La respuesta de Dios

Nada que ver entre Camus y la mujer samaritana. Uno a ambos en un mismo párrafo porque así como la samaritana pasó, en el curso de una conversación, del antijudaismo a la posibilidad de que el judío con quien hablaba pudiera ser el Mesías esperado, Camus pasa en sus conversaciones con Mumma de un pensamiento donde no había lugar para Dios a otro donde admite que tal vez la salvación del hombre esté en escuchar la respuesta de Dios. Siguiendo a Kant, el filósofo francés nacido en Argelia se plantea el dilema de aceptar la existencia de Dios aún cuando no pueda ser racionalmente demostrada.

Camus, como la mayoría de los filósofos, nos enreda en sus elucubraciones dispares. Cree, pero no cree. En 1954 escribió estas palabras:

-A menudo leo que soy ateo, oigo hablar de mi ateísmo. Ahora bien, esas palabras no me dicen nada, no tienen sentido para mí. Yo no creo en Dios y no soy ateo.

Conceptos esclarecedores para todos y que, en especial, deberían leer con atención los proclamadores del ateísmo, que quieren hacer de Camus uno de los suyos. Camus dice no entender el relato bíblico que presenta a Dios como un hombre paseando por el jardín. Al no entender a Dios prefería desentenderse de él. Dice al pastor:

-Cuando me encontré con Jean-Paul Sartre por primera vez, estuve de acuerdo con que debíamos dejar a Dios fuera del debate, aunque yo siempre he dejado abierta la posibilidad de algo superior al hombre. Sartre y yo siempre hemos compartido las mismas preocupaciones al haber desplazado el enfoque del valor desde Dios al hombre.

El pastor utiliza el turno de réplica, que argumenta en su interpretación de la fe cristiana. Aludiendo a una conversación que también él mantuvo con Sartre, repite a Camus:

-Si no existe Dios y si la naturaleza ha engendrado al hombre, ¿está usted diciendo que esa libertad del hombre se ha generado por sí sola y que el hombre es, quizá a través de la evolución, su propio creador? La Revelación va más allá de estos argumentos de la razón para afirmar que Dios existe, que es quien recompensa a aquellos que le buscan con diligencia, que Él nos ha creado y no nosotros a nosotros mismos. Movido por Su voluntad salvadora, dejó de ser espíritu puro para entrar en la Historia, de manera incomparable en la persona de Jesucristo. Si los hombres moralmente sinceros contemplan a Jesucristo no es por la razón por sí sola sino la percepción directa que nace en su interior la que les lleva a afirmar que Cristo no es sólo el Hijo del Hombre, tal y como Él se denominó a Sí mismo, sino también el Hijo de Dios.

Una noche, después de haber cenado ambos en la casa de Mumma, el pastor pregunta a su invitado:
-Dígame, Albert, ¿se interesó por el cristianismo antes de que nos conociéramos? Mucha gente no lo hubiera esperado de usted.

Camus se rió y acto seguido introduce en la conversación la figura de una mujer, una gran mujer a la que siempre admiró, conoció personalmente y mantuvo con ella una correspondencia asidua: Simone Weil, fallecida en 1943 a la edad de treinta y cuatro años.

Simone Weil nació en París en febrero de 1909 y murió en Londres en 1943. Pertenecía a una rica familia judía. Siendo niña mostró una inteligencia extraordinaria. De joven fue profesora de filosofía en la capital francesa. Destacó por sus ideas comunistas, marxistas, revolucionarias, ateas. Uno de sus libros de juventud lo tituló LA NO-NECESIDAD DE DIOS. Con todo, su pensamiento fue evolucionado hacia el cristianismo. Se ha dicho de ella que fue una santa laica, la más alta encarnación de la añoranza religiosa. Los ojos no pueden ver a Dios sino a través de las lágrimas.

Camus continúa hablando al pastor de la evolución religiosa de su amiga Weil y el impacto que su acercamiento a la fe cristiana produjo en él:

-Aristóteles le enseñó que, para dar cuenta del orden y el movimiento del universo, debía haber una Forma Suprema, una realidad ya existente: eterna y absoluta en su perfección. Esta Forma Suprema es la causa primera del universo y se caracteriza por la actividad del pensamiento. Dios es, por tanto, espíritu puro. Desde la perfección absoluta, Dios mueve toda la creación dirigiéndola hacia sí. Dios es la meta de todas las aspiraciones y movimientos del universo. Dios es el fin último de todos los seres humanos.

El más erudito de los teólogos cristianos no habría mejorado la interpretación del pensamiento religioso de Simone Weil que hace Alberto Camus, de quien dice a continuación:

-Comenzó a estar embargada, intelectual y emocionalmente, y se vio atraída hacia un compromiso con el Trascendente. Empezó a ver que cuando amamos a nuestro prójimo, estamos amando sinceramente a Dios.

El pastor Mumma pudo ver el efecto de Weil sobre Camus y comentó:

-Parece como si su forma de entender a Dios hubiese ido más allá de lo meramente filosófico.

Camus sonrió y dijo:

-Sí. Ojalá pudiera encontrar yo lo que quiera que fuese el motor de su pensamiento.

En la última conversación que el filósofo mantiene con el pastor deja entrever que sí, que encontró el motor del pensamiento religioso de Simone Weil, que encontró a Dios. Es entonces cuando Camus hace esta esclarecedora confesión a Mumma:

-Desde que estoy viniendo a la Iglesia, he estado pensando mucho sobre la idea de una trascendencia, algo totalmente distinto de este mundo. Es algo de lo que no se oye hablar mucho hoy día, pero yo lo estoy encontrando aquí, en París, dentro de los muros de la Iglesia Americana. Desde que estoy leyendo la Biblia, siento que hay algo –no sé si tiene forma personal o si es una idea grande o una poderosa influencia- pero hay algo que es capaz de dar sentido a mi vida. Yo no lo tengo, pero está ahí. Los domingos por la mañana escucho que la respuesta es Dios.

Al pastor protestante sorprende este testimonio de Camus, como me sorprende a mí y sorprenderá a todos los que, como yo, hemos leído sus obras y estamos familiarizados con su pensamiento, no precisamente cercano a Dios. Se trata de una convicción a la que Camus llega de forma progresiva en el curso de sus conversaciones con Mumma, como ocurrió a la mujer de Samaria en el diálogo que mantuvo con Jesús junto al pozo de Jacob.

En su libro EL REVÉS Y EL DERECHO, escrito en Argelia cuando tenía 24 años, Camus dice:

-Siempre llega un día en la vida de un artista en el que debe hacer balance, volver a acercarse a su propio centro para luego tratar de mantenerse en él.

Según el revelador libro escrito por el pastor Howard Mumma, donde da cuenta de una serie de conversaciones mantenidas con el filósofo, Premio Nobel de Literatura, Camus encontró su centro religioso y espiritual al encontrar a Dios. ¿Lo encontró? ¿Se mantuvo en él?