Dedicamos este año nuestro congreso sobre Reforma Protestante Española, en la Complutense: 29 y 30 de octubre, a la figura y circunstancias del personaje.
Este año se cumplen 150 de la muerte de Luis de Usoz y Río, sin llegar a cumplir los 60, vivió y trabajó en un ambiente social convulso y confuso. Efectivamente nuestro siglo XIX, tan lleno de incongruencias y de impulsos, produjo también espacios de reflexión, que siguen hoy con vigencia, pues estamos ya metidos en el XXI con los frutos sembrados, o desparramados por contiendas, que se cosechó en lucha fratricida y dictadura de por medio.
En ese espacio temporal se incorporan a nuestra Historia las actividades de sociedades y personajes evangélicos, y de ahí llegamos a nuestro presente. (Lo trata con precisión aquí Manuel de León.)
Dedicamos este año nuestro congreso sobre Reforma Protestante Española, en la Complutense: 29 y 30 de octubre, a la figura y circunstancias del personaje. De talante liberal, de libre examen y procurar los medios para que todos puedan examinar con libertad, Usoz nos es más cercano por su tarea de rescatar la memoria, las obras, de los reformadores españoles del siglo XVI, pero es igualmente figura valiosa en sus tratos y trabajos en pro de la libertad social, que para él siempre debía incluir como fundamento “la libertad religiosa”.
Les cito a J. B. Vilar en la introducción a El primer hispanismo británico en la formación y contenidos de la más importante biblioteca española de libros prohibidos (J. B. Vilar y Mar Vilar, 2010): “Tan ambicioso proyecto [la colección de reformistas antiguos españoles] fue sacado adelante por Usoz, no obstante las dificultades en ocasiones casi insuperables que hubo de afrontar, contando para ello con la colaboración activa e inteligente de Wiffen y del agente editorial vasco Fernando Brunet. La asociación Usoz-Wiffen-Brunet, por espacio de un cuarto de siglo, puede ser mencionada hoy como paradigma de colaboración intelectual sin posible parangón en la España de la época, que daría por resultado la esmerada edición crítica de dos decenas de volúmenes en Londres, Madrid y San Sebastián, éstos, así como las impresiones madrileñas, como queda referido, publicados de forma subrepticia o enteramente clandestina. Cuando falleció Luis de Usoz en Madrid, en agosto de 1865, se llevaban publicados veinte volúmenes. Wiffen prosiguió la empresa en solitario, aunque beneficiado por un legado del difunto, y desparecido el hispanista inglés, la obra fue completada por otro hispanista, el alemán Edward Boëhmer, profesor de la Universidad de Estrasburgo, que tuvo acceso a las fichas y documentación de Wiffen, material por él publicado en tres gruesos volúmenes entre 1874 y 1904 con el título de Bibliotheca Wiffeniana. Spanish Reformers of Two Centuries from 1520.” [De esta última obra hay reimpresión en Analecta, 2007.]
Significativo. Queda claro que Usoz trabajó para poner en manos de sus conciudadanos los libros de los nuestros del XVI. Ahí consideraba que se encontraban unas simientes que podrían fructificar para el bien de España. Pero Usoz no encontró sintonía en su tarea con los “evangélicos españoles”, que ya los había, aunque su eclosión se produzca sobre todo a partir de 1868. Es significativo que no encajara en grupos evangélicos.
Menéndez Pelayo reconoce que en Usoz no puede colocar los motivos que fácilmente echa sobre otros. “Su entendimiento, su actividad, su fortuna, su vida toda, se emplearon y consumieron en esta empresa, en la cual puso no sólo fe y estudio y entusiasmo, sino el más terco e indómito fanatismo. Porque Usoz era fanático, de una especie casi perdida en el siglo XIX e inverosímil en España, de tal suerte que en su alma parecían albergarse las mismas feroces pasiones que acompañaron hasta la hoguera al bachiller Herrezuelo, a Julianillo Hernández y a D. Carlos de Seso… Un espiritista hubiera dicho de él que venía a ser una de las postreras reencarnaciones del espíritu de Antonio del Corro o del Doctor Constantino. Enfrascado días, meses y años en aquella única lectura, habían producido en su mente los libros teológicos del siglo XVI efecto algo semejante al que produjeron los de caballerías en la mente del Ingenioso Hidalgo…No iba a buscar en el protestantismo ni refugio ni seguridad, ni honores ni riquezas. Iba sólo a gastar las propias, no sólo en empresas de bibliófilo, sino en el contrabando de Biblias, y en amparar todo género de tentativas descabelladas de reforma religiosa.”
Usoz tenía claro que en España no habría libertades sociales si continuaba como sumisa súbdita del papado, aunque en algunos espacios se revolvieran sus ciudadanos contra opresiones puntuales. Bajo el papado, con el jesuitismo, no puede haber libertades reales; lo tenía claro por sus estudios y por su experiencia. Pero no ve que el suelo patrio pueda reformarse con las asociaciones y personas que vienen con un evangelio vestido de cultura extraña. Sin reproches, porque todos estamos ahí, pero así quedó. Un Usoz mirando al XVI (y tantas veces decimos nosotros, y la segunda mitad del XV) como fuente donde manó en España la fe libre, y otros y otras asociaciones evangélicas mirando para otro lado. Así quedó. Les cito, muchas veces lo hago, la consideración del sevillano Mario Méndez Bejarano (1857-1931) sobre la reforma española del XVI, su represión, y lo que vino después [en su Historia de la Filosofía en España hasta el siglo XX]: “Así terminó en España la tragedia protestante arrancando de raíz la herejía por el hierro y el fuego. Desde entonces no reapareció hasta la revolución de 1868; mas, septentrional por su índole, refractaria a la complexión latina, arrastra una vida lánguida en España, como raudal impotente para abrirse hondo cauce en la hostil sequedad del terreno”.
Esta conclusión creo que merece convertirse en materia de reflexión. Y para ello se necesita mirar bien a los datos del pasado.
Del presente, en este año, está previsto el recuerdo de la figura de Usoz por la Biblioteca Nacional, donde se guarda su biblioteca y papeles (un tesoro), con una mesa redonda sobre el personaje y sus trabajos. También en el Ateneo de Madrid, que Usoz estuvo en el impulso de su refundación en 1840, habrá recuerdo. Nosotros, d. v., estaremos.
La próxima semana, d. v., seguimos, a ver si el raudal es impotente.
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