La primavera se ha instalado al parecer. El sol, inseguro algunos días, ya se pasea por el jardín de nuestra capilla. La “Viña Local” (en Otoño preciosa) que crece en la pared del final, apenas huele cuando se riega, bien que se adorna con las rojas flores del “hibiscus”. La hiedra exagerada crece y trepa siempre verde por las espaldaderas y los muros. Nuestra “cica” crece sin excesiva belleza, y el “ficus benjamín” parece palidecer al lado del “ficus de hojas grandes”, los “iris” quieren crecer para aportar su colorido anaranjado; el “pequeño olivo” reverdece y crece el helecho. Los rosales no presentan grandes expectativas, y el olor más notable nos viene del joven limonero, que no barrunta limones. De la casa lindante con nosotros sale una música gozosa, y desde la terraza del “Colegio Americano” unos jóvenes gritan alegremente, pues quizás celebren el 1º de Mayo. Mi tarde, azul y tímida, me trae estos detalles, así como los ruidos de tráfico de la calle, de una calle donde los niños no juegan… Está bien.
Estoy en mi despacho. Sobre mi mesa ancha y larga yace el trabajo desparramado. Todos me apasionan. Resbalo los ojos sobre los libros, notas no concluidas, correo siempre atrasado, lecciones, corrección de Tesinas, mensajes… Está bien.
Cientos de libros que esconden otros detrás. Varias placas colgadas en las paredes, títulos, diplomas, pero
en el centro de mi mesa: el Libro. Él me inspira, me mantiene en el trabajo, y me hace ver el mañana. No estoy en ella, pero la veo, la proyecto en las cosas que debo hacer otro día de tantos. De repente se confunde mi paisaje de este día, se me abren las páginas de la Biblia, dejo de ver los estantes de libros, me concentro en una sencilla oración y descuido el resto. Pero algo me distrae. Algo se desliza por mi cara y la moja ¿estoy llorando?
No, no estoy llorando, lloro. Sólo dos lágrimas. Las esparzo. Percibo que últimamente estoy sensible “Desde el Corazón” luego me pregunto por qué.
Aunque sé lo que supone el llanto. Las lágrimas poseen proteínas y una enzima que disuelve buena parte de los microorganismos. Por eso la polución, el insomnio, el cansancio y la mucha lectura provocan un picor a los ojos. Y “Desde el Corazón” me pregunto qué me resuelve el llanto. Así que me siento responsable de mis dos lágrimas.
Lloro porque vivimos en una sociedad conformista en todas las áreas. Con crisis por vacío moral, ético y espiritual del país y de muchas Iglesias. No puedo quedarme meramente con el llanto, ponerme a un lado y mirar cómo las cosas se degradan por sí mismas. En éste, “un Día de Tantos”, hay cosas que no me dejan tranquilo, hasta que siga haciendo lo que tengo que hacer, tenemos que hacer.
Vivir nuestra fe sí es íntima y personal, despertarla para que tenga parte en la historia y esté comprometida con las causas adecuadas y justas: el modelo bíblico de familia (padre, madre, hijos, respeto y cuidado de los abuelos, que también son familia), la defensa de los valores, los que son verdaderos, no los de los publicistas, laicistas, filósofos erráticos y lobos con vestidos de ovejas que tan sueltos andan.
Vivir la fe que no deshumaniza, anestesia, sino la que se manifiesta con vidas diarias de santidad, compromiso, ciudadanía y tratando que por los medios –aunque sencillos‑ de comunicación al alcance, esté presente en nuestra “ilustrada y divertida sociedad”. Ya el genial autor de El criticón, Baltasar GRACIÁN, escribió: “Hombre sin noticias, mundo a oscuras…” y
tengo llanto, por el nulo interés que los Protestantes tenemos por apoyar, sostener, activar y desarrollar medios de comunicación, sin ser modelos traídos de fuera que más que ayudar destrozan.
Desarrollar
“Fe y Comunicación” entendidas ambas en su genuino natural sin maquillajes o componendas, liberadas de los platos de lentejas de las subvenciones, de forma que aunque provoquen tensiones, sino desencuentros; por más que moleste, tengamos coraje de decir y contar lo que diría, denunciaría y proclamaría Jesús.
Proclamar que
la tentación a la que están tantas personas atadas, es la de vivir alejados de la situación espiritual; atontados con el autoengaño de: “soy creyente pero no practicante…” y no pocos “religionistas” totalmente despegados de lo social bien entendido como de lo político bien reflexionado.
Denunciar a los que viven su fe en las nubes, edificando sueños personales, tan efímeros como irreales, a miles y decenas de miles de personas que se declaran cristianos estrellando su vida contra la cuneta de la indiferencia. Religión de Domingo ¿qué digo? de algunos Domingos. Predicadores insufribles de homilías monólogas, monótonas y hasta molestas. Que no conseguirán más que adormecer a buenos cristianos y ciudadanos correctos, cuando lo que debemos ser es testigos, antorchas vivas que anuncian el admirable mensaje de Jesús. Y he dejado de llorar, una hazaña; y es que espero que juntos renovemos una primavera de vida.
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