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Los cristianos y el dinero (II)
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La psicología del dinero en el matrimonio

El amor al dinero - o su mal uso - destroza el amor, rompe matrimonios, familias, sociedades y pueblos enteros.
AGENTES DE CAMBIO AUTOR Osvaldo J. Maccio 04 DE ENERO DE 2014 23:00 h

Muchos de los males que padecemos están conectados con el dinero. ¿Se ha fijado usted que el dinero motoriza y alimenta la crisis padecida en el mundo actual? Debería generar bienestar, paz, felicidad... pero, por desgracia, el dinero produce lo contrario: guerras, codicia, crímenes, delitos, envidias; y, lo peor, es lo que causa en muchos matrimonios y familias.

No cabe duda que el mundo genera opiniones sobre el dinero totalmente opuestas a las de la Biblia.

EL DINERO ¿ES BUENO, O ES MALO?
El apóstol Pablo dice que el mal no está en el dinero sino en “el amor al dinero” que es la “raíz de todos los males” (1); que origina codicia, hace que muchos se extravíen de la fe y tengan muchos dolores.

Puesto que muchos escogen satisfacer su apetito por el dinero, cosa que los pierde, convendría que analizáramos este asunto a la luz de la Biblia; porque, en definitiva, ¿qué es más importante: el dinero u obedecer a Dios?

El amor al dinero - o su mal uso - destroza el amor, rompe matrimonios, familias, sociedades y pueblos enteros; es una trampa mortal cuando no advertimos sus mecanismos. En caso de que este tema le esté produciendo problemas, extraviando de la fe, o traspasando de muchos dolores, es oportuno y aconsejable enfrentarlo de una vez por todas.

Dice el Señor: "Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." (2)

Quien pone sus ojos en el dinero, con él se va su corazón. Es un error quitar los ojos del Creador y ponerlos en lo creado. Si nuestro tesoro está en el amor al cónyuge, un billete no debe romperlo, pero ¿verdad que hay muchos que hasta dejan de hablarse cuando falta dinero?

Si al casarme decido fundar mi familia, lo menos que puedo darle es todo lo que tenga.

¿QUIÉN GANA EL DINERO?
La familia, porque ella es el núcleo básico de la sociedad en la que todos ganan según su función. ¿O acaso solo el socio capitalista debe ganarlo?

En una familia donde el varón es el único que aporta dinero la esposa lo gana atendiendo el hogar y sus pequeños, y los hijos sacando buenas notas en la escuela. Aunque lo cobra el papá, desarrollando su profesión, su actividad, o su empleo, él no es el dueño de ese dinero; es el administrador delante de Dios. El varón lo recibe, y junto con la esposa lo administran para el bienestar familiar.

La Biblia dice que “se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel” (3); es decir, sin avaricia, sin egoísmo; en beneficio de toda la familia.

¿ES EL DINERO, UN MEDIO O UN FIN?
En la respuesta está la clave del problema. Cuando el dinero es un fin produce codicia, egoísmo y desavenencias conyugales; porque la ambición trae consigo exigencias, afanes, compras superfluas, desacuerdos. Dice Jesús: "Los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa." (4) Cuando en el matrimonio cristiano el dinero es un fin, ahoga la palabra, no produce porque quien mira el dinero, ni se sacia, ni fructifica.

“El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.” (5) Esa es la razón porque se acusa al dinero de ser raíz de todos los males. La Biblia incluso acusa a la codicia de provocar la muerte: “Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores.” (6)

La codicia es el apetito desordenado por poseer o almacenar riquezas propias; o ajenas, que es lo peor. Por eso, uno tiene que tener cuidado de no caer en codicia.

¿QUIEN DEBE ADMINISTRAR EL DINERO EN UNA FAMILIA CRISTIANA?
¿Él o ella? Es preciso manejar juntos el dinero, en la presencia de Dios, a base de un presupuesto familiar que será llevado a la práctica por quien sea mejor administrador/a.

Ventajas:
a. Ayuda a no tener amor al dinero, ni fondos aparte. Hay hogares donde dicen: ‘mi dinero’, ‘tu dinero’; ¿no deberían decir ‘nuestro dinero’?
b. Genera apoyo mutuo para una administración equitativa y justa.
c. Evita extraviarse de la fe, y ser traspasados de muchos dolores.
d. Impide caer en los engaños de las compras de liquidación u ofertas, o en las tarjetas de crédito. ¿Cuál es la trampa? Las ‘promos’: “Viaje ahora, pague después"; "Pague con el poder de su firma". ¡Vaya descubrimiento! ¿Quién dice que gracias a nuestra firma obtendremos cosas gratuitamente? Ni las firmas en los cheques lo logran; porque sin saldo disponible no hay retiros.

Quien usa tarjetas de crédito está normalmente atrapado en los pagos a plazos que no se pagan con el "poder de una firma". Lo que vale no es nuestra firma, sino los billetes que nos cuesta obtener. Las instituciones crediticias desafían a la vanidad personal de la gente; y los ignorantes gastan aún lo que no tienen.

"Si puedo pagar firmando, gasto lo que no tengo y hasta invito a los amigos. Al final pago; y si no tengo, entonces veré cómo me las arreglo...".

Los bancos ponen las tarjetas de crédito al alcance de cualquiera; resultan fuertes trampas para gente desordenada y vanidosa. O sea, que en vez de ahorrar, se paga casi una mitad más por encima del precio de contado.

La Biblia no habla de las tarjetas de crédito, porque no es tan superficial; la Palabra de Dios va más a fondo. Veamos el mandato:

"Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otro." (7)

Eso está totalmente en contra de las compras a crédito. Dice claramente ‘no deber’ y ‘pagar’; porque una economía con deudas, siempre sufre y si alguno desobedece a Dios, puedo asegurarle que nunca le alcanzará lo que gane, ni lo disfrutará.

El que obedece a Dios, ni se esfuerza trabajando en días de reposo, ni tiene deudas, porque conoce la bendición del dar, es decir... ¡ofrenda!

El cristiano no busca lo que Dios añade, sino tiene como prioridad buscar a Dios, como Jesús manda en el evangelio:

"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (8)

Esta regla no la enseñará nunca la televisión; porque es una oferta de Dios sólo para sus hijos. En otras palabras, no es un problema de dinero, sino de orden y de fe. Y en ello, el esposo y la esposa hemos de estar perfectamente en armonía, sin diferencias ni discrepancias, sino puestos de acuerdo en la presencia de Dios, para ordenar las finanzas. ¿Cuánto ganamos? ¿Cuánto gastamos? El equilibrio entre estas dos acciones es el secreto, para que gastemos sólo lo que ganamos y jamás dispongamos de lo que no ganamos.

EL PRESUPUESTO FAMILIAR
¿Hemos hecho juntos un presupuesto familiar? Eso evita extraviarse de la fe y ser traspasado de muchos dolores y nos aparta de la tentación de un excesivo amor al dinero. Ese es el punto de partida para unas finanzas sanas del hogar; en ese momento, se acaban los gritos, las amenazas, los pleitos por causa del dinero.

Con ingresos fijos es fácil el cálculo; con ingresos eventuales se complica un poco, pero, esto puede ayudarnos a no traicionar nuestro amor por causa de pesos y centavos. Lo mismo si manejamos negocios y sus entradas son variables; en cualquier caso ayuda muchísimo tener un presupuesto común de ingresos y egresos.

Cada uno puede manejar los porcentajes según su caso y adaptarlo a sus necesidades. Puede hacer las modificaciones para equilibrar su ingreso y gastos. Si ya tiene casa puede tener otro renglón: reparaciones, instalaciones, etc.; o compras especiales como: muebles, artefactos para el hogar, vacaciones, etc. Deben reservarse los aguinaldos y dineros extras para gastos eventuales y obligatorios.

Vayamos juntos al mercado para ver los precios reales. Solo así tendremos una idea cabal de lo que somos capaces de comprar o gastar.

REGLAS EN EL GASTO FAMILIAR
1. Tener un presupuesto. Nos permite ver en qué renglones pueden ampliarse o reducirse los gastos sin sacrificar a la familia, con un plan de prioridades y plazos. No debe perjudicarse la alimentación de los hijos por causa de contar con un coche o nevera nuevos.

2. Ofrendar generosamente. “Dios ama al dador alegre.” (9) Este principio debiera encabezar nuestro presupuesto.

3. No comprar en forma compulsiva. Tengamos mucho cuidado con los créditos, ofertas y compras en cuotas.

4. Formar conciencia familiar respecto del presupuesto. Los integrantes del grupo familiar deben saber la situación económica real del hogar. Se logra apelando a la cooperación y esfuerzo personal para evitar derroches: no dejar luces encendidas o aparatos conectados, usar racionalmente agua y gas, etc.

5. Tratar de no competir socialmente. Seamos realistas: Dios siempre está listo para sustentarnos. Alegrémonos con lo que tenemos; no miremos para arriba; miremos al que tiene menos que nosotros. Dice el apóstol Pablo: "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto." (10) ¿Verdad que tenemos más de lo que merecemos?

6. Trabajar honestamente y administrar sabiamente el fruto de nuestro trabajo. A ello debemos sumarle siempre confiar en Quien nos dice:
- "Echa sobre tu Dios tu carga y El te sustentará." (11)
- "No temas, porque Yo estoy contigo, no desmayes porque Yo soy tu Dios... siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." (12)
- "Ahora pues, no tengas miedo, yo te sustentaré, a ti y a tus hijos." (13)
¿Confiamos en estas promesas? ¡Seamos agradecidos con lo poco o mucho que Dios nos permite tener y administrémoslo juntos para el bien familiar!

7. Recordar que un descuido puede hacernos caer en la codicia. Por descuidarse muchos se extravían de la fe:
"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro... No podéis servir a Dios y a las riquezas." (14)
Quien se extravía de la fe es propio que resulte traspasado de muchos dolores. Como familia cristiana hemos de dar testimonio de la diaria provisión divina. Si no lo damos, no es porque Dios no nos bendiga económicamente. Puede que nuestra falencia esté en que no sepamos recibir Sus promesas o no sepamos utilizarlas cuando nos apropiamos de ellas; o porque no saquemos provecho de los recursos que recibimos por falta de una buena administración.

8. Orar. Pidamos al Señor que nos permita llegar a un acuerdo conyugal en esta área del dinero; respetarlo y fortalecerlo todos los días de vida que Él nos dé. Amén.

****

En la próxima, si Dios lo permite, continuaremos con ‘Los cristianos y el dinero’. Quiera el Señor de señores y Rey de reyes darnos en todo este año que comenzamos la bendición de vivir conforme a la voluntad de Dios, única que es agradable y perfecta. La Gloria sea solo para nuestro amado Jesucristo.Óscar Margenet Nadal.

Notas
Ilustración tomada de: www.saludcronica.com
1. 1ª Timoteo 6:10
2. Mateo 6:21
3. 1ª Corintios 4:2
4. Marcos 4:19
5. Eclesiastés. 5:10
6. Proverbios 1:19
7. Romanos. 13:7-8
8. Mateo 6:33
9. 2ª Corintios 9:7; 8:1-15; 9:6-15
10. 1ª Timoteo 6:8
11. Salmos 55:22
12. Isaías 45:10
13. Génesis 50:20
14. Mateo 6:24
 

 


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COMENTARIOS

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Respondiendo a

Victoria González Boto
06/01/2014
17:31 h
1
 
Es muy común ahora que cada uno administre lo que gana en el matrimonio y aportar para los gastos comunes. Pero esto fomenta una individualidad que en el fondo separa o mantiene a cada uno en 'su' posición. Esto desune, no fomenta la unión verdadera y sí el secretismo y hasta vicios ocultos que finalizan en la separación del matrimonio cuando se descubren.
 



 
 
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