo: “Una generación malvada y adúltera demanda señal, pero no le será dada ninguna señal” (Mat.12:39).
El creyente de hoy tiene todas las Escrituras y el Espíritu Santo para guiarle.
De alguna manera Gedeón se siente más tranquilo cuando su ayudante Fura lo acompaña. No sabemos si esto se debe a la fuerza y capacidad de defensa de Fura o a su madurez espiritual.
Por sobre todos las cosas vemos a un hombre que quiere servir al SEÑOR pero que quiere tener pruebas o señales que le confirmen que lo que él cree en su corazón es realmente la voluntad de Dios.
Notas al Margen
La ley estipulaba que si los soldados tuvieran miedo los oficiales del ejército tenían la autoridad para hacerles volver a sus casas (Deut 20:8). Esto era para evitar que el miedo se “contagiara”.
El ejército de los madianitas constaba de 135 mil hombres (Jue.20:8)
La palabra “rodaba” en relación al pan de cebada (v.13) literalmente significa “dar la vuelta” y también se puede utilizar en relación a espadas. La forma femenina se emplea en relación a la espada “que se movía en toda dirección” en el huerto de Edén. (Gen.3:24) (H. Wolf) ***
Preguntas para grupos de estudio:
¿Qué significa tener fe en las promesas del Señor
¿Cómo podemos buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas?
¿Cómo encontrar a un colaborador espiritual (como Fura) en la obra del Señor? (Luc.10:1)
¿Por qué es imprescindible la obediencia plena a las instrucciones de Dios?
IDEAS PARA MAESTROS Y PREDICADORES
Los 3 elementos en el cristiano victorioso:
1 - La antorcha como testimonio de vida "vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida” Mateo 5:14.
2 - La trompeta. La predicación y ministerio ejercido para edificación “Si la trompeta produce un sonido incierto” 1Cor. 14:8.
3 - El cántaro roto. El quebrantamiento del hombre exterior y la apreciación de la dignidad de nuestro servicio al Señor Jesús. María había traído una libra de perfume de nardo puro de mucho valor(Juan 12.3 y 2Cor.4:7).
Add. Los nombres de los dos madianitas que conversaban no son dados en el texto.
Bibliografia
* Keil y Delitzsch vol.2 pag.249. Commentary on the Old Testament Hendrickson 2006
** The Expositors Bible Commentary Frank E. Gaebelein vol.3.pag 425
Zondervan
*** Mismo libro. Frank E Gaebelein vol. 3 pag. 426
**** Believers Bible Commentary William Mac Donald Nelson Publishers pag.272 1995.
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