Estos son tiempos en los que un manto de relativismo cubre toda evidencia. Lo que es ley en algunos sitios es motivo de juicio en otros. Gracias a internet podemos leer opiniones sobre lo que otros piensan, dicen o hacen a cualquier hora del día, cualquier día del año. Las opiniones en las redes sociales - sean temas banales o atroces los que se expongan- son calificadas por el número de cliques en ‘me gusta’.
Los aportes que más
‘me gusta’ reciban han de ser subidos al ranking de
‘trending topics’ (temas que marcan tendencia) y así, sin darnos cuenta vamos formando corrientes de opinión que casi siempre son flor de un día. En la misma bolsa entran todos los opinantes, tengan o no razón.
Solo algunos pocos salen beneficiados, y en muy buena medida. Son los que explotan comercialmente las redes sociales. Los números mandan en nuestra sociedad de consumo, no la calidad. Esto es lo que hay.
No sin cierta tristeza noto que en el medio ‘cristiano’, ‘evangélico’ o ‘cristiano-evangélico’ no son pocos los que adoptan esta costumbre secular. Artículos que generan polémica porque tratan de temas rankeados como
‘trending topics’ atraen masivamente a los opinantes y van formando corrientes de opinión. De pronto, en el ámbito confesional se instalan temas polémicos impuestos por el mundo secular como ‘de esto hay que hablar’.
Muchos dirán que esto es una prueba contundente de que hay libertad de opinión y de prensa. Otros, que esta tecnología debería ser controlada para evitar el monopolio de los que menos tienen qué decir. Algunos sostienen que no debe darse tanta importancia a esta manera de medir la popularidad, ya que lo que hoy es tendencia en poco tiempo más deja de serlo al ser suplantado por otros, y cae en el olvido. Esto es lo que hay.
Contrariamente a lo que pueda pensarse, es posible que la evangelización del mundo no haya avanzado de la manera arrolladora en que lo hace el desarrollo científico y tecnológico.
Dicho de otro modo, el mundo secular va a caballo de ese desarrollo sin importarle las cuestiones humanitarias, morales, éticas y espirituales que conlleva; mientras tanto, los peregrinos en la tierra somos absorbidos por la fuerza de arrastre generada por esos avances, en lugar de ocuparnos de vivir en Cristo y hacer discípulos para Él.
Dirán algunos que nunca antes las iglesias han estado mejor equipadas tecnológicamente que ahora. Es cierto, se invierten importantísimas sumas de dinero en aparatos de última generación para celebrar los cultos.
Se dice que no debemos quedar rezagados en el aspecto edilicio y tecnológico. Sin embargo, deberíamos razonar sobre el valor que tiene sacrificar a la congregación para adquirir, mantener y operar equipos que dentro de poco serán anticuados frente a los incesantes avances tecnológicos; todo lo que quedará en la tierra cuando nosotros ya no estemos en ella. Se impone preguntarnos:
¿Cuál es la relación real entre la inversión tecnológica y el crecimiento de la iglesia?
Unos dirán que es positiva puesto que los jóvenes se quedan ‘en la iglesia’ en lugar de irse ‘al mundo’, algo por demás de obvio si en el lugar de reunión de la iglesia se les ofrece lo mismo que el mundo de afuera.
¿Es más importante el método a usar para retener a nuestros jóvenes que el conocimiento de Jesucristo?
Este autor ha estado en cultos celebrados en iglesias de menos de un centenar de personas, en los que se prestó mayor atención al sofisticado sistema audio-visual que a Jesucristo. Es posible que se esté dedicando más tiempo, atención y recursos a la tecnología que al Señor de nuestras vidas.
También ha participado en multitudinarias cruzadas y concentraciones preparadas de tal manera que la gente, al entrar, actúa como si estuviese en el concierto de algún pope musical. En esos festivales los organizadores cuidan bien de encuestar los resultados; entrenan a ujieres y azafatas para entrevistar a los presentes, rellenar tarjetas u operar
tabletas(2); datos que luego llegarán a manos de calificados equipos de estadística y prensa de la organización. Finalmente, todo pasa a engrosar una base de datos y transformarse en noticia.
¿Cuál es la necesidad de contar con esa tecnología en el caso de congregaciones pequeñas?
¿Qué pueden decir los líderes de iglesias locales –no ya los que gerencian los mega eventos - sobre los resultados de usar esa tecnología?
¿Hay un crecimiento en fe, en obras de amor en nuestra comunidad local?
¿Influimos positivamente en el medio donde vivimos, trabajamos y tenemos trato social?
LA IGLESIA EN EL MUNDO O EL MUNDO EN LA IGLESIA
Cierta vez, un grupo de misioneros que visitaba el país con un ministerio de ‘evangelización personal’ (uno a uno) llegó a la iglesia de la que este autor era diácono, el hermano que lo lideraba desde el púlpito dejó a la nutrida congregación en total silencio cuando dijo:
“Hermanos y hermanas, estoy feliz de estar entre vosotros en esta casa repleta. Pero estaría mucho más feliz si los que estamos aquí dentro estuviésemos afuera, para que los que pasan por la puerta estuviesen aquí dentro.”
La comisión dada por Jesús a sus discípulos fue la de ‘ir’
(3), no la de ‘quedar’. El poder del Evangelio actúa en el mundo de forma centrípeta: atrae a todos a Jesucristo, el centro del Mensaje. Pero impulsa de manera centrífuga a los que somos Suyos; desde el centro hacia fuera para alcanzar a los que están lejos de Cristo y de su salvación.
El apóstol Pedro – hombre totalmente transformado por Jesucristo – deleita al creyente sincero con tres de sus muchas recomendaciones:
1. “santificad a Dios el Señor en vuestros corazones”
Comencemos por decir que el Señor Jesucristo nos enseñó a orar:
‘Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre’.
(4)
Aquí, el verbo santificar está conjugado con el participio:
‘santificado’. La santidad es inherente a la naturaleza divina; por esa razón cuando oramos declaramos esa condición; es como reconocerlo:
‘Padre, siempre santo’.
El hecho de conjugar el verbo ser en imperativo, i. e.
‘sea’ puede llamar a confusión a fuer de repetirlo muchas veces en rezos interminables y monótonos. No debe entenderse como que nosotros estemos profiriendo una orden a alguien que debe actuar de manera inmediata. Esto queda claro cuando, más adelante, en la misma oración modelo el Señor nos enseña a decir:
‘Hágase tu voluntad’ (5).
No se hará Su voluntad porque nosotros digamos que se haga; lo decimos porque sabemos, reconocemos y lo expresamos de corazón que Su voluntad siempre se hace tanto en el cielo como en la tierra.
Cuando Pedro usa el verbo
santificar nos encomienda en forma imperativa
‘santificad a Dios el Señor en vuestros corazones’. ¿De qué manera podemos dar cumplimiento a este mandato apostólico?
Recordemos que Dios se presentaba a su pueblo como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob
(6). David lo sabía cuando hubo de enfrentar a los enemigos de Israel. Ese Dios que era la Roca de Israel ordenó a su pueblo:
‘sed santos porque yo Jehová soy vuestro Dios’(8)expresión que Pedro cita:
‘sed santos como yo soy santo. (9)
¿Puede alguien santificar a Dios sin ser santo?
De ninguna manera. Para santificar a Dios hemos de haber sido santificados por Él en primer lugar. El largo y fatigoso ritual de la purificación que formaba parte del ritual en Israel precedía a la santificación que otorgaría Jehová; es figura de lo que Jesucristo cumplió al venir al mundo, morir en la cruz, resucitar y ascender al Santuario celestial, de donde le esperamos como lo prometió.
¿Podemos santificar a otros?
No podemos santificarnos a nosotros mismos, Dios es el que santifica. Tampoco podemos santificar a nadie. Dios es el que santifica
(9).
Primera conclusión. La condición
sine qua non para poder dar razón de la esperanza que hay en nuestro corazón a los que nos demanden acerca de ella, es ser santos. Quien no lo sea no tiene ninguna esperanza en su corazón. Por más que clique en ‘me gusta’ un millón de veces.
En la próxima concluiremos con estos dos puntos del mismo tema:
2. “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia”
3. “ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”
Será hasta entonces, si el Señor lo permite.
Notas
Ilustración: Escena en la se muestra a alguien declarando ante un tribunal humano. Debe responder dando razones que serán o no creídas, tomado de www.elmundo.es
1. 1ª Pedro 3:15
2. Traducción de ‘tablet’ los dispositivos electrónicos con los que se pueden realizar todo tipo de operaciones digitalmente
3. Mateo 28:19
4. Mateo 6:9; Lucas 11:2
5. Mateo 6:10; Lucas 11:2
6. ‘Exodo 3:6, 15, 16; 4:5; 1ª Reyes 18:36; 1ª Crónicas 29:18; 2ª Crónicas 30:6; Jesús lo recuerda a sus oyentes Mateo 22:32; Marcos 12:26; Lucas 20:37; y los apóstoles lo citan Hechos 3:13; 7:32
7. Levítico 20:7
8. 1ª Pedro 1:16
9. La doctrina de la santificación es pilar de la enseñanza evangélica. Se la distorsiona para beneficio material de los engañadores. Revisemos estos pasajes para comprenderla mejor: Hebreos 10:5-18; 1ª Corintios 1:2, 30; 6:11; Efesios 5:25 – 27; comparar con Romanos 6 a 8; 1ª Tesalonicenses 3:12,13 y Hebreos 12:10-14
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