‘Será Justicia’. ¡Sí! Pero, ¿cuál?

En las dos últimas semanas los medios informaron mayoritariamente sobre la decisión del gobierno de España de otorgar urgente prioridad al proyecto de recorte de la jurisdicción de aplicabilidad de la ley de ‘Justicia Universal’⁽¹⁾. El documento se aprobó de apuro, con poco o sin debate alguno, haciendo valer el oficialismo su mayoría en el Congreso ⁽²⁾.

Al evaluar las reacciones y comentarios a los que accedí para informarme sobre este asunto, y siendo uno de tantos cristianos que usamos la Biblia como nuestra perfecta guía de fe y conducta ⁽³⁾, repasaba algunos conceptos típicos de los políticos sobre la justicia. Así surgió la idea de estas notas ⁽⁴⁾.

JUSTICIA UNIVERSAL
Una tendencia natural del ser humano es la de realizar aquello que concite aprobación y reconocimiento social. Desde la época de los grandes descubrimientos los sucesos fueron adquiriendo notoriedad mundial. No solo la primitiva cartografía cambió radicalmente; hubo avances comerciales, científicos y culturales que influyeron a más pueblos de regiones antes no alcanzadas. Esto es cierto tanto en los aspectos positivos como negativos. Entre los últimos, baste con citar los numerosos conflictos y crueles enfrentamientos bélicos que van dejando profundas huellas históricas. Paradójicamente, las guerras más atroces se libraron en el continente europeo, cuna de la mayoría de los avances positivos antes mencionados.

Finalizada la sangrienta II Guerra Mundial un destello de cordura llevó a los líderes de mitad del siglo pasado a crear un organismo mundial que sirviese como foro de discusión internacional para buscar formas pacíficas de resolución de conflictos. El fracaso de la Liga de las Naciones dio lugar a la fundación, en 1945, de lo que ahora conocemos como ONU, sigla para Organización de las Naciones Unidas ⁽⁵⁾.

Bajo el inmenso paraguas de la ONU se mueven cientos y miles de organizaciones civiles, gubernamentales y no gubernamentales. Algunas trabajan por la paz y la justicia internacional. La DDHH (Declaración Universal de los Derechos del Hombre) ⁽⁶⁾ es uno de los logros mayores de este arduo trabajo global. Preguntará alguno, no sin cierto cinismo, por qué es que siguen ocurriendo tantos conflictos en y entre países signatarios de los DDHH.

Una respuesta la tenemos con la noticia que encabezamos este artículo. Las normas o leyes vigentes pocas veces satisfacen los intereses políticos. Siempre habrá –al mismo tiempo - políticos beneficiados y perjudicados por las decisiones de la justicia. La lucha por el poder ha quedado – nos guste o no – en manos de una elite de hombres y mujeres que - so pretexto del bien común – persiguen fines que les reditúen perpetuarse en sus bien remunerados cargos. Salvo honrosas excepciones hacen de la política su negocio y viven como dueños del mundo. Cuando se enfrentan o negocian entre ellos, es solo porque del asunto que se trate seguramente sacarán un rédito político.

La realidad demuestra por repetición que, más veces que las deseadas, el poder político se impone al judicial.

Esto es así por dos razones que se dan simultáneamente: por un lado, la verdadera justicia es aquella que premia a quien la respeta y castiga a quien la transgrede. Pero, por el otro, en los países ‘democráticos’ no es el poder judicial independiente el que la hace de efectivo cumplimiento, sino el ejecutivo; es decir, el gobierno que se hace cargo de los asuntos de Estado tras el voto de la ciudadanía.

La división de poderes es la base de un estado republicano. En teoría no hay mejor forma de ejercer el gobierno que ésta. Por esa razón hay monarquías en las que los que legislan, los que aplican la ley y los que controlan su fiel cumplimiento no son las mismas personas. Tampoco deberían pertenecer al mismo signo político.

Cuando el poder se ejerce en forma absoluta se dice que es una tiranía. La excusa que en un país democrático esgrime el tirano de turno es siempre la misma: ‘somos un gobierno democrático; nos ha votado la mayoría’. Pero, en un Estado de Derecho el único garante de las prácticas constitucionales del gobierno es el poder Judicial.

Todo indica que la concentración del poder se dirige hacia una tiranía universal que arrastra en forma centrípeta a los estados antes renuentes. En ellos, cada vez son más los que reclaman: ‘¿Quién nos hará justicia a nosotros?’

JUSTICIA DIVINA
Reconozco que mi formación cristiana ha sido bastante lenta. Aunque de pequeño ya sabía que el significado más generalizado de los términos ‘Testamento’ o ‘Pacto’ en la Biblia refiere a dos períodos concretos del Plan divino de la Redención (antes y después de Jesucristo), recién de mayor supe que en nada ayuda conocer el texto bíblico si no se vive de acuerdo con él. Cuando me apropié con devoción de las Escrituras comencé a verlas como la perfecta Revelación de la gracia de Dios para mí; descubrí su invalorable evidencia, ‘todo-coherente’, que hace justicia a quien la recibe y aplica para vivir por fe.

Desde hace unos años la justicia es uno de los aspectos de la verdad que más me atrae, y a menudo me sorprende. Invito al lector a ver juntos en las Escrituras cómo actúa la justicia de Dios en tres períodos históricos definidos:

I. Antes de la Ley; II. Después de la Ley; III. A partir del advenimiento de la Gracia.

Abordaremos este análisis con el deseo de saber más sobre la justicia de Dios, de qué manera transforma la vida de los creyentes en Cristo, y cómo los empodera para ser sus mensajeros en todas las áreas de la sociedad, en un mundo que clama por justicia en medio de mentiras, crueldad y dolor provocados por la iniquidad humana.

LA JUSTICIA ANTES DE LA LEY

1. Desde Adán a Noé.

Sin duda alguna, Adán y Eva nunca olvidaron mientras vivieron su maravilloso origen y posterior fracaso. Dios les había creado para que, juntos, siendo una carne, colaborasen con Él en Su proyecto de vida. No serían empleados contratados, sino delegados personales del Creador que gerenciarían todo aquello que Él les instruyese y pusiese a su cuidado.

Dios había hecho nacer de la tierra todo tipo de árboles, incluso dos muy especiales:

“(…) el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”⁽⁷⁾

Antes de que Dios crease a Adán una compañera leemos lo siguiente:

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;” ⁽⁸⁾

Como vemos, una sola condición restringía la libertad de los colaboradores de Dios: podrían comer del fruto de todos los árboles del huerto, excepto de uno de ellos. La justicia, para ser justa, debe ser precisa. El mandato de Dios fue acompañado de una clara advertencia sobre las consecuencias de no obedecerlo:

“(…) porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”⁽⁹⁾

Más adelante leemos que otro ser creado por Dios tentó a Eva a comer del fruto del árbol, con el resultado conocido: la desobediencia les hizo tomar conciencia de la existencia del bien y del mal (moral) y le causó la muerte; espiritual: al romper el vínculo original con Dios; y física: al limitar el Creador sus días sobre la tierra.

En todo el relato de los primeros capítulos de Génesis vemos ya claros indicios del principio introducido por el Creador desde el origen mismo de la vida: el de la equidad ⁽¹⁰⁾. Esto es lo que los primeros padres habrán contado a sus hijos. Caín y Abel no ignoraban la historia que había detrás de la primera familia humana.

Luego leemos que, en su justicia, Dios aceptó el sacrificio que le ofreció Abel y rechazó el de Caín. Muerto Abel, víctima de la envidia fratricida de Caín, el primer homicida fue expulsado del núcleo familiar. En sustitución de Abel nació Set, un hijo a imagen y semejanza de su padre Adán. Cuando nació Enos, hijo de Set, los humanos comenzaron a invocar el nombre de Jehová ⁽¹¹⁾.

Los descendientes de Set fueron consecuentes con la enseñanza transmitida de generación en generación. Así, sexto en línea adánica, nació Enoc de quien se dice que, después de que naciera su hijo Matusalén y engendrase hijos e hijas, “caminó con Dios” por trescientos años; y luego “desapareció, porque le llevó Dios.” ⁽¹²⁾

Muchos preguntan por qué antes se vivía tantos años; aparte de otras consideraciones podemos afirmar que la longevidad fue permitida por Dios para facilitar la multiplicación de la especie humana y, lo que es más importante, para mantener en buen depósito la verdad del relato revelado.

La escueta frase ‘caminó con Dios’ indica que la persona vivía en comunión estrecha y se encontraba a gusto con Él; y que Él lo gratificaba. La justicia divina era alcanzada por los que se mantenían fieles a Dios. Es más, según el autor de la epístola a los Hebreos, tanto Abel como Enoc obraron impulsados por la fe en Dios:

“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.”⁽¹³⁾

Vemos que tan tempranamente como en el comienzo mismo de la humanidad, la justicia estuvo vinculada con la fe. Las obras de la fe son las únicas obras que agradan a Dios; la persona que cree a Dios es justificada por Él. No obstante, los que creen a Dios han sido siempre una minoría frente a la corrupción generalizada. El pecado pervirtió tanto a la humanidad que Dios no lo soportó y decidió arrasarla de la tierra con el diluvio universal ⁽¹⁴⁾.
La justicia divina esperó un siglo a quienes quisieran oír, obedecer y salvarse. Después, fue demasiado tarde.

2. Desde Noé a Abram.

Solo un hombre es mencionado como justo en medio de una humanidad corrompida:

“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. (…) Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.” ⁽¹⁵⁾

A Noé mandó Dios la construcción de un arca. Las dimensiones, descomunales para la época, no desalentaron a este hombre que empleó cien años en terminarla ⁽¹⁶⁾. Aún hoy causa asombro lo que hizo. Y no dice el relato que fuese ayudado por sus vecinos. Por el contrario, es más fácil pensar que se burlasen de él por lo que hacía.

La constancia de ese varón debiera alentar a los que bajan los brazos cuando pareciera que nadie recibe su testimonio. El Evangelio no indica cuántos deben recibir nuestro testimonio para que seamos salvos ⁽¹⁶⁾. ¿Habrá entre los lectores alguien a quien le duela esa tendencia a medir el éxito del evangelismo con el listón del número de conversos? ¿Qué piensa usted de las complicadas estadísticas que se hacen después? El apóstol Pedro dice:

“(…) los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”⁽¹⁷⁾

La paciencia y la justicia de Dios siempre van juntas; si así no fuese nadie se salvaría. Por grande que sea nuestro esfuerzo personal y por más campañas evangelísticas que hagamos, solo nuestra paciente espera en el Señor ha de ser recompensada. No hay uno que pueda salvar a otro; solo Jesucristo salva. Noé y siete más fueron salvados de la muerte, tras cien años de prédica testimonial. No se salvó ninguno de sus otros parientes o vecinos. Gracias a la paciencia divina y a un varón justo ante los ojos de Dios ¡estamos vivos, y seguimos poblando el planeta!

Noé adoró a Dios cuando bajó del arca y Dios hizo una alianza con la humanidad poniendo al arco iris como señal. Como antes habían hecho Adán y Set, Noé transmitió estos hechos de la justicia divina a sus hijos.
El autor de la carta a los Hebreos también lo incluye en su ‘galería de la fe’:

“Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.” ⁽¹⁸⁾

La fe es inseparable de la justicia divina. Si no hubiese esa relación íntima, nuestra justicia sería mero legalismo.

Fe es ser conscientes de las cosas que aún no se ven; vivir por fe es obedecer a Dios y ser hecho heredero de justicia. Tener fe en una justicia universal - que es consecuencia de pactos entre políticos - es no dar en el blanco; es pecar. Saber esto, debe animarnos a poner nuestra mira en Jesucristo; a dar testimonio de la justicia divina que actúa a través de Su obra salvífica - también a los políticos – para que se cumpla el perfecto Plan de Redención.

Después de Noé sus hijos procrearon y comenzaron a multiplicarse; con el paso de los siglos la tierra volvió a poblarse y sus pobladores se fueron alejando de Dios. Los que llegaron a ser poderosos en su propia justicia acordaron edificar una torre que llegase al cielo ⁽¹⁹⁾. Deben haber sentido, allá y entonces, lo mismo que los ricos de hoy día que compiten en ser los primeros en contratar al más famoso de los arquitectos y construir de urgencia las torres más altas del planeta. En su justicia invierten fortunas y desafían la sostenibilidad de la biosfera ⁽²⁰⁾.

Como en los días de Nimrod ⁽²¹⁾, los hombres creen eternizar su memoria desplazando a Dios del primer lugar.

En su eterno propósito el Señor tenía previsto dar por tierra con aquel orgulloso proyecto; confundió las lenguas de los pueblos y les obligó a dispersarse por toda la faz de la tierra. En este milenario proceso surgieron las religiones primitivas, cada una buscando su propia justicia para oponerse a la justicia divina.

La justicia universal creada por el hombre se convirtió en la idolatría, la más difundida de las religiones y la que más ofende a nuestro justo Dios que es rico en misericordia ⁽²²⁾.

En su omnisciencia, Dios ya tenía prevista la medicina a este mal universal: de entre todos los pueblos idólatras de la tierra habría de formar un pueblo para Sí, en el que habría de depositar las verdades antes reveladas a Adán, Set, Enoc y Noé. Habría de levantar un testimonio vivo de su amor por Su creación, como anticipo de la obra cumbre: el sacrificio de la cruz, para terminar para siempre con toda injusticia. Demos gracias a Dios por su infinita gracia, incomparable paciencia y santa justicia. Ellas son garantía de nuestra eterna salvación.

****

Si Dios lo permite, en nuestra próxima concluiremos con el punto 3: ‘Desde Abram hasta la Ley’ de ‘I. La justicia antes de la Ley’. Luego abordaremos: ‘II. La justicia de la Ley’ y ‘III. La justicia de la Gracia’. Hasta la próxima, con la paz del Señor.

Ilustración: foto tomada de www.mundiario.com
1.‘El principio de justicia universal trata de evitar la impunidad de los crímenes cometidos contra la humanidad. Ante estos delitos, cada Estado, como integrante de la Comunidad Internacional y con el objetivo de protegerla debe proceder a juzgar a todo delincuente que detenga en su territorio, cualquiera que sea su nacionalidad y el lugar de ejecución del delito, como ocurre, por ejemplo, con cualquier violación de los derechos humanos.’ (Tomado de Wikipedia) Nótese que no es una ley, sino un principio a ser incorporado en la legislación
2. ‘El PP aprueba la reforma de la justicia universal por 179 votos a 163’, ABC.es, EP, Madrid, 11/02/14; ‘El PP saca adelante en solitario la reforma que restringe la justicia universal’, El Mundo, EFE, Madrid, 12/02/14; ‘El PP cercena la justicia universal pese al clamor de la oposición’, El País, 11/02/14, Anabel Diez, Madrid
3. El Movimiento Pacto de Lausana, en el punto 2. ‘Autoridad y poder de la Biblia’ del documento ‘Toda la Iglesia llevando el Evangelio completo a todo el Mundo’ expresa (negritas del autor): “Afirmamos la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la única norma infalible de fe y conducta. Afirmamos también el poder de la Palabra de Dios para cumplir Su propósito de salvación. El mensaje de la Biblia se dirige a toda la humanidad, puesto que la revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inalterable. Por medio de ella el Espíritu Santo sigue hablando hoy. El ilumina la mente del pueblo de Dios en cada cultura, para percibir la verdad nuevamente con sus propios ojos, y así muestra a toda la iglesia más de la multiforme sabiduría de Dios. 2ª Timoteo 3:16; 2ª Pedro 1:21; Juan 10:35; Isaías 55:11; 1ª Corintios 1:21; Romanos 1:16; Mateo 5:17,18; Judas 3; Efesios 1:17,18; 3:10,18
4. Para la construcción del título el autor ha tomado la libertad de usar la frase de forma con que los profesionales del Derecho de algunos países cierran sus escritos que luego elevarán a los magistrados del Poder Judicial: ‘Será justicia’
5. Fundada el 26 de junio de 1945, en San Francisco, EE.UU., su Carta fundacional incluye el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia
6. Puede accederse a la DDHH con todos sus artículos en este link: www.un.org/es/documents/udhr/
7. Génesis 2:9
8. Ibíd.16, 17a
9. Ibíd.17b
10. El diccionario de la lengua española dice de la equidad: ‘Cualidad que mueve a dar a cada uno lo que merece’
11. Génesis 4:26
12. Ibíd. 5:18-24
13. Hebreos 11:4,5 (negritas del autor)
14. Génesis 6:17
15. Ibíd.9 (negritas del autor)
16. Ibíd.15. La longitud del "codo" suele variar según la fuente a la que se recurra en procura de información (45 cm, 48 cm, 52 cm y fracción, etc.). Puesto que también esa medida experimentó cambios en los días del antiguo Israel, con el propósito de simplificar los cálculos y quedar con un término medio aproximado -ya que es imposible proceder con exactitud- hemos preferido asignar 50 cm al "codo" bíblico. http://eltextobiblicoat.blogspot.com.es
Sobre esta base podemos calcular las dimensiones en metros: ¡150 metros de largo, 25 metros de ancho y 15 metros de alto!
17. 1ª Pedro 3:20; compárese con Lucas 15:7,10: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” Jesús parece manejar unas matemáticas distintas a las de muchos cristianos
18. Hebreos 11:7
19. Génesis 11:4
20. Para tener una idea de esta locura de los ricos, clicar: http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Rascacielos_m%C3%A1s_altos_del_mundo
21. Génesis 10:8,9
22. Efesios 2:4-9