El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si bien la revelación natural nos lleva a saber de la existencia de un Dios Creador, la revelación especial nos lleva al conocimiento de un Dios salvador y redentor manifestado en la persona de su Hijo Jesucristo.
La vulnerabilidad del Señor, así como su debilidad, no le restaron integridad en modo alguno. Es más, es en esa asumida fragilidad como vino a ser nuestro Salvador.
Jesús nos abre la puerta de la esperanza con estas reveladoras palabras: “Yo he venido para que tengáis vida y vida en abundancia”.
Tenga cuidado porque muchos tienen este mapa pero no encuentran el Tesoro. Hay que leer el mapa y obedecerlo, no simplemente leerlo.
¿Qué decimos exactamente como protestantes cuando hablamos de la justificación? Más importante aún, ¿qué dice la Biblia sobre el tema?
¿Cuál es el don de Dios, la salvación por gracia, la fe del creyente o las dos cosas?
Él y solamente El, es nuestra única esperanza de un mañana mejor, Jesús es el Único Camino a Dios el Padre, la Verdad suprema y la Vida verdadera.
Pensaban estar bien con Dios sinceramente, pero no eran sino ignorantes sinceros.
Valoremos este maravilloso don de la vida terrenal que puede convertirse para muchos de nosotros en el preámbulo de la vida eterna.
Sin la esperanza del Evangelio no esperes nunca conocer algo verdadero sobre la creación. El Dios creador es el Dios Salvador.
Nuestro arrepentimiento sincero y la fe en la persona y en la obra de Jesucristo nos otorgan el impagable don de la vida eterna y nos indulta del pecado.
En el partido de nuestra vida, sabemos que hemos merecido muchas tarjetas rojas.
Desde las arenas de Uz hasta las tierras lejanas de Madián, desde los caracteres antiguos de China hasta los templos incas en los Andes, Dios dejó huellas de su presencia, susurros de su verdad que nos desafían a mirar más allá de lo evidente.
La sangre del Redentor nos limpia a cada instante, siempre, eso es nuestra vida, por eso somos santos y santificados, como modo de existir.
Aquella maldita cruz, por momentos, se convirtió en el símbolo de bendición más grande de todos los tiempos.
Es en la cruz donde la belleza del carácter de Cristo alcanza su máximo esplendor. En la hora de la mayor oscuridad, sus palabras brillan como oro refulgente.
Los evangélicos al mostrar mucho más la cruz vacía, están ya refiriéndose al “Consumado es”. Todo ha terminado. Hay salvación para todos aquellos que se acercan en humildad al Dios vivo pidiendo perdón y mostrando arrepentimiento.
Si quitamos de las Sagradas Escrituras el sacrificio expiatorio y propiciatorio que aparece desde Génesis hasta Apocalipsis, estamos mutilando una parte esencial de la revelación divina.
“O sea, que incluso si intento cumplir los 10 Mandamientos, ¿no me gano el cielo?”
¿Quién podrá reclamar sus derechos cuando se encuentre frente al Creador?
Los que estamos en él lo estamos desde la eternidad. Nadie puede ponerse ahí su nombre, ni quitarse cuando está puesto.
Verdaderamente detrás de la mirada está el corazón.
No todos responden a los requerimientos divinos con la ceguera y rebelión.
Las buenas obras las hacemos porque Cristo nos salva y santifica. Son resultado de la salvación pero no el medio de alcanzarla.
Cristo te extiende Su mano. Él sabe que necesitas la salvación y te la ofrece gratuitamente si confías en Él.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.