Una de las mayores bendiciones que Dios ha dado a su Iglesia es la rica variedad de los dones espirituales que tan generosamente Él ha derramado de lo alto sobre ella. Estos dones edifican a su pueblo y hacen avanzar su santo reino en el mundo. Como el gigante puritano John Owen (1616-1683) tan acertadamente escribió: "Por estos dones es que Cristo el Señor manifiesta Su poder y ejerce su gobierno".
La Escritura deja claro que
todo creyente tiene ciertos talentos y dones que Dios les dio y que son para ser usados para la gloria de Dios y el bienestar del cuerpo de Cristo. Cada don es, entonces, para ser utilizado dentro del contexto de la congregación para que todo el templo del Señor sea edificado y alentado. Cualquiera que sea el don,
debe ser utilizado para ayudar a los demás.
El principal peligro, sin embargo, con los dones (sobre todo los más "visibles") es quepueden llegar a ser contraproducentes.He conocido a gente a lo largo de los años que me dijeron que sabían que habían nacido de Dios porque habían hablado en lenguas o habían recibido un don maravilloso de compartir la Palabra en público o habían sido utilizados en gran medida para bendecir a otros. En cada caso,
el creyente en cuestión estaba basando su seguridad eterna en un don especial que el Espíritu se había complacido en concederle.Este modo de pensar, me temo, es tan peligroso como las arenas movedizas.
Debe quedar perfectamente claro que nuestra salvación no se basa en una cierta capacidad ministerial subjetiva que hemos recibido del Señor.
El mensaje del Nuevo Testamento de la vida eterna está totalmente fundado sobre la creencia en la resurrección del Señor Jesucristo de entre los muertos.Es sobre ese mensaje que el creyente debe basar su vida. Nada – ni siquiera los dones espirituales – deben eclipsar la centralidad del mensaje del Evangelio.
Haríamos bien en recordar las aleccionadoras palabras de nuestro precioso Señor Jesús
. "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos" (Mateo 7:21). Balaam era una de esas almas. Llamó al Señor "su" Dios, pero su único verdadero señor en la vida era el dinero y su propia gloria. Él pudo haber profetizado con asombrosa precisión e incluso hizo mención de la venida del Mesías, pero Balaam era un hijo del infierno. Él recibió un poderoso don profético en momentos críticos de su vida, sin embargo, no amaba la santidad del Señor.
Mira a Judas Iscariote también. ¿A cuánta gente sanó? ¿A cuántos leprosos limpió? ¿Cuántos demonios echó fuera? Sólo el Todopoderoso lo sabe. Pero
Judas - como el Señor mismo declaró - era un malvado hijo de perdición. Él pertenecía a su padre, el diablo.
Los cristianos, por tanto,
deben ser muy cuidadosos a lo hora de poner su confianza en los dones específicos que reciben de lo alto.J.I. Packer hizo esta solemne observación, "Los dones solamente pertenecen a la administración externa del pacto de gracia, por tanto, no se desprende que un hombre con habilidades espirituales esté en una relación interna salvadora con Dios que es a lo que el pacto apunta".
Así que,
si tienes dones, asegúrate de alabar a Dios por ellos. Pero, más importante que eso,no olvides que tu salvación eterna depende enteramente de lo que el Señor Jesús hizo por ti mientras estaba en la tierra.La salvación de Jesús es el mejor don de todos. Gloríate en Cristo y sólo en Cristo, nunca en ti mismo.
Traducido por: Julian Esquinas
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