La noticia de que mi amigo y hermano José Grau había pasado a la presencia del Señor me llegó la mañana de este Jueves 16, justo cuando me hallaba leyendo el libro Aborto ¿solución o problema?, que Grau publicó en 1975. Estaba leyendo ese libro, en parte, porque me ha extrañado mucho que en estos últimos tiempos en que la cuestión del aborto está en el aire, no se ha escuchado voces evangélicas españolas pronunciándose sobre el tema. De allí me vino la idea del título de este artículo. Dice mucho de la sensibilidad cultural, el bagaje teológico y la vocación pedagógica y pastoral de Grau el hecho de que haya editado y publicado este libro allá por 1975.
En sus 142 páginas este breve libro tiene las marcas de lo que fue el genio literario-teológico y editorial de Grau. Entre los autores que reunió en este volumen, todos ellos protestantes, hay biblistas, teólogos, médicos y pastores de Francia y Estados Unidos.
El último capítulo es el resumen breve pero sustancioso de una mesa redonda sobre “Los protestantes españoles y el aborto” que se había realizado en el Hospital Evangélico de Barcelona, en junio de 1974. Participaron en ella los médicos ginecólogos Dres. Castell y Llobel y los pastores José M. Martínez, Enrique Angurell, Enrique Capó, Francisco Lacueva y José Grau. En el prefacio de Grau se plantea la actualidad y pertinencia del tema y las citas de periódicos como
La Vanguardia y el Memorial del fiscal del Tribunal Supremo de 1974 hacen referencia a la terrible realidad de que 300.000 mujeres españolas abortaban cada año.
Un año antes de este libro sobre el aborto Grau había publicado otro libro respondiendo a los desafíos del contexto social de ese momento. Se titula
¿Jesucristo superstar?, y en sus 123 páginas Grau responde a las preguntas acerca de Jesús que planteaban dos grandes éxitos musicales del momento, las óperas rock
Jesucristo Superstar y
Godspell. Ofrece primero un breve análisis crítico de los libretos de estas óperas y luego una exposición clara y bien informada acerca de la persona de Cristo como figura histórica, a la luz de los documentos bíblicos del Nuevo Testamento y sus raíces en el Antiguo.
Cuando conocí a Grau en 1967, durante mi época de estudiante doctoral en la Universidad Complutense, me sentí contagiado del entusiasmo con que me habló de la agenda apologética y editorial que se había trazado. Ese mismo esfuerzo por responder desde nuestra fe a las preguntas del contexto era el que con René Padilla y Pedro Arana estábamos tratando de realizar en América Latina, en el ámbito de los grupos bíblicos universitarios. Era también nuestra agenda en la revista
Certeza, donde tratamos de cultivar un estilo que dejando atrás la jerga evangélica diera cuenta de nuestra fe en un lenguaje entendible para el universitario común y corriente. Una colección de mis primeros ensayos apologéticos apareció como libro con el título de
Diálogo entre Cristo y Marx (Lima, 1967). Me animó el hecho de que Grau no se asustara ni del título ni del contenido del libro.
En 1966 Grau publicó lo que considero uno de sus mejores libros en cuanto a método teológico: El fundamento apostólico (EEE, 2da. edición 1973) en el cual expone las bases bíblicas, históricas y teológicas de nuestra confianza en la autoridad de la Biblia como punto de partida de la tarea teológica. En una nota del prefacio de la tercera edición de este libro (Ed. Peregrino 2010) Grau se complace de haber sido pionero en la introducción de la obra de teólogos protestantes europeos como Oscar Cullmann y H.N.Ridderbos al ámbito del pensamiento evangélico de habla hispana. Señala, con toda razón, que su libro “sirvió para despertar el apetito teológico en algunos sectores de nuestro pueblo evangélico”, y agrega “El que ahora haya de procederse a una segunda edición nos estimula en nuestro quehacer y nos hace albergar esperanzas – que empiezan a confirmarse gracias al excelente trabajo de los teólogos evangélicos latinoamericanos – de un no lejano florecimiento teológico en las iglesias evangélicas de habla hispana.”
La mención que hace Grau de teólogos evangélicos latinoamericanos no es mera retórica. Cuando fundamos la Fraternidad Teológica Latinoamericana en 1970, los trabajos fundacionales sobre la Biblia que habían de guiar la ruta teológica que entonces emprendíamos fueron publicados por Grau como parte de la colección “Pensamiento evangélico”. Su título:
El debate contemporáneo sobre la Biblia (Ediciones Evangélicas Europeas, 1972). Antes, en 1971, había publicado en la misma colección el libro
Progreso, técnica y hombre por el ingeniero y pastor peruano Pedro Arana (EEE, 2da. ed.1973).
Hasta aquí me he referido a tres libros relativamente breves de Grau. Sin embargo
cuantos conocemos su obra admiramos en particular los dos masivos tomos de Concilios, un estudio exhaustivo del desarrollo histórico del Catolicismo Romano. Lo publicó en 1966 con el pseudónimo de Javier Gonzaga, en un ambiente de tremendas restricciones por la falta de libertad religiosa. La segunda edición se titula
Catolicismo Romano: orígenes y desarrollo (EEE, 1990) y los dos tomos suman 1418 páginas de apretado texto. Minuciosamente puesta al día esta obra abarca hasta el pontificado de Juan Pablo II.
Copio aquí una parte de lo que escribí para la solapa del libro cuando la segunda edición, revisada y ampliada, apareció en 1990: “Considero esta obra imprescindible para la educación teológica. No tenemos nada parecido en lo que se refiere a una presentación sistemática del Catolicismo Romano. Personalmente, en mi trabajo con estudiantes ha sido un instrumento que siempre he apreciado.” Cuando en el año 2010 la Facultad de Teología de Aix-en-Provence (Francia) otorgó a Grau el grado de Doctor Honoris Causa, pensé más de una vez que el trabajo académico de investigación de esta obra fundamental, en sus dos tomos, equivalía a varias tesis doctorales.
En años más recientes Grau se dedicó a escribir comentarios bíblicos sobre libros particulares de la Biblia como Daniel, Apocalipsis, Nahum, Hageo y Zacarías.
La consideración de toda la obra teológica de Grau me lleva de nuevo a la palabra “Protestantes” en el título de esta nota. Podemos recordar que el término “protestante” se usó por primera vez en la segunda Dieta de Espira (1529). Tuvo desde entonces dos sentidos: el de protesta y el de testimonio afirmativo en los términos de la fe bíblica redescubierta en la Reforma.1 Veo el elemento de protesta en Grau, en su estudio masivo de los Concilios al que acabo de referirme. Veo también el elemento de testimonio vigoroso y brillante en todos los otros libros a los cuales he hecho referencia, trátese de obras de apologética o de comentarios bíblicos.
El protestantismo español, que ha crecido significativamente en número en la década más reciente, tiene que hacer oír voces protestantes en el ágora pública de la España de hoy. Voces abiertas y sensibles al contexto cultural y religioso de la España actual, voces teológicamente articuladas y audaces, voces de protesta y de testimonio. Como las de los protestantes de antes. Como la voz de José Grau.
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