Su función es mantener viva la memoria histórica. Pude atestiguarlo por casi tres semanas de estancia e investigación en la Historical Library de Goshen College, en Indiana, Estados Unidos.
La biblioteca resguarda millares de libros, revistas y periódicos sobre el anabautismo y una de sus expresiones que ha tenido continuidad desde la década de los años veintes del siglo XVI hasta el día de hoy: la fe menonita. También en su amplio catálogo hay gran cantidad de materiales sobre los amish y los hutteritas, así como de otros grupos de la vertiente de iglesias de creyentes.
Gracias a la generosidad del director de la Biblioteca Histórica de Goshen College, el historiador John D. Roth, y el pequeño equipo que con él trabaja (entre ellos Joe Springer, curador, y Victoria Waters, bibliotecaria),
tuve un tiempo muy fructífero en el lugar. Pude ampliar muy considerablemente mi conocimiento de la vida y obra de Conrad Grebel, líder de los anabautistas suizos en el siglo XVI, sobre quien tengo el proyecto de escribir un reportaje histórico.
Con los años
he ido conformando un acervo sobre el anabautismo y sus distintas vertientes en el siglo XVI. Algunos de los volúmenes los he ido adquiriendo en distintos lugares, otros me han sido obsequiados por amigos que saben de mi interés en el tema. Sabía que necesitaba ahondar lo conocido y que era indispensable acceder a materiales que no tenía a mi disposición en México. Gracias a los arreglos de John D. Roth (director de
The Mennonite Quarterly Review y del Institute for the Study of Global Anabaptism) pude estar casi tres semanas documentándome sobre mi objeto de estudio.
El espacio de mi trabajo temporal preserva la memoria, pero no en un sentido pasivo sino como memoria viva que recuerda (trae al corazón) el pasado y su continuidad con una identidad presente y que se proyecta al futuro.
La historia no debe tenerse como un conjunto de reliquias a venerar, ni tampoco es un tópico de anticuarios y nostálgicos, es un legado que alecciona y compromete por la entrega vital de quienes con su tenacidad abrieron sendas a sucesivas generaciones. De esto hay plena constancia en los anaqueles donde uno tras otros se apretujan los libros que desglosan las historias de individuos y colectivos anabautistas en la Biblioteca Histórica de Goshen College.
En buena medida somos lo que recordamos, sea que ese recuerdo sea consciente y expresado articuladamente, o sea que el recuerdo esté implícito en nuestras acciones y conductas personales y comunitarias.
Querámoslo o no somos productos históricos, o si la expresión suena muy mecanicista, frutos de la historia y la identidad subyacente que le acompaña.
La historia viva compromete a dialogar creativamente con ella. Hay que evitar la tentación hagiográfica, que cuasi diviniza a personas y grupos para ponerlos en los altares y considerarlos libres de máculas.
Por otra parte
es indispensable no perder del horizonte que los procesos históricos son más complejos que las fuerzas económicas y políticas que inciden en ellos, que hay lugar para la heroicidad personal y grupal de ir a contracorriente de los interese e ideas dominantes y, al perseverar en ése camino, abrir senderos de esperanza y arraigo para una visión en su tiempo incomprendida.
El rico acervo de la Biblioteca Histórica de Goshen College bulle de historias de este tipo, narran la lid de quienes perseveraron teniendo a los poderes de la sociedad en su contra.
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