A propósito he querido comenzar la serie sobre este tema en su "mero centro", la encarnación de Cristo, y avanzar a la resurrección, el pentecostés y las epístolas. Ahora, aunque brevemente, vamos a echar un vistazo atrás al AT.
Igual que por el NT, comenzaré por el punto central, el Éxodo, y luego nos devolveremos atrás a los patriarcas y la creación.
YAHVISMO Y LA IDENTIDAD CULTURAL
El evento central de la historia hebrea, que dio su carácter especial a Israel, fue el éxodo. Básicamente, la tradición judía se proyecta detrás desde el éxodo, a los patriarcas y la creación, y adelante desde el éxodo hacia los profetas y el Mesías. Y central al éxodo es la revelación de Dios como YHVH, en la visión que recibió Moisés ante la zarza que ardía y no fue consumida.
El sagrado nombre divino -- tan sagrado que ningún judío debía pronunciarlo -- representa en muchos sentidos la máxima exclusividad de la fe de Israel.
Ningún dios de ningún otro pueblo se llamaba "Yahvé", ni podría llamarse así. Yahvé es el único y verdadero Dios y, como insisten los profetas, no hay otro a su lado. El Yahvismo fue así un rechazo tajante de la religión de los vecinos de Israel y en especial del Baalismo de los Canaanitas.
Recientemente Norman Gottwald (The Tribes of Yahweh Orbis 1979, pp.667-691) y otros han cuestionado fuertemente el concepto de la singularidad única ("Uniqueness") de la fe de Israel.
Sus argumentos tienen mucho de convincentes, pero él también reconoce fuertes diferencias de énfasis de la fe de Israel, dentro del marco del Cercano Oriente Antiguo, y otros elementos prácticamente exclusivos en Israel.
Significativamente, Gottwald identifica las siguientes características específicas de la fe de Israel:
(1) "el celo exclusivo y anormal de Yahveh" (p.671, 693 "jealousy");
(2) "su indiferencia intencional hacia el averno" (671, 693 "underworld");
(3) "su rechazo del fetichismo sexual" (p.694);
(4) "las demandas económicas limitadas del sacerdocio" (p.695);
(5) "prominencia de la historiografía `popular' yahvista" (p.696), y
(6) "los paradigmas yahvistas de salvación" (p.698).
Así Gottwald también reconoce una notable singularidad en la fe de Israel, especialmente en el "celo" de Yahveh como único Dios verdadero, que no tolera rivales.
La actitud del AT ante las religiones vecinas es una mezcla paradójica de un exclusivismo predominante junto con elementos que tienen mucho de "sincretismo".
Las escrituras hebreas constantemente ordenan a Israel a no ser como los demás pueblos. Las ordenanzas morales y rituales del Código de Santidad, por ejemplo, van precedidas y seguidas por exhortaciones a no actuar como los cananeos (Lev 18.3,24-30; 20.22-24).
A la vez, como demuestra Gottwald, Israel tiene mucho en común con la religión de su época. Yahveh se llama también por los nombres comunes de los dioses: El, Elyon, El Shaddai, y aun Baal.[14]
En uno de los aspectos más sagrados, el Templo mismo, Hiram el fenicio participó en su construcción, básicamente con el estilo de la arquitectura de la época.[15] También hay numerosos paralelos con los escritos ugaríticos de Ras Shamra, tales como las formas poéticas de muchos salmos y detalles específicos como "la serpiente veloz" y "serpiente tortuosa" de Isa 27.1. Un pasaje tan importante como Gen.1 está lleno del lenguaje de los mitos babilonios de creación. A menudo estos documentos extra-bíblicos nos ayudan mucho a entender el AT.
Podemos estar bastante seguros de acertar si concluimos que la religión de Israel está marcada por un claro exclusivismo en lo esencial de su fe, pero una significativa adaptación cultural en la articulación y aplicación de esa fe.
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