Por todas partes se busca la luz prometida por sacerdotes esotéricos. Pero, si alguien se relaciona con Jesucristo recibe la luz de Dios que vino al mundo en el Verbo hecho carne.
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.”1
La luz en el Nuevo Testamento
Los cuatro Evangelios fueron escritos bien avanzada la segunda mitad del primer siglo de nuestra era. Según los historiadores este hecho se comprueba por el uso de términos y frases usuales en ese período durante el cual se produjeron esos escritos.
Sin pretender ser un erudito –ni mucho menos- encuentro que cada uno de los ‘evangelistas’ describe la luz desde distintos enfoques.
1) El Evangelio de Mateo muestra la importancia de la luz en el mundo.
a) En María, la mujer elegida para dar a luz al Mesías2. La bienaventurada muchacha judía, que siendo aún virgen recibe el anuncio de que habría de dar a luz, no insistió en la imposibilidad de quedar embarazada sin consumar su matrimonio con José. Tampoco se puso a ingeniar un plan para evitar ser condenada por infidelidad. Solo creyó en el celestial anuncio. Se maravilló de ser la elegida para hacer realidad la antigua promesa divina a Israel. No podía creer que Dios hubiese puesto sus ojos en una modesta chica de pueblo. Todo lo que sintió, habló e hizo demuestra que había sido visit.ada por la luz.
No hubo otra mujer de la historia que se le compare, porque ella dio a luz a quien trajo la luz de Dios a los pecadores.
b) En su efecto plural e inclusivo3. Es común oír de ‘iluminados’ y de gente que imparte luz sin que estén asociados con Jesucristo. El NT nos demuestra que Dios envió luz en la persona de Jesucristo únicamente. Siempre la menciona asignándole un valor inclusivo, nunca exclusivo. Lo hace en relación al mundo (sus habitantes), los pueblos y la gente.
c) Es lo que el ojo al cuerpo humano4. Mateo asocia la luz con el ojo del individuo. Lo que miramos nos inunda el interior. La luz que percibe el ojo necesita de una serie de relaciones físicas descritas en la óptica, la ciencia que estudia la visión. Tener visión en cualquier asunto es tener luz.
d) Es un anticipo de la transfiguración gloriosa5. Pablo se debe haber basado en esa historia apostólica en la que se narra la extraordinaria transfiguración de Jesús. No consta en los demás. Pero, Jesús recibió la gloria que habría de investirle de coraje para emprender el camino al Calvario.
De ello se nutriría el apóstol a los gentiles para enseñar que también nosotros estamos siendo transformados de gloria en gloria hasta la venida del Señor.
2) El Evangelio de Marcos compara la luz con la revelación de lo oculto.
El evangelista Marcos, que algunos sindican fue el primero de los cuatro en escribir su libro, viene de consignar la parábola que Jesús comparte con sus discípulos sobre la semilla que es sembrada y cae en distintos tipos de suelos.
Acto seguido pone el ejemplo de la luz, cuya utilidad es mayor cuando se hace un uso correcto de ella:
“También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.
Si alguno tiene oídos para oír, oiga.” 6
En estas enseñanzas deja bien en claro que el efecto de la luz está íntimamente ligado a quien es su portador. Las culmina con la misma admonición que dirige a las siete iglesias mencionadas en el libro de la Revelación (Apocalipsis). Es la seria advertencia a ser escuchada por todos los que dicen andar en la luz; es decir, los que tienen oídos para oír. Ellos son los primeros que se espera procedan conforme a los atributos de la luz: esclarecer, hacer visible, desvelar, mostrar en toda su realidad los hechos, las circunstancias, la verdad.
Los que no obran de esa manera habrán de ser confrontados un día con todo aquello que ocultaron o contribuyeron a que otros no puedan descubrir. Ese día les será recordado y expuesto por quien dijo ‘Yo soy la luz’.
3) El Evangelio de Lucas compara la luz con la profecía cumplida en Cristo.
a) Juan es el precursor de la luz. Presenta al hijo de Elisabet y Zacarías como el último profeta. La parienta de María daría a luz a un niño que le fue enviado en respuesta a su oración. A la luz de Juan vendrían “los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte”. Y esa voz que clamaba en el desierto vendría “Para encaminar nuestros pies por camino de paz.”7
b) Jesús es la luz para gentiles e israelitas. Cuando Simeón vio al niño Jesús, maravillado habló a Dios reconociendo que veía la “Luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel.”8
c) El seguidor de Jesucristo es una lámpara para los demás. La enseñanza de Lucas es digna de aplicación hoy en nuestra vida. No se trata de ser luces ciertos días de la semana y en ciertos lugares, solamente. No se trata, en otras palabras, de estar ocultando la luz que recibimos de Cristo poniéndola en un sitio oculto “sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.”9 De no hacerlo así estaríamos apagando nuestra luz, haciendo de ellas meras tinieblas.
d) Un llamado de atención a los hijos de luz. En la parábola del mayordomo infiel Jesús enseña que “los hijos de este siglo (que viven en tinieblas) son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz”.10
4) El Evangelio de Juan compara la luz con la vida que es Cristo.
En el incomparable comienzo del evangelio que escribió ya anciano, Juan enriquece nuestra comprensión de Jesús.
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” 11
a) Demuestra la pre-existencia de Jesucristo en la Creación. Juan anuncia a la humanidad que “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” 12
La luz de Dios no es selectiva ya que ‘alumbra a todo hombre’.
Pero a algunos le alumbra para redención, mientras que a otros lo hace para condenación. Así lo explica Juan:
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” 13
b) Jesús declara ser la luz del mundo. Ninguna otra persona asumió lo que Jesús:
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” 14
Mientras Jesucristo estuvo en el mundo este recibió su luz. Cuando fue tomado de este mundo luego de su sacrificio vicario su luz dejó de alumbrarnos. La antorcha encendida ya había sido quitada. En su lugar Él deja muchas otras antorchas encendidas; son las que conforman su iglesia.
c) La luz se identifica y transmite al mundo por medio de los miembros de la iglesia. El verdadero cuerpo terrenal que es la iglesia, la familia de Dios Padre es luz en el mundo15.
Pero transmitir esa luz no es sin sufrimiento. La iglesia que no sufre debe cuestionarse qué es.
d) El consuelo de la luz antes de irse del mundo. Jesús percibió la tristeza de sus amados discípulos al saber que les dejaría. Entonces les compara con la mujer que ha de alumbrar una nueva vida16.
Es la mejor simbología que este autor encuentra en los Evangelios respecto de lo que ocurre con la verdadera iglesia. La esposa de Cristo es la que tiene contracciones previas al parto.
El Espíritu Santo guía a los hijos de luz cuando sufren frente al aumento del pecado que consume vidas y siembra desesperanza. Les guía a toda verdad para soportar con esperanza, sufrir los dolores de parto pensando en el nacimiento milagroso de una nueva criatura. Entonces el gozo del alumbramiento divino hace olvidar todo padecimiento.
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Notas
01. Salmo 119:105.
02. Mateo 1: 21, 23, 25.
03. Ibíd. 4:16; 5:14, 15,16; 10:27.
04. Ibíd. 6:22, 23.
05. Ibíd. 17:2, 5; 2ª Corintios 3:18.
06. Ibíd. 4:21-23. Almud se denominaba a una vasija de piedra o cerámica con la que se medían áridos o líquidos; tenía una capacidad de entre 8 y 9 litros. También se le daba usos domésticos. Es obvio que si se colocaba una lámpara en el interior de esa gran vasija la luz no saldría al exterior; mucho menos si –como el pasaje da a entender- se cubría la lámpara con esa vasija.
07. Lucas 1:13, 57, 79.
08. Ibíd. 2:32.
09. Ibíd. 11:33,35.
10. Ibíd. 16:18.
11. Juan 1:4,5.
12. Ibíd. 9.
13. Ibíd. 9. Ibíd. 3:19-21.
14. Ibíd. 8:12; 9:5; 12:46.
15. Ibíd. 11:9, 10; 12:35,36.
16. Ibíd. 16:21.
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