Hoy concluimos la entrevista a Andrés Reid sobre el Taller de Predicación, donde nos presenta algunas propuestas prácticas. Pero continuaremos hablando de este tema que, como se ha demostrado, es de suma importancia para la salud de las iglesias.
Pregunta.- ¿Deberían los predicadores hacer pensar a los oyentes, estimularlos a escudriñar más las escrituras, o dejar por sentado que todas sus aseveraciones son ciertas?
Respuesta.- Si es que alguna vez hubo un tiempo cuando se aceptaba que todas las afirmaciones de un predicador eran ciertas, ¡sin duda ese tiempo pasó! Y menos mal porque el predicador no tiene ninguna autoridad menos la que se deriva de la palabra de Dios. Pero esto no nos debe llevar a desestimar la predicación. En su libro
La Predicación en el siglo XXI parece que Pablo A. Jiménez roza esta postura al escribir: “El sermón tradicional recalca la autoridad de la persona que predica, ya que parte de una idea que la audiencia debe aceptar como «verdad». Los oyentes deben aceptar como ciertas las aseveraciones de quien predica. Esto implica que la congregación no tiene espacio para disentir”. Pero esto dificulta el percibir dónde se asienta la autoridad de la predicación. No es la persona del predicador sino la palabra de Dios quien tiene autoridad. Ella sí que tiene todo el derecho de decirnos lo que hemos de creer y cómo hemos de vivir.
Hace ya dos siglos el ministro Anglicano Charles Simeon escribió estas palabras ponderadas: “Si el predicador predica
lo que está bien fundado en las Escrituras entonces su palabra,
en la medida que está acorde con la mente de Dios, debe ser considerada como la palabra de Dios”. Notemos las dos condiciones que establece. Únicamente si el predicador dice lo que está bien fundamentado en la palabra escrita de Dios y refleja bien la mente de Dios (expresada en el mensaje de la Biblia como un todo), entonces, y solo entonces, se podrá decir que lo que dice el predicador es lo que dice Dios.
Todo esto nos lleva a responder a la pregunta formulada afirmando que no es solo recomendable, sino imprescindible, que el predicador demuestre a sus oyentes que su mensaje consiste en la explicación de lo que la Biblia dice, aplicada a su situación actual. La predicación expositiva enseña al oyente a encontrar las respuestas a sus preguntas en la Biblia –no fiarse de forma ciega del predicador que es solo un portavoz falible de ese mensaje.
Pregunta.- ¿No debería ser el predicador el primero a ser exhortado, animado, quebrantado por la Palabra de Dios mientras prepara el mensaje que transmitirá a su congregación?
Respuesta.- Es una tragedia que nuestra práctica haya llevado a que la Real Academia Española pueda incluir en sus definiciones del predicar el “Reprender agriamente a alguien de un vicio o defecto”. Aleccionar a otros cuando la vida del predicador no ha sido tocado y transformado es de las peores hipocresías y una abominación delante de Dios. La Biblia está llena de terribles advertencias para aquellos que obran así. Para que el mensaje del pasaje en cuestión nos llegue es imprescindible pasar tiempo a solas en oración, buscando escuchar lo que Dios nos quiere decir primeramente a nosotros los predicadores desde el texto en cuestión. Si existe un peligro por pensar que es posible predicar de forma adecuada sin casi realizar un estudio anterior del pasaje, también existe el peligro opuesto. Este sería pensar que lo único necesario consiste en tener ciertas técnicas académicas o herramientas exegéticas, y que somos autosuficientes para poder transmitir la palabra de Dios sin depender del poder del espíritu o sin buscar a Dios.
Pregunta.- Siempre hablamos del predicador, pero ¿cuál es la responsabilidad del oyente?
Respuesta.- T.H.L. Parker, biógrafo de Calvino y autor de un estudio de su predicación, escribió que “El predicador es solo una mitad del ministerio de la proclamación de la Iglesia … parece ser que se da por sentado que mientras el predicador realmente hace algo, el pueblo tiene un papel meramente pasivo … [pero] cualquiera que haya predicado durante años y después haya vuelto a ser un miembro de una congregación dirá (al menos si tiene convicciones acerca de la predicación) que es difícil decir si requiere más el
predicar bien o el
escuchar bien”.
Sobre todo el oyente debe orar. Debe orar en los días anteriores a la predicación para que el Espíritu Santo ilumine al predicador en su estudio de la palabra. Después debe orar durante la predicación. Orará a favor del predicador, que Dios le ayude a exponer fielmente el texto. Orará por sí mismo para que Dios le ayude a entender, aceptar y obedecer el mensaje que le quiere transmitir. Orará por otros presentes para que también a ellos Dios les abra el entendimiento y el corazón. Y después de concluida la predicación seguirá orando para que la semilla penetre profundamente. El oído y el corazón preparado de antemano en la oración encontrará en casi toda predicación algo que pueda agradecer a Dios. Y si hay poco que se pueda agradecer a Dios, ¡entonces podemos y debemos pedirle que le ayude al predicador a mejorar de cara a su próximo mensaje!
Pregunta.- ¿Debe el predicador evaluarse cada cierto tiempo? Si es así, cómo debe llevar a cabo esta evaluación? ¿Debe la iglesia evaluar a sus predicadores?
Respuesta.- La evaluación es esencial para mejorar. No es posible saber cómo vamos si no se evalúa, y son muy pocos los predicadores que han implementado algún sistema objetivo de evaluación. Encuentro muy alentador el que el gran predicador John Stott escribiera en la primera página de su libro sobre la predicación: “rara vez, por no decir nunca, dejo el púlpito sin un sentido de fracaso parcial, un ánimo penitente, sin clamar a Dios por su perdón, y la resolución de volver a él por gracia para mejorar en el futuro”. Confieso que también ésta es mi propia experiencia y cuando pregunto a otros predicadores casi siempre se identifican con estos sentimientos.
Para los predicadores es muy difícil poderse autoevaluar. Pero tampoco les provee mucha más información las expresiones generales de gratitud expresadas por los oyentes al salir de una reunión, ni tampoco la crítica mordaz que demasiadas veces reciben cuando tienen la guardia emocional baja justo después del esfuerzo de predicar.
Necesitamos personas de confianza que nos dirán la verdad en amor. Para muchos predicadores ¡la primera persona que cumple esta función es el conyuge! Pero incluso a estas personas que nos aman a veces les cuesta saber analizar si una predicación ha sido buena o no. En la web de www.tallerdepredicación.es tenemos dos herramientas de evaluación de predicaciones que usamos en nuestras dinámicas de predicaciones evaluadas. Es de mucha ayuda tener algunas personas escogidas, de confianza, que puedan rellenar una hoja así para ayudarnos. Los círculos y retiros de formación del taller de predicación pretenden crear espacios seguros, de confianza y comunión donde podamos ayudarnos mutuamente en este sentido.
Pregunta.- ¿Podría decirnos si se está dando la importancia que merece la predicación en los planes de estudio de las distintas entidades educativas evangélicas?
Respuesta.- Los que hemos pasado por algún seminario evangélico generalmente estamos agradecidos por la ayuda que esto nos ha supuesto para la preparación de mensajes. Los seminarios tendemos a proveer de excelentes herramientas exegéticas para el estudio del texto. A veces, sin embargo, no hemos sido lo suficientemente prácticos a la hora de transmitir formación para la predicación. No ha habido suficientes oportunidades para predicar y ser evaluados. Esta es una observación que se escucha con frecuencia de parte de graduados de muchos seminarios. Tema aparte es que después de un tiempo corramos el peligro de caer en la rutina y necesitemos refrescar este aspecto de nuestro ministerio.
Respuesta.- Cuando se prepara una exposición, ¿hasta qué punto es importante conocer y entender el contexto donde están insertos los oyentes, conocer sus desafíos, sus problemáticas? O ¿una exposición surge del criterio personal del predicador?
Respuesta.- La metáfora que usó John Stott en su libro fue de que la predicación es “puente entre dos mundos”, la bíblica y la del mundo actual. Es igual de importante que se entienda el contexto histórico y literario del pasaje como el comprender el contexto social y espiritual del oyente. Hay mensajes cuyo contenido es saludable, pero no llegan con impacto porque su vocabulario y expresión no es el que se escucha de forma cotidiana en la calle. De incluso más importancia es el escuchar las inquietudes de las personas: ¿Qué dudas tienen? ¿Qué problemas viven? ¿Qué barreras mentales tendrán que superar para aceptar el mensaje de la Biblia? Demasiadas veces los evangélicos somos expertos en contestar preguntas que nadie se está haciendo.
Lo del criterio personal del predicador es demasiado común. También el que la aplicación sea un traje hecho a medida del predicador. Si somos varones casados con hijos hay que tener mucho cuidado de que no todas las aplicaciones se hagan para ese colectivo, sino que también las haya para los solteros, los jóvenes, las viudas, los que luchan con su orientación sexual, los abuelos, las madres solteras, los niños, los padres que no pueden tener hijos, los divorciados, etc., por hacer una tipología en cuanto a la situación familiar. También se debe considerar, por ejemplo, la situación laboral, el trasfondo étnico y el estado espiritual de los oyentes. Sobre esto habría mucho que decir y al final preguntaremos con Pablo: ¿y para estas cosas quién es suficiente? Menos mal que el mismo Espíritu Santo que inspiró la Palabra es el que ilumina el corazón del oyente, pero esto no impide que el predicador se esfuerce para hacer lo que de su mano está.
Pregunta.- ¿Pueden las iglesias solicitar apoyo a Taller de predicación en relación al tema de la predicación? Si es así, ¿a quién deben dirigirse?
Respuesta.- En relación a las herramientas del taller de predicación quisiéramos pensar que se puede parafrasear los antiguos “trailers” de películas a punto de ser estrenadas en los cines: “Llegará pronto a una iglesia cerca de ti”. Hemos escogido empezar de forma lenta pero progresiva para ir generando un movimiento, una onda expansiva que irá llegando a muchas regiones y rincones de España a partir del año 2016. Esperamos ver retiros regionales a comienzos del 2017 y una multiplicación de círculos de predicadores a lo largo de ese año. No obstante, los que tuvieran interés en la formación para la predicación expositiva pueden ponerse en contacto a través de la página web
www.tallerdepredicacion.es, y en función de las posibilidades será un placer ver cómo podemos trabajar juntos para fomentar la excelencia en la predicación de la palabra de Dios por toda España.
Finaliza la entrevista. Gracias a Andrés Reid por su amplia colaboración sobre un tema de amplia relevancia. Oraremos para que este ministerio sea de bendición para las personas que en él participan y, por ende, para las iglesias y lugares donde desarrollarán su labor.
Si quieres comentar o