Hoy entrevistamos a otro joven predicador. Se trata de Will Graham, nacido en Belfast (Irlanda del norte) en 1985. Graham es predicador itinerante, escritor y profesor en la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios (Córdoba), donde enseña Pneumatología, Apologética y Teología contemporánea.
Trabaja secularmente como profesor de inglés. Lleva ocho años sirviendo al Señor en España y reflexiona sobre la fe en su
página pública de Facebook.
Pregunta.- ¿Es necesaria una formación básica para poder predicar?
Respuesta.- ¿Para predicar? No. ¿Para predicar bien? Sí. Spurgeon decía que si uno no es teólogo, no debe de predicar. Con esto quiso decir que el predicador tiene que vivir sumergido en las Escrituras. Una cosa es subir al púlpito y dar testimonio de lo que ha hecho Dios en tu vida; otra cosa es abrir un pasaje bíblico y exponerlo correctamente ante la congregación.
P.- Se está hablando mucho de la Predicación Expositiva. ¿Es que es un método nuevo o estamos hablando de la predicación de toda la vida?
R.- No. Nuevo no es. Nació con uno de los peces gordos de la Reforma Protestante en Suiza hace quinientos años, Ulrico Zuinglio. Zuinglio reaccionó contra las misas católicas dando primacía a la Palabra de Dios en el culto. En el 1518 empezó a predicar expositivamente a partir del libro de Mateo (y después, el resto del Nuevo Testamento) para sembrar más conocimiento de la Biblia en Zurich. Zuinglio sabía que sin la predicación de la Palabra los grandes principios de la Reforma no sobrevivirían. Felizmente el Protestantismo posterior siguió sus pisadas.
P.- ¿Se han alejado los predicadores modernos de este tipo de predicación?
R.- En gran parte, sí. El problema es que la predicación expositiva requiere horas de estudio, esfuerzo y sumisión a la voz de Dios. Es mucho más fácil subir al púlpito y predicar sobre “Eres un campeón” o “Sueña cosas grandes” o “Cómo tener una Iglesia más grande” que ser fiel al mensaje de las Escrituras.
P.- ¿Cuál es su experiencia como predicador? ¿Incorpora en sus predicaciones temas como la sexualidad, la justicia social, la ética, la crisis, la corrupción, la ecología, la educación...? ¿O esos temas no nos interesan a los cristianos?
R.- Sí, son temas de interés para los creyentes y predico sobre ellos cuando el texto lo exige. Tendemos a olvidar que el mensaje de la Biblia va mucho más allá del ámbito devocional. Dios tiene algo que decir a todas las esferas de la vida. Es el Soberano sobre
toda la creación. Barth y Bonhoeffer nos recordaron el siglo pasado que una fe privada no es fe auténtica. Confesar a Cristo es una confesión pública. Por lo tanto, nuestra predicación tiene que incorporar dichas realidades.
P.- ¿Piensa que los predicadores europeos necesitan más formación? ¿Cuál es su diagnóstico?
R.- A lo largo de los últimos años -por la gracia de Dios- he podido viajar bastante por Europa compartiendo la Palabra y hablar con pastores y otros siervos de Dios. Ahora mismo, por ejemplo, me encuentro predicando por Hungría y Rumanía.
Como regla general, los pastores me comentan que faltan predicadores preparados en sus respectivos países. Comparto su preocupación. La formación es esencial para ser un predicador eficaz (2 Timoteo 2:15). Pero es necesario destacar que la formación teológica no sirve para nada si no está acompañada de una antigua virtud conocida como
el temor a Dios.
P.- ¿Y en el caso de España?
R.- En España, la situación es parecida. Me siento gozoso y preocupado a la vez.
Gozoso porque la Iglesia evangélica ha ganado mucho terreno en los últimos diez años. El número de iglesias protestantes se ha duplicado, saltando desde 979 en el 2004 hasta 2.103 en el 2014.
Preocupado porque he conocido a muy pocos predicadores jóvenes. Como escribí recientemente en un artículo llamado
¿Dónde están los jóvenes predicadores?, en la mayoría de iglesias veo que decenas de jóvenes luchan por entrar en el grupo de alabanza de la Iglesia.1 Todo el mundo quiere estar en la plataforma tocando algún instrumento o cantando. Y eso no es necesariamente algo malo. Pero me pregunto: ¿dónde están las voces proféticas?
Me parece que, poco a poco, el cristianismo aquí se está convirtiendo en un movimiento musical de masas con poca o ninguna predicación que lo acompañe. La esencia está en vías de desaparición. ¿Dónde está la sustancia? Si no hay predicadores preparados para enfrentar esta nueva etapa en la historia de España, ¿cómo vamos a edificar a los nuevos convertidos en la fe?
P.- Cuando se prepara una exposición, ¿es importante conocer y entender el contexto donde están insertos los oyentes, conocer sus desafíos, sus problemáticas? ¿O una exposición surge del criterio personal del predicador?
R.- Sí, sin lugar a dudas. Hay que conocer el contexto. ¿Cómo puedo predicar correctamente sobre un texto si no entiendo el contexto en el cual surge? Cuando entiendo el contexto y el significado pleno del versículo en cuestión, entonces puedo aplicarlo con eficacia a mis oyentes en el siglo XXI. Exponer la Palabra de esta forma honesta nos guarda de la tentación de querer imponer nuestro criterio personal a la hora de predicar. El púlpito no existe para que yo hable de mis opiniones, sueños o proyectos ministeriales. Existe para que sea proclamada y explicada la Palabra del Señor. ¡Y punto!
P.- ¿Debe ser el predicador el primero en entusiasmarse, apasionarse, por el mensaje a exponer?
R.- Sí, sí, sí. Si no me crees, pregúntaselo a Jeremías, a Juan el Bautista o al apóstol Pablo. No entiendo cómo alguien puede predicar sin el fuego de Dios ardiendo en su interior. Un predicador aburrido es un oxímoron.
P.- ¿Cómo elige el tema de su exposición?
R- Depende. En mi Iglesia local –
Comunidad de Amor Cristiano (Córdoba)- hemos hecho varias series en el último año. La última fue una serie sobre la ética cristiana y allí nuestro querido pastor Esteban Muñoz de Morales nos asignó un tema diferente a cada predicador. En tal caso, es muchísimo más fácil preparar un mensaje porque ya sabes el tema de antemano. Acabo de predicar en el evento juvenil Beach 2014 (Galicia) y, de nuevo, los líderes me pidieron que hablara sobre dos temas concretos. Pero luego hay otros cultos cuando la predicación es enteramente libre.
En esta situación sigo el consejo de Spurgeon y preparo una predicación sobre un versículo que me agarra el corazón. Lo estudio bien y luego desarrollo mi bosquejo a partir del mismo texto.
P.- ¿Escasea el don pastoral cuando se predica o enseña? ¿Se están preocupando los predicadores por inspirar respeto y afecto por parte de quienes los oyen?
R.- En España, la mayoría de los predicadores que he conocido son verdaderos hombres de Dios. Se preocupan por el rebaño del Señor e invierten mucho tiempo en ellos. Cuando predico, siempre intento pasar tiempo con mis oyentes después de la reunión (sean creyentes o incrédulos) para hablarles más de la Palabra. Es importante que vean que el predicador no es una ‘estrella religiosa’ intocable, sino una persona cercana, abierta y comprensiva.
P.- ¿Debe el predicador evaluarse cada cierto tiempo? Si es así, ¿cómo debe llevar a cabo esta evaluación? ¿Debe la iglesia evaluar a sus predicadores?
R.- Lloyd-Jones se posicionaba muy en contra de tales evaluaciones. Entiendo su postura y, en gran parte, la comparto. Por un lado, si estamos tan centrados en evaluar al predicador, muchas veces nos olvidamos de prestar atención al mensaje que sale de su boca. Por otro lado, el predicador corre el riesgo de querer agradar a su evaluador en vez de anunciar la Palabra de Dios.
La verdad es que todos tenemos estilos diferentes. Prediqué en una conferencia con Paul Washer en Dublín (República de Irlanda) en 2009. Me sorprendí porque aquel hombre de Dios predicó más de una hora y casi no se movió del púlpito. Yo, sin embargo, predico como si tuviera hormigas en los pantalones. No dejo de moverme.
Pero en ambos casos, predicamos la Palabra de Dios. De eso se trata. No creo que sea necesario evaluar nuestras
formas personales ya que Dios nos crea diferentes, pero sí es bueno evaluar el
contenido del sermón. Sin embargo, creo que las únicas personas autorizadas para llevar a cabo tales evaluaciones son hermanos maduros en la fe con corazones tiernos y sensibles al soplo del Espíritu.
P.- ¿Se están enfrentando los predicadores del siglo XXI a unos oyentes con una buena preparación bíblico-teológica o de otra índole? Si es así, ¿piensa que se han dado cuenta de los cambios?
R.- No. No creo que nuestros oyentes tengan una buena preparación bíblica. Suelen decir “amén” cada vez que el predicador levanta su voz en vez de examinar si lo que está diciendo está en armonía con las Escrituras. David Robles -pastor en León- comentó, “Es curioso que probablemente encontremos en nuestras iglesias las generaciones que mejor formación académica han tenido en la historia de la Iglesia evangélica en España. Sin embargo, conocen menos de la Palabra que aquellos que hace décadas eran analfabetos y aprendieron a leer con la Palabra de Dios”.(2) Por esta razón, es más que urgente que volvamos a predicar la Palabra.
Evidentemente, es bueno que el predicador conozca el contexto en el cual sus oyentes viven también. Hoy día, por ejemplo, estamos en plena revolución digital.
La tarea del heraldo de Dios es proclamar a Cristo en términos que esta generación entienda. Sería útil, pues, hacer alusiones a
Facebook, What’s Up, Youtube, i-Phones, aplicaciones del móvil, etc. en nuestros mensajes para ser más relevantes. Ya no estamos en la cultura campesina del primer siglo. En vez de ilustrar un punto en tu sermón diciendo: “Un camello iba andando por el desierto cuando…”, el predicador contemporáneo podría decir: “Un i-Phone iba volando por Mercadona cuando…”, o si estás en Galicia, “Un tío estaba comiendo pulpo cuando…”. Son cosas tan pequeñas, pero producen un gran efecto en los oyentes. En seguida captas su atención.
P.- ¿Se le resta autoridad a la Biblia si se admite que está culturalmente condicionada?
R.- ¡Qué va! El Hijo de Dios se hizo carne, o sea, se condicionó culturalmente. Pero sigue siendo Dios. No perdió su autoridad divina. Lo que es importante a la hora de leer la Biblia es distinguir entre el contexto histórico en el cual un texto bíblico nace y la verdad universal (y eterna) que procura transmitir.
P.- ¿Qué significa la oración para quien expone la Palabra?
R.- Significa todo. ¿Qué es el sermón sino un acto de oración y adoración a Dios? Quiero adorar a Dios mientras predico. Me gusta pensar que Dios está en la congregación escuchándome. Y quiero que salga del culto glorificado y exaltado.
P.- ¿Cuál el último libro que ha leído? ¿Podría recomendarnos un libro sobre la Predicación?
R.- Acabo de leer
La soberanía de Dios (Arthur Pink) por tercera vez. Me fascina. En cuanto a un libro sobre la predicación, nunca he leído nada que supere a
La predicación y los predicadores de Martyn Lloyd-Jones. Sólo tiene 16 capítulos, está disponible en castellano y es más beneficioso que el aire acondicionado en Andalucía.
Finaliza la entrevista. Muchas gracias, Will Graham, por su valioso aporte sobre el tema de la predicación, que a todos nos incumbe. Me quedo con esta frase: "Quiero adorar a Dios mientras predico. Me gusta pensar que Dios está en la congregación escuchándome. Y quiero que salga del culto glorificado y exaltado".
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